domingo, 10 de enero de 2016

DE PUIGDEMONT, LA ESPAÑA CAINITA Y RAJOY EL MARCHOSO

Puigdemont ya es honorable. Ha sido el debate del delirio, de lo imposible, de la ensoñación impulsada por los anticapitalistas de la CUP que viven en una utopía permanente. A partir de mañana los padres de la independencia aplicarán la hoja de ruta, pero ya no será la hora de las palabras huecas y rimbombantes ni de la retórica barata. Tendrán que empezar a explicar a los catalanes qué va a pasar con sus ahorros si la banca huye de Cataluña, qué va a pasar con las pensiones y prestaciones de la Seguridad Social que no podría mantener una Cataluña independiente, con las becas de estudio e I+D o con los beneficios que supone pertenecer al Sistema Nacional de Salud, qué va a pasar con el abastecimientos energético, con la deuda catalana que es considerada "bono basura" por las agencias de ráting, con las ayudas de la UE, con la fuga de empresas y de inversiones extranjeras a Madrid, qué pasaría con los 90 millones de euros de los trenes de cercanías pagados con fondos del Estado y con las infraestructuras previstas en carreteras, puertos, aeropuertos y ferrocarriles, qué pasaría con la seguridad, la defensa y las relaciones con Europa, qué pasaría en definitiva con los 49.377 millones de euros que en tres años ha recibido Cataluña de la Administración central. ¿Qué será de Cataluña a partir de mañana, señor Puigdemont? ¿Por qué no lo ha explicado en su investidura?

La España cainita. Si los padres de la Transición, que se habían matado en la guerra y aún tenían sangre en las manos, fueron capaces de ponerse de acuerdo para levantar un estado democrático, con todas sus complejidades e imposibles, ¿por qué los partidos de ahora, sobre todo los de izquierda que tienen tanto en común, no pueden hacerlo para formar un simple gobierno?

Despelote y desmelene. Rajoy se demelenó por Nochevieja en un conocido hotel de 5 estrellas de Galicia. El presidente aparcó por una hora su habitual look soso y monjil y se lanzó a la pista para darlo todo. Fue un cotillón en el que no faltó de nada: ensalada de bogavante de la ría con perlas de salsifi para abrir boca, lomo de mero asado, almejas y crujiente de jamón, sorbete de caipirinha para aligerar, y costillar de cordero glaseado con patata dulce. Como postre, parfait de chocolate con corazón de trufa blanca y yogur griego con jalea de frutas de la pasión. Todo regado con buenos caldos de la tierra, Lagar de Cervera, blanco de la tierra, tinto de Ribera del Duero reserva de Carraovejas, y champán Moët & Chandon. Para cerrar la velada, la mejor suit del local (580 euros de vellón por noche). Un festival, un fiestón al alcance del bolsillo de cualquier españolito sufridor de sus recortes. Rajoy vibró al ritmo del "¿qué pasará, qué misterio habrá?/puede ser mi gran noche", de Raphael, pero cuidado, porque como dice la canción "al despertar ya mi vida sabrá/algo que no conoce/Yay, yay, yay, yay..."

Viñeta: Becs

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