jueves, 31 de enero de 2013

LA CORREA

(Publicado en Levante-Emv de Castelló el 12 de abril de 2010)

Lo que más le asombra e inquieta a uno de toda esta movida de la Gürtel es que un hombre vulgar y corriente, un apellido sin historia, un tipo con perilla corleonesca y melena engominada de chuloplayas, pueda llegar a controlar la pasta de un país, si se lo sabe montar. Francisco Correa (Don Vito), un suponer. 
Lo ha dicho muy bien Gaspar Llamazares: «La polea de la correa estaba en el corazón del PP». Lo cual que había una máquina perfectamente articulada. 
Arquímedes pidió un punto de apoyo para mover la Tierra. Correa le pidió un punto de apoyo al tesorero Bárcenas para mover su formidable y espantosa máquina de acuñar dinero malo. El invento de don Vito era un engranaje perfecto de hombres oscuros, correas y poleas, correas que llevaban plata de un bolsillo a otro, muchas correas, qué jaleo de correas. Más tarde colocó a Álvaro Pérez, El Bigotes, en la sucursal valenciana del sindicato del crimen. En unos años, y a la sombra del aznarismo, el dinero empezó a fluir con vigor amazónico. Hasta 27 millones de euracos en comisiones subterráneas. Toma ya. Y la correa trabajando, cifrando, trilando. Venga contratos delictivos, venga comisiones tontas, venga adjudicaciones a dedo. Así que don Vito y el Bigotes, a ver si no, fueron para arriba. Tuvieron que comprarse una maquinita de contar billetes, que tanta tinta pone los dedos perdidos. 
España entera se convirtió en una gran maquinaria de inmundicia. Felices sobornos, maletines rápidos y escurridizos, paraísos artificiales en plan Baudelaire, caviar al calor del piano en el Hotel Fénix, rusas de lujo en el Pigmalión, el chaquetón sospechoso de Cotino, el atraco a Canal 9, relojes, joyas, trajes, toma el dinero y corre (a Suiza, mayormente), la dolce far niente, la refinada holgazanería. 
Había tanta mierda dorada borboteando en el país que la mancha cruzó el charco mediterráneo y llegó hasta Mallorca. Por eso Jaume Matas tuvo que recurrir a una escobilla para el váter de 375 euros. Una más barata es que no daba para tanta mierda. 
Cuenta el novelón de Garzón que Espe también quedó atrapada en el sistema de correas. Se le fue la pinza y se saltó la ley de contratos unas tropecientas veces. Lo malo que tiene la máquina del dinero es que genera neurosis, enfermedad profesional. Más que cárcel el corrupto necesita un diván. 
De modo que el engendro mecánico estaba muy bien montado. Todo político de la derechona formaba parte armónica de la correa, del monstruo frankensteniano. Por eso Rajoy no puede echar ahora a los implicados. Tendría que echar a medio partido, tendría que echarse a sí mismo, incluso. 
En Valencia, sus señorías del Consell también interiorizaron la música sucia del sistema de correas. De hecho, no hay un solo honorable que no tenga un souvenir, un recuerdillo, un detallito de Don Vito en la mesita de noche; no hay un solo conseller o esposa de lo mismo que no besara la correa. La mujer de Camps, la mujer de Campos, la mujer de Rambla, Rita la cantaora, todas las señoras decentes del Turia cayeron obnubiladas por el perfume canalla del Bigotes, por el aroma furtivo y aventurero del Errol Flynn del delito, el galán más turbador que siempre volvía a casa por Nochebuena, como el turrón, y lo mismo se arrancaba por villancicos para los niños que dejaba caer un peluco caro bajo el árbol navideño (te has pasado cinco mil pueblos, Alvarito). 
Groucho pensaba que detrás de un gran hombre hay una gran mujer y que detrás de ellos siempre está la esposa. Pues detrás de los ilustres matrimonios políticos siempre había una correa bien engrasada y dispuesta o un bigote putoncete, alguien que sabía susurrarle a las damas: «Tengo un detalle, pero te lo quiero dar a ti solita». 
Y así es como estos tíos han ido haciendo la huchita. Todo el día dándole a la correa, venga que venga, dale que te pego, currantes del fraude, asalariados del mal. 
La corrupción es para el que la trabaja. Pues don Vito y El Bigotes se lo han trabajado a tope en el PP. 
Cuando gobierne Rajoy lo mismo los sacan de Alcalá Meco y los ponen de ministros. Por los servicios prestados. 

Imagen: Pintamonos

EL POLLO


(Publicado en Levante-Emv de Castelló el 19 de abril de 2009)

Pues que el Gobierno, como no se ha atrevido a quitar el pollo franquista de la Comandancia de Marina de Castelló, ha ordenado emparedarlo en un bloque de cemento, para que no pueda verse. Y ya tenemos montado el pollo. 
En este país, cuando se trata de ajustar las cuentas con la memoria reciente, se echa una paletada de cemento a la Historia, para que no se vea, y a otra cosa. Así hicimos la Transición, enterrando la verdad y tapándonos la nariz. El Gobierno podría haber retirado el pollo genocida, con sus yugos, sus flechas y su todo, pero todavía hay mucho miedo a que el pájaro se levante y eche a volar. Mejor no enfadar al aguilucho, pitas, pitas. 
Que España tiene miedo a la verdad ha quedado patente en el caso del pollo castellonense y en el de esa estatua ecuestre de Franco de Valencia que no ha sido destruida, sino aparcada en un almacén militar, por si hay que sacarla a pasear algún día. 
Aquí, en lugar de fundir los símbolos y bustos de los dictadores los coleccionamos en el Valle de los Caídos. Aquí nos ha faltado colgar a un dictador por los pies, como hicieron con Mussolini, mayormente por ir exorcizando fantasmas. 
Han pasado más de 30 años desde la muerte del tío Paco y aún nos sigue temblando el pulso cuando nos toca retorcerle el pescuezo a un pollo ultra. Lo cual demuestra que estamos en una democracia blanda de arte y ensayo que se ha acostumbrado a la «música del olvidar», creo que lo dijo Nietzsche pero no voy a levantarme a mirarlo. 
Al pollo de la Comandancia de Marina lo han encofrado como los soviéticos encofraron la central de Chernobyl. Los pobres rusos aún rezan para que el veneno se vaya diluyendo con los siglos. Aquí rezamos para que el pollo no vuelva a salir de su tumba de cemento. Pero ocurre que el veneno, el pajarraco, por mucho que se quiera ocultar, tapar, sepultar, enterrar o encubrir, no languidece ni muere, sigue ahí, avizor, vivo, coleante. Nuestra radiactividad, nuestra maldición histórica, es ese aguilucho cenizo, ese pollo que hemos criogenizado ahora por miedo a matarlo definitivamente, ese abejaruco al que hemos embaulado en un ataúd, en plan Drácula, para que deje de picar al personal, aunque sea sólo por un ratito. Metemos el pollastre requeté en un sarcófago a sabiendas de que el espíritu de la momia no ha muerto, sino que está presto a irse de parranda (la guerra civil fue una parranda demente y sangrienta). 
No hay más que ver lo que están haciendo con Garzón sus señorías falangistas del Supremo. Se les transparenta la nostalgia, el rencor, a esos magistrados tarretes. Les afloran los tics franquistas. Ahora quieren llamar a consultas a los periodistas extranjeros para explicarles que aquí todo se hace muy democrático y muy legal, que aquí no mandamos jueces rojos a la cárcel así como así, hombre, sólo los pasamos por las armas ideológicas cuando se meten con el señor Franco, faltaría más, un respeto, oiga. No se le hubiera ocurrido ni a Fidel. A uno se le antoja que esta idea bananera del Supremo de querer aleccionar periodistas, además de sainetesca y humillante, resultará inútil, porque el Washington Post, el New York Times, Le Monde, el mañanero de Tombuctú, toda la prensa libre mundial ha puesto ya el ignominioso titular, ha aireado ya el escándalo de la Justicia española, el asalto al poder judicial de los boys de las JONS. 
Retirar pollos de ayuntamientos y nombres fascistas de las calles se nos antoja muy higiénico y ejemplarizante para una democracia joven como la nuestra. Es preciso hacerlo, sin duda. Pero uno cree que antes se impone desmantelar los poderes fácticos que están subyacentes, implícitos. Más importante que retirar unas cuantas estatuas de generalotes rebeldes y unos escudillos futbolísticos sería hacer limpieza de falangistas en tribunales, escaños y alcaldías, abolir las diputaciones provinciales (son reductos de caciques), cerrar los estancos de las viudas vencedoras, jubilar a Fraga, darle sindicatos a la Guardia Civil, suprimir cine de barrio, degradar a los tejeros de los cuarteles, mandar a las misiones a los obispos fachillas y suspenderle el honoris causa a Aznar. Después ya tendremos tiempo de sacar los pollitos de las calles. Y hasta de hacer la Transición.

Imagen: Blog de Iñigo Landa

EL CHAMPÁN DE FABRA


(Publicado en Levante-Emv de Castelló el 19 de julio de 2010)

De modo que CF, para celebrar su vuelta a la política tras el trasplante, va, coge, agarra y monta la comilona del siglo en su chaletorro rutilante de Platgetes, champán Moët Chandon incluido. Allí estuvieron, vestidos de cóctel, Moliner en calidad de eterno sucesor; Martínez en calidad de regente; y Esther Pallardó en calidad de no sabemos qué, más algún que otro gorrón que no se salta un arroz si es por la cara. La tribu del desfalco, o sea. 
A nosotros, por supuesto, no nos invitaron por rojos y por contar cuatro cosas (cuando había muchas más por contar) y al PSOE le faltó tiempo para denunciar tanto despilfarro inútil, tanto champán frivolité en medio de la crisis. ¿Qué esperaban los concejales socialistas, que sus señorías de la bancada popular brindaran con un cartón de don Simón como perroflautas de la vida? Este PP siempre va a lo grande, hombre, así se esté rompiendo España por el espinazo. El mejor champán, el mejor mantel, los mejores trajes, los mejores coches, las mejores tías (y tíos, esto va para las feministas, que luego me mandan emilios en plan quejarse). 
Platgetes es el Baden-Baden de Fabra, sólo le falta el hipódromo y el casino. El champán que se sirvió allí fue poco ético cuando hay 4 millones de parados que no pueden ni soñar con catarlo, eso es cierto. Pero uno quiere ver en ese champán otros fines más aviesos y ocultos, además del meramente placentero. El champán de CF llevaba un mensaje en la botella, un aviso para aquellos navegantes internos y externos que querían jubilarlo anticipadamente: aquí mando yo hasta el 2011 por lo menos, le ha dicho el gran gurú a sus acólitos. 
Ese champán vergonzoso y dorado fue el agua bendita con el que los comensales/palmeros sancionaron la vuelta al culto nacionalfabrista, el botafumeiro etílico que regó el retorno al régimen que ha hecho de esta legislatura una de mafias, una odisea de pleitos (los pleitos superados y los que nos quedan por vivir) una gran aventura del dinero negro (eso del dinero negro es que tiene mucho vicio). Porque CF es ya un Ulises que rema en un mar proceloso de champán y juicios. 
El de Platgetes fue un almuerzo private de trabajo, según decía la invitación oficial. El concepto de trabajo que tienen los instalados del poder es un tanto amplio y peculiar. Parece que de una forma o de otra, en este PP dandi almenado de escándalos el orden del día pasa siempre por un buen caldo o un buen champán. Luego ya habrá tiempo de tratar los asuntillos de Gobierno, que están todos olvidados, abandonados, como aquellas islas a la deriva de Hemingway. Con una comida veraniega y regia y un champán diorísimo frente al mar crepuscular de Platgetes, frente al cementerio marino de Valéry, CF le recuerda a los suyos y al pueblo quién manda aquí y ahora. 
El señor presidente sale al porche con su American Express entre los dientes y anestesia a los suyos a fuerza de champán rico y caro, para que vayan soltándose las lenguas después de tres meses de ausencia presidencial. La lengua es el arma más poderosa que se ha inventado. Un gobernante avezado sabe que un buen champán, el mejor champán, sirve para poner ceguerón al rebaño y hacer que cante. A los postres, entre vapores etílicos, entre sonrisas y lágrimas, va saliendo el médium que cada cual lleva dentro. Y el personal empieza a largar lo que ha sido este sindiós de gobierno interino. Que si hemos colocado de extranjis unas toneladas de basura, que si la pasma nos ha cazado unos contratos gurtelianos, que si nos hemos fundido un dineral en asesores y dietazas, que si fulanito estuvo a punto de levantarle la silla al jefe. Entonces el presidente, con un sorbito de champán, como decía Juan Pardo, relaja los esfínteres y es cuando van aflorando los errores, las conspiraciones prematuras, los planes de jubilación anticipada, los pactos confusos, los trepillas de vuelo bajo, los liderazgos efímeros, los malos entendidos de los últimos tres meses hospitalarios. Seguro que algún aprendiz de Judas hasta sintió ganas de preguntarle aquello de «¿he sido yo, maestro?». 
El champán de CF impresiona a los subordinados y unos callan y otros se van de la mui y todos salen en la portada del periódico progubernamental muy achispados, flipadillos, colocados de sumisión. Vizcaíno Casas imaginó qué pasaría si Franco hubiera resucitado al tercer año. Pues CF ha resucitado al tercer mes y ha puesto firme al personal a base de copazos. A ver quién es el guapo que se atreve a decir que no le gusta este champán.

Imagen: Pat

miércoles, 30 de enero de 2013

EL RUIDO Y LA FURIA

(Publicado en Levante-Emv de Castelló el 26 de abril de 2010)

Faulkner escribió aquello del ruido y la furia. Pues eso es lo que nos pasa en este país: que hay demasiado ruido y demasiada furia. 
Cada día se adensa un poco más, en partidos e instituciones, el clima de crispación, de guerracivilismo. Hasta la final de Champions se vive como un nuevo cerco a Madrid, esta vez culé. Sólo faltan los pasquines del POUM revoloteando sobre el Bernabeu y Hemingway poniéndose bolinga en el Ritz, con Laporta. 
Sin embargo, en la calle, el peatonal, el currito, asiste sin mucho interés a estos preparativos guerracivilistas: hace la compra en Carrefour, sigue la Liga de fumbo (no es una errata, sigo a Forges), cumplimenta vicariamente su hora televisiva de cotilleos y braguetamen, queda con el amante o amanta, pasea al perro y juega a la Bonoloto. El aburguesamiento del español es el mejor antídoto contra la guerra. El burgués es el perfecto animal humano domesticado, dice Aldous Huxley. 
Quiere decirse que al ciudadano, al penitente de la factura, este clima artificialmente prebélico es que se la sopla bastante. Y no es fácil sustraerse al ambiente de contienda: Villarejo suelta que la querella de Falange contra Garzón favorece la expresión del fascismo español, el PNV espeta que una sentencia negativa del Estatut afectará a todo el país, Montilla insinúa que el Tribunal Constitucional es un árbitro vendido, Pedro J. que hay un aquelarre de nostálgicos izquierdosos y Almodóvar, vaya por Dios, pone la guinda con que esto es una nueva victoria de Franco. 
Parece que todo el mundo ha sacado ya del armario el mosquetón dialéctico, el uniforme y las canciones del abuelo de cuando la guerra, con lo bonito que es el rap y el hip-hop. Entre unos y otros están montando un tranquilo y feliz 18 de julio. 
Pero como digo, este pueblo ha avanzado mucho en 30 añazos de democracia. Las dos Españas, si es que existen, ya no son cosa de un país partido por el espinazo (tarugos rojos a un lado y tarugos azules al otro levantando el puño y el brazo) sino cosa de unas élites políticas incapaces y aburridas (o elites, que ni con la ortografía nos ponemos de acuerdo, coño). Alguien tiene ganas de guerracivilismo o está empeñado en crear ese clima sangriento para que nos olvidemos de los bingueros del Casino Gürtel, de los dandis del traje fácil, del tráfico de primeras damas enjoyadas, del despelote empresarial de Díaz Ferrán, de las memorias del palanquero Bárcenas, del pacto educativo que el PP no quiere firmar porque le interesa un alumnado ágrafo de calzoncillo (ellos) y tanga (ellas) asomadizos. Sólo la muerte de Samaranch ha devuelto un poco de aquella elegante cordura de la Transición que se ha perdido. Cómo añora uno aquellos tiempos míticos en que se hablaba de arquitectura política en lugar de demolición. Entonces el panteón de nuestro Olimpo ibérico estaba lleno de hombres prometeicos, valientes, brillantes: Suárez, que fue un astuto Pericles; Felipe, un César pragmático; Carrillo, un Napoleón rojo con peluca; hasta Fraga dio el do de pecho ante la llegada del masón y la horda marxista. Eran hombres de Estado, o sea. 
Ahora ya todo se ha podrido, sólo queda el barullo. Han convertido el grandioso Supremo en un rastrillo de mercachifles, el sagrado Constitucional en un nido de cuervos rencorosos. Benet dijo que la Guerra Civil fue el acontecimiento histórico más importante de la Historia de España. Cabría afinar aún más las palabras del maestro: el mayor acontecimiento de la Historia de España fue la Transición. 
Estamos en medio de un guerracivilismo de boquilla y plexiglás que empieza a cansar al personal. Esta España es que cansa mucho. Somos botes contra corriente, arrastrados hacia el pasado, nos diría Scott Fitzgerald. En este país se rema siempre hacia atrás. Algo hay en nuestros genes que nos hace miopes históricos. Para mí que esta guerra no pasa del verano. 
Firmamos el armisticio con el porrón de sangría y la canción de Georgie Dann. Fijo. 


DESPUÉS DE FABRA, NADA

(Publicado en Levante-Emv de Castelló el 3 de mayo de 2010)

Viendo cómo transcurrió el Pleno de la Diputación del pasado martes, uno casi agradece que Carlos Fabra lleve tanto tiempo en el poder. Aquello fue, como me cuenta un buen amigo, el camarote de los hermanos Marx. Sólo faltaba Harpo persiguiendo a las mozas por los pasillos. 
Desde que el paterfamilias buscó refugio en la Sanidad castiza/madrileña para tratarse de un grave problema hepático, la cosa no funciona en esa casa diputativa. Jordi Ruiz, en su afinada crónica del día, hablaba muy acertadamente de desgobierno popular en Castelló. Desgobierno y vodevil, porque aquello fue una puesta en escena verbenera, la conjura de los necios, un esperpento zarzuelesco, un alcorconazo político, una gran cagada, o sea. 
Mucho tendrán que aprender de su mentor los herederos del régimen nacionalfabrista si sueñan con ponerse algún día al timón de la nave provincial para manejar los designios de los pobres peatonales castellonenses. 
El debate empezó entre trastabillado y torcido cuando su señoría, Francisco Martínez, suplente en funciones de su excelencia, entró en Palacio con el pie izquierdo (mal asunto) y tropezó con la bandera de España, que salió rodando por el suelo en una afrenta humillante, antipatriótica, torpe, fatal. Todo un símbolo negro de los nuevos tiempos que corren en el país. Por menos de eso se hubiera fusilado a un procurador en Cortes en el régimen anterior, del que ahora vivimos un revival. 
Por si fuera poco, la rojigualda estuprada impactó contra el vicepresidente Vicent Aparici, que por unos momentos supo de verdad lo que es tener todo el peso de un país en la cabeza. 
Los asesores del PP (hay unos cuantos y no cobran poco) deberían pensarse eso de dar algún cursillito de protocolo a sus próceres, porque la democracia es, antes que nada, formalismo, rito, procedimiento, saber estar. No se debe ni se puede entrar como elefante en cacharrería en el templo sagrado de la libertad. Un respeto, coño. 
El siguiente acto tampoco fue mucho más alentador para la casta política que nos gobierna. A lo largo del Pleno, hasta seis diputados populares ejercieron el papel de portavoz en una especie de concurso/oposición por el poder, una carrera loca y ciega por el trono aterciopelado de Fabra, al que más de uno ya da por jubilado, erróneamente, claro, porque el presidente, como muy bien dijo antes de dejarnos huérfanos y descaudillados, ha hecho un pacto con el diablo y piensa gobernar hasta los noventa, eso por lo menos. Así que respetemos los tiempos y las legislaturas, hombre, no vaya a ser que se levante el gran chamán, el gran tótem, el semental político eterno, y acaben rodando algunas cabezas en otra noche de cuchillos largos. 
De los seis portavoces que se postularon a la herencia, uno tras otro, la que más llamó la atención fue Esther Pallardó, la Helena de Troya de la vida pública castellonera. De ella dicen que es la delfina de su majestad, y quizá por eso mismo se atrevió a empuñar el micrófono, con voz firme, para defender una ponencia sobre el azulejo. De azulejos la teutónica Pallardó sabe lo que uno de electrostática aplicada, o sea rien de rien, pero dio el pego (se ve que ha mamado el esgrima dialéctico de su tutor). Cuando el educado socialista Enrique Navarro se dirigió a ella y le pidió que todos rememos unidos para salvar la industria patria, la diputada no esperó un segundo más para sacar el látigo fabrista: «Usted me ha faltado al respeto». Con un par, al enemigo ni agua, el que da primero da dos veces, ea. 
A partir de ahí el Pleno se ensombreció bastante, ya que entraron en escena los hooligans y palabrones habituales, y eso siempre embrutece el ambiente, el fair play democrático. Fue el turno de Ramón Tomás, vicepresidente popular de la cosa, que sugirió al líder sociata Colomer que «se arregle el cerebro». Un golpe bajuno. Al final, la portavoz del Bloc se quejó de que todos se van cuando le toca hablar a ella. Y Martínez, esta vez respetando la bandera, justificó el absentismo de sus señorías apelando al derecho constitucional/elemental a «hacer pipí». 
Estos polichinelas han convertido la Diputación en una tocinería arrabalera. Para mí que después de Fabra, nada.

Imagen: Bloc/Compromís 

EL BULO Y EL CRASH

(Publicado en Levante-Emv de Castelló el 10 de mayo de 2010)

No hay más que echar un vistazo a la prensa del día para darse cuenta de que los mercados internacionales han urdido un complot contra este país. Como si fuéramos el único Estado en el mundo que tiene paro y déficit. Uno cree que se han propuesto hundir a España, como antes han hundido a Grecia. Luego vendrán Portugal, Italia, Rumanía, y en ese plan. 
En esta Desunión Europea, cuando las cosas pintan mal, el norte opulento apela al viejo tópico del lobo que viene. El lobo es el fontanero polaco, el perro judío, el atrasado rumano, el ocioso griego, el torero español, ese portugués, qué hijoputa es, en fin. ZP y Rajoy se citaron en Moncloa, como una pareja de divorciados rencorosos, para hablar del tema del bulo. De allí tenía que haber salido una declaración conjunta, firme, unitaria, pero salió lo de siempre: nene caca, no te ajunto, ea. 
Alguien en Wall Street o en el Bundesbank o en el Financial Times está interesado en tirarse el nardo de que nuestra economía se desploma, cuando en realidad nuestra economía lleva siglos desplomándose tranquilamente (con algún que otro paréntesis de bienestar, como el crucero que hicimos por las Américas para expoliarle el oro a los pobres indígenas). 
No es nada nuevo que estemos al borde del crash. Este es un país que taló sus bosques celtíberos para criar ovejas, y ahí empezó la crisis. Desde Tartessos y Viriato no hemos hecho otra cosa que sestear, beber bota y botijo, darle al pitillote y venderle la lana a las multinacionales europeas, que son las que han hecho el negocio pingüe. Aquí, la miseria y el estraperlo han sido nuestra empresa nacional. Aquí no sabemos lo que es vivir pensando en el dólar ni sabemos de planes quinquenales. Sacamos a la Virgen en rogativa, de vez en cuando, y le pedimos que llueva. 
En los felices ochenta y eso, Felipe decidió darle barra libre al bursátil extranjero para salir de pobres. Hizo de España la formidable máquina de trilar dinero negro de la Europa Volkswagen, mi hermosa lavandería, la rueca del pelotazo alemán, francés o sueco, según, más algunos jeques árabes que aparcaron sus petroyates en el jardín de Gunilla von Bismarck y se corrieron unas juergas gloriosas. Hasta los pobres mafiosos rusos se vinieron a vivir con nosotros, oyes, angelitos. Ningún tecnócrata de Bruselas se acordó entonces del IPC, ni del PIB, ni del PER. Invertir en España era rentable para los grandes tahúres del turismo financiero. Por un momento vivimos un sueño dorado, nos llegamos a creer esa gallofa del milagro español, cuando en realidad no había tal milagro, sino unos millonarios en bermudas que se jugaban su dinero aburrido en el ladrillo y después compraban Mallorca a golpe de talonario. Hicieron de España un casino en el que convenía apostar, una ruleta loca que movía dinero internacional, fuerte, negro, a espuertas. Había mano de obra barata, bolsa a la baja, mamachichos, sangría don Simón. Un Las Vegas a la europea. 
Toda esa dolce vita, la sodoma y gomera española, se acabó cuando Zapatero ganó las elecciones. Entonces empezó el declive de los mercenarios de fortuna, los bárcenas, los matas, los díazferranes, los bigotes, los correas, los clanes gürtel y algún que otro elemento de Castelló. Hasta la Pantoja y su alcaldillo/guiñol han visto llegar su San Martín. 
La derecha eurocon quiere cargarse este país (con la ayuda de Rajoy) porque ya no es divertido. Para mí que tanto bulo sobre el crash español no sale del FMI, sale de un alemán en tanga, cabreado y ceguerón de cerveza, que ladra contra la socialdemocracia en un velero de Marbella. No parará hasta ver a ZP en la cola del paro. 
La Europa rica, la Europa Merkel, ha abierto la veda contra el soñador grecolatino. Nos llaman pigs, holgazanes, jetas, nos amenazan con un Trafalgar financiero. Hundirán el IBEX y el Banco de Santander, nuestra Armada Invencible bancaria, con una batería de sucios chismes, rumores, runrunes, bulos y cotilleos bursátiles. ¿Pero qué les pasa a esos cabezas cuadradas? ¿Acaso no les dimos a Platón, el Coliseo, la paella? Como sigan con lo del bulo tendremos que confiscarles Mallorca. 

Imagen: El Roto

LA PANTOJA

(Publicado en Levante-Emv de Castelló el 17 de mayo de 2010)

Ahora la Justicia quiere entrullar a Isabel Pantoja por sus devaneos fiscales, municipales, marbellíes. Las cupletistas y los políticos son el último esperpento nacional y algunos hasta son expertos profesionales del blanqueo. Hemos caído en manos de los palanqueros y los mercados internacionales, que son una manada de lobos. Después del tijeretazo de Zapatero, el Estado de Bienestar queda tocado. Ya podemos decir que el presidente del Gobierno de España es un señor gordo con tirantes y puro que se lo pasa pipa jugando a los barcos en Wall Street. 
Pero íbamos a hacer columna con la Pantoja, la viuda de España, que por lo visto ha arramblado unos quilillos fugaces, según dice el fiscal. Imperio Argentina y Miguel Ligero sisaban los jamones de la posguerra y aún así fueron los reyes del cuarentañismo. Eran los tiempos en que una folclórica mandaba más que un dictador. La gente rendía pleitesía a la folclórica porque envidiaba la leyenda jaspeada de toreros muertos, hijos, amantes, joyas y mansiones que arrastraba tras de sí. Había algo telúrico, ancestral, cretense, que enraizaba a la folclórica con sus súbditos. Cuando Hacienda cazó a Lola en un renuncio tributario ella pidió que cada español le diera una pesetilla de nada para redimirse. Y el pueblo se la hubiera dado a su reina porque España entera brotaba de sus ovarios. 
Hoy la folclórica se ha quedado en carnaza rosa, en una mala exclusiva, en un posado en la playa o un culo fugaz en horario prime time. La Pantoja es una mala copia de la Flores y Julián Muñoz un Miguel Ligero de cascos. Pero la cosa es que los jamones se siguen escapando del país. Quiere decirse que antes vivíamos en una dictadura folclórica y ahora vivimos en una democracia, folclórica también, donde los jamones salen corriendo y se van a las Islas Caimán. Los jamones de ahora son las cuentas bancarias de la Panto, que engordan como por arte de magia. Será ese duende que dicen tener las folclóricas el que va al banco a echarle alpiste a los números, pitas, pitas. A Carlos Fabra le pasa un poco ídem. También tiene un duendecillo que va por él a los bancos. Sus cuentas engordan y engordan sin saber cómo ni por qué. Cuentas por aquí, cuentas por allá. Qué colesterol de cuentas, nena. Pero todos, cupletistas y políticos, son superinocentes, eso sí. Hasta Camps es superinocente. El honorable tiene ya todo el aire de una folclórica desgarrá, tiene ese aura entre mártir y decrépito de las viejas tonadilleras que andan escocidas sobre tacones lejanos, ese halo de decadencia gitana de la flamenca con cara crispada que se recoge la cola del traje, da la patada del desprecio y entra por última vez, desmelenada y destetada, en el tablao de su destino. 
Una folclórica eterna y genial nunca roba. Camps tampoco ha robado nada, se lo daba todo su público fiel, su gente, su abnegado pueblo valenciano, o una parte del pueblo al menos, unos señores con bigote sospechoso que siempre estaban ahí, delante, o detrás, o al lado, me da lo mismo, como dice Rajoy. El honorable enfila la pasarela de la folclórica acabada con su traje prestado de sobaquillo, un traje que ha sido su faralaes de escándalo, su barata mortaja política. El tiempo se le acaba, el tiempo es el mejor autor, siempre tiene un final perfecto, cuenta Chaplin. Ya sólo le queda un ratito al president, como dijo él mismo. Un último cuplé en las Corts, un par de programas en La Noria, unas bulerías breves en el Supremo. El cante final en el juzgado. 
Los americanos tienen a la Estatua de la Libertad, aquí tenemos a la Panto y a Paco Camps, que va de folclórica trágica, traicionada, despechá. Irá de quejío en quejío hasta quedar como el baúl de doña Concha, o sea desgastado, erosionado, viejo. Esos guiris jubilatas que empiezan a llegar a tierras castelloneras en cruceros británicos no querrán irse sin ver antes a una gran folclórica. Como no tenemos un escenario de referencia, siempre podemos llevarlos a la Diputación. Gran función matinal con nuestra pequeña estrella local, Esther Pallardó, otra fuerza raigal de la naturaleza, otra artista que se pone flamenca cuando defiende el azulejo en los Plenos. Lo tiene todo para llegar a diva. Es divina de la muerte, ambiciosa, temperamentá. Hasta es de derechas, como buena folclórica. Como la Pantoja, la bien pagá. 

Imagen: Peneque

EL HOMBRE DE LA VISA DE ORO

(Publicado en Levante-Emv de Castelló el 24 de mayo de 2010)

El pueblo se aprieta el cinturón mientras los inspectores de Hacienda le aprietan las clavijas a don Carlos Fabra Carreras. Todos tendremos el destino que nos hayamos merecido, decía Einstein. 
De momento, el destino judicial inmediato del presidente diputativo pasa, entre otras cosas, por su American Express, por su Visa, esa Visa de oro que han desenterrado los peritos, arqueólogos de la codicia, y que era una hemorragia negra de dinero, un despelote bancario, o sea. Comidas regias, cenas (y no de sobaquillo, precisamente), hoteles babilónicos, restaurantes pompeyanos, trajes de vicio, coches jaguarescos, vacaciones en el mar, viajes azules, cosas. 
Esa Visa era el pasaporte urgente y feliz para huir de los sacrificios de Gobierno, de las tareas abnegadas y aburridas de Estado, de los Plenos áridos y estériles, unos Plenos llenos de insultos amables, de bostezos tediosos, de señorías ejerciendo la moción de la siesta. 
La Visa del manda popular era el salvoconducto para la aventura de echarse un póquer con los inspectores de Hacienda, para la correría del lujo, el morbo del riesgo y el sueño de Mallorca, será maravilloso viajar hasta Mallorca, que es el Miami español, corrupción en Miami, el cortijo Matas, o sea. Allí, en la isla de los honderos y piratas que acosaban a los barcos romanos, bajo las palmeras caribeñas, el presidente le daba a la Visa y al lado lúdico/balneario de esta democracia plutocrática y putocrática que nos gobierna. Con su tarjetaza de crédito, Fabra se ejercitaba en el arte del escapismo de la realidad, como un Houdini de la odiosa política. 
Uno piensa que sería bueno confiscar esa Visa de Fabra, porque es un filón por explotar y un buen remedio para salir de la crisis. Así Zapatero ya no tendría que hipotecarse en recetillas neoliberales contra el crash, ni recortar al funcionario, ni congelar al jubilado (que ya siente el biruji) ni suspenderle el AVE al pobre Revilla, con lo majo que es el hombre, que no se mete con nadie. La clave para sacar cabeza de la recesión está en esa Visa clandestina y dorada, en ese tarjetón diamantino que deslumbraba al gentío cuando era desenfundado, pistoleramente, en los mejores restaurantes y casinos del mundo, porque el mundo es un gran casino. 
Si tiramos de la Visa de Fabra y sabemos administrarla con cabeza fría y soviética, el país se arregla. Fijo que se arregla. De esa Visa sale seguro un plan quinquenal, un PIB, un PAI, un presupuesto general del Estado, millones, trillones, un Potosí. Con el pastizamen que segrega la American Express del señor presidente cubrimos el déficit público, salvamos el Ibex, tapamos las grietas de los bancos, reflotamos a Díaz Ferrán de sus quiebras, sacamos pecho ante Obama, saneamos los sindicatos y hasta le damos una propinilla a los pobres griegos, para que se vayan enterando de lo que es un país con recursos, hala. 
Esa Visa sagrada de su excelencia es una mina de oro para los millones de parados y pensionistas que sufren en silencio el sistema cachondoliberal. Esa Visa nos daría para las pensiones hasta el 2020, y aún nos sobraría calderilla para el Montecristo de Rajoy y los trajes de Camps. 
El ala roja del PSOE le exige a ZP un giro a la izquierda, la desamortización eclesiástica, la nacionalización de la banca, el estacazo al millonario. Pero nada de eso será necesario si sabemos sacarle el jugo a la Visa fabrista, porque esa Visa es la Piedra de Rosetta de nuestra economía, la teta Mastercard de la que han ido mamando, hasta la saciedad y hasta la suciedad, los banqueros agiotistas, los constructores, los chóferes que van de gorra, el club de vela, las procesiones de Semana Santa y la mujer de la limpieza, más algún periódico que hacía de palmero. 
Sinatra fue el hombre del brazo de oro. Fabra es el hombre de la Visa de oro, sólo que con un poco menos de voz y un enganche a otra clase de caballo: el caballo del dinero. Si los peritos siguen hurgando, Fabra tendrá que clausurar la Visa. Y ya sabemos lo que dijo Séneca: al comienzo fueron vicios, hoy son costumbres.

martes, 29 de enero de 2013

LA DERECHA PALETA

(Publicado en Levante-Emv de Castelló el 31 de mayo de 2010)

La derecha gamberra se fue al Senado, como el que se va a los toros, con la bota de vino, el cuchillo jamonero y las ganas de sangre. Sólo faltaba Cospedal con la peineta, el abanico y el mantón de manila, tendido de sombra. 
Ya hemos dicho aquí alguna vez que tenemos una derecha taurina, sanguínea y ciega que entiende la política como una corrida de toros. Ahora han convertido el Senado en una plaza de segunda. 
Hubo de todo en la sesión de control. Pataletas, palmas borrachas, pitos, abucheos, caretos y caraduras. Sus señorías parecían encocados de ira, iban todos puestísimos de odio, como el nieto de Franco suele ir puesto de coca, lo cual nos confirma que lo del fascismo y su descendencia viene de un chute fatal. 
Julio Aparicio quedará para la posteridad por ese pitonazo gutural que le atravesó la garganta y que fue como un cuadro cubista de Picasso. La imagen de los senadores peperos empitonando a Zapatero y abroncándolo con saña pasará a la Historia como otra cogida trapera. 
Aquí lo que pasa es que la derecha no entiende de democracia ni le interesa para nada. Para Pío García Escudero y su cuadrilla de subalternos el parlamentarismo es una mala novillada, un festival taurino que consiste en darle el descabello al adversario, mirar al tendido y salir por la puerta grande tocándose el paquete, entre paletos lunáticos. 
Se les ve que están escasos de utillaje democrático, que siguen gobernando, ebrios de látigo, a lomos de caballos señoritos. Para ellos lo de votar cada cuatro años es un mal menor, una cosa de rojos, de pobres. Si pudieran harían aquello que les dijo José Antonio: lo mejor que se puede hacer con las urnas es romperlas. 
Porque el poder es de ellos, España les pertenece, y no soportan que gobierne nadie más. 
A esta derechaza cazurra que no le hablen de fair play democrático, ni de oposición constructiva, ni de patriotismo constitucional, ni de respeto al adversario. Milongas. Lo que le pide el cuerpo a estos hooligans de la política dominguera es la vicalvarada garrula, el pollo constante, el ruido agrio y el levantamiento nacional. 
Esta derecha gamberra hace política basura sin importarle cómo le vaya al país o cómo le deje de ir. No tienen más aspiración que colocar a sus becarias repijas en el negocio, tipo Soraya, que la niña ya está muy preparadita y hasta estuvo en Oxford chapurreando algo de inglés. 
Esta es una derecha paleta y africanista que se limita a pedir la dimisión de Zapatero porque no se le ocurre ni una idea inspirada para sacarnos del crash. Aznar pedía dimisiones al grito de «váyase seor González», atisbando así su mal talante y su mal paladar democrático. Otros, como Rita Barberá, han profundizado en esa escuela inculta y van por lo personal, por lo visceral, y arremeten contra la mujer de Zapatero, mayormente, lo cual es caer aún más bajo. A la alcaldesa sólo le ha faltado mentarle la madre al presidente del Gobierno y después soltarse un eructo desahogado con aliento a copazo. 
Puede que tengan razón. Puede que el Gobierno esté dando bandazos y se equivoque más que una escopeta de feria. Pero esa razón la pierden toda con esas algaradas violentas, con esas verbenas zarzueleras, castizas, españolazas y húmedas de tintorro que suelen montarse en las tardes de corrida/parlamento. 
No salen del Zapatero dimisión. Duran i Lleida ha pedido elecciones anticipadas muy cortesmente, porque el presidente ya no le pone ni le inspira. Nada que objetar. 
Pero encender una hoguera de podredumbre dialéctica, convertir el Parlamento en una pocilga solemne, en el festival del bombero torero con barra brava, es una muestra más de nuestra derecha más tópica y típica. 
Menos mal que sus señorías fueron a colegios de pago. 

LAS ENCUESTAS

(Publicado en Levante-Emv de Castelló el 7 de junio de 2010)

Todas las encuestas dan ganador a Rajoy, lo cual es consecuencia, como era de esperar, del malestar que hay en el pueblo por las recetillas neoliberales de Zapatero. Parece que vamos hacia una huelga general, hacia un cambio de gobierno y hacia lo mismo de siempre. Volvemos al ladrillo, o sea. 
Wall Street le ha ordenado al presidente que recorte al funcionario, que congele al pensionista y que suba los impuestos. Y al gentío, que no le ha hecho ni puñetera gracia, le ha entrado de pronto la nostalgia por la derecha. 
Sobrevivir, aunque sea a costa del trapiche y del ladrillo, está en los genes del español. Nuestro primer especulador inmobiliario fue el duque de Lerma (ver Felipe III). El muy cuco se hizo de oro comprando terrenitos y cambiando la capital del Estado cada dos por tres. Vámonos a Valladolid, que tengo unas parcelitas fetén. Y toda la corte, con sus validos, sus lumias, sus enanos y sus bufones, para Valladolid que se iban. Luego, como el Pisuerga no daba para llenarse los bolsillos, todos para Madrid otra vez. Y así, con ese trajín histórico y cíclico de cortesanos del chanchullo, se fue construyendo un Reino, una cosa nacional, una cultura del pelotazo borbónico que daba calderilla para todos, mayormente la sopa boba del pícaro, el mendrugo del cura, el diezmo del alcalde y la soldada del militar levantisco. 
Quiere uno decir que España siempre fue una gran empresa inversora de fraude. Todo país vive de lo que sabe hacer: Israel vive de la guerra y de hundir barcos solidarios; Irán vive de la bomba atómica fabricada con palicos y cañas; USA de las películas de John Wayne y de un señor tejano de la BP que pone el Golfo de México perdido de chapapote. Pues aquí vivimos del ladrillo, por mucho que Zapatero se empeñe en cambiarlo todo y en vendernos más paneles solares, más ordenadores, más Universidad. 
Volvemos a la derecha enladrillada. El español siempre vivió y vive de lo mismo, del ladrillo puro y duro. En los tiempos de la burbuja los niños no venían con un pan debajo del brazo. Venían con un ladrillo. Estábamos todos tan a gustito con nuestro cuscurro de barro, con nuestro maná bíblico que nos hacía ricos de la noche a la mañana, que ahora lo añoramos mucho. Háganos caso, pues, señor presidente, invierta en ladrillo. Éste es un país de rentistas que primero se forran y luego reparten las migajillas entre el pueblo, como Carlos Fabra, que amasa votos en las urnas y después amasa rentas y otras trapacerías. Cuando don Carlos estaba en todo su apogeo (no ahora que vive en un constante tiovivo judicial) el pueblo era feliz dándole al ladrillito de la corrupción. Éramos como egipcios laboriosos que levantaban una gran pirámide de detritus. Nuestro Keops/Camps diseñaba la Ciudad de las Ciencias y el escriba Fabra Mundo Ilusión. 
Ahora, en medio del manirroto económico, el pueblo encuestado vuelve a votar por sus raíces: derecha, sol, playa, ladrillo ilegal, inmoral, abundante, fértil, fecundo. El español come del ladrillo como el chino come del arroz. Según el INEM, el paro ha bajado en 76.000 personas; nada, un soplo estadístico, un chocolate del loro, cuatro camareros y vendimiadores quemados que emigran a Torremolinos con el calor, la cigarra y la sueca. 
Piénselo bien, señor presidente, el país no levanta cabeza porque le falta su materia prima combustible, su modus vivendi, su camelleo económico, o sea el barro cocido y delictivo del ladrillo. Cuando volvamos al ladrillo volveremos al caviar, a la piscina esmeralda con Martini, a la querida/o y al apartamento en Torrevieja/Alicante, que es lo que quiere la plebe. 
Lo ha dicho el pueblo soberano en las encuestas: que vuelva la derechona, la banca dura, el mierdeo del ladrillo, lo que haga falta para salir del crash. ZP tuvo un sueño, como Luther King: limpiar la economía de chorbos gürtelianos. Pero la economía, y más la capitalista, es por definición algo sucio, fangoso. 
Gracias por su interés, señor presidente. Pero el español lo tiene claro: dame ladrillo y dime tonto.

Imagen: Forges

EL MUNDO MUNDIAL

(Publicado en Levante-Emv de Castelló el 14 de junio de 2010)


Han comenzado los Mundiales y el planeta entero vive pendiente de la reliquia sagrada, de lo único importante, del esférico, según escriben los del Marca. El furbo y el furbito. Pero el fútbol ya no es un deporte, ni siquiera una religión, como denunció el añorado maestro Vázquez Montalbán, sino que es más bien una espantosa máquina de acuñar capitalismo fuerte y un instrumento de control de las masas orteguianas al servicio de la globalización. 
El Mundial es la excusa perfecta para seguir sacándole diamantes y petróleo a los pobres negritos del África tropical, que ya no ven más negocio que atracar hoteles internacionales para llevar un sueldo a casa, si es que tienen casa. 
No nos extraña. Hoy los futbolistas son un club de millonarios con jacuzzi que aparentan jugar por su bandera cuando en realidad juegan para seguir haciéndole anuncios a su marca comercial y para que no le rompan el tobillo Mapfre, asegurado en un riñón. Esto del fútbol era más romántico y divertido antes, cuando no había tanta táctica, ni tanta estrategia ni tanto merchandising. A los españoles nos etiquetaron con aquello de la Furia (por no llamarnos paletos directamente). O sea, el pañuelo anudado en la cabeza, a mí Sabino que los arrollo, el botellazo yugoslavo a Juanito, el gol/gatillazo de Cardeñosa, el codazo a Luis Enrique, el timo chino que nos preparó un árbitro con apellido de maltrabaja, y en ese plan. Afortunadamente hemos dejado de ser tontos de campeonato. Ahora jugamos como gongorinos y estamos en el G-20 (aunque sea de postizos). Pero el deporte rey ha perdido pureza, ya digo, se echa de menos aquella odisea de héroes homéricos en calzoncillos a la conquista del mundo. Y en aviones que se perdían en el océano, que aún tenía más mérito. En algún lugar he leído que el único periodista acreditado, cuando el NO-DO, era Matías Prats. 
La globalización, que no es sino un atinado eufemismo del colonialismo, lo ha adulterado todo, y los jugadores de Camerún son infiltrados de la Premier y los de la Premier son mercenarios de unos jeques de Arabia que compran clubes como rosquillas y el entrenador de Inglaterra es un italiano con apellido de peluquero. Según cuenta la press, los jugadores españoles se levantarán 600.000 euracos por ganar los Mundiales, nada, un chupito, y Casillas además se lo montará con la Carbonero. España en caída libre y la masonería del fútbol en un safari africano con elefantes de plástico, que de los otros ya no quedan. 
En Sudáfrica hay 4 millones que viven con menos de un euro al día. Y en lugar de llevarles comida y libros les llevamos balones analfabetos en una especie de gran cruzada cazurra para convertirlos en lo que ya somos en Occidente: patriotas futboleros, gilichorras del balompié, hinchas teleflipados. Aquella gente salió de la barbarie del apartheid y ha terminado en otra barbarie más económica pero no menos terrible: el niño esquelético de Soweto que se muere de hambre en la calle mientras le da patadas a una lata de Coca Cola y le pone unos cirios a la estampita del dios Cristiano. Correré como un negro para vivir como un blanco, dice Eto’o. Los sudafricanos han corrido para escapar de las garras de Frederik de Klerk y al final han caído en las de Blatter. 
Este fútbol hollywoodiense es la quintaesencia de la globalización. Por eso la FIFA se ha planteado prohibir la vuvuzela, esa trompeta que imita el sonido de un enjambre de abejas y que es el símbolo de un pueblo pobre y oprimido. A Occidente no le interesa la voz herida de África ni sus vuvuzelas. A Occidente sólo le interesa el chow/business. Construirán un par de estadios galácticos rodeados de un mar triste de chozas de cartón y uralita y se largarán con el botín. 
Ya todo es fútbol. Rajoy se pone la Roja y posa en el Marca. Zapatero reza para que San Vicente Del Bosque esté iluminado. La política es el arte de manejar los impulsos niñoides de un país. Ra, ra, ra.

Imagen: Forges

LOS SINDICATOS Y ZAPATERO



(Publicado en Levante-Emv de Castelló el 21 de junio de 2010)

Zapatero decreta la vuelta al esclavismo y los sindicatos convocan una huelga general para septiembre. Méndez y Toxo han estirado tanto el calendario que cuando llegue el día ya se nos habrá olvidado que nos están puteando. Lo cual que tenemos un presidente maniatado por un señor alemán del Banco Europeo y un sindicalismo suave, blando, de baja intensidad. La izquierda se diluye. 
«¿Y los sindicatos, dónde están, qué hacen sus organizaciones nacionales e internacionales, qué hacen callados?», avisó el gran Saramago antes de morir. 
Con resignación marxista, nuestros líderes sindicales ya han reconocido que la huelga servirá para poco, que es tanto como quitarle el suspense a la película. Ir «pa ná» es tontería, pensará el ciudadano. Y con razón. 
A esta nueva forma de entender la lucha obrera, comisiones y ugeté la han bautizado como «movilización ascendente», que es sin duda un gran eufemismo para decir que no se atreven a montar el cirio. Aquí somos todos muy civilizados, nos movilizamos pero «ascendentemente», oiga usted. 
Los sindicatos de clase son tanques viejos, herramientas oxidadas. Se han quedado en el picnic dominguero y en las paellas gigantes para jubilados ligones. Con tanta sociedad de consumo, los sindicatos es que se han olvidado de cual es el sentido del obrerismo: la reacción súbita, espontánea, inmediata, combativa. Pero Méndez y Toxo parece que quieran inventar una nueva teología obrera, un sindicalismo burgués y camastrón que deja la revolución para septiembre por miedo a Europa. Un sindicalismo aplazado. 
Zapatero, el Ecofin, la Merkel, la patronal y todos los jerarcas de la pasta canalla se merecen una respuesta en la calle hoy, ahora mismo, ya. Y no es por ponernos en plan rojillos, que después nos apuntan en la lista sumarísima de prefusilados. Aplazar a tres meses vista una huelga general supone degradarla a la categoría de cabalgata del día del orgullo proleta, a una muestra de coros y danzas con silbatos, tricolores desgastadas y el plasta de turno del megáfono gritando eslóganes malos: «Corbacho, cabrón, trabaja de peón» (un suponer). Con tanta apatía sindical se entiende que el personal vaya desmovilizándose, perdiendo la fe, como se vio en la reciente huelga de funcionarios. Aquello fue una despedida de soltero de amiguetes con muchas gorras, camisetas y pins para los niños. 
Zapatero ya sabe que Méndez y Toxo quedan muy típicos tras la pancarta del Primero de Mayo, pero a la hora de elegir entre ellos y el Bundesbank, siempre mejor el Bundesbank. Qué le vamos a hacer, gobernar supone cometer injusticias, y Europa ha pasado de ser un sueño a una gigantesca calculadora que sólo sabe de números injustos. Si ZP obvia a Bruselas ya puede ir cortándose la coleta en medio de la corrida, como ese novillero mexicano que ha reconocido, con explicitud, su inviabilidad genital para la lidia. 
«Cuando las cosas van mal, militancia pura y dura», le ha recomendado Felipe González al presidente. Cuando las cosas van mal, socialismo de plexiglás, democracia bursátil, festival porno de la patronal y una cancillería de ministros mudos y silenciosos como trapenses de la izquierda, diríamos nosotros. Capitalismo a braga quitada, o sea. El resultado es un PSOE descontento por las medidas de Zapatero Manostijeras, como cuentan los cronistas parlamentarios. 
El Gobierno enfría su fervor socialista y los sindicatos hacen sindicalismo frígido, tibio, especulador. Esto es el holocausto capitalista con Díaz Ferrán frotándose las manos y Rajoy disfrazándose de Lenin del lumpenproletariat. Cómo añoramos las huelgas cruentas, alevosas y a traición de Nico Redondo. Aquellos sí eran sindicalistas capaces de tatuarse la fecha de una huelga general en el pecho. Hoy marcan un circulillo rojo en el calendario, como en la fiesta de San Juan, y se van de veraneo a Torremolinos. 
¿La huelga general, dice usted? Para septiembre, hombre, para septiembre.

Imagen: Ricardo

lunes, 28 de enero de 2013

SARAMAGO

(Publicado en Levante-Emv de Castelló el 28 de junio de 2010)

Me gustaba su prosa y me cargaba un tanto su comunismo a ultranza. Ahora el Vaticano, en su versión más reaccionaria y talibán, ha dictado una admonición que le condena por rojo, ateo y masón. Un demonio. José Saramago. 
El artículo defenestrador del gran escritor portugués, firmado por un tal Toscani (de tosco le viene al galgo) se titula La omnipotencia (presunta) del narrador, y viene a ser un certificado de expulsión del cielo y un puñado de malas reflexiones sobre el oficio de escritor. Y por ahí no pasamos. Vale que los jerarcas de la curia quieran darnos lecciones sobre Dios, sobre el más allá y más acá, sobre el preservativo con sabor a coco y sobre el kamasutra gay. Pero que nos quieran dar clases baratas de literatura ya nos parece un poco excesivo. Acusan a Saramago de omnipotente, cuando un novelista es precisamente eso, un «suplantador de Dios» que se rebela contra un mundo injusto, como muy bien ha visto Vargas Llosa. 
Parece pues que estos columnistas de sotana y gorigori han leído poco y mal. Desde Homero a Saramago, la novela es la aventura del hombre por explicar el mundo, por encontrar respuestas, por ponerle cara al Creador en medio de un Universo cruel y hostil.
Pero no queda ahí la cosa del panegírico infumable de Toscani. En este auto de fe de andar por casa se define al reo como un «hombre sin ninguna capacidad metafísica», lo cual es un error de bulto. Saramago, de ser algo, es un concienzudo metafísico que mira detrás del espejo, detrás de la realidad física. Es el gran filósofo de la posmodernidad. La Iglesia se empecina en que el autor portugués quería matar a Dios, en plan Nietzsche, cuando en realidad trataba de conseguir todo lo contrario. Pretendía encontrarlo, humanizarlo en la tradición de nuestro mejor Unamuno. En su Evangelio según Jesucristo, el enorme prosista que era no hace otra cosa que hurgar, rascar, investigar en la naturaleza de Dios, en el lado humano de Dios. Lo que ocurre es que, como todo escritor agudo y certero, concluye que Dios, ni está ni se le espera. Al menos en este mundo. Saramago fue sin duda un escritor comprometido con su tiempo, y de esos ya no quedan. Hoy sólo se escribe de marcianitos verdes, de templarios y de conjuras ridículas. La maldita y tediosa novela histórica. Por contra, los temas de Saramago son profundos, actuales, graves, trascendentes: el hombre y su angustia, el derrumbe de los valores, la alienación tecnológica, el vacío existencial, la muerte, las intermitencias de la muerte. Fue un forense del alma humana abierto y crítico, libre y sincero, un buen hombre que buscó respuestas sin ataduras morales. La verdad nunca se puede buscar desde el dogma. Por eso Saramago no gustaba a la Iglesia. Los espíritus críticos dan grima a los vicarios del Vaticano. Hicieron un entrecot a la parrilla con Giordano Bruno, chantajearon a Galileo y ridiculizaron a Darwin porque nos emparentó científicamente con el mono. No vamos a ponernos anticlericalotes galdosianos a estas alturas, pero uno sospecha que sus señoras santidades quieren devolvernos a la catequesis niñoide, al Jesusito de mi vida, a los milagritos de Lourdes y a las apariciones marianas (las de la Virgen y las de Rajoy). Nos quieren devolver a la infancia engañosa e ignorante, o sea.
Han condenado a Saramago en vida, obra y muerte. Han tenido muy mal gusto en no perdonar a un hombre en su lecho de muerte, que fue la primera lección que les dio Cristo. Sólo les ha faltado ir al entierro del pobre escritor para clavarle un alfiler en la mano, como suelen hacer los chicos de Cosa Nostra cuando tienen que certificar un fiambre. El Papa, que está detrás del papelajo de Toscani, promueve un fascismo teológico que condena al infierno al escritor y arroja sus novelas a la hoguera. Este catolicismo politizado y rencoroso tiene poco que ver con aquel pescador de hombres. 
Urge un ensayo sobre la ceguera de la Iglesia. Y pronto.

LAS BASURAS

(Publicado en Levante-Emv de Castelló el 5 de julio de 2010)

Decía Gustavo Bueno que observar la basura es observar la realidad. Pues observemos. Como el Gobierno valenciano no ha construido las plantas residuales que había prometido al personal, ahora no sabe dónde echar la basura castellonense. Al conseller Cotino, un político globetrotter que lo mismo lo ponen a planchar huevos que a freír corbatas, se le ha ocurrido mandar la basura de tapadillo a Xixona, descargarla con nocturnidad en la tierra del turrón, por si cuela, vaya. Pero no ha colado y se ha montado el turrón. 
Los vecinos ya le han dicho al conseller que eso de que tots soms valencians está muy bien, pero que nastic de rien, que ellos ya tienen su basura autóctona y que cada mierda en su casa y Dios en la de todos. Lo cual que nos encontramos ante otra guerra, como la del agua, por culpa de un desgobierno basuril. Esto con Fabra no pasaba, hombre, porque Fabra ejercía de pequeño Franco que abría basureros como pantanos (y lo que hiciera falta). Desde que está de baja hepática es que nos ha dejado huérfanos de dictablanda. 
Cambiar la basura de sitio para que se oree no es de recibo. Por si no teníamos bastante con la guerra del agua ahora nos quieren meter en la guerra de las basuras. Basura para todos. El español es un ser que necesita una guerra de vez en cuando, mayormente por desfogar. Así que Cotino y Camps, como buenos españoles que son, han abierto un nuevo frente con el follón ése de las basuras, que no deja de ser un reflejo certero de lo que está pasando en la vida política valenciana. Aquí nos hemos acostumbrado a vivir sobre un miasma de basuras, truños, mondongos, mugre, causas judiciales, escándalos, sobornos, banqueros ocultistas, avalistas fantasmas, chóferes bursátiles, dinero delictivo, butroneo a calzón quitado, en fin. Hay tal cantidad de basura suelta y pululante que la corrupción crece alegre y diáfana en una especie de gran invernadero del vicio y del merder. 
La política y la basura son dos caras de la misma moneda. La vida es basura organizada, nació de un pequeño microbio que retozaba en una charca pestilente. Luego llegó el mono (el mono español ya robaba) y más tarde el concejal de Urbanismo (éste especializó el árbol evolutivo del trinconeo). El ser humano es, en esencia, una especie que contamina y que se corrompe mucho. Ensucio ergo sum, tendría que haber dicho Descartes. El 95 por ciento de nuestro ADN es basura, tragamos horas y horas de televisión basura y nuestros políticos son tramoyistas de la política basura. Hemos dejado atrás la Era Atómica para entrar de lleno en la Era de la Basura, que es una vuelta al neolítico, sólo que con el GPS metido en el culo, Jorge Javier con su caca deluxe y un montón de gente haciendo fitness. Quiere decirse que ya todo es basura sucia: la guerra de Irak, el escape de crudo de la BP, la chatarra espacial, la pederastia católica y el dinero espurio de los choricillos con carné, tipo Matas y otros especímenes más nuestros y reconocibles. 
La basura lo inunda todo, ya digo, no sólo la Política, también la Cultura. El símbolo de nuestro tiempo es el váter de Duchamp y los vampiros ñoños, lelos y frígidos de Eclipse. Las librerías son grandes basureros de papel. Pero no nos andemos por las ramas, como hace Cotino, que manda nuestra basura por los cerros de Úbeda para ver si se oxigena un poco o se pierde por ahí o se la encasqueta a otras nacionalidades ibéricas en una especie de nuevo trasvase Mijares/Segura del basuramen. Este PP que promete plantas depuradoras y luego si te he visto no me acuerdo ha inventado la road movie del excremento fugitivo. Agita la guerra de las basuras como agitó la guerra del agua. No ha debido enterarse Cotino de que tenemos nuevo Estatut de Cataluña y la basura es realidad nacional transferida por competencias. 
Ahora que Camps va a pedirle a Zapatero todo lo que el Constitucional le ha dado a los catalanes, podría pensar también en pedirle una solución a tanta basura. Porque esto ya huele, joer.

REDADA BRUGAL

(Publicado en Levante-Emv de Castelló el 12 de julio de 2010)

José Joaquín, tú no, hombre, tú eras nuestro héroe zaplanista, nuestro Superman de la Vega Baja, nuestro Aragorn de la Tierra Media. Tú te enfrentabas a los orcos del campsismo y a los palanqueros de la corrupción con el brío de un titán en extinción. No nos terminamos de creer que te hayan entrullado, siquiera por doce horas. Qué cosas, oyes. 
Anticorrupción dice que obispabas en las contrataciones ésas de las basuras malolientes. Te acusan de estar presente en las sospechosas sobremesas, cuando la calderilla circulaba bajo la mesa. Pero tú no sabías nada, dinos que tú no sabías nada, júralo por Snoopy, por Rajoy, por Zaplana. 
La Policía ha entrado en tu chalé, ha revuelto tus cosas, tu vida, tu alma. Como a un vulgar Vaquilla ganzuero y revientacoches del Carabanchel bajo. Tú no, J.J., tron, tú no. No puede ser que tu también te hayas zombificado con el veneno del dinero voluptuoso. Tiene que ser un mal sueño, una pesadilla sociata de verano. 
Habías acuñado un seny blavero digerible, una forma de hacer, una metafísica coherente y lógica ante tanto Gürtel, desparrame y corrupsió. Tú, J.J., con tu look moreno Benidorm, con tu porte feudal de cavalliere berlusconiano que plantaba cara al patrone Camps, con tu desparpajo de Robin Hood de la vida pública, chuleabas a los de arriba y provocabas la admiración de los de abajo. ¿Cómo ha podido ocurrir, J.J.? ¿Cómo ha podido suceder? 
Nos tenías camelados con ese rollo cabal que te marcabas, con ese nardo de tío inconsútil que te tirabas cuando salías en Canal Prou desafiando a los amos del Consell. Ahora te quieren meter en el marrón ése de las basuras, la basura es la esencia de lo humano, lo dijimos aquí la pasada columna y no vamos a entrar de nuevo por no aburrir. 
Ya eres una celebrity nacional, ya tienes tu propio caso. En este país el político que no tiene un caso es un fracasado. Hay que doctorarse en Derecho Penal, como los buenos macarras. El caso Brugal. Suena etílico. No desesperes, J.J. Ya se encargará González Pons de reducir tu escandalazo a la categoría de movidilla juvenil Saturday Night Fever, al rango de Watergate estilo Pinoso. González Pons se mete un chute de Brugal, pone a la policía de vuelta y media y te saca del apuro, eso fijo. 
Tú no, J.J., dinos que no es cierto, porfa, dinos que tú no has caído en el lado oscuro, que fueron otros los que te liaron, ellos, los de siempre, los de la corbata y el bigote, los heraldos del dinero pestilente, que están ahí, de sombrones cortesanos, de cuervos del urbanismo trincón, esperando que les caiga una comisión tonta o una adjudicación o un chupito administrativo. Ellos te pegaron el mal, la sífilis del dinero. La sangre se hereda, el vicio se pega, que dice Mateo Alemán. 
Háblanos, Moisés del Tajo-Segura, dinos que nada de esto está ocurriendo de verdad, anda, chato. La pasma merodeando por tu chalé, el fiscal hurgando en la cesta de la ropa sucia, tus mejores amigos arrestados en el encierro de San Fermín (esto sí que ha sido un encierro) los perros husmeando el soborno, buscando el cohecho, siguiendo el rastro del parné de mierda del que tú nada sabes, porque tú seguro que eres virgen inocente en esta orgía de la cachondodemocracia que nos ha tocado vivir. 
Primero Fabra, luego Camps, ahora tú. El carrusel del juzgado, el tiovivo de la vergüenza. ¿Es que no va a quedar ninguno sano? Tú, J.J., no puedes ser como otros que están hasta las trancas. Tú figurabas en la vanguardia de la subversión pepera, ibas de único, de honesto, a tu aire, easy rider, eras un outsider, un lumpen del sistema putrefacto, y eso nos molaba mogollón, porque eras el más rápido al oeste del partido desenfundando el código ético. Cuando nadie en el PP quería escuchar tus moralinas, cuando nadie se atrevía a alzar la voz contra Bigotes-Correa Productions, tú, J.J., tirabas de código ético, como ese cura desesperado que tira de Biblia en una iglesia vacía. Por eso te vemos metido en el fango y la tolvanera y no te reconocemos. Nos tienes en un ay. Eres como el Robert Mitchum de la Noche del Cazador que lleva tatuado Amor en una mano y Odio en la otra. Y esa especie de androginia política que practicas (¿ángel o diablo?) nos confunde. ¿Es que vamos a tener que preguntarle al Pulpo Paul si eres culpable o inocente? Explica ya tanta basura, tanto chanchullo, tanto dinero. Dinos que todo es mentira. Dilo ya, por tu padre.

LA ESCUELA

(Publicado en Levante-Emv de Castelló el 13 de septiembre de 2010)

Ha comenzado el curso escolar con más alumnos y menos profesores que nunca. Dentro de nada pondrán al bedel a dar clases de álgebra. De modo que, por lo que parece, a esta derecha valenciana damasquinada de corrupción no le interesa que nuestros niños tengan una educación sana y equilibrada. Quizá sea por aquello de que una buena educación hace pensar, y cuando la gente piensa cae en la cuenta de que el señor del bigote, el de las magdalenas Ortiz o un constructor dedoscalientes le está robando la cartera.
La cosa es que un 30 por ciento de nuestros alumnos sucumbe en la trinchera de la escuela y el porcentaje crece cada año. Mientras tanto, al PP sólo le preocupa que las familias ricas puedan seguir llevando a sus hijos ricos a colegios ricos. La derechona esconde la cabeza debajo de su ala más burda y las aulas/barracones siguen llenándose de jóvenes ágrafos. La consecuencia es que nuestros chicos están todo el día dándole al SMS tonto, jugando a la play o echando unas caladas al porrillo, que es el chupete anestésico de esta sociedad orwelliana. Lo que pasa en los colegios es el desierto que avanza, como dice Nietzsche. 
Si seguimos cultivando una educación hueca y vacía, pronto habrá más vigilantes de seguridad que profesores en los colegios. Mayormente para evitar matanzas tejanas en plan yanqui. 
No hace mucho escuché en la radio cómo un joven confesaba, sin pudor, que no sabía nada de la Guerra Civil. El problema es que los niños de hoy no saben nada porque no les enseñan nada, lo cual es producto del sistema educativo improvisado y estéril del PP. En este país, los Reyes Católicos son unos héroes o unos villanos en función de quien gobierne. 
Para mí que el mecano educativo se hundió cuando Maravall y Solana quisieron sacar la Filosofía de los colegios. La filosofía es el alimento del espíritu, el alma del cuerpo. Sin Sócrates, Platón, Aristóteles, Descartes y Hegel no es posible amueblar una mente adolescente y decente. Ahora los maestros les dan unas nociones rápidas de conocimiento del medio (¿qué coño será conocimiento del medio?) unas clases de sexo y gimnasia y unas pocas sumas y restas y hala, a montar un Gürtel por ahí, que el Gobierno valenciano es como un primo y cuanto más primo más me arrimo. 
Adiestran a los niños para trepar en la vida, para manejarse con la pasta y el chanchullo, para moverse fuerte en el soborno gubernamental. Será eso lo que los pedagogos modernos llaman tecnología educativa, que no deja de ser una tecnocracia de analfabetos en una sociedad mendaz. Para llegar a esto mejor hubiera sido seguir con el viejo sistema: el maestroescuela de americana raída, pitillote triste en la boca y amarga soltería. 
Queda claro que una Atenas improductiva y culta siempre será mejor que una sociedad rica pero zafia. Un país ignorante es, entre otras cosas, un país más fanático y racista. Hay que enseñar más Hawking en el colegio para que no nos salgan alzacuellos con ganas de quemar coranes, como ese pastorcillo pirómano de Florida. Hay que enseñar mucha Historia y la expulsión de los judíos de España para que no nos venga luego un Sarkozy a darle caña al gitano, que es de goma (sólo le ha faltado pedir que intervenga la Guardia Civil). 
Y con esa mala educación es como estamos construyendo una mala Europa, esta gran mentira llamada Europa. 
La educación de baja intensidad que le estamos dando a nuestros colegiales explicaría que cada hornada de políticos sea peor que la anterior. Aún no hemos llegado a la comedia slapstick de otros parlamentos que se tiran tartas a la cara, aunque todo se andará. El tartazo cómico entre diputados será el acto final de nuestra democracia televisiva y boba que hace coincidir elecciones con partidos de fútbol (un gesto muy feo, señor Montilla). 
Para mí que a este PP pollino y sospechoso, el PP del traje y el pelotazo, no le interesa la escuela. Le basta con el pensamiento único, el pensamiento inculto. 
Terminarán por incluir las memorias de la Esteban en los planes de estudio. Y si no al tiempo. 

Imagen: Leandro

domingo, 27 de enero de 2013

LA IZQUIERDA


(Publicado en Levante-Emv de Castelló el 11 de abril de 2011)

Fue el presidente del talante, el chico enrollado que sedujo a los jóvenes con solo levantar una ceja, el pacifista belicoso que salió de una guerra para meterse en otra, el reformista que quiso cambiar España en cuatro días (cuando a España no la cambia ni la madre que la parió). Dio paga a jubilados y bebés, casó a los gays, sacó el aborto de la clandestinidad, planeó un país más moderno y federal. Fue, en definitiva, el último profeta del progresismo light, el mesías incomprendido del naufragio europeo socialista, el mártir definitivo del rojerío.
Después de Zapatero queda el viejo y zorro Rubalcaba, queda la aplicada y adolescente Chacón, quedan los cuatro retratos amarillentos de Indalecio Prieto y Largo Caballero, quedan los cien años de historia del PSOE, la rosa marchita y un puño que no se levanta ni con Energisil. Ni montando en el caballo a Felipe González, en plan Cid Campeador, ganan los sociatas las próximas municipales. Las generales, ya veremos, pero con casi cinco millones de hambrientos enfurecidos no vamos a ninguna parte. El socialismo nació para dar pan al obrero. Cuando la izquierda no puede dar pan lo da el cacique paternal (con intereses, por supuesto). El pueblo se olvida pronto de los ideales si hay hambre. 
La imagen de ZP despidiéndose en el atril, entre palmas y lágrimas, entre recuerdos y abrazos, fue un paso de Semana Santa conmovedor y melancólico, el canto de cisne del último camarada de la izquierda europea. A partir de mayo los bárbaros feroces avanzarán por la civilizada Al Andalus infectada de trincones y tahúres del ERE gate. Europa y el mundo están ya en la senda del fascismo democrático, o sea millones de parados votando a la Coca Cola o a Microsoft, tanto da. 
Mientras tanto, Berlusconi es un Mussolini que tolera la democracia porque le va la marcha de los focos, la tele y las velinas; Sarkozy es un petit Napoleón que vive para sus cremas faciales y para la Bruni, que es un anuncio cosmético; Fabra y Camps, a lo suyo, a sus aeropuertos y a sus trajes, o sea. Rajoy es un conde de Romanones indolente que disculpa a los manzanillos podridos antes de subastar lo que queda de Estado de Bienestar. 
La izquierda se muere. La derecha ya ni siquiera vende Dios, Patria y Orden sino simplemente dinero, dinero desbocado, ciego, enfermo. El socialismo, desde Felipe y el desplome de la URSS, ha arrojado el crucifijo de Marx por la ventana. Ya todo es liberalismo, ya todo es especulación a braga quitada, Bolsa, palancazo como filosofía y despido libre, más un chorbo alemán con tirantes que se lo lleva crudo a costa de ir hundiendo países. Volverá la derecha si Superalfredo no lo impide (con permiso de la Chacón). 
El PSOE lo fía todo al milagro Rubalcaba, que es un mago Merlín y conoce la alquimia de la política. Pero hasta un mago necesita tiempo para preparar sus trucos. El ministro viejo y astuto no tiene tiempo, el tiempo corre en contra de la izquierda europea, que se ahoga en la peste de la crisis monetaria e ideológica. 
Recorre Europa el fantasma de un fascismo pesetario y posmoderno auñado en el revisionismo histórico, el TDT party (Gabilondo), el pensamiento paleto y el neocolonialismo del tercer mundo. 
¿Dónde están los socialistas de verdad, adónde se fueron, cuándo se esfumaron? Estamos hartos de renovatas de diseño, de rojos de Armani, de ricos comunistas, de burócratas apesebrados con carné, de socialdemócratas de boquilla, de franquistas reciclados que hoy votan esto y mañana lo otro, de infrarrojos improvisados, de arribistas mediocres sin ningún estilo, de siglas vacías, de palabras mudas y sordas. 
Dicen que la izquierda es un anacronismo cuando es todo lo contrario: es más necesaria que nunca. Humanismo, ecología, justicia social, derechos civiles. ¿Por qué será tan difícil hacer realidad estos nobles principios? 
Como Luther King, Zapatero tuvo un sueño. Un sueño que no pudo o no quiso o no le dejaron cumplir. Ahora el sueño se torna pesadilla otra vez. Bye, bye, ZP. Puso empeño y corazón. 
Pero qué quiere que le diga, señor presidente, no salió bien lo de la ceja.

Imagen: J.R. Mora

EL CACHONDOSOCIALISMO

(Publicado en Levante-Emv de Castelló el 20 de septiembre de 2010)

Empezó de Robin Hood del proleta y ha terminado de Hombre Invisible de Rodiezmo. Sólo que el héroe se ha hecho viejo de fracasos, desgastado de poder. El poder es como la vida: cansa. 
En estos seis años de gobiernos y procelas, a Zetapé lo han hecho un hombre, mayormente los poderes fácticos, como antes en la mili, y además lo han hecho socialista a la inversa, o sea un invertido ideológico. 
Podríamos citar una larga lista de errores e infortunios (los aciertos los dejamos para otra columna): la pasta que endosó al banquero para que siguiera tirando con sus dietas y sus putas; el despido improcedente de Solbes; el despendole del cheque bebé; la democracia arrodillada ante un señor gordo del Bundesbank; la jubilación a los cien; la reforma laboral, que ni es reforma ni es laboral, sino un robo con intimidación al obreraje. Y en ese plan. Lo cierto es que tuvimos fe en Zetapé, al que ahora llaman Zetaparo. Se lo dijimos en su momento, señor presidente: no nos falle. Se lo advirtió un joven con el rostro aún roto por la rabia tranquila y la sangre absurda del 11-M. Pero ha caído en la misma trampa neoliberal en la que caen todos cuando la economía se pone fea: vara al proletariat y barra libre para el patrón. 
La cuestión es: ¿qué es hoy el PSOE? Pues son los infrarrojos de boquilla, Botín, La Sexta y Milikito, los milloncejos de Bono y su implante de pelo, la mitad de Prisa (la otra mitad está en la COPE), las momias que vuelven tipo Asunción, algún petit burgués catalán, el lobby gay de Zerolo, los frikis de diseño, sindicalistas liberados con morramen, las jovencitas primarias que se suben a las barbas del jefe, más la Trini, que sigue fresca y lozana, menos mal. Ahora que el presidente nos ha vendido al capital ya somos todos carne de cañón, finiquitos con patas, números estadísticos para que Rajoy se entretenga echándose unos crucigramas antes de poner sus reales en la Moncloa. 
El gobierno pepero que viene será una de mafias a la española, los violentos años veinte, sólo que con El Bigotes de ministro y forrándose a golpe de chanchullo. Ahora los han vuelto a pillar en otra grabación policial alicantina: «Te debo una comida, macho», dice uno de los artistas. «Sí, una buena comida, pero de rabo», le contesta otro fulano. 
Tantos años de parlamentarismo limpio y decente, tantos años de incansable lucha por la democracia y la libertad, para terminar en una merienda de rabos. 
Ya somos piezas inútiles de ese mecano monstruoso y cruel que es el liberalismo corrupto. Ya somos fichas de carne de ese gran monopoly que es España SA, España Paraíso Fiscal. 
Todo el pueblo vive acollonado por el futuro, que es más negro que el de un gitano en la nueva Francia aria de Sarkozy. Ésta es la generación perdida, sólo que sin Faulkner y con Jorge Javier de gran gurú de la estulticia inculta. Es la rueda dentada de la Historia, que gira y gira y atrapa siempre al mismo, al pueblo, al hombre. Es la dialéctica hegeliana: después de la rapiña la crisis; después de la crisis el paro; después del paro la huelga general; después de la huelga general un demagogo gallego de mano en pecho, sombrero de Napoleón y mirada lunática que se sube al carro destartalado del país para hacer patrioterismo. ¿Patriotas? Me entra la risa nerviosa. Estos patriotas de la derecha arrastran tras de sí una caravana de asaltatrenes con carné profesional. Ellos y Rajoy harán el paseíllo triunfal entre confeti de dinero negro, ruinas, escombros y cadáveres laborales, o sea parados. 
Decían que la lucha de clases era cosa del pasado. Y un huevo. Que llegue ya el 29-S para gritar, protestar, patalear y despotricar contra unos y contra otros. Aunque no sirva de mucho. 
Que nos la meta doblada el tío del puro y la pela nos duele. Pero que nos la meta un supuesto socialista, señor presidente, escuece aún más. Ya le vale.

Imagen: wordpress

LOS GITANOS

(Publicado en Levante-Emv de Castelló el 27 de septiembre de 2010)


Anda todo el mundo quejándose del fascismo bajo en nicotina y alquitrán de Sarkozy porque al pequeño Napoleón se le ha ocurrido decretar un progrom contra los gitanos. Nos quejamos mucho del fascismo gabacho, pero todavía no he oído yo a nadie quejarse del fascismo autóctono, del fascismo doméstico, de nuestro fascismo. Aquí también tenemos nuestros gitanos patrios y un señor del PP de Badalona anda echando pestes de ellos día sí, día también. 
No veamos la paja fascista en ojo ajeno sin ver la viga en el nuestro. De una forma o de otra, en este país a los gitanos los hemos exiliado sin moverlos del sitio, los hemos condenado a un exilio cultural, social, moral, que es el peor de todos los exilios. El chiste del gitano y el guardia civil es todo un clásico.  
De cuando en cuando sale algún gitano con arte, un quejío relámpago que nos deslumbra, y le montamos un concierto en Nueva York para que los yanquis vean lo integrada que está esta gente. 
A uno le parece que la cruzada contra el gitano que ha empezado Sarkozy tiene mucho que ver con el retroceso de la izquierda en todo el mundo, también en España. El fascismo amable avanza en todo el planeta que es una barbaridad. 
Ahí tenemos a las señoras del Tea Party americano, que por la mañana van a misa de doce, por la tarde se reúnen en la asociación del rifle a tomar unas pastitas y por la noche se meten en la cama con sus maridos del Pentágono y les convencen de alguna guerra en Oriente Medio. Ahí vienen los ultras suecos, que suben como la espuma (ya lo avisó Larsson antes de infartarse de hamburguesas y tabaco). Y ahí están, como no, las brabuconadas de Berlusconi, que es un playboy de rayouva salido del Festival de San Remo, sólo que algo más bronceado y televisivo (ahora dice la press de la ingle que vive obsesionado con la Carbonero). 
El caso es que desde que cayó el Muro de Berlín, en Europa hay una masonería fachilla, una ultraderecha solapada que quiere liquidar el Estado de Bienestar. Primero han empezado por barrer a los gitanos, que como son muy ruidosos por la noche y cobran mucho subsidio pues los echamos y a otra cosa. 
Ésta es una Europa podrida de religiones, catedrales bancarias, paraísos fiscales, chernóbiles, ideas decadentes, odios futbolísticos, racismos varios y fantasmas del pasado que quiere dar la extremaunción al Welfare State para que así los berlusconis de la vida puedan seguir dándose a la dolce far niente. Hasta el Papa da el visto bueno a la demolición cuando dice que la democracia no puede sustentarse sólo en el consenso social. Como si la democracia fuera otra cosa distinta que consenso social. Éramos pocos y parió la curia. 
Zetapé no creemos que vaya a expulsar al gitano, de momento, pero desde que anda de romerías por Wall Street se le está poniendo una cara estreñida de Michael Douglas neocon que tira para atrás. Ya hemos dicho en esta columna que el presidente ha abrazado el canibalismo capitalista, que es el fascio económico, la mano invisible de Adam Smith, o sea. Ése, ése es el problema, y no los gitanos. El meollo es que hay demasiadas manos invisibles sueltas por ahí, butroneando, palanqueando, sisando, trilando en nuestras vidas y en nuestras carteras. Aquí ya no roba el gitano de posguerra, aquí el que más roba es el rico, el rico riquísimo que lleva dentro de sí a un robamelones de traje y corbata. 
Dicen que a Fabra lo aplaudieron mucho en el juzgado. El hombre reconoció ante el juez que abrió cien cuentas porque las necesitaba para administrar su patrimonio. Angelito, si él no ha hecho nada, si él sólo ha sido un picaflor del mercado, si sólo quería jugar un ratito al monopoly. Ahora compro, ahora vendo, nada por aquí, nada por allá. Fabracadabra. Con todo, lo peor no es que un presidente caiga en la tentación del dinero fácil. Lo malo y terrible, lo que realmente produce miedo y asco, es todo el grupo de mariachis que le jalearon rancherilmente y repartieron bocadillos y palomitas en la puerta del juzgado. Los romeros, flamencos y gitanos que le cantaron seguidillas y taconearon en el fango. Olé Carlitos, arsa, ozú mi arma. Todos estaban allí y quedaron inmortalizados en la foto indigna: Moliner, Martínez, Aparici, más alguna rubiaza femme fatale. Los futuros padres de la patria, en fin. Lo dicho, el fascismo amable que avanza. Que Dios nos coja confesados.

Imagen:gentedigital.es