domingo, 12 de septiembre de 2021

ESPAÑA DE VACACIONES

(Publicado en Diario16 el 5 de agosto de 2021)

Se acaba el curso político, sus señorías se van al pueblo o a la playa para solazarse y a España se le cuelga el cartel de cerrado por vacaciones, una especie de suspense hitchcockiano hasta el otoño, que se prevé caliente. Así es este país. Ya puede declararse una quinta ola de la pandemia que el calendario es sagrado y los días en rojo se cumplen a rajatabla. Aquí estalla una guerra civil y paramos para merendar, celebrar las fiestas patronales o torear una vaquilla, ya lo dijeron Gila y Berlanga. O se va un rey emérito al exilio y no pasa nada.

En el Gobierno de coalición hay tranquilidad, o mejor dicho hay toda la tranquilidad que puede haber en una familia siempre a la gresca. Los tuits de la ministra Belarra contra Juan Carlos I y la monarquía han excitado muchísimo a la parroquia republicanota del mundo morado, pero no han gustado nada a la parte socialista del Consejo de Ministros. Pedro Sánchez ha cerrado filas en torno a la Casa Real y ayer mismo la ministra de Defensa, Margarita Robles, defendía la institución porque aporta “estabilidad” al país y es un “factor de seguridad para todos los españoles”. Lo del factor de seguridad para el país bueno, vale, tírale, tiene un pase, pero que se identifique monarquía con “estabilidad” en estos momentos de convulsión institucional la verdad es que no se entiende. Cada mañana nos desayunamos con un nuevo sobresalto provocado por el rey emérito, de Abu Dabi no paran de llegar malas noticias y esa supuesta estabilidad que aporta la monarquía no se ve por ningún lado.  

La última polvareda mediática tuvo lugar tal que ayer, cuando se supo que el fiscal suizo Yves Bertossa ha imputado al presidente del Banco Mirabaud por no informar a las autoridades encargadas del blanqueo de capitales de los 65 millones de euros que fueron a parar a la cuenta de la fundación panameña Lucum, de la que era beneficiario Juan Carlos I. Los españoles no pueden vivir en un ay constante por culpa de un señor que se ha enviciado con el dinero, que no ha cumplido con Hacienda y que no ha sabido parar a tiempo su lujoso tren de vida. Que nos explique la señora ministra Robles cómo nuestra maltratada democracia puede funcionar de forma “estable” si nos despertamos con un escándalo borbónico cada mañana. Lo ha dicho muy bien, con su fina ironía, Anacleto Panceto, ingenioso tuitero donde los haya: “Yo hasta que no me tomo un par de cafés y sale el caso aislado del día, no soy persona”. Más claro agua.

En cualquier caso, y dejando al margen las rencillas habituales entre sociatas y podemitas a cuenta de la monarquía y del emérito, podría decirse que no le ha ido mal al Gobierno en esta primera parte de la Legislatura. Es cierto que la pandemia sigue desbocada por los botellones clandestinos, las verbenas juveniles con calimocho y el turismo veraniego, pero la campaña de vacunación va viento en popa y pronto llegaremos a la ansiada inmunidad de rebaño que nos permitirá entrar en una nueva fase de la plaga e ir dejando atrás la pesadilla. Además, los datos macroeconómicos se sitúan poco a poco en parámetros normales de la era precovid y el presidente del Gobierno anda eufórico por los pasillos de Moncloa: “Las cifras vuelven a confirmar que la recuperación ha cogido impulso en España. El paro registra en julio la mayor caída de la historia y la afiliación bate nuevo récord con más de 19,5 millones de personas. Seguimos trabajando por la reactivación económica, social y territorial del país”, tuitea el premier socialista.

El presidente se va a ir a Doñana muriendo de éxito, como un San Pedro que acaba de obrar un milagro de panes y peces, aunque en realidad el país no está para tirar cohetes. Es cierto que el enfermo va saliendo de la UCI, pero con casi tres millones y medio de parados, el turismo hecho unos zorros y las colas del hambre a pleno rendimiento cualquier alharaca o exceso de euforia suena a broma, cuando no a sarcasmo. Que no le pase al presidente como a esos optimistas locutores de TVE que son como tramposos chatarreros que venden su ferralla de metales olímpicos antes de tiempo. Aquello de la piel del oso antes de cazarlo. Los españoles ya nos hemos acostumbrado a quedar por debajo de Jamaica en el medallero final, allá por el puesto veintitantos, fuera del G-20 del deporte, y este año ni siquiera nos va a caer la calderilla de regalo del abnegado titán Gasol, que se jubila tras veinte años de glorias deportivas. Suerte en la vida Pau y gracias por todo. 

En otro orden de cosas, es cierto que el cortijo monclovita lo tiene apaciguado el presidente tras su última escabechina o remodelación de Gobierno en la que cayeron varios pesos pesados y gallos que le revolvían el corral. Y con Pablo Iglesias fuera de la política ahora duerme mucho más tranquilo. Sin duda, Yolanda Díaz ha contribuido a darle otro marchamo al ala más izquierdista del Ejecutivo de coalición. Díaz tiene un talante distinto, otro aire, denuncia lo que tiene que denunciar, pero lealmente, discretamente, no a canutazos biliosos ante los periodistas a las puertas de Moncloa como hacía El Coletas

En fin, que el Gobierno se va de vacaciones y salvo desastre imprevisto como los incendios declarados en la madre Atenas (toquemos madera) no volveremos a ver el pelo a nuestros ministros hasta septiembre, aunque es seguro que continuarán las aventuras por entregas del rey emérito en Oriente. En otoño volverá la quincalla política, los sindicatos exigirán una subida de los salarios y la extrema derecha cargará la escopeta de la moción de censura. Pero el Gobierno parece sólido y bien armado. Pronto llegará el primer anticipo de los 140.000 millones del maná europeo y el país, más pronto que tarde, confirmará su despegue. De momento, sigue habiendo coalición para rato. Mal que le pese a Pablo Casado.

Viñeta: Iñaki y Frenchy

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