lunes, 18 de enero de 2016

DE PACOCAMPS RESUCITADO Y PEDRO SÁNCHEZ




Yes we Camps. Fue el señor de los trajes caros, el president de la era del regalo y el pelotazo, el dandi mugroso de la Valencia encharcada de fango y corrupción. El honorable ha vuelto, Pacocamps ha vuelto. No estaba muerto, estaba de parranda. Ya echábamos de menos su porte envarado de enterrador y su sonrisa afilada, fenicia, ladina. Tenía mono de focos el hombre y se ha probado una vez más, por si aún cabe en la puerta giratoria, aunque sea apretándose un poco, y alguien le da un carguete en Telefónica. Ayer se lanzó al plató de una televisión grande, libre y facha, como no podía ser de otra manera. Así juega en casa y nadie le puede hacer preguntas raras sobre El Bigotes, la Fórmula 1 y el caso Nóos. Pacocamps ha regresado, Pacocamps ha resucitado, Pacocamps ha vuelto del cementerio feliz del ostracismo. Paco el return, Paco he's come, Paco forever young. Y lo ha hecho para alumbrarnos con sus brillantes ideas políticas. Ahí va la última perla que ha salido por su piquito de oro fétido: los electores que votaron a Podemos el 20D hubieran votado a otros candidatos si hubieran sabido las pintas y rastas que se gastan los diputados morados. Qué gran pensamiento, qué filosofía postestructural tan compleja y avanzada, qué proverbio imprescindible para nuestra democracia española necesitada de hombres cruciales y eternos como él. Menos mal que ha vuelto, señor Camps. No podíamos vivir sin usted. Le necesitábamos, el país entero le necesitaba. Por cierto, suponemos que ya lo sabe: en política los trajes no tienen por qué ser caros, solo decentes.

Pedro hamletiano. Si es cierto que quien duda de sí mismo está vencido de antemano, como decía Ibsen, Pedro Sánchez es un hombre derrotado. En una semana se ha ahogado en un mar dubitativo, planteando todo lo planteable, desde pactos a la portuguesa hasta pactos a la marsellesa. Ha pasado de pactar la presidencia del Congreso con la derecha a tenderle la mano a Podemos; de proponer un Gobierno en minoría con Ciudadanos a uno de izquierdas con Iglesias; de negar la autodeterminación de Cataluña a prestarle senadores a Esquerra Republicana y Democràcia i Llibertat. Sánchez, en su debilitada posición, sabe que juega contrarreloj, porque ir a unas nuevas elecciones sería desastroso no solo para él sino para el PSOE. De ahí que no le quede más que una salida: ceder grupos parlamentarios propios a las confluencias de Podemos y pactar un gobierno de izquierdas; dar un paso al frente ya, si es que le dejan sus barones. O hacer como el bueno de Artur: echarse a un lado.

Viñeta: Igepzio

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