sábado, 26 de enero de 2013

TOP SECRET

(Publicado en Levante-Emv de Castelló el 13 de diciembre de 2010)

Wikileaks, sin fondosEl pájaro cantó y el pájaro, no podía ser de otra manera, terminó en la jaula. Nos referimos, cómo no, a Julian Assange, ese extraño y misterioso personaje que ha puesto el mundo patas arriba con sus informaciones en Wikileaks. Cada cable que colgaba en Internet era una bomba en el culo de nuestros gobernantes. Cada noticia era un zarpazo más en la máscara de nuestros hipócritas y cínicos políticos. Al final, se veía venir, lo han entrullado por un escandalillo de faldas. Aquí, al que cuenta la verdad se le busca un lío de la ingle, se le enchirona y a otra cosa. Se me ocurren un par de ejemplos.
Pero para escándalo todo lo que Assange nos ha ido contando sobre Obama, sobre Putin, sobre Sarko y la Bruni, sobre Pelandrusconi, sobre Ansar/Bush, sobre ZP, sobre Irak, sobre el pobre Couso, sobre Afganistán, sobre los vuelos de la CIA, sobre Guantánamo, sobre tantas cosas oscuras y sucias... 
Durante estas semanas gloriosas, Assange, un ácrata drapeado de rubio dandismo inglés, nos ha ido obsequiando con noticias apasionantes, con historias que muestran cómo se mueven los hilos del mundo. Sus filtraciones, unas veces bombazos informativos, otras simples cotilleos, han sido un regalo para la humanidad. Ha demostrado que Internet sirve para algo más que para buscarse un ligue y jugar a marcianitos, que es lo que hace hoy la juventud robusta y engañada, como decía Quevedo. Assange ha reinventado el periodismo lanzándolo para siempre hacia lo virtual, hacia lo global, hacia el futuro. A Tom Wolfe nos lo vendieron como el nuevo periodismo, cuando en realidad el nuevo periodismo lo inventó Larra, que reivindicó el yo del escritor mucho antes de que lo hicieran Capote y Mailer. Wolfe es otro dandi vestido de primera comunión que prendió la hoguera de vanidades. Assange ha demostrado que se puede hacer un nuevo periodismo imparcial, libre, limpio, sin hipotecas. Hay quien dice que sus noticias son un bluf, pero no serán tanto bluf cuando hasta El País se hace eco de ellas y tiene un equipo de periodistas siguiéndolas día y noche. Noticia es lo que interesa a la gente y estos tejemanejes diplomáticos, estas presiones yanquis a sus supuestos aliados, estas guerras que se montaban entre canapé y canapé, entre cumbre y cumbre, entre mentira y mentira, interesan al personal y mucho. El periodismo necesitaba un Assange que viniera a desempolvar las podridas alfombras de nuestros periódicos. Hoy la izquierda escribe para Zapatero, desde el desencanto y cierta nostalgia, y la derecha –Losantos y esa gente– desde una pluma rencorosa que trabaja para el PP. Nuestro problema es que hay más ministros y funcionarios en los periódicos que en los propios despachos ministeriales. 
Sólo los ácratas, los Assange del mundo, los piratas de la pluma, escriben hoy con libertad, como debe ser, porque uno entiende el periodismo como la voz de la calle frente a la voz del poder aplastante, frío, monstruoso. El otro día escuché a González Pons quejarse de que hay más páginas en la prensa sobre Gurtel que en el propio sumario. Es obvio que a González Pons no le gusta la prensa. Le fastidia. Si de él dependiera volveríamos a la radio franquista, con Ama Rosa, Bobby Deglané y la petición de la canción hortera para el recuerdo de la suegra muerta. No entienden que el periodismo es contrapoder, beligerancia, agitación, crítica, y escribir, escribir hasta la extenuación, como hacía Paco Umbral, que murió dictando su última columna. El periodismo tiene que agarrar al poderoso por donde más le duela, por los huevos de oro si es preciso, porque una rotativa complaciente es un dinosaurio muerto y olvidado. 
Sólo hay un antídoto contra el poder corrupto: prensa y más prensa. El Poder no tolera la verdad. El ciudadano que lee periódicos reflexiona, piensa, vive, siente, aprende, padece, sufre. Al menos, si nos matan, que nos pillen conscientes, no vegetativos por el elixir tonto de la televisión, que ya sólo vende bragueteo y detergente. El ciudadano que no lee periódicos vive un sueño anestésico del que sólo despertará cuando note que El Bigotes de turno le está birlando la cartera. 
Gracias, señor Assange. Fue bonito mientras duró.

Imagen: Ferran Martin

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