jueves, 11 de febrero de 2021

LOS NEGOCIADORES


(Publicado en Diario16 el 10 de febrero de 2021)

Jesús Santos es el abogado que defiende los intereses del PP en el caso Bárcenas. El papel que tiene este hombre ante sí es todo un marrón, ya que para tratar de convencer a un tribunal de que el tesorero corrupto de un partido no tiene nada que ver con ese partido hay que dominar al dedillo la retórica de Quintiliano. El señor Santos va a tener que hacer muchas piruetas dialécticas, mucho artificio y mucho juego de magia con conejos de la chistera si quiere convencer a sus señorías de que el Partido Popular es inocente en todo este asunto de la “caja B” y de que el único culpable de los sobresueldos que fluían como el Ganges por todo Génova 13 era el ladino tesorero. A ver quién se traga que semejante trapicheo generalizado era cosa de una sola persona sabiendo como se sabe que allí hasta el más tonto cobraba la pedrea o paguita extra de Navidad en negro, beneficiándose calladamente como un sobrecogedor más.

A nadie le gustaría estar en el pellejo del letrado Santos, que en las últimas horas ha sido blanco de los titulares de la prensa de Madrid por sus supuestas negociaciones con el entorno de la parte contraria para llegar a algún tipo de acuerdo o trato sobre el futuro penal, no ya de Luis Bárcenas, sino de la esposa de este, Rosalía Iglesias, a quien el contable trata de sacar de la prisión como sea (el amor que el extesorero del PP parece sentir por su mujer, y que le lleva a remover Roma con Santiago para evitarle el trauma del trullo, empieza a ser un tema mucho más apasionante y conmovedor, desde el punto de vista humano y novelesco, que todo ese lío de números, cantidades cobradas bajo manga, nombres de los beneficiarios sospechosos y jerga judicial).

Quienes conocen al abogado Santos lo consideran un jurista eminente, respetado y veterano que sabe lo que se hace, de ahí que lo haya contratado el PP para solucionar los trapos sucios, que no son pocos. No es un piernas ni un picapleitos del montón que anda mendigando casos en el turno de oficio. Sin embargo, el hombre se ha metido en un follón (o mejor dicho lo han metido) por sus supuestos contactos, diálogos, transacciones o charlas de café con la gente de Bárcenas. La prensa da por hecho que ambas partes se han reunido hasta en 12 ocasiones (algunos medios hablan de una veintena), aunque de momento no ha trascendido el contenido de esas secretas conversaciones.

Sea como fuere, la cosa no daría ni siquiera para una noticia breve en el telediario (los pactos y acuerdos entre abogados son algo frecuente en los miles de juicios que se celebran a diario en este país) de no haber sido porque Pablo Casado cometió el error de jurar y perjurar, hace solo unos días, que ni él ni el PP tienen por costumbre reunirse “con delincuentes” para negociar nada. Fue una afirmación ciertamente arriesgada, sobre todo teniendo en cuenta que Santos ya había mantenido unas cuantas entrevistas con algún que otro amigo de Bárcenas, y no solo en tiempos de Mariano Rajoy (cuando estalló todo el escándalo) sino en 2019, ya bajo mandato del propio Casado, tal como publican algunos diarios. De inmediato, la prensa se puso a tirar del hilo y, tal como era suponer, salieron a relucir las entrevistas y reuniones entre bambalinas. Santos estaba pillado.

Al ser preguntado por los periodistas, el abogado del PP reconoció que se vio con los enviados del círculo de Bárcenas por su cuenta y riesgo y sin contar con su representado, en este caso la directiva o cúpula popular. En su comunicado, viene a decir: “Mi cliente [el Partido Popular] nunca me ha encomendado ni autorizado a negociar o a transar con Luis Bárcenas (…) Que la nueva dirección del Partido Popular, elegida en julio de 2018, siempre se ha mantenido absolutamente al margen de los procesos penales derivados de Luis Bárcenas y, por tanto, nunca he recibido instrucción al respecto”. Y en todo caso, respecto a sus gestiones como abogado “con una persona cercana al señor Bárcenas, estos se produjeron en un corto periodo de tiempo, siempre a instancias de esa persona, sin que su contenido sea en absoluto relevante o relacionado con lo que se afirma en prensa”.

Sin embargo hoy mismo, al ser preguntado por la Cadena Ser, ha cambiado el relato y ha reconocido que sí informaba al PP de los pasos y movimientos que realizaba en la negociación con la otra parte. Por lo visto Santos ha decidido cambiar de tercio cuando ha caído en la cuenta de que el artículo 12 del código deontológico de la Abogacía Española establece que el abogado tiene la obligación de mantener informado al cliente sobre las posibilidades de negociación, pactos o acuerdos extrajudiciales, y que su incumplimiento está sujeto a sanción según el Estatuto de la Abogacía. Ante este órdago de los reporteros de Prisa, Jesús Santos ha reconocido que “se informó” sobre las reuniones “a la asesoría jurídica del PP”. Es decir, en apenas 24 horas, el eminente letrado ha cambiado de versión.

De modo que la secuencia de hechos nos lleva inevitablemente a preguntarnos: ¿ha habido llamada de teléfono, toque de atención o consigna de las altas esferas de Génova 13 para marcarle el paso al abogado y aleccionarlo en lo que tiene y lo que no tiene que decir? Parece más que probable. Casado ha negado cualquier tipo de trato o acercamiento al “delincuente” Bárcenas. Pero una vez más, ha quedado como alguien que no es de fiar. Los españoles tienen derecho a saber lo que el partido (en aquellos tiempos en el Gobierno) ha negociado con su extesorero que le ha salido rana, si se habló de “M punto Rajoy”, si hubo acuerdo para favorecer a Rosalía Iglesias a cambio de que el responsable de las finanzas de la formación de la gaviota no tirara de la manta y si se trató sobre el material altamente sensible que el excontable tiene supuestamente escondido, y a buen recaudo en manos de personas de su confianza, por si le ocurre un accidente inesperado o algo malo. Todas esas explicaciones que Casado debe dar y que escamotea una y otra vez a los españoles alegando que todo este inmenso embrollo forma parte del pasado, como si se tratara de una página que fue escrita en el Pleistoceno superior.

Viñeta: Pedro Parrilla

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