jueves, 2 de mayo de 2013

ROOSEVELT VERSUS RAJOY

Después del clamor de la calle contra Rajoy que se ha vivido durante el Primero de Mayo cabe hacerse una pregunta fundamental: ¿Y ahora qué? Queda claro que estamos ante un presidente paralizado, noqueado, grogui. El manda gallego sigue recurriendo al tópico de que sus políticas van por buen camino, o sea, austeridad, austeridad y más austeridad. Y de ahí no lo sacamos, qué manía con la austeridad. Pero habría que recordarle a su señoría que su ideología conservadora nos ha llevado a donde estamos, a los seis millones de parados, a las calles llenas de mendigos con cartela y a la ruina del Estado de Bienestar. Nosotros, como no somos economistas ni nos interesa ponernos en plan coñazo, no somos quién para indicarle cuál es el camino, allá él, que para eso le pagamos, pero uno está leyendo una biografía sobre Roosevelt y se le ocurre que esta crisis que padecemos es un revival del crac del 29. Cuando el gran presidente americano llegó al poder se encontró con unos Estados Unidos sumidos en la miseria, el miedo y la falta de futuro. Treinta y seis familias controlaban casi la mitad de la riqueza, la tasa de paro ascendía a más del 25 por ciento y 21 millones de familias no tenían ahorros de ningún tipo. Miles de inversores se habían lanzado a la especulación bursátil y los bancos vivían en una burbuja financiera similar a nuestra belle époque del ladrillo. ¿Cómo logró Roosevelt sacar al país de la recesión? Pues verá, señor Rajoy: ¿Le suena de algo el New Deal? Asistencia social, recuperación, reformas. No veo yo mucha asistencia social en la política del PP, sino más bien al contrario, y en cuanto a la recuperación y las reformas, ná de ná. La primera medida que tomó Roosevelt fue dictar leyes de remodelación de los bancos, programas de asistencia social inmediata, ayudas para fomentar el empleo y proyectos agrícolas. Tras ganar las elecciones, tardó solo cien días en dictar normas urgentes para atajar la recesión. Aquí llevamos años de desgobierno esperando un pacto social contra la crisis. Y lo que te rondaré morena. En su célebre discurso de investidura de 1933, el señor Roosevelt dijo: "Lo único que debemos temer es al propio temor". Olé, eso es hablar con osadía y no trabucándose o con ambigüedades como Cospedal. Al día siguiente adoptó su primera medida: el cierre excepcional de todos los bancos del país. Más tarde permitió abrir únicamente a aquellos que hubieran pasado un riguroso examen de solvencia (solo unos cuantos aprobaron el test, aquí suspenderían todos por butroneros y aprovechados). Mil millones de dólares en moneda y oro retornaron a las entidades más saneadas y el dinero empezó a circular de nuevo por los estados federales. Además, Roosevelt obligó a todo el que tuviera depósitos en oro a cambiarlos por dólares, medida que, como no podía ser de otra manera, enervó a los conservadores, que hablaron de ataque al derecho de propiedad y a la constitución, siempre la manida frase del ataque a la constitución para defender los privilegios de una casta minoritaria. Hoy, los defraudadores viven a cuerpo de rey en paraísos fiscales sin que el Gobierno popular mueva un dedo para cazarlos, por mucha tralla retórica que emplee Montoro.  
Durante su mandato, el presidente de USA impulsó las prestaciones por desempleo, mantuvo las jubilaciones a mayores de 65 años y la asistencia a minusválidos. Rajoy nos habla de recortes en los subsidios, de trabajar hasta la ancianidad y de jubilaciones cada vez más raquíticas. Por no hablar de los desahuciados de sus casas. Por si fuera poco, Roosevelt obligó a las empresas a firmar un código de buenas prácticas de competencia para redinamizar la red industrial y evitar así actividades destructivas. Igualito que aquí, donde los empresarios del clan Gurtel y los amiguitos del alma del poder se han pasado las buenas prácticas por el forro. 
Los planes de obra pública y contra el desempleo del New Deal dieron trabajo a un cuarto de millón de jóvenes y en poco tiempo dos millones de parados estaban trabajando. Sirva como ejemplo que se creó un cuerpo civil de protección medioambiental para la repoblación forestal, la lucha contra la contaminación, la erosión y las inundaciones. 
En otra frase mágica para la Historia, el presidente americano dijo que "las prácticas de los hombres sin escrúpulos serán juzgadas por la opinión pública". En España, a los políticos trincones Rajoy los encumbra como ciudadanos ejemplares (véase Carlos Fabra) y a los trileros como Bárcenas los premiamos con indemnizaciones millonarias o los mandamos de vacaciones a esquiar montes de fraude en Suiza. 
Es cierto que las políticas del New Deal dispararon el déficit público (3,5 millones de dólares en 1936) pero lo que importa es que el Estado de Bienestar sobrevivió al crac, mientras que el nuestro va camino de un Estado del Malestar. Roosevelt se fijó en las personas y no en los números, ésa fue la clave de su éxito. Por eso él pasará a la Historia gloriosa y Rajoy se diluirá como un azucarillo amargo.   


Imagen: Almuerzo en lo alto de un rascacielos de Charles C. Ebbets

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