miércoles, 30 de marzo de 2016

MARIANO, EL DESMEMORIADO


(Publicado en Diario 16 el 30 de marzo de 2016)

Últimamente estamos tan ocupados con la bomba demente del yihadista, con la crisis de Podemos y el tea party de Vargas Llosa que nos estamos olvidando de él, del gran estadista, del ser superior: de Mariano, de Rajoy. Anda el hombre escondido por ahí, en alguna parte, en algún lugar, unas veces agazapado entre los cañaverales de Doñana (escopeta en mano, como el odioso de los Morancos que va matando hermosos felinos africanos) otras camuflado entre el bullicio y los ministros de las bajas cumbres de la UE, sin abrir mucho el pico para no llamar la atención, y siempre perdiendo el tiempo con el running por algún pueblo de Pontevedra que aún no lo haya declarado persona non grata, si es que queda alguno en el mapa. Cualquier cosa es buena para eludir sus responsabilidades como presidente en defunciones, para no dar razones de por qué se hunde su partido y para que lo dejen en paz, que es como se siente más cómodo. El presidente siempre ha sido un hombre camastrón de puro y Marca y no lo vamos a cambiar a estas alturas crespusculares de legislatura vital, cuando ya va camino del hogar del jubilado, o sea del Senado. De vez en cuando le da una entrevista a Alsina, si quiera por disimular un poco, y va y suelta una de sus perlas filosóficas, como que no sabe nada de nada del pitufeo en el PP valenciano ni cuándo ha dado él la orden de retirar las actas a los concejales y asesores que estaban en el ajo. Yo no tengo por qué estar al tanto de todo, faltaría más, debe estar pensando. De todo no, señor presidente, pero estaría bien que se enterara de algo alguna vez. Mariano es como Proust, siempre anda buscando el tiempo perdido o los papeles de Bárcenas que se los ha dejado en alguna parte, vaya despiste. Cualquier día se levanta y nos dice que no sabe quién es Rita, o Aznar, o qué es eso que algunos llaman Partido Popular. En realidad para saber hay que leer, y Mariano no lee mucho, ésa es la verdad, salvo el Marca, ya lo hemos dicho unas líneas más arriba y no vamos a caer en el chiste fácil, que para eso está la Twitter. De hecho, cuando Alsina le pregunta al inefable presidente qué ha leído en los últimos meses, él dice que Cinco esquinas, de Vargas Llosa, que es un libro que "está bien", y "uno de Eduardo Mendoza, algo sobre una modelo", pero que no recuerda el título. Un libro sobre una modelo. ¿No será que es el señor presidente quien empieza a dar signos preocupantes de estar comportándose como una modelo? Las bellas mises pierden la memoria con una facilidad pasmosa cuando les preguntan sobre los libros que leen o sobre cuál es la capital de Rusia, pero es que lo de Mariano empieza a ser grave, alarmante, para ingresar. Mucho nos tememos que el manda gallego esté empezando a dar los primeros síntomas de debilidad senil, como esa tía abuela enlutada que todos tenemos y que no recuerda dónde ha dejado los supositorios para la visícula. España no puede continuar con un líder tan olvidadizo. Un presidente amnésico es un peligro para todos, para un país, para el mundo entero, porque unas veces no recuerda qué libro tiene en la mesita de noche y a los cinco minutos se olvida de que tiene que ir al Parlamento a dar explicaciones sobre los refugiados o en qué cajón tiene guardado el maletín nuclear. Para mí que el maletín cargado de radiactividad que anda perdido por Sevilla es el maletín de Mariano. Rajoy chochea, está flojo de neuronas, no se cosca ni recuerda, ni siquiera su nombre, y ahí está ya la joven y pizpireta Soraya, que es mucho más rápida y ágil que él, pidiendo a gritos el relevo. A Rajoy que le den la pastillita roja para la cabeza y lo metan ya en urgencias. O en el Senado.

Viñeta: El Koko Parrilla y Elarruga

lunes, 28 de marzo de 2016

LA GUERRA Y EL CERDO


Uno cree que nos estamos equivocando en la guerra contra el ISIS, Daesh o como demonios se llame toda esta gente. Los analistas y sesudos de la cosa nos quieren convencer de que a los hombres bomba se les derrota con más policía, espías, armas y contrainteligencia. Craso error, nada más lejos. Eso es precisamente lo que ellos buscan y aman, la violencia, la guerra, la muerte. Es como echar más leña al fuego. Urge cambiar de estrategia de inmediato. A los yihadistas hay que bombardearlos, claro que sí, pero no con las bombas de racimo del ministro Morenés, ni con la Sexta Flota, ni con los marines feos de Trump, sino con el arma secreta definitiva y perfecta: con el cerdo ibérico irresistible y jugoso. Ellos odian al cerdo porque saben que es el símbolo de lo bueno de la vida, el placer de la gula, el vicio y el pecado de la carne que engancha más que cualquier otra droga en el mundo. Los de ISIS temen al cerdo más que a la bomba H, más que a los cazas de la OTAN, más incluso que a una mujer desnuda o al mismísimo Alá, y en España lo tenemos mucho más fácil porque nos sobran arsenales de cerdos, nos salen los cerdos por las orejas, ya sean de cuatro patas o tesoreros del PP. Aquí no tendremos portaaviones, ni armas inteligentes, ni drones de última generación fabricados en Silicon Valley, pero disponemos del lechón de Ávila, que es de una calidad destructiva superior para minar la fe de los yihadistas y hacer que se caguen por los faldones. Aquí, desde Finisterre hasta Melilla, contamos con polvorines y santabárbaras repletos de cerdos, armas de destrucción masiva ideales contra los fanáticos que si nos lo sabemos montar bien pueden terminar con esto en una guerra relámpago. No se lo he oído decir aún a ningún analista internacional, pero tenemos que bombardear a los barbudos de ISIS con nuestros mejores cerdos, con el cerdo sabio y valiente, cerdos nobles y honrados contra cerdos pérfidos y desalmados, y así la batalla estará ganada sin ninguna duda. Hagamos volar sobre sus cabezas nuestros bombarderos gloriosos cargados de jamones, de galufos, de perniles y jabugos de bellota que no se los salta un gitano. Carguemos nuestros aviones con obúses rellenos de lonchitas serranas criadas en Huelva, en Los Pedroches, en Guijuelo, sin duda bases mucho más eficaces en la lucha contra el terrorismo islamista que las de Morón y Rota. Lancemos sobre su califato de barbarie y horror nuestras mejores unidades y cabañas, hasta que salgan corriendo en abierta desbandada por mitad del desierto, acobardados, horrorizados, aterrados. Ellos tienen el Corán, nosotros tenemos el cerdo, que es mucho más mortífero si cabe. El cerdo, ese animal civilizado, pacífico y exquisito que nos salvó de Al Andalus y del islam durante el medievo, es la pieza clave de esta guerra de exterminio total que han desatado en todo el mundo los clérigos locos de las chilabas. Desde Pakistán a Nueva York, desde Indonesia a Marruecos, aplastemos a los extremistas con nuestros cerditos más potentes, sabrosos y aromáticos; minemos sus bases militares y fronteras con nuestros ejércitos de legionarios pata negra; enterremos sus cuerpos monstruosos en el desierto bajo un diluvio universal de cerdos ibéricos. Puede que los drones y el napalm de nada sirvan contra el fanatismo religioso y el delirio, puede que la cultura, los libros y el amor sean inútiles contra toda esta gente y toda esta peste. Pero podemos llenar la triste y pobre Palmira con un aluvión de cerdos rollizos y alegres, y de paso regarla con buenos caldos de la tierra, Riojas, vinos de Rueda o Riberas de Duero, para que se vayan enterando de lo que es una guerra bacteriológica y no esa mierda de ántrax que ellos manejan. Está más que claro: contra la locura del extremismo, el cerdo extremeño. Que viva el cerdo.

Viñeta: Igepzio En Viñetas.

miércoles, 23 de marzo de 2016

LA HORA DE EUROPA

(Publicado en Diario 16 el 23 de marzo de 2016)

¿Y ahora qué? ¿Dónde será la próxima masacre? ¿Cuándo? ¿Cuántos ciudadanos más morirán? Esas son las preguntas que Europa no puede responder porque Europa no es más que un club exclusivo para ricos, no un auténtico estado políticamente cohesionado y formado por ciudadanos con proyectos y políticas comunes. Europa no tiene una policía propia, ni un Ejército, ni espías ni política exterior común. Por no tener ni siquiera tiene un centro antiterrorista centralizado para el intercambio de información sobre células yihadistas. Los terroristas de ISIS que mataron en la sala Bataclan atravesaron medio continente para refugiarse en Bruselas sin que nadie oliera su rastro. La Europa que cierra fronteras por miedo al sirio está paralizada mientras los xenófobos y fascistas avanzan y se organizan en Alemania, Francia o Grecia. La primera víctima del terrorismo es el humanismo y la tolerancia. Europa debe reaccionar, los países miembros deben ceder soberanía para construir un auténtico Estado federal. Está todo por hacer, entre otras cosas estrechar lazos con las comunidades y asociaciones musulmanas de los barrios pobres de París, Madrid o Bruselas. Los guetos de las grandes ciudades europeas como Molenbeek son los criaderos de los futuros yihadistas. Sin contar con ellos, con los musulmanes de buena fe, será imposible ganar esta batalla. Como tampoco será posible sin entablar relaciones diplomáticas sinceras y estables con los gobiernos árabes que apuestan por la democracia. Hay que potenciar la cooperación internacional, las inversiones y la ayuda humanitaria en aquellos países amenazados por el islamismo fanático. Los comandos de Daesh han demostrado que pueden matar donde quieran, como quieran y en el momento en que Alá se lo pida. No hay objetivo imposible para ellos, un aeropuerto, un estadio de fútbol, un autobús, una sala de fiestas, una instalación militar. Zaventem era el aeropuerto más seguro de Europa. Estaba absolutamente militarizado. Había soldados armados hasta los dientes, perros policía, tanquetas. Pero los tres kamikaces se pasearon por la terminal con sus maletas cargadas de explosivos sin que nadie sospechara nada. Dos de los inmolados, los hermanos El Bakraoui, ni siquiera estaban fichados por la Policía como sospechosos de yihadismo. ¿Cómo se puede luchar contra un terrorista que ni siquiera pertenece a una organización, a una banda estructurada, a algo material? El suicida no rinde cuentas ante ningún líder o jefe, solo ante su conciencia y Alá. Es un terrorismo extraño, difuso, imprevisible. Por eso urge estudiar el fenómeno, organizar congresos de especialistas que puedan aportar conocimiento e ideas, dotar de fondos a las universidades y centros de análisis. Y sobre todo armar una política europea común. Al terrorismo se le vence con democracia, pero también destinando fondos y con medidas militares, eso por supuesto. Hay que atacarlos en Siria e Irak, destruir sus bases militares, cortar sus suministros de petróleo y sus canales de financiación en paraísos fiscales. Que entiendan que jamás podrán construir ese delirio al que llaman nuevo Califato. Pero usando la fuerza proporcional que emana del Estado de Derecho, no la venganza, porque "ojo por ojo y todo el mundo acabará ciego", como dijo Mahatma Gandhi. Y sobre todo, hay que acoger a los refugiados que huyen del infierno de Daesh, ayudarlos, darles una salida, integrarlos. Devolverlos a sus países de origen es tanto como arrojarlos en manos de las bestias, que no dudarán en esclavizarlos y en lavarles el cerebro para devolverlos a Europa, esta vez sí, cargados de odio y cinturones de explosivos. Europa debe ponerse las pilas ya. Llorar, manifestarse y soltar las cuatro frases manidas de siempre está muy bien, pero no sirve para nada. Es momento de actuar. Es momento de más Europa.

Ilustración: Plantu, dibujante de Charlie Hebdo.

martes, 22 de marzo de 2016

LOS DEMONIOS DE MOLENBEEK


(Publicado en Diario 16 y Newsweek en Español el 22 de marzo de 2016)

Mientras Obama clausura la guerra fría en Cuba el Daesh extiende la guerra caliente por todo el mundo. Por lo visto se trata de reemplazar una guerra por otra, un negocio por otro. Esa es la gran paradoja de los tiempos que vivimos, el nuevo desorden mundial que es un caos, una vorágine internacional, un sindiós. Lo último, hace una rato, los brutales atentados en el aeropuerto y el Metro de Bruselas. Otra vez el hombre bomba, la mochila asesina, el holocausto masivo en nombre de Alá. Es el matar por matar, la ceremonia litúrgica de la muerte, la sublimación y el placer del terror supremo sin más premisas ni objetivos geoestratégicos, políticos, económicos o culturales. Los versos satánicos, el exterminio total. Mientras los españoles, alegres y pacíficos, nos vamos de playas, paellas y Semana Santa, mientras Europa barre a los refugiados hacia la frontera turca, como si fueran la escoria del mundo, para que se los coman otros, los islamistas nos barren a nosotros, que somos su basura, sus chinches infieles, a fuerza de bombazo limpio. No se puede luchar contra los demonios de Molenbeek, granero infinito de suicidas, con nuestros absurdos niveles de alerta, nuestros inútiles detectores de metales y nuestros valientes perros policía patrullando por los aeropuertos. No hay policías, soldados, armas, tanques ni misiles suficientes que puedan detener a un loco dispuesto a morir matando. Por cada europeo que quiere vivir hay mil islamistas que prefieren morir. Es una guerra atroz perdida de antemano, una guerra entre la vida y la muerte, y esa batalla cósmica desigual siempre la termina ganando la señora de la guadaña. Europa se estremece ante el nuevo zarpazo de los tontos que no comen cerdo ni beben vino y a los europeos solo nos queda quedarnos en nuestras casas-madriguera, atónitos, aterrados, besando a nuestras mujeres e hijos, tomando un coñac y leyendo nuestros libros sabios, sin entender nada, sin poder hacer nada. La única solución es esperar, escondernos como conejos ante las hienas, aguardar a que el ángel exterminador pase de largo sin tocarnos con su mano de sangre y fuego. Laín Entralgo decía que no se puede ser hombre de un solo libro, porque eso crea fanatismo. Esta gente que sale de los desiertos secos y pobres de Oriente ya ni siquiera lee uno. No les hace falta el Corán para nada, solo un chaleco explosivo y un par de rayas de coca para infundirse valor. Primero fue Madrid, luego París, esta vez Bruselas, capital de la Europa mezquina y racista que blinda fronteras para que no le llegue la peste siria ni los ahogados del Egeo que lloran en el mar. Pero la peste ya está dentro de nosotros, en nuestras calles, en nuestras plazas, en nuestros aeropuertos, y no se llama refugiados, sino odio, muerte, fanatismo. No pararán hasta plantar la jaima olorienta llena de huríes y bueyes comidos de moscas en medio de los Campos Elíseos. No hay antídoto eficaz contra esta plaga invisible, no hay remedio contra estas células durmientes, tumorales, que nos matan trimestralmente con su rabia y su maldad. No se puede luchar contra esto. No hay solución. No hay salida.

viernes, 18 de marzo de 2016

LA NUEVA VIDA DE ZAIDA CANTERA


En apenas unos meses, la vida de Zaida Cantera (Madrid, 1977) ha dado un giro total al pasar del rancho y los barracones del Ejército al escaño del Congreso. La excomandante que durante seis años sufrió el terrible acoso sexual y laboral a manos de un superior, ha comenzado una nueva vida lejos de las amenazas, las persecuciones y las denuncias en los juzgados. "Ahora trabajo por la ciudadanía, al servicio público, que para eso estamos aquí". Tras ser elegida diputada del PSOE por Madrid en las pasadas elecciones generales, Cantera se ha propuesto transformar las Fuerzas Armadas, la "mayor empresa de trabajo temporal" de este país por la precariedad laboral que sufren los soldados de tropa y marinería. Niega que haya ruido de sables en los cuarteles, aunque siempre hay algún que otro general "nostálgico" de tiempos pasados, y se ha prometido a sí misma darlo todo para terminar de democratizar las Fuerzas Armadas. "Lo de ser hijo de se va a acabar en el Ejército. Vamos a terminar con los ascensos por amiguismos", afirma. Contraria a que los santos y las vírgenes reciban condecoraciones policiales o militares, partidaria de enviar tropas españolas a Siria en el marco de los acuerdos internacionales, Zaida Cantera asegura que Pedro Sánchez es un político "nada ególatra, dialogante y que sabe escuchar y cambiar de opinión si le das argumentos que le convenzan". La excomandante confiesa que las secuelas psicológicas del acoso al que fue sometida ante la indiferencia del ministro de Defensa le acompañarán de por vida, pero ella prefiere no mirar al pasado, sino al futuro, y ha empeñado su palabra en mejorar las condiciones laborales de los soldados. "¿Que si me ha llamado el ministro para pedirme perdón? No. Si por ese señor fuera yo ahora estaría en la cárcel", añade. Revista Gurb entra en el Congreso de los Diputados, ese lugar "que no es machista pero donde hay machistas", según la diputada que se ha convertido en algo así como la Juana de Arco del todavía algo rancio, opaco y por momentos inquietante Ejército español.

Entrevista completa en Revista Gurb.

VUELVE DIARIO 16

Diario 16 fue mi periódico de juventud. En él, con ojos de mozalbete que pretendía ser periodista algún día, leí los primeros escandalazos de la Transición, de aquella España nuestra que en algunas cosas no ha cambiado tanto. El primer ejemplar salió a la venta el 18 de octubre de 1976 a un precio de doce pesetas. En su primer editorial se marcó el objetivo de "vigilar muy de cerca la marcha del Estado para impedir que esa enorme concentración de poder en manos de unos pocos arrase la libertad de muchos y arrastre al país". ¿Les suena de algo? Evidentemente, no hay que decirlo, los periodistas de Diario 16 perdieron en ese póker periodístico contra las elites poderosas, pero por el camino dejaron un puñado de artículos y reportajes que son antología de oro del periodismo español. Desde su tribuna mítica, en la que firmaron los mejores, se hizo campaña contra Manuel Fraga (que procesó a varios redactores) se reclamó la legalización del Partido Comunista y se aireó la Operación Galaxia, primera intentona golpista antes del tejerazo. El rotativo fue el primero en publicar los lunes (hasta ese momento era poco menos que delito) destapó el Caso Gal, puso en evidencia la calva calavera de Roldán y esculpió el coloso de Rodas de la prensa española, o sea Pedro Jota, un monstruo periodístico en todos los sentidos. Diario tocó el cielo de los 700.000 ejemplares vendidos, pero todo tiene un final en esta vida, y llegó la crisis, la quiebra, los despidos en masa, la desaparición de una cabecera gloriosa que había sido santo y seña en una época telúrica, sísmica, convulsa. Cuando un periódico se muere la democracia se muere un poco también. Hoy necesitamos de los buenos y justos periodistas del remozado Diario 16 para denunciar la cleptocracia y el ladronismo de este Gobierno de rufianes y filibusteros; para airear toda la verdad sobre el pacto de derechas PSOE-Ciudadanos; para desenmascarar a los validos y "compi yoguis" que nos quieren robar el Palacio de la Zarzuela con sus tapices, sus estatuas borbónicas, sus jardines y su todo; y para localizar a Rita Barberá, cómo no, que anda escondida en algún lugar de Valencia, disfrazada de ninot indultat para pasar desapercibida. Necesitamos de Diario 16 más que nunca para que nos cuente la verdad sobre la izquierda y la coleta de Pablo Iglesias, para devolver la dignidad al periodismo falso y tuitero que se hace ahora, para dar lustre a la prensa vendida a los partidos, a los bancos y a la Coca Cola y para destapar las tramas infinitas del PP, escorrentías fecales que ennegrecen las honradas tierras de España. Uno cree que está muy bien que Diario 16 resucite de entre las rotativas muertas y ocupe el lugar histórico que le corresponde, como en los setenta, ahora que volvemos a ser miserables barbudos con chaquetas de pana y periódicos en el sobaco (hipsters los llaman los modernos, peste de anglicismos). Necesitamos ese tabloide legendario porque tenemos sed de democracia y libertad, lo necesitamos como el comer para plantarle cara a la troika, a la ley mordaza, a Aznar, al Señor X y a su cal viva ("estás haciendo un periódico etarra, si sigues así te cierro", le llegó a decir Felipe a Pedro Jota entre las bambalinas de la redacción). Necesitamos Diario 16 más que nunca, para denunciar tantas y tantas cosas a las que no llega Inda, ni Ferreras, ni la prensa cutre gratuita y digital que se hace hoy con palitos y cañas y cuatro becarios mal pagados. España necesitaba recuperar ese Titánic que se había hundido en las aguas tumultuosas de la historia, ese periódico amotinado y canalla, sedicioso e indómito como una película de indios y vaqueros de John Ford. Echábamos en falta su aroma inteligente a papel couché, a exclusiva matinal remojada en café con leche, a tinta y barricada roja, porque los periódicos de verdad, los de papel, los que despiertan cada día a la ciudad con el fragor de sus titulares en negritas, son la munición cotidiana de la libertad.
Diario 16, el último de Filipinas de la prensa española, ha vuelto con espíritu renacido bajo el eslogan de "el periódico de la Segunda Transición", y quizá no sea lo mismo, en realidad ya nada lo es, pero mantiene ese sabor de lo bueno del periodismo de calidad que se ha perdido en esta vorágine de basura electrónica, cinismo, trusts empresariales y pérdida de amor por el oficio. Nuestro periódico de toda la vida, el que nos explicó lo que era la democracia, ha vuelto al lugar que por derecho le corresponde, al lugar que nunca debió abandonar. Que los hados del periodismo le sean propicios.

miércoles, 16 de marzo de 2016

EL GOLPE DE PABLO


En solo un momento, a Pablo Iglesias se le ha desmandado el personal y ha tenido que dar un golpe de mano, asumiendo todo el poder. Se acabaron las alegrías y las asambleas, se acabó la movida jipi del 15M, se acabó la muchachada de porro y botellón en los garitos territoriales. A partir de ahora Podemos será un partido serio, como debe ser, institucionalizado, jerarquizado, vertical, con todo lo bueno y lo malo que ello conlleva. Habrá menos debate interno pero más orden. Menos libertad, pero más organización, coherencia y eficacia. Los tiempos de las asambleas populares en velódromos y casas de okupas se han terminado. El que no quiera quedarse que se largue con sus utopías, sus citas del Ché y sus libros marxistas. El país no está para veleidades filosóficas, sino que necesita de un Gobierno, más o menos estable, pero Gobierno; de un presidente con traje o sin él, pero presidente; de unos ministros, en coches oficiales o en bicicleta, pero ministros. El país necesita de la máquina rutinaria de la democracia, en fin. El cese del número 3 del partido, Sergio Pascual, era algo que se veía venir. Habían pasado demasiadas cosas. Dimisiones en bloque, filtraciones de informes, gallinero a todas horas, mamá Carmena a su aire, un pitorreo verbenero y vallecano. Iglesias no podía permitirlo ni un segundo más, estaba en juego la supervivencia del partido, por eso se lo ha cargado sin avisar. La imagen de cuadrilla de improvisados anarquistas que estaba dando Podemos-Madrid empezaba a desgastar su imagen y su electorado. Era un cante que no beneficiaba al proyecto. Un partido no puede subsistir sin una disciplina rígida, férrea, cruel, aunque nos duela reconocerlo. Primero el partido, después las ideas. Es el triunfo del sistema, de la ortodoxia, el principio de realidad de Marcuse. Iglesias y Errejón, más las doctrinas sudacas de Monedero, quisieron reinventar la política, el pueblo contra la casta, lo nuevo contra lo viejo, solo que la política es por definición algo viejo que viene del anciano Pericles donde ya está todo más que inventado. De esta noche de traiciones necesarias y cuchillos largos saldrán tres consecuencias que marcarán el futuro de Podemos: todo el poder para Iglesias, Errejón y los disidentes plegados al líder, el espíritu ingenuo, noble y jovial del movimiento ciudadano reciclado en gris aparato, en argamasa y cemento, en andamiaje de partido. Nada que no hayamos visto antes. Los políticos son como los cines de barrio, primero te hacen entrar y después te cambian el programa, decía Jardiel. El programa de Podemos ya nos lo han cambiado. Habrá un antes y un después de esta purga siberiana. Atrás quedará el 15M, la gente sumándose a la causa en cada barrio, en cada pueblo, en cada ciudad, los ciudadanos tomando partido, la democracia brotando verde y fresca sobre el estiércol del Estado. Un hermoso sueño de ilusión y libertad. Que fue bonito mientras duró.

LA ESPAÑA HAMBRIENTA


Va ya para tres meses, tres meses sin Gobierno, y qué quieren que les diga, no se vive tan mal. Los semáforos siguen funcionando, los trenes y autobuses no se han parado y se recogen las basuras cada noche religiosamente. El apocalipsis que muchos anunciaban no ha sucedido. El pueblo sigue buscándose las lentejas como ha hecho toda la vida, estirando la pensión de la abuela, jugando a la oca del minijob, sacando una sopa boba de la suela del zapato, en plan Chaplin. El gentío, la gente, la legión anónima de este país, sigue sobreviviendo a trancas y barrancas, como siempre ha sido, como siempre será, porque España es un enfermo crónico acostumbrado a sus recaídas y a sus fiebres mientras las elites se lo llevan fino y los borbones levitan ausentes en sesiones de yoga y cenas de lujo con los compis del liceo francés, menuda merde. Tres meses ya sin Gobierno, tres meses, y aquí no ha habido grandes cataclismos sociales, ni desabastecimientos en las tiendas, ni colapsos bancarios o revueltas callejeras. Todo funciona medianamente bien, o medianamente mal, que es como funcionan las cosas en España. El peatonal, el español de infantería y tropa rasa, siempre ha sido pobre, como muy bien dice Almudena Grandes, y tanto le da que gobiernen unos como que gobiernen otros, tanto le da un PP absolutísimo que un PSOE canijo trapicheando con Ciudadanos. Qué importa quién esté sentado en el poder haciendo juegos florales y discursos bizantinos, el país lleva su dinámica histórica propia, trágica, inexorable. La calle impone su ley y el pueblo sale cada mañana a buscarse el mendrugo de pan para sus hijos, a mendigar una ayuda utópica que nunca llega o a sentarse en el dique seco del astillero, los lunes al sol. Nada cambia nunca en esta España negra de bandoleros y miserias, y no hemos salido del XVII, cuando el oro de la Indias entraba a espuertas sin que el pueblo llano lo oliera siquiera. Tres meses ya sin Gobierno, tres meses, quién lo diría, y la vida sigue igual, como cantaba Julito, aquí no cambia nada, seguimos como siempre, seguimos como nunca. Los escándalos reventando como pústulas, Rajoy huido y declinado, los concejales tintineando los grilletes, los alcaldes entrando y saliendo del trullo, Rita escondida por ahí, los duques de Palma aireando sus vergüenzas, los banqueros forrándose con el dolor ajeno, las colas de hambrientos con la escudilla vacía y la Iglesia repartiendo las migajas del hambre y la resignación. Un pueblo que come de la mano de Dios es un pueblo dominado. España puede seguir así, desgobernada, anárquica, a su libre albedrío, tres meses más, tres años, tres siglos, lo que le echen, lo que haga falta, porque así ha sido siempre y así será, porque no hay ninguna diferencia entre no tener un Gobierno y tener un gobiernillo de quita y pon para salir del paso, que es el chollo del siglo que nos prometen ahora Sánchez/Rivera. Qué más da lo que firmen PSOE/Ciudadanos, será otro parche para salir del paso, otro apaño para ir tirando una legislatura rutinaria, y al final estaremos como hemos estado siempre, solos, ninguneados, abandonados a nuestra suerte. El pueblo, que ya se ha acostumbrado a los reyes que no reinan, a los presidentes que no presiden, a los ministros que no administran y a los funcionarios que no funcionan, no nota la falta de Gobierno, ni le preocupa, ni le interesa para nada. El pueblo vive ya al día, o mejor malvive, y prefiere que lo dejen en paz con su infortunio secular, que dejen de marearlo con nuevas falsas promesas y pactos solemnes que no llevan a ninguna parte. Porque España siempre ha sido eso: un maldito solar. Con Gobierno y sin Gobierno.

Viñeta: El Koko Parrilla

jueves, 10 de marzo de 2016

EL AIRE DE CÁNDIDO MÉNDEZ

Cándido Méndez se despide tras veintidós años al frente de UGT. Y lo hace con uno de esos titulares literarios que resultan llamativos, chocantes, sorprendentes: "Los sindicatos son como el aire, no se notan hasta que hacen falta". Como metáfora política no está mal, pero cabría preguntarse: ¿dónde estaba el aire que necesitaba el pueblo cuando lo asfixiaba el gas tóxico de la maldita crisis? En ocho años de crack hemos visto de todo: la reforma laboral que nos ha devuelto a los tiempos del esclavismo, el timo de los ERES que nos ha traído más millonarios de izquierdas, la aniquilación de la negociación colectiva, los desahuciados de sus casas, los recortes en educación y sanidad, los ahorradores desvalijados, el vaciamiento de la caja de las pensiones y el abandono a su suerte de millones de parados que ya no fichan en el INEM, sino en los comedores de Cáritas. En todos estos años de fría posguerra económica, la clase obrera no es que haya perdido solo poder adquisitivo y unos cuantos decimales del IPC, es que lo ha perdido todo, hasta el alma, y la clase media ha volado por los aires, dinamitada por el patrón, que se siente mucho más cómodo en un mundo donde solo haya ricos estratosféricos y pobres de solemnidad. Y mientras sucedía todo este sindiós social, mientras se desmantelaba el Estado social de derecho, ¿dónde estaban los sindicatos de clase? ¿dónde estaba el aire puro al que se refiere Cándido, ese aire que necesitábamos como el comer? No había ni gota de aire, todo el país se había quedado asfixiado, sin oxígeno, porque sencillamente el sindicalismo se había visto reducido a unas siglas fosilizadas del pasado, a unas reuniones burocráticas con la patronal y a unos mecheros y relojes de todo a cien que el sindicato regalaba a sus afiliados por Navidad. Eso por no hablar de los jamones, chalés y Mercedes que han llegado para muchos con este sindicalismo español de rifa y tómbola. El señor Cándido convendrá con nosotros en que esta crisis, esta guerra contra el rico en la que llevamos metidos ocho años, exigía un ejército fuerte y valiente de sindicatos combativos, confrontación sin tregua ni cuartel, lucha en la calle, barricadas, movida obrera, defensa de los derechos adquiridos, huelgas generales a porrillo y toda la tralla y artillería necesaria para defender el Estado de Bienestar. Nada de eso sucedió. Los sindicatos permanecieron dóciles, mudos, impasibles, firmando una tras otra, y con cara de póker, cada acta de defunción que la patronal de Rajoy iba poniendo encima de la mesa. Claudicaron ante el chantaje y el miedo al apocalipsis propagado por el Gobierno, ante la falacia de que lo primero era evitar el rescate de la UE y la quiebra de los bancos y luego ya se vería. Dieron la batalla por perdida y ahora solo nos quedan los cadáveres y los restos del naufragio. Todo se ha perdido ya, los derechos laborales, el progreso y la justicia social, los valores sagrados de la izquierda, y encima el PSOE nos ofrece un programilla moderado para salir del paso, y con la derecha para más inri. No, señor Méndez, de nada sirven sus discursos vacíos y grandilocuentes en el momento de su retirada hacia una jubilación dorada, acomodada y segura que miles de trabajadores jamás tendrán la oportunidad de disfrutar. Era antes cuando necesitábamos el aire fresco de los sindicatos, no ahora. Ahora ese aire del que nos habla el señor Méndez nos huele algo rancio. Y a podrido.

 Viñeta: Igepzio

miércoles, 9 de marzo de 2016

LOS MARIOCONDES DE LOS REYES

Lo publica hoy el Diario.es, el periódico digital que está haciendo lo que tendrían que haber hecho otros grandes medios llamados generalistas. El titular es tan inquietante como descorazonador: "Los reyes de España arroparon a López Madrid, el empresario salpicado por el escándalo de las tarjetas black". Sin duda estamos ante un nuevo escándalo para la Casa Real que surge a raíz de los chats que Felipe y Letizia cruzaron con el querido amigo empresario. "Te escribí cuando salió el artículo de lo de las tarjetas (...) y ya sabes lo que pienso Javier. Sabemos quién eres, sabes quiénes somos. Nos conocemos, nos queremos, nos respetamos. Lo demás, merde. Un beso compi yogui (miss you!!!)", le dice una jovial Letizia a su amigo de sesiones de yoga (por eso lo llama compi yogui). López Madrid está acusado de gastarse más de 34.000 euros tirando de las tarjetas black que circulaban por ahí, por los pasillos y despachos delictivos de Caja Madrid y Bankia. Si la información es falsa la Casa Real debe desmentirla cuanto antes. Si es cierta los reyes deberían dar algunas explicaciones sobre amistades tan peligrosas y poco recomendables como López Madrid. Ya lo dijo Quevedo: "Bueno para rey el que tiene de rey y de hombre". Pues Felipe VI se ha hecho hombre, ya no es un niño irresponsable protegido por la mano firme del padre y debería ser dueño de sus propios actos y amistades. De modo que no basta con ser rey, también hay que parecerlo, y los monarcas, que viven su peor momento desde la restauración borbónica, no lo parecen. En su día, Juan Carlos I ya se rodeó de una fauna de vividores, aduladores, pelotas y aprovechados que le hicieron flaco favor a la institución, pero es que parece que esta nefasta costumbre de simbiosis con los parásitos de la Corte se hereda, como la hemofilia o la ley Sálica. Aquellos negocios y saraos marbellíes, aquellos yates y bribones, aquellos viajes de Estado que no eran de Estado y aquellas hermandades con mariocondes y oscuros príncipes saudíes no se atajaron en su momento y de aquellos polvos estos lodos, o sea el Caso Noos. Lo que se está viendo en los juzgados de Palma, el espectáculo de ver a una princesa de España arrastrándose como hetaira por rastrojo produce vergüenza nacional e internacional. Por eso urge una explicación clara y convincente a estos chats indecentes y a estas intrigas versallescas que dejan al pueblo boquiabierto e indignado. Si Sabino Fernández, el mejor rey que ha tenido España, levantara la cabeza, la postraría de inmediato con tristeza y resignación. Tanto trabajo y tanto esfuerzo en levantar una dinastía para terminar derribándola en media hora de yoga cómplice con la mafia. Estos últimos borbones están demostrando que son lo de siempre. A este paso terminarán en Roma. Exiliados y sin patria.

Viñeta: Xipell
 

martes, 8 de marzo de 2016

ELLAS

En España mueren cada día a manos del macho ibérico; en Oriente Medio (quizá habría que empezar a llamarlo Oriente Miedo) mueren a manos de los machos fanáticos de ISIS. Son refugiadas de la guerra siria, esclavas sexuales de las elites, víctimas siempre de la violencia ciega del hombre. Ellas, las mujeres, nuestras madres, hermanas, hijas, amigas y compañeras, esas fascinantes desconocidas que nos acompañan por el río turbulento de la vida, son las primeras víctimas de esta nueva guerra mundial entre clases sociales, entre pobres y ricos, entre amos y esclavos. En el Día Internacional de la Mujer es un buen momento para hacer balance y abrir los ojos a la triste realidad: que el feminismo avanzó mucho en los derechos de la mujer pero quizá no tanto como nos creíamos. Siguen cobrando menos que los hombres (brecha salarial lo llaman, los economistas siempre con sus malditos eufemismos) siguen sufriendo la discriminación y la explotación laboral y siguen soportando la vejación y la jerarquía inútil del macho alfa que aún considera a la mujer como fetiche y blanco inocente de sus locuras, vicios y piropos paletos. El mundo es la obra macabra del macho violento, no de la mujer, la conclusión histórica de una dominación por razón de sexo, y por eso hay desigualdades sociales, países hambrientos, cracks bursátiles, abusos, corrupciones, guerras, crímenes y exterminios. No sabemos si con la mujer en el poder el planeta sería mejor, pero seguro que sería distinto. Con ellas al frente las comisarías no estarían llenas de maltratadas oprimidas por el sistema ni por juezas traidoras que obligan a cerrar las piernas heroicas a las mujeres violadas y ultrajadas. El político, el militar y el cura, los tres estamentos que rigen nuestro mundo neolítico de ordenadores y neón, siguen rechazando a la mujer, que queda relegada al papel secundario de madre, cuidadora de viejos y enfermos y objeto de placer. La lucha de clases es eterna, como lo es la lucha de la mujer contra el hombre para que se haga justicia, y aún no hemos salido de la Edad Media, cuando Averroes consideraba que la mujer no era más que el hombre imperfecto. En la India, en China, en Etiopía, en Guatemala y en tantos otros lugares no hay más que lóbregos telares clandestinos donde las mujeres remiendan sus vidas rotas por unas cuantas rupias para beneficio del hombre. Algunos pobres diablos que solo servimos para escribir cuatro letras (y ya ni eso) los que no tenemos puertas giratotrias en el Íbex, ni cargos en el partido, ni cuentas en la sucia Suiza, los que nos sentimos tan vulnerables y víctimas como ellas, solo podemos levantar la voz y poner nuestra palabra y nuestra pluma al servicio de la causa más justa y noble posible: la de la mujer contra el poderoso, cruel y déspota macho dominante.

Viñeta: El Koko Parrilla

lunes, 7 de marzo de 2016

DOCTOR PABLO JEKYLL Y MISTER IGLESIAS HYDE

Confieso que con Pablo Iglesias tengo el corazón partío, como en aquella vieja canción alejandrina. Me gustan sus ideales nobles y sus versos rap sacados de la calle. Me gusta su carácter combativo e indómito y hasta su coleta racial de cherokee de pura raza que saca de quicio a los más mojigatos y repelentes de la bancada popular. Pero he de decir que no me gustan nada ciertas formas que afloraron durante su bautismo de fuego en la sesión de investidura. Subió al estrado dopado de furia, excesivo, demasiado hormonado, como si no se hubiera tomado la medicina esa mañana, y empezó a repartir estopa a diestro y siniestro a las primeras de cambio, sin mucho sentido, sin un contexto que lo justificara. No venía a cuento abrir una guerra extemporánea sin provocación previa. Está bien sacar el látigo contra los mercaderes del templo del PP y del PSOE y arrearles un mandoble de cuando en cuando, porque a base de palos es como aprenden los pollinos, que decía mi abuelo, pero repartir leña por repartir, a lo loco, ciegamente, es una táctica que termina saturando y que se agota en sí misma. Un tipo que está todo el rato enfadado amarga al personal, que se cansa y deja de escucharlo por aburrimiento. Pablo gastó todas sus balas en el primer duelo, las malgastó vil y gratuitamente, de mala manera, y no solo eso, sino que poniendo la crispación en el listón más alto, a partir de ahora cualquier cosa que diga le sabrá a poco a su parroquia. Fue un error echarle cal viva al PSOE, tratando de reducirlo a cenizas, y sacar a pasear a los fantasmas de Lasa y Zabala, dios y Felipe González los tengan en su gloria. Fue otro error montar un culebrón venezolano al morrearse con Domènech y ofrecer su despacho para los amoríos de Andrea Levy, como una vulgar alcahueta, algo que solo sirvió para degradar el Parlamento (si es que no estaba ya suficientemente degradado y embarrizado) y reducirlo a la categoría de barraca de feria. Todos esos gestos desacralizan la democracia, que debe ser una cosa seria, y además no contribuyen a nada, más que a seguir alimentando el espectáculo circense en que se ha convertido la política española en los últimos años. Pablo Iglesias puede ser un buen estadista si quiere, un hombre con ideales aún sin contaminar y con ganas de cambiar las cosas, un líder que puede resultar muy útil para reanimar a esta izquierda moribunda y lánguida que agoniza entre el socialismo de salón del PSOE y la utopía estéril e imposible de Anguita. Pero para ello tiene que quitarse algunos tics televisivos que le perjudican y mucho: rebajar el tono, limarse la soberbia, tirar de educación y elegancia y salir menos en la Sexta. La televisión no solo engorda, sino que desgasta y falsea. Pablo puede ser el nuevo Iglesias del socialismo, inteligencia y carisma no le faltan. Pero tendrá que quedarse con el doctor Jekyll. Y meter en el armario a Mister Hyde.

Viñeta: Igepzio

sábado, 5 de marzo de 2016

ROSA REGÀS


Ganadora del Planeta, exdirectora de la Biblioteca Nacional, activista por los derechos civiles y de la mujer, voz crítica, intelectual de la izquierda en un tiempo en que serlo es casi una proeza… Todo eso y mucho más es Rosa Regàs (Barcelona, 1933) una de nuestras mejores narradoras cuya palabra sigue sonando fuerte y sincera en medio del bullicio mediocre de las letras españolas. Guarda un recuerdo “imborrable” de su paso por la Biblioteca Nacional, pese al extraño episodio del robo de los mapamundis de Ptolomeo que le costaron el puesto. "Fue algo así como una venganza política, pero más burdo. Los que la montaron, porque todo fue un montaje desde dentro y desde fuera, la tomaron conmigo. Pero al final han dejado que el ladrón se pasee por Buenos Aires tranquilamente, excepto cuando vuelve a España, supongo que a seguir robando. Esto es lo que ocurrió", asegura. Dice no estar asqueada de la política ("la política lo es todo") aunque sí de algunos políticos, y cuando pone la televisión para ver las imágenes de las mujeres sirias arrastrando bebés y equipajes maldice a la UE y también a España por mirar hacia otro lado y no cumplir con los cupos de refugiados. "Acabaremos dividiendo el mundo entre pobres y ricos, y entre los pobres irá aumentando el número de mujeres y de niños. A esto van encaminadas las siniestras políticas de la Europa de hoy y del FMI", advierte. Nos citamos con RR, superviviente de la mítica Gauche Divine, para hablar de la España que se desmorona, del pacto PSOE-Ciudadanos, de Cataluña, del futuro incierto de la izquierda, de la incultura y las injusticias de nuestro país, de literatura, de todo y de nada, en fin, de la vida.

Entrevista completa en Revista Gurb

miércoles, 2 de marzo de 2016

LOS IDUS DE MARZO



El debate de investidura se ha convertido en un duelo fratricida entre hermanos de la izquierda mientras la derecha gallega se fuma un puro y goza del momento dulce en el tendido. Ha sido una gran metáfora de lo que es y siempre ha sido España: un cortijo de miserias donde los parias se matan por el pan del señorito. Cuando la guerra civil y aquello, los socialistas se navajeaban con los del POUM, los anarquistas con los comunistas, los utópicos con los pragmáticos, y en ese plan. Fue entonces cuando se perdió la guerra. Aquí es más fácil que el PSOE se entienda con las nuevas generaciones de Ciudadanos que con el camarada de clase de enfrente. Y así nos va. El divide y vencerás sigue siendo la mejor táctica, una estrategia infalible, y el PP la aplica a rajatabla con una eficacia del cien por cien. Hoy hemos visto cómo Iglesias sacaba a pasear los muertos en cal viva del PSOE mientras Sánchez le echaba en cara sus mártires socialistas asesinados por ETA. Ha sido triste. Ni uno ni otro ha ganado nada, más bien han perdido ambos, o quizá haya sido la izquierda la que lo ha perdido todo en ese cuarto de hora maldito de cruenta refriega parlamentaria. Por dejarlo claro desde el principio: Sánchez ha estado bien en la forma y mal en el fondo, o lo que es lo mismo, bien en el tono y en el talante conciliador y mal en su defensa indefendible de un pacto con la derecha que es una traición a la clase obrera. Iglesias al contrario. Ha estado bien en el fondo, enarbolando la bandera del viejo socialismo al que muchos quieren dar por enterrado, apelando al sentimiento del rojerío y al humanismo, pero mal en las formas. Iglesias, quizá por inexperiencia y nerviosismo de novato, ha gritado demasiado, ha sobreactuado por momentos y ha utilizado un lenguaje más de mitinero o de tertuliano televisivo que de alto parlamentario. En la política española sobran vocingleros y faltan neuronas, Pablo tiene que aprender esa lección. Mientras tanto Rajoy dimitía de todo y se dedicaba a ver cómo los dos hermanos se desangraban en una pugna absurda por ver quién la tenía más grande (la bandera roja, en este caso). El presidente en defunciones se ha dedicado a hacer chistes malos sobre Sánchez y la mayoría de las veces ha pecado de insolente, de fresco, de gamberro. Era como ese invitado raro que va a una fiesta y se queda hierático en un rincón, con el cubata en la mano, sin que nadie le haga caso, hasta que se hace notar soltando cuatro chascarrillos sin gracia. Rajoy ha adoptado el rol de presidente-aspirante mientras Sánchez adoptaba el de aspirante-presidente. Quizá haya sido Rivera el que ha estado más afortunado en su personaje de supuesto reformista moderado, no en vano ha vuelto a citar a Suárez, su referente espiritual. Uno, que no es nada de Rivera, ha de reconocer que ese chico sabe sacar la mejor tajada de cada pastel. "Cuídate de Rivera", le ha dicho Iglesias a Sánchez. Y tanto que debe cuidarse, es astuto como un zorro y sabe jugar sus cartas. De modo que más o menos, todos han estado en su papel intrascendente porque todo estaba decidido de antemano. Sánchez no saldrá investido y el trámite habrá terminado hasta una nueva función. Así son los idus de marzo que no soplan favorables para nadie. La democracia se hunde, las instituciones gripan. Nadie sabe qué va a pasar. Esto es una guerra de trincheras a cuatro, una batalla de desgaste como aquello de Verdún. Ganará el que mejor resista. Y perderemos todos.

Viñeta: Igepzio

martes, 1 de marzo de 2016

EL PUÑO DE OTEGUI


Otegui ha salido de la cárcel enrabietado, resentido, echando pestes por la boca como un perro rabioso. "Ahora soy más independentista que nunca, en España hay presos políticos", ha dicho el líder abertzale ante los periodistas que le esperaban a las puertas de la trena. Otegui es como aquel japonés alucinado que encontraron escondido en la jungla treinta años después de la guerra mundial y que aún creía que estaba en medio del fragor de la batalla. Los siete años de sombra que se ha chupado Otegui no han servido para hacerle entrar en razón, para hacerle ver la cruda realidad: que la lucha armada fue un error, que ni la independencia de Euskadi ni la de ningún Estado merecen mil muertos inocentes; que su tiempo político ha terminado y su negocio de pistolas y sangre se ha ido al traste porque nadie compra su producto. Hoy el País Vasco vive en paz, una paz tensa pero paz a fin de cuentas, y de aquella tragedia solo quedan unas cuantas pintadas borrosas en los muros de Mondragón y una manifa aburrida por los presos los sábados tarde, como muy cómicamente cuenta Dani Rovira en 'Ocho apellidos vascos'. Nadie quiere saber del tiro tonto en la nuca y los que antes votaban la gallofa de Bildu hoy votan a Podemos, un movimiento democrático y legítimo, por mucho que el Gobierno cateto del PP quiera hacerlo pasar por filoetarra. Otegui se ha quedado vintage tras siete años de trullo, antiguo, atrapado por su pasado, como aquella magnífica película de Al Pacino. Su peinado frankensteiniano sigue siendo tan horroroso como siempre, algo más canoso y avejentado si cabe, y su puño cerrado sigue al viento, aunque es un puño terco, absurdo, derrotado, el puño de un terrorista que ya no asusta a nadie con sus cuentos de viejas, zulos y bombas lapa. La razón es la muerte del fascismo, decía don Miguel, y así es como la democracia ha vencido a los vampiros del hacha y la serpiente a los que Otegui daba voz y voto. Otegui, Pancho Villa sin ejército de la patria vasca, no solo ha salido de la cárcel sino del pasado, de un mundo que ya no es, de una novela decimonónica de Baroja. Su discurso del terror ha sido superado porque ahora el terror que se lleva en todo el planeta es el de ISIS, que es mucho más bestial y vende más periódicos. Arnaldo sigue carlistón como siempre, revolucionario y dinamitero, solo que sus batallitas de la guerra vasca no se las cree nadie y solo servirán para amenizar los delirios de cuatro borrachos puestos de chiquitos en la herriko taberna. Con ETA vencida y olvidada en una página triste y sangrienta de la historia, Otegui sale de la cárcel como ese abuelo batallitas al que nadie escucha ya porque los tiempos de las guerras inútiles han pasado y porque el vasco ya no piensa en hazañas bélicas contra el español tirano e imperialista, sino en vencer al peor de los fascismos: el que le niega el pan a sus hijos. Otegui, falso héroe que ya no cuela, muñidor de tragedias y guerras imposibles, que pida perdón a los cadáveres y a las víctimas y se vaya a su casa con sus crímenes. O a cortar unos troncos.