viernes, 22 de julio de 2016

LA ESPAÑA MATRIX



 (Publicado en Revista Gurb el 22 de julio de 2016)

No me gusta Matrix. Lo confieso, no me gusta esa trilogía. Lo digo alto y claro aún a sabiendas de que mañana un ejército de frikis cinematográficos se apostarán frente a mi casa con bates de béisbol dispuestos a darme hasta en el carné de identidad. He intentado ver esa saga varias veces y no puedo pasar de la media hora de metraje. Me aburro como una ostra, imperial y soberanamente, me aburren las ensaladas de hostias interminables que se reparten entre el Neo ese y unos señores absurdos de gafas oscuras en plan Carlos Fabra, me aburre la banda sonora transmetal que te taladra los oídos sin misericordia y me aburren los diálogos impostados de personajes más vacíos que el cerebro de Olvido Hormigos, o del Conde Lecquio, que tanto monta monta tanto. Pese a todo, reconozco que la historia tiene hallazgos de mérito, como intentar llevar la filosofía a la gran pantalla para que aquellos que no han leído en su vida a Platón se enteren de una vez por todas que esto que llamanos realidad no es más que una ficción, una caverna llena de sombras, un sueño del que nunca terminamos de despertar. Gastar miles de millones de dólares en hacer una película para contar lo mismo que ya contó en su día Calderón, sin más ayuda que una pluma de ganso y un tintero, me parece un derroche pornográfico. Pero ya digo que no soy objetivo en este tema porque me considero un antiguo, y a mucha honra, que se quedó en Blade Runner, la última gran cinta de ciencia ficción que hasta ahora nadie ha conseguido superar.
Y sin embargo, lo que está pasando en España, políticamente hablando, recuerda mucho al truño de los hermanos Wachowski, ahora hermanas Wachowski. Tenemos un pueblo abducido que parece haberse comido la pastillita azul y no enterarse de nada, un pueblo que cada vez que va a votar vota más corrupción. No sabemos cómo terminará el cambalache de Rajoy con los independentistas, con quienes ya habla en catalán en la intimidad; no sabemos si el pacto del PP con Ciudadanos servirá para que haya un Gobierno de una puñetera vez; y tampoco sabemos si el PSOE se abstendrá en la investidura de Mariano. Pero de lo que estamos seguros es de que el tiempo juega a favor del PP y de que el presidente no tiene ninguna prisa en formar Gobierno, no solo porque ahora se va de vacaciones y a él no le interrumpe unas vacaciones en Pontevedra ni Dios ni la Virgen de Mondoñedo ni siquiera aquel paisano que le arreó un sopapo en vísperas de urnas, sino porque si hay unas terceras elecciones las volverá a ganar de calle, sin duda. La filosofía de Rajoy es cuanto peor mejor, cuanta más podredumbre en su Gobierno más escaños saca y cuanto más miedo a la crisis, al inmigrante y al rojo bolivariano más opciones de acercarse a la mayoría absoluta. Toda esta lacra intelectual no puede tener otra explicación que la de que España está sumida en una pesadilla letárgica, histórica, un trance hipnótico del que no puede despertar, un mundo Matrix, por volver al tostón de los dos polacos/as de Hollywood, que parece que funciona como símil cuando hay que explicar estas cosas metafísicas a la juventud carente de Sócrates. Nos han metido con calzador la filosofía azul pepera, la pastillita azul viagresca, sin que nos demos cuenta de ello, y ya caminamos por el mundo domados, mansos, dóciles. ¿En qué momento nos domesticaron? ¿Cuándo nos hicieron pasar del estadio de sujetos inteligentes, pensantes, críticos, al de cabestros o bóvidos, por utilizar el término taurino, ahora que todavía está vivo el reflujo de la horda pamplonica salvaje, del tintorro con bota o botijo, del descabello del Miura a braga quitada y de la violación institucionalizada de suecas, entre chupinazo y chupinazo, en la fiesta de los sanfermines? Quizá empezamos a adormecernos cuando llegaron los primeros programas de la telebasura, allá por los ochenta, los Tíos Gilitos dueños de Marbella, con sus yeguadas de mamachichos; quizá fue cuando renunciamos a un pacto por la Educación y dejamos nuestros colegios al albur de políticos depravados como Wert, más preocupados por el crucifijo que por las ecuaciones de segundo grado; quizá fue cuando llegaron las nuevas tecnologías inteligentes que nos hicieron más tontos aún de lo que ya éramos (hola ke ase, los memes memos y los malditos Pokémon) o cuando se puso de moda el Pepito Piscinas depilado y musculado y la rubia pechuguizada de silicona con labios de pimiento morrón. O quizá nada eso tuvo la culpa y fueron los marcianos o los de la CIA quienes nos echaron algo en el agua para que nos caiga simpático Donald Trump o simplemente es una cuestión evolutiva y si venimos del mono tenemos que volver a él por una elemental ley darwinista. Quién sabe. Uno ya no ve nada claro, salvo que cuando a un energúmeno le da por lanzar un camión a toda velocidad contra la poblacion civil, hombres, mujeres, ancianos y niños, sin importarle el número de muertos, ya todo está irremediablemente perdido. Y solo queda seguir tomando la pastillita azul, antes de acostarnos, para no pensar demasiado y seguir como si nada estuviera pasando. Como en la somnífera Matrix. Ese culebrón espacial.

Viñeta: El Koko Parrilla

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