viernes, 4 de junio de 2021

TEJERAZO EN USA

(Publicado en Diario16 el 31 de mayo de 2021)

La prensa norteamericana publica estos días que más de 120 generales y almirantes retirados han firmado una carta abierta cuestionando la legitimidad de las pasadas elecciones presidenciales, así como la capacidad del presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, para ser comandante en jefe de las tropas yanquis y llevar las riendas del país. O dicho de otra manera, aunque parezca increíble, en la primera democracia del mundo se escucha el ruido de sables.

Hay pruebas fundadas de que los jubilatas y carcas del Pentágono quieren montarle un 23F al inquilino demócrata de la Casa Blanca. Nada más airearse el contenido de la misiva, el cruce de acusaciones entre soldados trumpistas y bidenistas no se ha hecho esperar, señal inequívoca de que la división en dos grandes bloques irreconciliables no solo afecta a la sociedad estadonunidense, sino que ha llegado también a la Plana Mayor del ejército norteamericano e incluso a West Point. Un oficial de la Marina, actualmente en servicio aunque no quiso ser identificado públicamente, calificó la noticia de los planes golpistas de “perturbadora e imprudente”.

¿Pero quiénes son estos militares duros y maduros, irredentos y trasnochados, que aún sueñan con una América de raza blanca y pura, limpia y libre de comunistas, que rinda tributo al dios Winchester y a un nuevo vaquero/profeta tipo John Wayne que meta en cintura a indios, negros, feministas y homosexuales? La polémica carta, de la que da cuenta el portal Politico, está rubricada por un grupo que se hace llamar Flag Officer 4 America y afirma con rotundidad que Estados Unidos “está en grave peligro y en una lucha por nuestra supervivencia como República Constitucional como ninguna otra vez desde nuestra fundación en 1776″. O sea, aquel viejo eslogan azanarista del España se rompe exportado allende los mares.

La misiva de los oficiales nostálgicos (ese “ho tornarem a fer” a la americana) no es el único dato que puede hacernos pensar en una conspiración o rebelión republicana contra el recién elegido presidente, ya que el Senado, en su mayoría trumpista, ha archivado la investigación por los sucesos violentos acaecidos durante la toma del Capitolio el pasado 6 de enero. De haber salido adelante la comisión parlamentaria, Donald Trump habría tenido que declarar bajo juramento como principal instigador de la violenta insurrección contra la democracia y probablemente habría salido condenado por sedicioso y tejerino. Lamentablemente, han dejado volar al pajarito azul de Twitter, que es un golpista con todas las de la ley.

No hay que ser un avezado analista para entender que el discurso de los generalotes nostálgicos de Estados Unidos es calcado al que promueven los chats golpistas que circulan por España. Recuérdese aquel foro de militares retirados de la XIX Promoción de la Academia General del Aire en el que se decía que “no queda más remedio que empezar a fusilar a 26 millones de hijos de puta”, o sea la media España roja que según los guardianes custodios del franquismo posmoderno sobra en este país. Los promotores de aquel aquelarre antidemocrático apostaban por “vuelos calientes” (el paseíllo aéreo) y “armamento real” para dar un escarmiento a los líderes del independentismo catalán, un serio aviso para Sánchez en su intento de avanzar en la senda de la reconciliación y el perdón a los golpistas del procés.

Precisamente estos días tumultuosos estamos viendo, ante nuestros propios ojos, cómo se fragua una nueva conspiración contra el Ejecutivo de coalición. El espinoso asunto de los indultos a Junqueras y los suyos está siendo catalizado por los poderes fácticos más reaccionarios de este país (derechas políticas, o sea PP, Vox y Ciudadanos en comandita; caverna mediática; militares adictos al régimen anterior y grupos ultraconservadores) para promover una segunda manifestación con foto de trafichito en la Plaza de Colón de Madrid. Bajo el falso argumento de que los enemigos de España quieren acabar con la patria, las fuerzas ultraespañolistas están llamando ya, desde diversos ámbitos (también las antenas de los obispos), a comenzar una nueva cruzada nacional en defensa de la unidad de la patria. A falta de soluciones para Cataluña queda el patriotismo cainita y estéril, aunque el patriotismo es el último refugio de los canallas, eso lo aprendimos en Senderos de gloria, el peliculón de Kubrick.

¿Se trata de franquismo maquillado y tuneado en una versión remasterizada o trumpismo de nuevo cuño toda esa basura ideológica, todo ese revival retrofascista que vuelve con fuerza en el mundo entero como ya ocurriera en los años 30 del pasado siglo? Poco importan ya las etiquetas que queramos ponerle al fenómeno, al engendro, al monstruo. En cualquier caso, asistimos a un complot internacional orquestado por un conglomerado de fuerzas y élites fanatizadas: una derecha fuertemente reaccionaria y montaraz (Trump en USA, Abascal/Casado en España); una parte del ejército simpatizante de la conspiranoia Qanon y del nazismo residual (oficiales retirados del Pentágono allí, legionarios africanistas aquí); grupos racistas violentos (el Ku Klux Klan ya sea en su versión yanqui o ibérica); peligrosas sectas ultrarreligiosas (evangelistas y mormones en EE.UU, ultracatólicos nacionalcatolicistas en la piel de toro); y el inevitable factor económico que siempre, indefectiblemente, está detrás del horror fascista (el Rockefeller o Tío Gilito de Wall Street al otro lado del charco, los señores del Íbex 35, de la patronal y la banca entregados al discurso voxista en nuestro país).

El asunto da miedo y no es como para tomárselo a guasa. Hoy mismo el gran cineasta Carlos Saura asegura en El País: “He vivido la guerra y me da terror que haya otra en España”. Aunque tales declaraciones puedan sorprendernos y las veamos como propias de antiguos que ya no están en este mundo, la amenaza de involución por la fuerza en todo el planeta no es un cuento distópico de Margaret Atwood. Es clara y meridiana, próxima y real.

Un extraño clima político se va extendiendo por Estados Unidos, como un cáncer imparable, y también por todo Occidente. Las noticias que nos llegan de los cuarteles del otro lado del Atlántico son inquietantes por el efecto contagio que puedan provocar en Europa. El trumpismo no está, ni mucho menos, vencido y derrotado, de modo que el fantasma del conflicto civil armado sigue planeando sobre la primera potencia mundial y sobre las democracias liberales. Allí, en USA, generales y espías aburridos de la CIA que preparan un golpe de Estado duro contra Biden. Acá, en España, políticos que ya han entrado en la deriva del pronunciamiento blando, a la española, para derrocar a Sánchez. La internacional trumpista trabaja a pleno rendimiento. Saura, maestro, estamos con usted. Nosotros también sentimos ese miedo del que nos habla. Y hasta canguelo.

Viñeta: Pedro Parrilla

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