miércoles, 4 de septiembre de 2019

RIVERA YA NO ENGAÑA A NADIE


(Publicado en Diario16 el 14 de junio de 2019)

Ciudadanos llegó para limpiar España de los gobiernos urbanísticos, comisionistas y vendidos del PP en no pocos ayuntamientos y gobiernos regionales. Hoy produce arcadas ver con qué frescura la señora Inés Arrimadas apuntala los feudos populares podridos de Madrid, Castilla y León y Murcia, entre otros. Así es la nueva política con la que los naranjas venían a regenerarlo todo. Así es ese partido dúctil, bisagra, gaseoso, que va camino de convertirse en flor de un día, como ya le ocurriera a la UPyD de Rosa Díez.
La efervescencia con la que nació Cs se va diluyendo con el tiempo y ya se va viendo cuáles son las verdaderas intenciones de Albert Rivera. El líder del proyecto estuvo a punto de darle el sorpasso al PP tras vender la moto de que era el faro y guía del nuevo centro liberal reformista español. Hoy del centro no queda nada porque es difícil justificar desde ese lugar geográfico de la política los abrazos y cafés con los ultraderechistas de Abascal. De liberal también le queda más bien poco después de que sus socios ideológicos en Bruselas empiecen a echarle las cruces a ese partido emergente español que quizá no sea lo que parece. De hecho, el prestigioso Le Monde acaba de publicar un artículo demoledor bajo el titular En España, Ciudadanos abre la puerta a pactar con la extrema derecha en el que asegura que “la estrategia del partido liberal por esconder sus acuerdos directos o indirectos con la extrema derecha ya no engaña a nadie”. Y en cuanto a lo de reformista, eso es algo que está por ver, pero visto el tinte conservador que está tomando el invento no cabe esperar grandes noticias.
En definitiva, Rivera llegó desnudo a la política (recuérdese aquel póster de campaña donde posaba en pelota picada cubriéndose sus partes pudendas con las manos) y va camino de irse de la misma guisa, o sea en cueros de ideas, de principios y de proyectos. A Rivera se le va conociendo por los andares. Ya lo dijo el poeta yanqui aquel: “Si parece un pato, nada como un pato y grazna como un pato, entonces probablemente sea un pato”. Y es que el líder de Cs camina por la historia de España como ese ánade que se metamorfosea en un horrendo aguilucho preconstitucional.
Tras meterse en el fango de los ‘trifachitos’, manchándose hasta las trancas, la eterna promesa de la política española ha cruzado el Rubicón de la derecha, bien por propio convencimiento o por necesidad, y ya nada será como antes. Hoy Rivera ha tomado partido por fin, lo cual es tanto como salir del armario ideológico, definirse de una vez por todas. Durante mucho tiempo había jugado al travestismo político, a la ambigüedad, como aquellos viejos músicos del glam rock que un día salían al escenario con el torso al aire, envueltos en plumas y con botas de plataforma, y al siguiente aparentaban ser los más machos del top ten.
Hoy el líder naranja ya no tiene excusa. Ha dado la llave del poder a Vox en muchos lugares, repudiando al PSOE de los 140 años de historia, de la socialdemocracia y de la estabilidad del Estado. Y mira que se lo han dicho por activa y por pasiva sus compañeros del Partido Liberal Europeo de Bruselas: “Albert, si vas de picos pardos con los retrofranquistas no vuelvas por aquí”. Pero él nada, ha hecho caso omiso, tan cegado estaba por pillar cacho municipal, sillones, consejerías.
Ahora ya está sentenciado en Europa y Valls queda como un gran hombre a su lado. El afrancesado (en un claro desafío al jefe) hasta se ha permitido regalarle sus tres votos a Colau para que sea alcaldesa de Barcelona. Toda una lección de coherencia y patriotismo del veterano político que no habrá gustado al joven y ambicioso Albert. Bien mirado, todo esto no es más que lo esperado. Si la cabra siempre tira al monte, Rivera ya se ha echado al cerro con los suyos, con los asilvestrados extremistas de los trabucos. Pues que disfrute de la montería mientras le dure.

Viñeta: Iñaki y Frenchy

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