miércoles, 8 de mayo de 2013

EL ABORTO


Una diputada popular de Segovia o por ahí acaba de soltar por su boquita de piñón, en el Congreso, que las mujeres que abortan en España son las que tienen menos formación académica. Olé su madre, arsa, casi ná. La señora se llama Beatriz Escudero y aparece muy casual y lozana, con su perrito, en el tuiter (hoy todas las del PP tienen que salir en las fotos abrazando al perro, será para parecer algo más progres y enrolladas). A su señoría le ha faltado poco para decir que solo a las sucias, putonas y desgraciadas mujeres proletas les gusta pasar por el quirófano para rajarse la sagrada maternidad. Cuán desafortunada habrá sido la intervención parlamentaria de Escudero que hasta Celia Villalobos ha decidido salirse del hemiciclo espantada ante el desvarío de su compañera de filas. Eso no se había visto en treinta años de parlamentarismo. No sabemos si la astracanada de Escudero es la opinión general y oficial del PP sobre el espinoso asunto del aborto, pero tampoco nos sorprendería mucho. Barbaridades peores nos han llegado en los últimos tiempos desde la bancada popular. La derecha hispánica (tanto ellas como ellos) es muy macha y brava y parece que no le hace falta para nada eso del aborto, porque sigue practicando el coito sabatino como Dios y la Santa Madre Iglesia mandan (siempre orientado al bien de la prole, of course) y mientras tanto sus mujeres pariendo como conejas bíblica y eternamente. Sin embargo, esto es una falacia más, porque a la hora de la verdad se descubren los gurteles, los bárcenasgates, los paraísos fiscales, la coca y las putas. Se ponen muy exquisitos para defender el derecho a la vida del neonato pero el engaño, el robo, el desfalco, la mentira, el soborno y otros pecadillos menudos no importan, claro.

El aborto es uno de esos problemas endémicos que los españoles no hemos sabido resolver aún, como la reforma agraria, la españolidad del Peñón de Gibraltar y la independencia de Cataluña. Llama la atención este déjà vu histórico que estamos viviendo en los últimos días: los jornaleros andaluces, puño en alto, ocupando los cortijos de los señoritos cayetanos; la Reina Madre amenazando con un referéndum gibraltareño; y el Constitucional tratando de poner diques a la marea catalana. Como en el 36, vaya, pero con "Hombres y mujeres y viceversa", que hoy le he echado un ojo al programita de marras y he aprendido un nuevo palabro: chochoplastia. Hay que estar al loro en el argot de la calle para enriquecer el estilo y no quedarse out, y ese programa de poligoneras tatuadas y cachitas hormonados es un buen reflejo de la sociedad de silicona en la que vivimos. No sabemos si la señora Escudero está a favor de la chochoplastia estética y veraniega, pero uno cree que en este asunto del aborto hay demasiada Iglesia estéril y demasiado Opus Dei intrigando en la sombra, malmetiendo, haciendo su cruzada medieval contra un hecho biológico y natural que debería ser competencia exclusiva de la mujer, de la mujer y todo lo más de su ginecólogo de guardia. 
Es evidente que detrás de Gallardón, o delante, o al lado, me da igual, como diría Rajoy, está Rouco, y la reforma que nos prepara el Gobierno es una concesión al Vaticano, al nacionalcatolicismo que impregna al Partido Popular y al cuarentañismo franquista todavía vigente en este país. Pero me temo que esta enésima reforma no resolverá nada porque de sexualidad y psicología femenina ni Gallardón ni Rouco saben ná de ná y me atrevería a decir que hasta el rudo Rouco sabe más de mujeres que el pichafloja del ministro. Experiencia no le debe faltar, a fin de cuentas no hace tanto que los curas imponían los centímetros de pierna y brazo que podían enseñar las damas. 
Hay miles de mujeres en nuestro país (cientos de ellas muy jóvenes) que ahora mismo viven la tragedia de una maternidad errónea, imposible, dramática. Hay miles de mujeres que en estos momentos están tendidas en una camilla llorando niños amados pero imposibles, llorando ilusiones rotas, llorando amargos secretos que el Estado quiere violentar con una ley cruel y talibán. Por eso no es cuestión de que una diputadita repija a la que solo conocen en Segovia se ponga a hacer alegres y baratas interpretaciones sociológicas y después salga del Congreso tan tranquila para irse a la peluquería. ¡Un poco de sensibilidad, señora Escudero!                   


Imagen: galiciae.com

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