domingo, 13 de junio de 2021

LA PATADA


(Publicado en Diario16 el 9 de junio de 2021)

Cuenta estos días el tabloide digital de Inda que Íñigo Errejón le ha propinado una coz en el estómago a un hombre enfermo que pretendía hacerse una foto con él. La versión de OK Diario es que la víctima le pidió un selfi al líder de Más País y este le respondió rudamente que “a partir de las diez no trabaja”. Ante la insistencia del vecino, el político le soltó la presunta patada, siempre según la redacción del panfleto conservador.

Cualquier película de Bruce Lee tiene más verosimilitud que este sórdido relato que parece sacado del manual de instrucciones de las cloacas del Estado. Pero nada más difundirse la truculenta historia, la caverna, los escuadristas de las redes sociales, los orcos de la extrema derecha, en fin, lo peor de lo peor del violento submundo digital falangista de este país, se ha lanzado en comandita contra Errejón para despedazarlo sin darle siquiera la posibilidad de explicarse y defenderse. Así funcionan las cosas en las sociedades de hoy en día, donde se dicta sentencia en un segundo en los tribunales de Twitter por obra y gracia del primer piltrafilla humana sin estudios, tertuliano venido a menos o reputado líder de opinión cuyo mayor mérito es haber captado a unos cuantos miles de incautos seguidores a fuerza de propalar bulos, mentiras y salvajadas sin sentido.

A esta hora, lo más que podemos llegar a decir es que se desconoce la verdad sobre el turbio suceso que rodea a la presunta patada de Errejón, aunque cuesta trabajo creer que el político con la cara de un niño que no ha roto un plato en su vida vaya coceando enfermos terminales por ahí como un cabestro fuera de sí. No da el perfil, no cuadra, no encaja en el papel de chulo matón. Sin embargo, el periódico de Inda ya ha dado sobradas muestras de no ser precisamente riguroso con sus noticias cuando se trata de desacreditar al enemigo podemita (Errejón hace tiempo que está fuera del universo morado, pero eso le da igual al director de OK Diario, un tipo que cuando se le mete alguien entre ceja y ceja no para hasta hacerlo papilla). La hemeroteca está llena de montajes indalecios que no tenían otro objetivo que hundir reputaciones y liquidar biografías de todos aquellos que molestaban a las derechas.

A falta de que la Policía Nacional aclare el asunto, el fundador de Más País ha negado la denuncia de la víctima, un hombre de 67 años del que tampoco sabemos mucho. En realidad, de la teórica refriega se desconocen casi todos los datos. Se ignora cómo empezó, quién insultó a quién y otras circunstancias importantes de cara al futuro pleito. En cuanto a la patada, quizá hubo algo, pero cualquier mínima agarrada o pendencia que tenga por protagonista a un rojo bolivariano puede convertirse en las manos sensacionalistas de Inda en una terrible carnicería perpetrada por el peor de los psicópatas. Todo lo que venga de este polémico periodista hay que ponerlo en cuarentena, como al virus.

Obviamente, la Justicia tendrá que seguir indagando (nunca mejor dicho) y llegar hasta el fondo de este extraño caso, ya que las supuestas acusaciones son muy graves. De momento, Errejón dice que la denuncia contra él es “falsa” y niega “absolutamente” haber agredido a esta persona, que además le insultó cuando el diputado se negó a posar con él, según la versión del dirigente izquierdista. Hasta Juan Carlos Monedero, que no es precisamente santo de devoción de Íñigo Errejón, ha salido a la palestra para echarle un cable a su examigo al asegurar que la denuncia “no se la cree nadie con dos dedos de frente”.

Mientras el suceso se esclarece, conviene no perder de vista que con las redes sociales ha nacido toda una recua de extraños personajes que se acercan a los famosos no siempre con ideas amistosas y buenas intenciones. Ayer mismo, sin ir más lejos, el presidente francés Emmanuel Macron sufrió en sus propias carnes la locura de un señor que le soltó una bofetada en plena calle sin venir a cuento. El tipo debe ser uno de esos que creen que la liberté consiste en hacer lo que a cada cual le venga en gana en todo momento, como dice Ayuso, y que en su soberana santa voluntad tiene derecho a obrar cualquier cosa, hasta darle un sopapo el presidente de la República Francesa si se tercia, que para eso es un ciudadano libre que paga sus impuestos.

En España también estamos empezando a acercarnos a esa peligrosa frontera en la que se puede pasar de la libertad de expresión a la libertad de las manos sin solución de continuidad. Lamentablemente, es cada vez más frecuente que el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, acuda a un acto público donde es vilipendiado, insultado y escarnecido por una multitud de exaltados más o menos nutrida sin que pase absolutamente nada. El linchamiento verbal de un presidente, que no lo olvidemos es el primer representante de todos los españoles, dice muy poco de una sociedad que poco a poco está virando, casi sin que nos percatemos de ello, desde la buena educación hasta la violencia política, o sea la ley de la jungla.

El trumpismo guerracivilista, el estilo políticamente incorrecto y el modo faltón que últimamente ha implantado la extrema derecha en toda Europa, está provocando que cosas que no deberían ser normales empiecen a parecerlas. El asunto es grave, ya que se empieza por abuchear al jefe de Gobierno de un país y a llamarlo perro judío y se termina abofeteándolo y quemando libros en la hoguera de la plaza del pueblo. La democracia es ante todo respeto al adversario, pero en este país ya nos hemos acostumbrado, con demasiada alegría, a tratar al rival como enemigo y a traspasar la delgada línea roja que separa la civilización de la barbarie, que es adonde quiere llegar el nazismo posmoderno.

No sabemos si Errejón es el autor de la patada al pobre achacoso que denuncia Inda o todo forma parte del circo/montaje en que se ha convertido ese periodismo de consumo rápido que da combustible a las derechas. Hoy es fácil meter en una encerrona a un político, basta con tener pocos escrúpulos y encontrar al tonto dispuesto a darle un soplamocos al diputado a cambio de un dinerillo. Con la cara de inocente y de intelectual pacifista que tiene el líder de Más País cuesta trabajo pensar que se haya dejado llevar por el impulso de la bestia que cocea en plan burro, aunque en este mundo ya nada es lo que parece y conviene no poner la mano en el fuego por nadie.

Lo malo es que mientras el juez investiga el asunto de la coz, los titulares de Inda siguen saliendo como ráfagas de ametralladora. A Errejón le han colgado el cartel de matón de discoteca (pese a que es un tirillas y no tiene ni media hostia) y ya no se lo va a poder quitar nunca de encima. A ese nivel de degradación, difamación y ruina moral ha llegado nuestra maltrecha democracia. Estamos a un paso del fascismo y ni siquiera nos hemos dado cuenta.

Viñeta: Igepzio


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