jueves, 30 de mayo de 2013

LA OPINIÓN


Nunca olvidaré los años de buen periodismo que viví en La Opinión de Murcia. Allí me hice periodista y me hice hombre, como en la mili de antes. Aquello era casi una escuela griega, un liceo donde los jóvenes reporteros llegados de todos los puntos del país hacíamos nuestros primeros pinitos en este oficio tan hermoso como cruel. Yo era un puto becario con la cabeza llena de pájaros, tenía ilusión, ganas de trabajar, solo quería hacer periodismo y nada más que periodismo. Estaba seguro de que había nacido para ese oficio. La juventud es como una mujer engañosa, nunca te dice la verdad. Trabajábamos como cabrones hasta casi la madrugada por un sueldo miserable, pero nos daba igual, porque lo único que nos interesaba era sacar un buen periódico al día siguiente y celebrarlo hasta las tantas con cubatas y canciones en las tascas murcianicas (las mejores del mundo, vive dios). La Verdad, el diario oficialista del gobierno regional, el gran imperio de la derecha burguesa que monopolizaba la noticia, tenía cierto miedo a nuestro empuje guerrillero, joven y emergente, a pesar de que todos sabíamos que no podíamos aspirar a mucho más que a darle una patada en la espinilla en forma de exclusiva muy de vez en cuando. Allí, en La Opinión, conocí a Chema Gil, lobo solitario, el mejor reportero de Sucesos y Tribunales que conoceré jamás (llegaba al lugar del crimen antes que la Policía, era honesto, valiente, leal, dispuesto a darte su sangre). Allí estaba también el columnista Ángel Montiel, pluma incisiva, hábil y afilada (cuando Montiel era Montiel, me dicen que luego se ha acercado demasiado a la lumbre negra del poder). Allí había una cuadrilla de grandes fotógrafos de prensa, como mi buen amigo Marcial ("el secreto está en el encuadre"), el rocoso Pedro Martínez, con quien compartí un homérico viaje al corazón de las tinieblas de la guerra de Kosovo. Allí conocí a José el taxista, a Paco Sánchez, a Cristina, a Victoria, Maite, Tono, Mario, Fernando, Celestino. Tantos y tantos nombres que permanecen frescos en mi corazón y en mi memoria nebulosa llena de gratos recuerdos, tantos reportajes y noticias, juicios, crímenes, exclusivas, corruptelas, soplos, confidencias, filtraciones. Éramos jóvenes y sinceros, fuertes y aguerridos. Vivíamos una película de ficción, un Lou Grant a la española, pero nada tenía más sentido y nada era más real que aquel grupo humano furiosamente comprometido en la búsqueda incansable de la noticia. Aún recuerdo los sabios consejos del director adjunto Baldomero Rodríguez, loco de la noticia, yonqui del periodismo, a quien idolatré y terminé odiando por negrero. Con él aprendí lo poco que sé de periodismo. Durante casi diez años acumulé un valioso tesoro de experiencias sacado de las calles de Murcia, calles esteparias, misteriosas, ardientes de historias. Escribíamos y bebíamos, nos emborrachábamos de camaradería, alegría de vivir y buen periodismo. Ayer, un amigo del diario me avisó de algo terrible: "Nos han hecho un ERE; quince compañeros van a la calle, entre ellos los cinco del comité de empresa. Y desmantelan la sección de fotografía. A partir de ahora los propios redactores se encargarán de las fotos. Por supuesto, no han despedido ni a un solo jefe". Sentí rabia e impotencia. Otra vez no. Otra vez los contables desalmados y medio analfabetos que no saben de nada, que no entienden nada. Otra vez esta recua de mafiosetes de medio pelo rendidos hipócritamente a la reforma laboral de Rajoy y a otros intereses económicos aún más espurios y bastardos. ¿Qué sabrán ellos lo que es amar un oficio digno y bello? ¿Qué sabrán ellos lo que es dar la vida por un ideal noble y romántico como buscar la verdad sin artificios, sin medias tintas? Con esos fantasmas de los tirantes dirigiendo el negocio en la sombra, a la prensa escrita en papel le quedan dos telediarios. Es solo cuestión de tiempo. No me extraña que políticos y periodistas sean los profesionales peor valorados por el ciudadano en todas las encuestas. Será que ya son dos caras de la misma moneda. Compañeros de La Opinión, lo siento de veras.


                   

8 comentarios:

  1. Madre mía, Antequera, qué bien has explicado lo que vivimos en aquellos días de juventud e ilusión. Y qué pena que los jóvenes de ahora no puedan conocer tiempos como aquellos.

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    1. A mí también me vienen ramalazos de nostalgia. No sé si cualquier tiempo pasado fue mejor pero al menos era más divertido

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  3. Yo también viví, desde fuera de la redacción, desde mi columna de opinión, la ilusión de un periódico que era una promesa. Allí iba yo con mi ladrillito semanal, diario cuando la ocasión lo requería, a ayudar a construir aquella casa tan prometedora. Ya me tocó asistir al desencanto de la simbiosis con poder establecido y a la pérdida de filo. Luego llegó en encanallamiento y la obstrucción. Tras diecisiete años de colaboración, el silencio más ominoso puso fin al "non serviam" que me vi obligado a pronunciar. ¿Cómo no sentir nostalgia por lo que fue y por lo que pudo haber sido?

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    1. Bernar, el problema es que la gente que ha dirigido ese periódico se ha adocenado tanto y se ha arrimado tanto al ascua del poder que ya han perdido toda noción de lo que significa el periodismo. Tú lo has dicho muy bien: lo que pudo haber sido y no fue... Una lástima

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  4. Bernar, el problema es que la gente que ha dirigido ese periódico se ha adocenado tanto y se ha arrimado tanto al ascua del poder que ya han perdido toda noción de lo que significa el periodismo. Tú lo has dicho muy bien: lo que pudo haber sido y no fue... Una lástima

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  5. José, hermano más que amigo, gracias por las palabras que me dedicas, pero en algo te equivocas; un periodista de raza lo es ya cuando es becario, la técnica, búsqueda de fuentes, etc son cosas que se perfeccionan hasta hacer brillar la raza del periodista y eso es lo que pasó contigo. Lo has demostrado tantas veces aquí en Murcia o en Castellón donde sacar casos de corrupción puede incomodar tanto al poder que se presiona para que los medios prescindan con descaro de los periodistas incómodos. Aquellos años en La Opinión, de Ramón Ferrando, de Avelino Rubio (tan queridos, recordados, llorados y de los que en estos días me acuerdo tanto) no había horas, y sobre todo los periodistas sabíamos que había una dirección con las espaldas fuertes para que no nos llegaran las presiones (que las había). Nos convertirnos -como bien dices- en la alternativa a una información monopolizada por La Verdad. Temas propios, exclusivas, investigaciones de alcance nacional...era duro trabajar en aquellos tiempos, tan duro como estimulante, ilusionante. Pero llegó esa 'paz' del que se siente mejor tratado por los dineros de la publicidad-subvención, es decir, dejaron de ser empresa periodística para ponerse al servicio de la publicidad institucional, de dar la razón al político (cercano al medio, por ejemplo) antes que al redactor que tenía que ver como se le cambiaban titulares o directamente se le negaba la publicación de un tema. Y, en efecto, tanto arrimares a las ascuas del poder, que han terminado por quemarse...hoy, cuando la Región, la sociedad es en sí misma la alternativa, resulta que no tiene un periódico de referencia, porque La Verdad está como está (lo hemos visto y lo veremos) y La Opinión apenas llega a ser una mala imitación o simulacro de la competencia. Juro que en La Opinión, reí, lloré, sufrí, incluso pasé miedo...pero tenía el regusto de estar haciendo lo que más me gustaba. Hoy lo único que puedo hacer es lamentar el actual ERE oficial y como fueron prescindiendo meses atrás de los activos humanos más reputados y veteranos. Mandan a la calle a los fotógrafos, los mejores, periodistas, ... Pero ese staff de directora, adjunto, subdirectores, etc...sin tocar. Ellos han gestionado periodísticamente esa empresa y ante el desastre que se venía fraguando desde hace años ¿no tienen ninguna responsabilidad?. A todos los compañeros afectados publicidad, redactores, administración, me tenéis a vuestra disposición desde la humildad pero desde la creencia absoluta de que vuestra valía puede ayudaros -juntos- a hacer algo VUESTRO Y LIBRE.
    La información está en la calle, y hoy, aunque sólo sea para denunciar TODO LO QUE SE PUEDE DENUNCIAR tenemos, no dejemos que unos cuantos camándulos incompetentes políticos MBAs se carguen el periodismo que lleváis en las venas.

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    1. Perdona que te responda con tanto retraso, pero acabo de leerte ahora estas líneas y creo que deberías intentar publicarlas en algún diario regional o nacional (si es que queda alguno que no está vendido ya a todo lo que tú muy bien explicas). Me has emocionado con tu relato justo y certero de lo que ha venido ocurriendo en nuestro querido periódico en los últimos años. Cualquier persona que quiera enterarse de lo que está pasando hoy en las entrañas de los medios de comunicación no tiene más que leer esto que has escrito. Es una pena que periodistas de raza como tú no sigan aportando su experiencia y oficio en La Opinión, por poner un ejemplo. Te sigo en tu interesante trabajo como investigador y analista en temas de seguridad. Lo dicho, gracias por comentarme y perdona el retraso, amigo.

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