lunes, 13 de febrero de 2017

EL AZOTE DE LA HIPOCRESÍA

 (Publicada en Revista Gurb el 3 de febrero de 2017)

Bufón, cómico, actor, artista de circo, malabarista, genio siempre… Leo Bassi (Nueva York, 1952) es uno de los humoristas más originales, indómitos e irreverentes de nuestra escena teatral. Nacido en Estados Unidos, descendiente de una familia de seis generaciones de profesionales del circo, con solo 7 años debutó ante unos aborígenes de Australia, algo que sin duda debió marcarle para siempre. Desde entonces ya no ha parado de trabajar en lo que realmente le gusta: hacer reír a la gente, "conseguir que el público se descojone", como dice él, y provocar al espectador con sus números sorprendentes. "La gente cree que todo es improvisación pero hay mucho trabajo detrás, un guion, unas ideas". Cualquier escenario le sirve a Leo Bassi para montarse una performance, una calle llena de gente, un plató de televisión, un autobús y a veces hasta un teatro, como en aquella ocasión en el Alfil de Madrid, donde unos ultraderechistas algo enojados con sus actuaciones anticlericales le colocaron una bomba para hacerlo saltar por los aires. "Los periódicos de la derecha dijeron que había sido un artefacto casero. ¿Casero? Aquello llevaba un kilo de explosivo, eso no se compra en el Lidl", asegura. Si no existiera Leo Bassi sin duda habría que inventarlo, ya que su voz crítica con el poder, su conciencia humanista, sus ideas políticas transgresoras y su ácida y corrosiva visión de las religiones (sobre todo de la religión del papa de Roma, a la que le hace la competencia cada domingo desde su pequeña capilla de la Iglesia Patólica) lo hacen más necesario que nunca en estos tiempos que corren marcados por la hipocresía y lo políticamente correcto.  

Entrevista completa en Revista Gurb

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