viernes, 31 de julio de 2015

EL HOMBRE DE LAS MIL VOCES


 (Entrevista publicada en Revista Gurb el 31 de julio de 2015)

Sale del hotel afable y sonriente, gafas de espejo, vaqueros y americana negra de gala, atravesando el paseo marítimo con el aire misterioso de un mago. Pero Carlos Latre (Castellón de la Plana, 1979) no es un ilusionista que saque conejos de la chistera, más bien se saca personajes de la manga, o mejor dicho, voces. Este verano vuelve a estar de gira con su espectáculo 15 años no es nada, donde pone carne y cuerdas vocales a 150 famosos de la vida pública española. Ahí es nada: encerrado en el teatro con 150 miuras. "¿Que si acabo esquizofrénico? ¡Qué va! Me encuentro mejor en cada función". Dice sentirse feliz de poder subirse a un escenario (la magia del teatro) e imitar al rey Juan Carlos, Boris Izaguirre, la Pantoja de Puerto Rico, la Pitonisa Lola y tantos otros que ya se han convertido en clásicos de su amplio repertorio. "El teatro es un examen diario, te la juegas cada día, el público ha pagado una entrada para verte y es algo único porque tienes que darlo todo en cada momento", asegura. Atrás quedan sus inicios en el mundo del espectáculo, cuando se plantó ante Javier Sardá y le preguntó: ¿Me dejas hacerte una entrevista? "Él me contestó: pues no, espérate a la rueda de prensa. Entonces empecé a imitar voces y me dijo: Venga va, te lo has ganado". Desde sus primeros pinitos en el manicomio de Crónicas Marcianas, Latre ha ido ganando en empaque y solidez como humorista y hoy nadie le discute el trono de mejor imitador del país. "Crónicas fue la universidad para muchos de nosotros. La imitación estaba reservada para cuñados, para amigos, para colaboradores de radio, y algunos profesionales nos empeñamos en reivindicarla como arte". Hoy charlamos con Latre, o eso al menos creemos nosotros, porque por momentos el mago Latre se desvanece y se aparece Boris soltando uno de sus "¡maravilloooso!"; o se materializa la Pantoja de Puerto Rico y exclama un "¡y esooo!"; o emerge la Pitonisa Lola decidida a ponernos "dos velas negras". Y ya todo es un lío de gente, terapia de grupo, y es entonces cuando uno se pregunta con quién demonios está hablando realmente.

Foto: David B. Méndez

Entrevista completa en Revista Gurb.

miércoles, 22 de julio de 2015

EL CORRALITO




(Publicado en Revista Gurb el 17 de julio de 2015)

Viejos tirados por las calles, arruinados haciendo cola ante bancos como buques fantasma, humillados que venden su orgullo por sesenta euros diarios, odio y miseria deflagrando, como el rayo de Zeus, por toda Grecia, por toda Europa. Es el corralito financiero, el puto corralito. No existe un término mejor que ése para definir lo que está sucediendo hoy en la vieja Europa. Corralito. Ocurre que la UE se ha convertido en una gigantesca granja de producción en serie, un inmenso corralito en el que todos nosotros, los europeos del sur, los del mediterráneo moreno, los negratas de Alemania, somos las gallinitas, los cerditos, los conejitos, simple carnaza, meras reses alimentadas con un único objetivo: servir de comida al norte rubio y opulento, a los mercados, a la banca, al dinero. Es un tipo de fascismo blando pero igualmente tiránico y nocivo. Nietzsche decía que "un hombre no tiene hogar en Europa excepto en París". Hoy ni siquiera en París, habría que añadir, porque París ya no es una fiesta y el Sena ya no huele a vino, ni a perfume ni a las flores de Baudelaire, sino que huele a los cadáveres económicos que son arrastrados río abajo, cadáveres de polacos, rumanos, portugueses, griegos y españoles. "Cuando París estornuda, Europa coge frío", avisó Metternich. Con su silencio gélido y cómplice, con su sumisión indolente ante la dictadura alemana, París se ha convertido en una parcelita más del corralito. Lo cual que en menos de ochenta años hemos pasado de los barracones y los campos de exterminio a otro campo algo menos siniestro pero también trágico y cruel, el corralito, donde Alemania ya no mata con gas Zyklon pero mata con primas de riesgo, con sicópatas de la banca, con hombres de negro y hambre, sobre todo mucha hambre. Alemania nos mata lentamente para que sus jubilados puedan comprarse casoplones mallorquines con la piscina hasta arriba de Pilsen. A Alemania no le interesa una Europa fuerte y unida, Alemania solo piensa en Alemania, en su poder y en poseer un montón de mascotas en su corralito de atrás. El corralito huele a pienso barato, a estiércol, a mierda, que es a lo que huele el coño carcomido de dinero de Christine Lagarde y las botas nazis de los piratas de la troika y del Bundesbank. Nos han devuelto a una especie de Edad Media oscura, inhumana, tiránica, a un corralito feudal. Se han cargado de un plumazo doscientos años de ilustración, de progreso, de avances sociales y derechos civiles, de revoluciones, de nobles ideas y sangre honrada derramada por generaciones enteras de trabajadores y obreros. Lo que no pudieron hacer los panzer de Hitler, lo ha conseguido la señora Merkel, que es la viva encarnación del déspota granjero, del negrero del que Orwell ya nos puso sobre aviso. Ella, la marimacho chepuda y quasimódica con pelocascoalemán, la trol que es capaz de hacer llorar a una niña palestina traumatizada por la guerra y el exilio, es quien maneja los hilos de Europa con puño fascista, y no hay animal que se le suba a la chepa ni posible rebelión en la granja. El corralito le pertenece por fin, ella es la granjera mayor del corral, y nosotros la carne humana condenada a pudrirse en un suburbio mediterráneo de hipotecas, desahucios, ruinas, quiebras y suicidios. Esta Europa huele a racismo, a Ku Klux Klan bancario, a mafia que ejecuta naciones enteras en los salones de terciopelo de Bruselas. El corralito es un lugar insalubre en el que siempre hay plagas y enfermedades, y eso precisamente es lo que ha ocurrido con esta crisis, una peste capitalista que se ha extendido por todo el corral y se ha llevado por delante a la pobre carne sumisa de la granja. En el corralito lo más normal es que uno pille la gripe aviar o el mal de las vacas locas y la palme sin remedio porque Alemania ya no da propinas para médicos privados ni para cartilla de la seguridad social. Alemania ha metido a Grecia en un corralito de humillación y lodo. Ni siquiera Tsipras y Varoufakis, que iban de bravos hoplitas y han salido con el rabo entre las piernas, han podido salvar a su ganado del holocausto del matadero. Grecia agoniza. Europa se muere. Nadie sabe ya dónde se abrirá el siguiente corralito. Una feria de ganado, de indignos corralitos, un OK Corral de pistoleros de la troika, en eso ha quedado Europa. La próxima carnicería con matarifes de traje y corbata llegará más temprano que tarde a Portugal, a Italia, probablemente a España. Y allí mismo, entre nuestros cadáveres triturados de europeos de raza inferior, Alemania enarbolará su bandera victoriosa, su águila voraz y su himno. Y brindará con Pilsen a la salud de un nuevo Reich que, esta vez sí, mil años dure.

Viñeta: El Koko Parrilla

MARIO Y LA CHINA

(Publicado en Revista Gurb el 3 de julio de 2015)

Los grandes escritores suelen acertar en la ficción pero acostumbran a errar en la vida. Será porque a fin de cuentas resulta mucho más difícil vivir que escribir. Es lo que le está ocurriendo estos días a Mario Vargas Llosa, que en un calentón amoroso ha dejado a su mujer de toda la vida y se ha largado con la filipina de porcelana, con la reina del emporio Ferrero Rocher, con la Preysler. Querer ser feliz hasta el último momento, apurar hasta la última gota de la vida, es algo que le honra a Vargas, pero caer en las garras de La China, un hombre como él que ha poseído a las mujeres más bellas, cultas y dignas del mundo, es un error imperdonable que solo puede explicarse por la entrada del genio en la triste y solitaria senectud. Lo último la Preysler, maestro, lo último la Preysler. En la Preysler se cae por engatusamiento grave o borrachera episódica, por írsele a uno la pinza o por desesperación. La Preysler es como una isla perdida a la que solo llegan náufragos de la vida agarrados al tablón podrido del dinero. Vargas no es uno de esos, no da el perfil de la secta preysleriana. A los que teníamos al maestro en un altar, no solo por sus gestas novelísticas sino por sus gestas amorosas, se nos ha caído un mito al saber lo de su rollete, devaneo o flirt con La China. Verlo caer en las manos cuché de esa mujer, verlo haciendo la Hola, verlo como una foto-florero de portada que decora los mejores sueños de la Preysler, es una decepción solo comparable a la que uno siente al saber que Ada Colau ha nombrado concejala a una señora meona que anda levantando la patita y echando su chorrillo de orín por las calles de Murcia. Duele ver a un escritor de su talla en boca de los condelecquios y bragueteros de los platós rosa, como choni por rastrojo. Creíamos que Vargas era un dios y resulta que es solo un mortal, un pobre mortal. Ha sido un hombre imperfecto en la realidad y perfecto en la ficción. Estamos hablando del Vargas que llamó «cortesano de Castro» a Gabo y luego le soltó un puñetazo celoso; el Vargas que se ridiculizó a sí mismo metiéndose en política y saliendo con el rabo entre las piernas; el Vargas de la derecha peruanita que acusó al gobierno de Zapatero de haber ganado las elecciones gracias a las bombas del 11M. Pero también el Vargas de Los cachorros, de Conversación en la Catedral, de Pantaléon y las visitadoras. De las cinco horas con Mario a la Preysler le sobran cuatro. A ella le basta con diez minutos de revista para arruinar la vida y la fama de un hombre, de un genio, de un mito. La exótica dama del colorín es el último cementerio sentimental masculino, el desguace de los desahuciados amorosos, el falso balneario donde un terminal se da los barros sucios y las sales estériles del fingido amor antes de la hora crucial de la muerte. Preysler es como un fantasma siempre fresco y joven que va marchitando cuanto toca. La señora china es una enviudadora profesional que no solo entierra hombres sino regímenes políticos enteros, épocas gloriosas y funestas, momentos históricos completos. Ella solita y no Ruiz Mateos fue quien se cargó el socialismo español en sus segundas nupcias con Boyer, que te pego leche. Un veneno negro y dulce que se le mete a uno en las venas hasta arruinarlo, una aventurera del amor que cuando pilla cacho no lo suelta, eso es la Preysler. Cantantes, marqueses y ministros de todo ringorrango y condición han pasado por su filtro que hechiza y atonta. Julio Iglesias solo pudo entrar en el mercado USA cuando la Preysler soltó correa y salió de su vida. Y desde entonces ha sido un truhán y un señor que se ha tirado a tres mil, según los biógrafos de Miami. La Preysler siempre ha vivido del pastón de la exclusiva navideña con toda la familia posando alrededor de la cándida chimenea. La Preysler ha bebido de sacar buenas bodas, buenos partidos y buenos pelotazos del corazón. La Preysler es mujer de semanario, experta en el hombre maduro y solvente (sobre todo solvente) para relación seria y estable. Cuelga trofeos masculinos de caza en su salón Luis XVI como quien cuelga cabezas de ciervo. Puro postureo, pura sonrisa estirada, un jarrón chino sobre un piano de cola más falso que una moneda de dos caras. Dicen que es la mujer en la que Vargas se ha inspirado para escribir las Travesuras de la niña mala, su obra  más redonda y sublime. Ahora lo entendemos todo. Ahora se entiende esa obra universal. Un novelista escribe todo el tiempo la misma historia, la historia de su vida. Sabíamos que la fama de mujeriego de Vargas le precedía, pero eso es algo consustancial a todo gran escritor. Un novelista busca el amor perfecto, que no existe, como busca la novela perfecta, que tampoco. No seremos nosotros quienes juzguemos la bragueta de nadie y mucho menos la del maestro. Hasta ahí podíamos llegar. Pero sí estamos aquí para valorar sus errores y sus aciertos, sus decisiones como hombre público, su trayectoria existencial. Muchos han sido sus fallos vitales. Y el peor de todos, sin duda, liarse con la Preysler. Con ésta le ha tocado la china, maestro. Pues colorín colorado. Y hasta que Jorgeja los separe.

Ilustración: Iñaki y Frenchy

viernes, 17 de julio de 2015

PODEROSA AFRODITA

 
 (Entrevista publicada en Revista Gurb el 17 de julio de 2015)

Blancanieves de la era digital, aguerrida francotiradora de los boinas verdes, poderosa Afrodita del Olimpo Intimissimi, prototipo de it girl y nuevo mito erótico de los españoles, según la web Ashley Madison, el portal de contactos más importante del mundo. Con solo 27 años, Blanca Suárez (Madrid, 1988) es una de las jóvenes estrellas del cine español. Forma parte de esa generación de nuevos actores que, en medio de la crisis, se han batido el cobre en los ingratos platós de televisión (saltó a la fama gracias a la serie El Internado). Desde entonces, su carrera como actriz ha sido fulgurante, meteórica, hasta alcanzar el preciado estatus de chica Almodóvar, para quien ha trabajado en La piel que habito y Los amantes pasajeros. "Trabajar con Pedro ha sido importantísimo para mí, pero cada papel significa muchas cosas y te aporta y enriquece, ninguno es más importante que otro", asegura cuando se le pregunta por el director manchego. Blanca apunta maneras de estrellaza de Hollywood en la línea de Penélope Cruz, pero prefiere ir paso a paso, con los pies en el suelo y sin renunciar a nada, ni siquiera a provocar terremotos globales de sensualidad, como cuando, envuelta en una negra, inocente y mínima intimidad, protagonizó el anuncio de la nueva línea de lencería Intimissimi, un spot que dio la vuelta al mundo y puso la imaginación de millones de hombres y mujeres al límite del punto de ebullición. "¿Hollywood? Todo en la vida me da respeto, y eso también, claro. Otro idioma, otro país. Situaciones que no manejas. Pero la gracia en esta vida es esa, ¿no? Arriesgar, probar y vivir". Hoy charlamos con la mujer más deseada de España (no nos odien por ello). Y en exclusiva para Revista Gurb.


Entrevista completa en Revista Gurb.

viernes, 3 de julio de 2015

UN MUNDO DE REPLICANTES


(Publicado en Revista Gurb el 3 de julio de 2015)

Rosa Montero (Madrid, 1951) vive en un mundo de androides y replicantes. En su última novela, El peso del corazón (editorial Seix Barral), un thriller futurista que trata sobre problemas de nuestro tiempo, recupera a la detective Bruna Husky y el personaje del humanoide que se resiste a morir, un mito moderno inspirado en las novelas de Philip K. Dick que a ella le sirve para hablar, entre otras cosas, de lo efímero de nuestras propias vidas. "La muerte es la gran tragedia del ser humano. Es inhumana, no nos cabe en la cabeza. Todo lo hacemos contra la muerte". Los escritores españoles no han sido demasiado proclives a la literatura de anticipación, pero ella hace ya tiempo que se adentró en el género sin reparos y con maestría. "En España existe un prejuicio enorme hacia la ciencia ficción y en parte creo que viene por la tradición acientífica que tenemos en este país". Desde finales de 1976 trabaja de manera exclusiva para el diario El País, en el que fue redactora jefa del suplemento dominical durante 1980 y 1981. "¿El periodismo? Puf. Sobre todo estamos en una crisis del sistema, o mejor dicho de adaptación del mercado al sistema. Los medios se hunden en todo el mundo, los periodistas son despedidos, las periódicos se hacen con cuatro gatos. Así no se puede hacer buen periodismo". Vitalista hasta las trancas y optimista convencida, dotada de una pluma certera capaz de escribir historias llenas de humanidad y sensibilidad, Rosa Montero asegura que lo que más miedo le da en la vida es "la crueldad, el dolor propio y de la gente querida, el deterioro, la muerte". Como a sus replicantes.

Entrevista completa en Revista Gurb