miércoles, 4 de septiembre de 2019

LOS DISCOS DUROS DE BÁRCENAS


(Publicado en Diario16 el 11 de junio de 2019)

El próximo viernes empieza el juicio por la destrucción de los discos duros de Luis Bárcenas, aquel turbio asunto que persiguió al PP (uno más) en sus años más oscuros de corrupción. Durante la vista oral, la Justicia tratará de determinar si el partido que entonces dirigía Mariano Rajoy destruyó pruebas concluyentes sobre sumarios en curso.
Pero más allá de la supuesta implicación de Génova 13 en este escándalo mayúsculo, que se sustancia en el Juzgado de lo Penal número 31 de Madrid, llama poderosamente la atención que la Justicia española haya rechazado facilitar la señal de televisión institucional para que se pueda seguir en directo el contenido de las sesiones. De esta manera, y aunque los periodistas estarán cubriendo la vista oral, los españoles no podrán saber todo lo que se diga en aquella sala, ya que se perderán lo mejor: las caras de contrariedad ante una pregunta incómoda, los titubeos, las dudas, el nerviosismo y los detalles importantes que sin imágenes de TV pasarán desapercibidos. La decisión de proceder al “apagón” vuelve a dejar en mal lugar a los jueces y magistrados y pone en entredicho el carácter auténticamente democrático de nuestra administración de Justicia.
De entrada, el magistrado que dirigirá el juicio, Eduardo Muñoz de Baena, ha rechazado la petición y ha resuelto que la captación de imágenes “se limite a grabaciones mudas tomadas en los momentos previos al inicio de las sesiones, con planos de los acusados posteriores o laterales en evitación de una exposición pública desproporcionada en relación con la naturaleza de los delitos y la entidad de las penas que son objeto de acusación”. Según se desprende de su auto, el juez ha decidido que no haya señal institucional para salvaguardar los derechos de los procesados, aunque los redactores acreditados sí podrán seguir el juicio dentro de la sala.
Con esa decisión, el PP ha logrado su objetivo, amparar a sus acusados, que alegan que la retransmisión “generaría un juicio paralelo en los medios de comunicación y en la sociedad, entre quienes se fomentaría un veredicto anticipado de culpabilidad y afectaría así al derecho a la presunción de inocencia”.
La norma habitual cuando se trata de causas de gran seguimiento e impacto mediático es que los magistrados permitan que se difunda una misma señal de televisión para todos los medios de comunicación. Así está ocurriendo en el juicio del ‘procés’ que se celebra en el Tribunal Supremo, donde los ciudadanos pueden seguir cada minuto de las sesiones en tiempo real. Ese trato diferencial entre un caso y otro resulta especialmente lesivo para la imagen de la Justicia, que permite la retransmisión íntegra del juicio contra los políticos independentistas catalanes y sin embargo da ciertas ventajas a los encausados del PP, un doble rasero que dice muy poco de la imparcialidad de nuestros órganos jurisdiccionales.
Así las cosas, los acusados se sentarán en el banquillo por delitos de daños informáticos y encubrimiento. La clave del asunto será determinar si se produjo el borrado, hasta por 35 veces, de los discos duros de los ordenadores de Bárcenas. La emisión de la señal en directo habría ayudado a llegar hasta el fondo de este turbio affaire. Ahora siempre nos quedará la sospecha de si hubo un trato de favor al partido que en aquellos años ostentaba un poder absoluto en España. Con todo, la ausencia de señal de TV en directo no impedirá que el PP tenga que dar muchas explicaciones sobre aquellos días en los que supuestamente trató de obstruir la acción de la justicia en uno de los episodios más bochornosos de su largo historial de corruptelas.

Viñeta: El Koko Parrilla

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