martes, 26 de enero de 2016

DE LA PROFECÍA DE RITA Y OTRA VUELTA DE TROIKA


La profecía.
Lo dijo en su día Marcos Benavent, el arrepentido del PP, el yonqui del dinero que se hizo jipi después de grabar a sus compañeros de corruptelas. "Las grabaciones son ciertas, va a salir mierda a punta pala", aseguró el testigo con pinta de roquero colgado. Y vaya si está saliendo, está saliendo mierda, excremento, deyección, defecación, deposición, excreción, evacuación, detrito, heces, caca, cagada y boñiga. Toda la descomposición orgánica de un cuerpo moribundo a punto de la defunción, como es el PP. Hoy la Guardia Civil detiene a Alfonso Rus. Mañana apunta a Rita, la collares de los güisquis que ha gobernado Valencia como un marquesado, como quien dirige una verbena fallera de garrafón. Fue la profecía Benavent, el oráculo acertado de un santón hinduista iluminado en su fase astral de meditaciones desde su celda. La cárcel es el mejor lugar para recuperar la fe. ¿Qué explicación dará hoy la señora? ¿Qué coartada pondrá para explicar los contratos a dedo, las comisiones, los chanchullos? Ya pasó el tiempo del caloret, de los ferraris veraniegos y la cogorza del dinero. Ahora estamos en pleno y crudo invierno, cuando los prebostes del partido se congelan como estatuas de hielo con el viento frío de la Justicia. Qué hostia Rita, qué hostia.

Otra vuelta de troika. Bruselas advierte de que el “riesgo político” en España crea desconfianza. O dicho de otra manera: los ricachos financieros de la UE temen que los parias de la famélica legión podemita escalen por los muros de sus palacios versallescos y se coman sus venados y se beban sus licores. Vivimos en una dictadura oligárquica de sesenta y dos fulanos que mueven tanto dinero como 3.600 millones de personas, y en cuanto el pueblo se pone tonto se le mete un recortazo de padre y muy señor mío, 9.000 millones de euros de nada, que es el regalito que nos prepara la troika para que vayamos haciendo boca y se nos quiten las ganas de alegres revoluciones. Al perro que tiene dinero se le llama señor perro, decía un proverbio árabe, y aquí los perros que mandan son unos señores rubios de ojos azules que guardan la pistola alemana con la esvástica de papá en un estuche dorado en el armario. Da igual si Pedro Sánchez pacta líneas rojas y programas sociales con Pablo Iglesias para lograr un gobierno de izquierdas, da igual si las confluencias y mareas ciudadanas sacan dos o cuatro grupos parlamentarios o si Manuela Carmena mantiene a raya las deudas de Madrid. Cuando el rojerío llegue a la Moncloa, si es que llega, aparecerán los señores de negro, buitres funestos del dinero, para dejar claro quién manda aquí. Como le pasó a Tsipras, el griego. Otro pobre diablo.

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