sábado, 31 de mayo de 2014

LOS BUENORROS


Andan los del PSOE muy nerviosos por el efecto Pablo Iglesias en las pasadas elecciones, tanto que Felipe ya se ha apresurado a desacreditar el movimiento calificándolo de "bolivariano" y de "utopía regresiva". Iglesias es, además de un político de raza, un guaperas posmoderno de la trinchera 15M que está buenorro (me gusta hasta a mí), un nuevo mesías de la izquierda española, un trosko revolucionario que anda levantando pasiones entre ellas y ellos con su piquito de oro, sus nobles ideales y su coleta insurrecta. El chico se ve que tiene madera, mucha preparación y carisma (ya hemos dicho en este blog que recuerda un tanto al primer Felipe limpio y virgen de capitalismo, antes de que se vendiera a la OTAN, a la patronal, a la banca y a los jeques de Marbella) pero sobre todo Iglesias cautiva por su salvajismo natural, fresco e indómito, vamos que está buenorro. Un buenorro con verbo fácil siempre vende en política, es un plus, y deben estar muy inquietos en Ferraz por el fenómeno Iglesias cuando al día siguiente del desastre electoral sin paliativos ya habían sacado del almacén a su particular buenorro prefabricado, artificial, para hacer las veces de antídoto, de kryptonita política. El buenorro transformer del PSOE, el buenorro estereotipado salido de Galerías Velvet, se llama Pedro Sánchez (acorto lo de Pérez-Castejón, que queda algo nobiliario para un sociata), y en el programa de la Griso se puso en plan obrero, en plan currito oprimido y sin futuro, y solo le faltó levantar el puño y desafinar la Internacional. "Sufrí el paro, fui autónomo y pasé por la subida del IVA; soy uno más", dijo poniendo ojitos de cordero degollado. Qué penita, hombre, hagamos una colecta entre todos. Lo cual que en el PSOE han planteado la guerra con Podemos como una guerra de buenorros y se equivocan de todas todas porque la gente, el pueblo, el gentío, ya no está para buenorros. El ciudadano, estragado de tanto chorizo, trilero, ratero, cleptómano, descuidero, engañifante, mendaz y mediocre, busca soluciones desde la izquierda, una izquierda auténtica con políticos honrados y ganas de cambiar las cosas y ahí Pablo Iglesias se los lleva de calle (a ellos por su estilo casual de sedicioso sin afeitar que da estopa sin concesiones al rico y al capital y a ellas porque es un héroe que va a salvar el mundo y porque está buenorro, qué coño, porque las hace soñar políticamente). Iglesias no es un buenorro mazas tatuado y depilado en plan tronista de Mujeres y hombres y viceversa, que es lo que se lleva ahora, sino un buenorro intelectual de una elegancia underground que está estudiado, leído, y hasta tiene un máster en Arte y Cine por la Escuela Europea de Suiza (que éste va a Suiza a hacerse un hombre de provecho, no a pegar el palo como otros, mangantes que sois unos mangantes). Mal va el PSOE si piensa que dando el cambiazo al fiambre calvo de Rubalcaba por un buenorro de laboratorio va a conseguir contrarrestar el ascenso de Podemos. Todo lo que es hermoso tiene su instante, y pasa, decía Cernuda. Pues esto no es una guerra de hermosos, de caras bonitas, es una guerra de ideas, y solo con buenas propuestas saldrá el PSOE de la ruina en la que anda metido. Cada minuto que pasa se hunden un poco más, hoy que si primarias abiertas, mañana que si primarias cerradas, hoy que si Madina, mañana que si la Chacón. Es tal el guirigay del PSOE que ni en los peores tiempos de los renovatas y los guerristas. A la operación Pedro Sánchez se le ve a la legua el marketing, canta mucho, y el votante socialista ya está escamado de tanta manipulación. Ideas de izquierda, honradez, verdad. Solo con estos tres principios básicos y fundamentales, que están en la genética histórica del PSOE, no lo olvidemos, recuperaría ese partido el amor perdido de sus votantes. Y que se dejen ya de tíos buenorros.

martes, 27 de mayo de 2014

PABLO IGLESIAS


El ascenso estelar de Podemos, sus cinco escaños europeos de un plumazo, además de un acontecimiento histórico, ha sido una dura bofetada para los demás partidos, que ahora se revuelven como perros rabiosos contra Pablo Iglesias, como si hubiera hecho algo malo el chico, mas que hacer alta política, política de la honrada y de la buena. Desde el PP y sus agentes periodísticos lo han acusado de chavista, procubano, radical, escracheador, marxista-estalinista, proiraní, antistema, perroflauta, friki, perrojudío, utópico, televisivo y no sé cuántas cosas más. Rosa Díez también se ha puesto histérica la muchacha porque el joven catedrático le ha comido la tostada por la izquierda, y en un arrebato de locura lo ha llegado a comparar con la fachilla Marine Le Pen, qué burrada. En el PSOE están tan ocupados con la ruina de Ferraz, con las primarias y con la mudanza de Rubalcaba (se va de la casa, no sé si ustedes se han enterado) que no han tenido tiempo de analizar la cosa. En España, cuando emerge alguien desde la izquierda que quiere cambiar la actual situación, mejorar la vida de los ciudadanos, avanzar en la socialdemocracia, se le tilda de comunista y a otra cosa. Qué falta de imaginación. Se creen que con agitar el espantajo del comunismo, con gritar que viene el coco, el gentío saldrá corriendo por la calle, pero ocurre que el gentío, el pueblo, está harto de falsas promesas, del sagastacanovismo pútrido y estéril, de las políticas del masdelomismo, del antiguo régimen y de otras estafas varias. Pablo Iglesias no tiene aspecto de demonio con cuernos, rabo y tridente, sino más bien al contrario, parece como si alguien le hubiera enroscado la cabeza de Jesucristo a un tirillas trajeado de Alcampo, eso sí, un Jesucristo a lo Max Von Sydow, que es al que más se parece. Lo que ocurre con la casta política de nuestro país, como le gusta decir a Pablo Iglesias, es que ve peligrar sus privilegios medievales, franquistas, y por eso se unen todos a una contra el advenedizo, el mesías de los parias de la famélica legión que viene de la Galilea de la miseria, del páramo desértico de la crisis, para reventarles el sanedrín/chiringuito. A Podemos le han votado más de un millón doscientas mil personas, más de un millón de votantes reflexivos e ilusionados que cuanto menos merecen un respeto, porque el voto es sagrado y el personal vota a quien le rota, que para eso es la democracia, oiga, a ver si se entera el señor Floriano de una vez. La frase quijotesca ladran, luego cabalgamos, viene más al pelo que nunca y desde el PP hasta el PSOE, pasando por IU y por UPyD, andan diarreicos, laxados de más, con el ano alborotado, como diría Miguel Hernández, porque un líder inteligente, valeroso y hasta la fecha independiente se los ha pasado a todos por el esmeril. Iglesias no es un líder comunista chapado a la antigua al estilo desarrapado y rural Evo Morales, como lo quieren pintar, sino un hombre leído y culto, gran orador y con proyección de estadista, un nuevo Felipe que puede arañar votos por la izquierda y por el centro, por la derecha y por donde haga falta, porque la desilusión y el desencanto no tienen siglas políticas y solo hacía falta que apareciera alguien con ganas de cambiar el país de verdad para que empezara el terremoto político. Si no existiera Podemos habría que inventarlo. No sé yo si llegarán a gobernar algún día, pero si este proyecto sirve para corregir los desmanes del Gobierno y la indolencia del PSOE ya sería una victoria. Que tiemble Rajoy, porque el tiempo de sus malos recortes y sus gurteles corruptos quizá se esté agotando; que tiemble el PSOE porque quizá Madina no pase de las primarias; que tiemble Cayo Lara porque a su izquierda rancia de otros tiempos le puede dar un revolcón esta nueva izquierda, la izquierda tuiter de Pablo Iglesias, una izquierda idealista con los pies en el suelo, moderna, imaginativa, honrada, peleona y callejera que quiere recuperar el espíritu decente de la democracia ateniense. Que tiemblen todos porque este Pablo Iglesias no es ninguna broma. A partir de ahora, el efecto Podemos puede ser imparable.

Imagen: www.larepublica.es

lunes, 26 de mayo de 2014

EUROPA VINTAGE


A partir de ahora, cuando salga a la calle, miraré a mis espaldas por si los guardias de asalto de Marine Le Pen me están tomando la matrícula. No soy judío, ni negro, ni gitano, pero nací en el Mediterráneo, como decía Serrat, y ya se sabe que estos arios de centroeuropa ven a un morenito andando por la calle y se les calienta el morro y ya solo piensan en llevárselo de vacaciones a Auschwitz. El fascio redentor, el horror totalitario que tanto seduce a la vieja y podrida Europa, ha ganado terreno mientras los líderes de los partidos democráticos miran perplejos, con la boca abierta y cara de bobos, y se preguntan cómo ha podido suceder. No lo tienen muy difícil: que vayan a la estantería, busquen el manual de Historia Contemporánea, volumen último, y lean con detenimiento "sobre el ascenso de los fascismos en el siglo XX". Crisis galopante, corrupción del sistema democrático, paro, injusticia social, hambre, miseria, elites que viven a cuerpo de rey, pueblo llano hundido en el fango, odio y xenofobia, auge emergente del primer cretino sin escrúpulos que pasaba por allí (en este caso cretina gabacha), auge del primer oportunista dispuesto a manipular las mentes desesperadas y a hechizar al personal con un discurso inflamante, soflamero, populista. Lo que ha ocurrido en estos comicios es una auténtica tragedia para los Estados democráticos y para la construcción europea, se mire por donde se mire. Produce pavor y espanto comprobar cómo avanzan los nazis en Alemania, en Grecia, en Finlandia, hasta en el último poblacho de Baviera. Pero es lo que hay, es lo que han sembrado nuestros gobiernos indolentes durante todos estos años de tocomocho europeo. Lo más triste es lo de Francia. El país de la liberté, égalité y fraternité dinamitando los nobles principios del humanismo ilustrado, atrincherándose en el cierre de fronteras, apelando al odio al inmigrante y propugnando la demolición de una Europa unida. Ya ni Francia es lo que era, no nos queda ni París, que diría el viejo Bogart. Quieren devolvernos a los feroces años 30 del siglo XX, todos con el uniforme del partido, el flequillo repeinado y brazo en alto, una fase triste de la Historia que parecía superada. Está claro que todo vuelve y ahora vivimos un peligroso vintage histórico. Europa es un delirio medieval, un soldado dormido sobre su mochila, como decía el poeta argentino, y cuando despierte ese soldado volverá el fragor de la batalla. La pregunta es si este desaguisado europeo tiene arreglo o ya no hay vuelta atrás. Y aquí es donde deberían reaccionar con contudencia los gobiernos democráticos, prohibir los partidos ultraxenófobos, perseguir la corrupción sin descanso y volver al viejo sueño de aquella Europa de los ciudadanos. Me temo que nada de esto sucederá, todo seguirá como hasta ahora y en las próximas elecciones la abstención en Polonia seguirá siendo del 77 por ciento, del 80 por ciento en la República Checa y en Eslovaquia del 87 por ciento, por poner solo unos ejemplos escalofriantes, o sea que allí no vota ni Dios, ni siquiera los diputados votan. La sagrada abstención es el castigo justo del pueblo, la resistencia pasiva del descreído, el único voto revolucionario sensato cuando el sistema se ha convertido en una estafa y Bruselas en un inmenso restaurante de cinco tenedores para políticos clase business. Cuando se traiciona el contrato social de Rousseau es el final de la democracia. Esta Europa injusta y desigual, esta dictadura de mercaderes impuesta por la Troika, no le interesa a nadie, y por eso en España PP y PSOE descarrilan, el bipartidismo se deshace (aun no sé si para bien o para mal, a veces más vale malo conocido) y surgen minúsculas formaciones por doquier (hoy hasta el vecino del quinto tiene un partido y el fin de semana se va con su señora a Bruselas, dieta y jacuzzi incluido). Cañete hace examen de conciencia, Rubalcaba medita la dimisión y Pablo Iglesias arrasa con cinco escaños y su millón de votos. La izquerda no había conocido un mesías con semejante piquito de oro desde Julián Besteiro y por fin los troskos 15M del campamento y la litrona que "passan" total han salido de la tienda de campaña para ir a votar. ¡Bien por Pablo! Su imagen jesucristiana recuerda tanto a aquel Felipe obrero, joven y racial de los ochenta que da miedo... Lo único que esa coleta no gusta a las madres. Ni tampoco a las suegras. Pues por mí que se la corte.

Imagen: www.abc.es

martes, 20 de mayo de 2014

LA CAÑA DE CAÑETE


Cañete ha querido hacer de su machismo residual un punto básico, clave, neurálgico, de su campaña electoral a las europeas. Cuando Cañete le dice a Elena Valenciano, en el muermodebate, que es "benévolo con ella para no parecer machista", no está cayendo en ningún error, ni se le fue el santo al cielo, ni siquiera estaba agotado el hombre de tanto mitin y tanto canapé electoral, como ha insinuado alguien desde el Gobierno. Cañete, a mi juicio, eligió la frase a conciencia, la estudió y la sopesó y probablemente la soltó bien respaldado y autorizado por sus asesores. No fue un desliz inoportuno, fue un plan premeditado. De un tiempo a esta parte se ha impuesto en el PP el manual de la declaración polémica, el escándalo por el escándalo, el pollo, el exabrupto y la burrada como arte de hacer política, aquello de que hablen de uno aunque sea mal. Por eso cuando las cosas se tuercen en el PP se echan a la arena los gladiadores, los florianos, pujaltes o ponses, sueltan un par de tonterías fuera de tono y así se desvía la atención de lo primordial. Cañete es el típico político que no tiene nada que decir, de perfil subterráneo, y lo que dice suele quedarse en la más pura trivialidad que no interesa a nadie. Vamos que no es Azaña precisamente y está muy lejos del gran parlamentario, del gran orador y del gran estadista que se presupone a un candidato a Bruselas. ¿De qué va a hablar el bueno de Cañete en una campaña electoral? ¿De las fanegas de lino subvencionadas, del vinillo de Jerez, de la leche de vaca asturiana? Serán temas muy importantes para la economía, nadie lo duda, y en ellos Cañete será todo un experto en la materia como ex ministro de Agricultura (eso sí lo podríamos dudar) pero no son los asuntos de la alta política nacional con los que se suele atraer, ilusionar y encandilar al votante, al ciudadano, al pueblo. Por eso Cañete tiene que tirar de ese oscuro manual del PP que consiste en soltar la animalada machista de turno, a ver si así la arma y a río revuelto ganancia de pescadores, por utilizar un símil propio de su negociado. No sé cómo los tertulianos y analistas sesudos no lo ven. Lo que me extraña es que, durante el debate, no le dijera a la Valenciano aquello tan español y macho de: mujer tenías que ser. Solo con eso se habría ganado de nuevo al votante indeciso de derechas que está perdiendo la fe. Cañete es un hombre gris, uno más entre un millón. De no haber sido un político chusquero probablemente se habría quedado en vendedor de coches o agente de seguros. Él ni siquiera quería ir a Bruselas, estaba muy cómodo y camastrón en Madrid, hasta que Rajoy tuvo la ocurrencia de nombrarlo candidato, qué pesado el presidente. Cañete recuerda más bien a un chef apacible y bonachón y quedaría muy típico comiendo las croquetas delictivas que Chicote denuncia por congeladas en Pesadilla en la cocina. Todos hemos entrado al trapo de Cañete, todos. Como una campaña a las europeas es un auténtico coñazo que no interesa ni a la Merkel (y mucho menos a ella) había que rellenar papel y televisión con la declaración-bomba del chico, con el disparate ciego, irracional, absurdo. Que Cañete sea machista o no (que sin duda lo es) era lo de menos. Se trataba de captar la atención, sobre todo del votante del PP, que andaba un poco desorientado y que acaba de redescubrir a su líder patrio fuerte y bravo, a su tótem macho y semental que hasta hoy parecía un osito de peluche. Qué narices tiene Cañete, pensarán ahora muchos simpatizantes populares. Qué huevazos, cómo ha puesto a la Valenciano en su sitio, pensarán otros. Así razona esta derecha española atávica y torera, una derecha visceral cuyas mujeres nunca se enteran de los desfalcos de sus maridos, repudian a las golfas abortistas mientras ellas abortan decentemente en clínicas millonarias y aplauden, cuando no asumen, aquello del cásate y sé sumisa. Para la derecha española la mujer es el negro del hombre, pero eso es lo de menos. Cañete lanzó la caña y todos picamos como pardillos. Mientras se habla del machismo de Cañete, cosa obvia por otra parte, no hablamos de lo sustancial: de los graves problemas de Europa. Claro que, ¿a quién le importa ya Europa?

Imagen:  Tiempo

LA MUJER BARBUDA


(Publicado en la Revista Gurb 
el 16 de mayo de 2014)

Si una mujer barbuda ha ganado Eurovisión por qué un hombre barbudo como Rajoy no puede volver a ganar las elecciones, por mucho que esté dejando el país hecho unos zorros. Los sondeos para las europeas colocan al PP unos cuantos puntos por encima del PSOE (¡con Cañete de cabeza de lista, cágate lorito!) y aquí cabe preguntarse una cuestión fundamental: ¿es que la gente no tiene ya bastante Rajoy? Pues por lo visto parece que no. Una de dos: o el pueblo tiene síndrome de Estocolmo o nos hemos vuelto todos locos. Lo malo de MR no es que nos esté mintiendo fuertemente a todas horas, lo malo es que no sabe hacérselo y se ve a las claras que es una marioneta a pilas, un guiñol movido por unos hilillos, como los del Prestige que él puso de moda, y con un tic sospechoso en el ojo que le delata. Lo mínimo que deberían exigir en la Escuela de Políticos, Sofistas y Retóricos es que sepan mentir con arte, con poderío, con un cierto nivel, vaya. Pero no. Rajoy es el símbolo mediocre de los tiempos mediocres que nos está tocando vivir. Franco no necesitaba mentir bien porque te fusilaba al amanecer y santas pascuas; Suárez (ay, Suárez, cómo te echamos de menos) era un vendedor de El Corte Inglés que te colocaba la aspiradora sin enterarte; Felipe mentía como Dios y acabó creyéndose el Zeus de Doñana; y Aznar era un mentiroso compulsivo, un caso clínico, freudiano, y por eso producía miedo y adicción. Pero es que Rajoy es la nada, el vacío heideggeriano, el hombre en suspenso, como aquella gran novela de Bellow. Es tan previsible que hasta sus mentiras son previsibles y así no mola jugar al mus. Que nos engañen, de acuerdo, pero que al menos nos engañe un tío listo, no un tonto a las tres. Por mucho que Rajoy se empeñe en darse la pátina de líder de una derecha moderna y avanzada todos sabemos que viene de donde viene: del pazo medieval gallego, del satrapismo fraguista y del mundo burócrata de la registraduría de la propiedad. Un tipo que va de moderado por la vida pero que por dentro lleva a un fan del opus, y encima siempre hablando de la dichosa herencia socialista, qué pesado con la herencia. Por eso toda su torpeza y falta de astucia le ha salido a trasflor cuando ha llegado la hora negra de la barcenada, de los sobres, del escándalo, escándalo que nunca ha sabido gestionar, manejar, explicar con tino. Por eso echó a los leones a su secretaria, a la señorita Loli, Lolianta para los amigos, que se hizo un lío y la lió parda con lo del finiquito en diferido (juas, juas, juas). Cuando entras en el tema del chanchullo tienes que ser muy listo para que no te pillen. Felipe las hizo mucho peores y aún le están buscando la equis. A mí no se me ocurriría afanar ni una mala chocolatina en el supermercado porque sé que me agarran fijo. Pero estos tíos listos son tan tontos que dejan nota y constancia de todo: registro de la mordida, libros de contabilidad con el delito al minuto y resultado, comandas de las fugas a Suiza y encima ponen a un tesorero de amanuense que va inscribiendo, en letras de oro, cuánto vale la corrupción de un apellido. Lamentable. Yo, si fuera el fiscal anticorrupción, les mandaba a Chicote para que fuera sacando mierda de la cocina de Génova. Rajoy ha cometido una torpeza tras otra en el asunto de los sobres y al final, asustado, acollonado, con el ano alborotado, como decía Miguel Hernández acerca de los cobardes, le mandaba mensajitos a Bárcenas diciéndole aquello tan cursi de "aguanta, Luis, sé fuerte, que estoy contigo". Puag. Luis podrá ser un chorizo de tomo y lomo pero no un tonto Mediamark y se cansó de aguantar y al final lo pusieron una temporada en el infierno, como a Rimbaud, para que aclarara las ideas. La política es que ya da un poco de asquito. Tenga en cuenta el lector que los dos buques insignias que enviamos a Bruselas son la Valenciano y Cañete (vaya tela de los telares) de modo que el cara a cara televisado será tedioso, aburrido, ni chicha ni limoná. Decía Ortega que este país se arreglaba poniendo a cada cual un grado por debajo de donde está: o sea a Rajoy de conserje de un hotel, con el libro de registros, y a Montoro con la gorra de taxista de los de antes. No se le ve muy preparado para el cargo al chico, la verdad es que no se le ve. Sin embargo, hay gente que le seguirá votando hasta la muerte, lo que sin duda constituye otro misterio mariano. Y aún hay quien me rebate que en España cualquiera llega a Presidente. Si se presenta la barbuda de Eurovisión, yo le doy mi voto. Nos ha jodido.

Imagen: Adrián Palmas

martes, 13 de mayo de 2014

LOS TRAJES GURTEL

Ilustración: Adrián Palmas(Publicado en la Revista Gurb el 9 de mayo de 2014)

Leo una noticia que dice así: once trajes, cuatro americanas, dos abrigos y un pantalón regalados por la trama Gurtel a conocidos políticos valencianos acaban en un contenedor de ropa reciclada. Hete aquí, pues, un signo de los tiempos decadentes que vivimos; hete aquí un símbolo perfecto de la España negra, de la España nuestra, que hasta hace un rato ha sido gobernada por cuatro trincotrileros, un par de butroneros y un robaperas de tres al cuarto. A uno le parece una gran medida que los trajes Gurtel se reciclen y sean aprovechados por otros menesterosos, qué quieren que les diga. Con la que está cayendo, con el país viviendo en la miseria walking dead, esos trajes malditos pero ilustres deben rescatarse, desempolvarse, adecentarse y donarse a la gente lumpen, como quien dona su cerebro a la ciencia después de muerto. Si del sucio estiércol nace una bella flor, de la corrupción brota la caridad, y con uno de esos trajes suntuosos un parado se abre camino en la vida seguro. Con una de esas americanas de corte Armani un paria de la famélica legión sube como la espuma y a poco que se esmere un poco lo hacen director general de un banco, subsecretario, ministro de algo, de alguna cosa, que para un traje caro y con historia siempre hay un carguete en cualquier covachuela ministerial. Un traje Gurtel da más poder que el traje de Superman; un traje Gurtel abre muchas puertas giratorias, y con uno de esos esmóquines millonarios se entra en la política y luego se sale para tomar un café y al poco se vuelve a entrar en Iberdrola o en Endesa, y vuelta a empezar, qué mareo de puerta giratoria, oyes.
Un buen traje Gurtel, un trajaco de esos de seda oriental, en esta España pobre, vieja y triste es un pasaporte seguro para Bruselas y que tiemble Arias Cañete, que ya no le entra el traje por los pies, por lo grueso y tripudo. Yo trajes tengo uno y me sobran, el de los domingos mayormente, qué pasa, y no me lo pongo nunca, que me tira de la sisa, pero ya daría yo un brazo por tener un traje Gurtel de esos que me abriera el portón del éxito, el umbral del dinero y la fama, la llave de las Islas Caimán y la sucia Suiza. Un parado español se conforma con bien poco, ya no pide el traje Chesterfield/Capone de Bárcenas color beig con cuello aterciopelado, que eso son palabras mayores, pero dele usted uno de esos trajecillos Gurtel ahora desahuciados y reciclados, un traje aunque sea de talla en B, y verá cómo va para arriba el pobre. Bárcenas ahora lleva más el traje de cebra, primavera verano en Soto del Real, y como no le pasen bajo manga un póster de Rita Hayworth para darse el piro por el túnel se come él solito la cadena perpetua en nombre de los imputados del PP. Todo hombre necesita un traje como todo vaquero necesita un caballo y así se entabla la dialéctica histórica hombre/traje, un diálogo que en el mundo capitalista sitúa a cada cual en su estatus social. Mario Conde, un suponer, no hubiera sido nadie de no haber sido por aquellos trajes de piel de lobo con el que se trajinaba a sus caperucitas sociatas. Para triunfar, para ser cool, para llegar a auténtico guante blanco (y España ya no es país de conejos, es país de gánsters) lo primero hay que agenciarse un traje Gurtel, por eso denuncio yo aquí que se puedan tirar a la basura trajes antaño tan codiciados y codiciosos, por eso denuncio yo el exterminio del traje Gurtel, que ahora es como el lince ibérico y nadie quiere saber de esas prendas inocentes con las hombreras sucias de pleitos, pachuli y pelos de bigote. Uno en la vida puede caminar por la senda del perdedor, como decía Bukowski, pero siempre dentro de un buen traje, faltaría más, que luego uno parece un tolondrón, un triste, y ya lo ha dicho Rajoy: alegría, alegría, no seamos cenizos con tanto hablar de la crisis. Tú regalas diez trajes Gurtel a diez parásitos de la sociedad, como dice Mónica Oriol, y el paro pega un bajón de diez personas, a ver si no, todo un éxito macroeconómico para el Gobierno.
En España, el perro no es el mejor amigo del hombre, es el traje, porque un buen traje esconde un mal linaje, dice el proverbio castellano aquel que no sé ahora mismo dónde lo habré escuchado. El traje es la segunda piel de un caballero, denota muchas veces al hombre, nos enseña Shakespeare, y Blesa sabe mucho del bien trincar y del buen vestir, tiene percha el gentleman para su edad, un madurito resultón en el safari del amor, aunque yo le recomiendo que cambie el paño Pierre Cardin por el chándal deportivo para ese footing mañanero (con caza al hombre) al que le invitan a diario los preferentistas estafados y cabreados. Esos trajes Gurtel, por favor, que se los den a los pobres ya. Y que vayan haciendo carrera a pelotazos.

Imagen: Adrián Palmas

www.gurbrevista.com

EL PASEO

(Publicado en la Revista Gurb el 1 de mayo de 2014)

Primero de mayo. Nubes de un gris mustio, fragor de silencio en las calles de Gijón. Salgo de buena mañana con el pequeño Kosmo, que olisquea una florecilla aquí y otra allá, entre pis y pis al árbol de turno. Los proletas somos como ese árbol meado históricamente, meados por el poder, meados por el banquero, meados por el patrón. Solo que llega un momento en que el árbol se harta, lanza un grito de hastío, se pudre y cae. Pero es primero de mayo y aquí no pasa nada. Nadie diría que vivimos en un país con cinco millones de parados, cinco millones de carpantas esquineros. La revolución, en España, siempre se deja para pasado mañana. Avanzo, doblo una esquina, tenso la correa del perro, que camina alegre y ufano agitando la colita. Atravesamos un parque soleado entre palmeras y magnolios, entre chopos y cedros. Piso el césped blando y aún mojado por el rocío. Luz lechosa, plácida y lenta serenidad. Todo está como siempre, salvo que es primero de mayo y uno de cada tres niños pasa hambre de verdad, uno de cada tres colegiales come el bocadillo mágico de pan aburrido, de pan solo de posguerra. Pensativo, camino junto al perro. La misma gitana enlutada que pide limosna; el mismo rumano tirando de pesados caballos; el mismo paisano dando cabezadas en la barra del bar, frente a un carajillo frío y olvidado. El país entero es ya como ese borracho comatoso y nocherniego que paga con largos bostezos los güisquis de la juerga pasada. A esta hora, en algún lugar de la ciudad, lejos de aquí, se escenifica la gran manifestación circense, feliz, colorista. Los pitos y las cacerolas, las pancartas y las consignas, los republicanotes de gorrilla y tricolor, los gritos inútiles, Mariano, cabrón, trabaja de peón. La misma rutina de siempre, el mismo ritual de cada año de unos sindicatos que chulean el dinero de las ayudas a mamá Bruselas. En la manifa se escupen cuatro insultos malos, se lee el manifiesto calcado del año anterior, se tararea de mala gana la Internacional, puño en alto pero sin enseñarlo mucho, y a casa a la hora del partido. Todo lo más una pintada con faltas de ortografía, un par de banestos reventados o el ojo a la virulé por una hostia infame de los maderos. Democracia amodorrada, precaria, anémica.
Sigo mi paseo matutino con el perro. Caminante no hay camino. Es primero de mayo pero, ¿por qué no pasa nada? Llego hasta la playa del Arbeyal, el mar vasto y brumoso, las grúas del puerto y los verdes acantilados derritiéndose a lo lejos. El perro se revuelca en la arena, satisfecho y ajeno, frente a los astilleros solitarios de los que antes brotaban hombres, barricadas, gritos gloriosos de hierro y de fuego. Ahora apenas quedan cuatro obreros reconvertidos en la nada que bostezan y martillean malamente contra el casco de un barco herrumbroso. La mina desmantelada, los astilleros en la puta ruina, los parados agotando las virutillas de la prestación, nuestros jóvenes cerebros haciendo las Américas, como nuestros abuelos de antaño. Los lunes al sol. Es ésta la España nacionalpepera que siempre va bien, la España que nos venden Guindos/Montoro, el rico más rico y el pobre más pobre, la España que nos vuelve a hacer argonautas gallegos por necesidad, la España tranquila y próspera que nos ilumina con el parte franquista de Ana Blanco y negro, la España del minijob, del minisueldo, del minipiso, del miniengaño, del minifuturo, de la minimierda. Ya es que ni disimulan los fulanos, se ríen del pueblo a mandíbula batiente y a Rajoy le delata el tic nervioso que se le coge en un ojo cada vez que echa un embuste económico. Que lo sepa, señor Rajoy, el pueblo está harto de sus mentirijillas, de su frenillo infantil, de sus chuches y de su pinta de interno flipado de colegio mayor. Es usted un Forrest Gump de la política, que lo sepa, solo que mucho menos guapo y menos simpático que Tom Hanks. Cuando los Bárcenas y Blesas de la vida le han robado hasta el último cuscurro de pan al pueblo, cuando nos vemos estragados de tanta falsa política, cuando estamos hasta las trancas de tanta macroeconomía insultante, se impone un giro social, radical, total. Basta ya de turnismos sagastacanovinos y de burócratas expertos en el masdelomismo. En España nunca se ha hecho la justicia social, ni mucho menos el socialismo, ni nadie se acuerda ya de lo que significa eso, decía el gran Paco Umbral. Pues es el momento de sacar del cajón el viejo manual engelsiano, de despertar de la siesta histórica, de dar un puñetazo en la mesa y decir que los trabajadores somos algo más que carne cruda para las fauces germánicas de la mala bestia Merkel. Porque es primero de mayo, coño. Y aquí no pasa nada.

Imagen: Marcial Guillén