martes, 8 de agosto de 2017

UNA DÉCADA DE CRACK


En los primeros días de agosto de 2007, hace ahora diez años, el banco de inversión estadounidense American Home Mortgage se iba irremisiblemente a la quiebra. El cataclismo no había hecho más que comenzar. Lo que vino después jamás lo olvidaremos: la caída de Lehman Brothers, las hipotecas basura, el desplome de los mercados financieros, el pánico en las bolsas de todo el mundo... En España, la prima de riesgo disparada, la burbuja inmobiliaria que nos estalló en la cara, las cajas de ahorro que cayeron como fichas de dominó, los seis millones de parados, los suicidios de personas desahuciadas, los casi cien mil millones de euros que nos costó reflotar los bancos al borde de la quiebra (un dinero que por cierto no recuperaremos jamás) los recortes en servicios básicos del Estado, las colas de hambrientos ante los comedores sociales... Fueron los días en que España estuvo al borde del abismo, los días en que nuestros gobernantes prefirieron rescatar a los banqueros corruptos antes que a los ciudadanos honrados. Todo eso quedará como una de las páginas más infames de nuestra historia. Hoy, diez años después de que el sistema capitalista se viniera abajo como un castillo de naipes, cabe hacerse unas cuantas preguntas: ¿hemos aprendido la lección? ¿podría volver a suceder? ¿no sería lógico poner coto al capitalismo salvaje, nacionalizar las empresas que garanticen el funcionamiento del Estado de Bienestar, intervenir los resortes básicos de la economía? ¿O es que vamos a dejarlo todo de nuevo en manos de los lobos de Wall Street y de los fulanos del Íbex 35? 

Un día después del bochornoso espectáculo que se vivió ayer en la Audiencia Nacional, donde el presidente del Gobierno tuvó que sudar tinta para escabullirse de las acusaciones de corrupción, la maquinaria mediática y política del PP pasa a la contraofensiva con lo mejor que sabe hacer: la propaganda macroeconómica y las cifras convenientemente maquilladas. Según la Encuesta de Población Activa (EPA) del segundo trimestre del año, por primera vez desde que estalló la crisis en 2008 el paro baja de los cuatro millones de personas y la tasa interanual se sitúa en el 17,2% (no alcanzaba ese nivel desde 2009). En el PP están más eufóricos que un poligonero en una fiesta 'rave' pero si nos detenemos un momento a analizar los números veremos que no es para tanto. A nadie se le escapa que el empleo que se crea en España es de ínfima calidad, que se ha perdido buena parte de los derechos laborales, que el 90 por ciento de los contratos firmados son temporales y precarios, que los salarios son tercermundistas y que algunos colectivos como el de los jóvenes, las mujeres y los parados de larga duración ya se han resignado a que jamás volverán a encontrar un empleo. Por si fuera poco, gracias al modelo económico que ha implantado el PP, España se ha convertido definitivamente en un país de servicios volcado en el turismo, un país de camareros, habría que decir. Guindos y Montoro pueden seguir vendiendo la burra del "milagro español" con su habitual descaro y su triunfalismo desbocado que solo tiene un único objetivo: ocultar las vergüenzas y miserias de su corrupción. Ellos brindan por la gran mentira de un país ficticio mientras la inmensa mayoría del pueblo malvive como puede. Que siga la fiesta.

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