miércoles, 16 de enero de 2013
LOS CÍNICOS
(Publicado en Levante-EMV de Castelló el 27 de junio de 2011)
Lo que uno se pregunta es por qué los gurúes de la prensa conservadora, los patriarcas que se hacen llamar a sí mismos intelectuales, se dedican a atacar día sí, día también, a los indignados, a los ciudadanos, al pueblo. ¿Qué les ha hecho la gente? ¿Tan lejos viven ya de la calle, tan lejos quedan ya sus años de juvenil y falsa revolución, tanto le deben a la derecha política y económica de este país?
Hay una élite cultural, ya digo, que ha tomado partido por el poder fáctico y que arremete, sin pudor, contra un movimiento cívico no solo inevitable, sino también justo, necesario, purificante. Sánchez Dragó, sin ir más lejos (y no es por poner ejemplos) ha dicho en una de sus filípicas desquiciadas que el 15M es un grupo "hitleriano, totalitario". Uno cree que a Sánchez Dragó se le ha ido la olla de tanto psicotrópico entre japonesitas estupradas, allá por los sesenta.
Queda fuera de toda duda que el 15M es una revolución pacífica (salvo los cuatro niñatos que van de anarcos y compran en Zara). Pero la derechona literaria, con el peor de los gustos, ya ha puesto su brazo y su pluma al servicio del poder. No escatiman en mentiras e insultos contra una legítima movilización popular que no es sino el grito ahogado de un pueblo esclavizado por los mercados, por los vividores de la política, por los mariocondes del butroneo a manos llenas. En los últimos días he contabilizado la palabra perroflauta unas 118 veces por lo menos y la Academia debería prohibirla ya por falta de gracia. Esta intelectualidad rancia de la derecha es la misma que defendía el Antiguo Régimen cuando los revolucionarios hambrientos trepaban por la Bastilla, la misma que seguía apoyando a los negreros americanos cuando los esclavos rompían las cadenas en infiernos de algodón (los negreros de hoy son la Patronal y la casta política apesebrada, mas un señor aerofágico con tirantes que juega a los barcos con la madre Grecia en algún rascacielos del Bundesbank).
Estos literatos camastrones a los que se les llena la boca de democracia, estos impostores que no han escrito una mala metáfora en su vida y cuyo mérito mayor ha sido vivir de alquilones en un chaletorro de La Moraleja, exigen que el pueblo se esté quieto y sumiso en su casa hasta que la policía llegue con una orden de desahucio. Son columnistas de orden, patria y Dios (por este orden), columnistas que tienen la suerte de que ya no quedan intelectuales de verdad para plantarles cara porque todos los intelectuales de verdad se han pasado al otro bando. Aquellos escritores de la izquierda, hoy tan necesarios, salieron corriendo cuando se vino abajo el Muro y nunca más se supo. En su lugar quedan los dragós, los federicos, los gistaus, (estos algo más jóvenes por fuera pero igual de momias por dentro). Han usurpado el lugar del intelectual comprometido y cualquiera de ellos llega a conseller de Camps en una noche de copas. Es la hora de los cínicos, de los pragmáticos, de los mudos, de los nihilistas, de los graciosos con poca gracia, de los adosados del poder. Son la vanguardia del capitalismo salvaje, la pluma sangrienta que dispara contra los descamisados en un nuevo 2 de mayo. Quizá, no sé, es que añoran otros tiempos y asienten con la calavera ante el nuevo fascismo que recorre la vieja Europa.
Pues que dejen en paz al pueblo, que sigan con su silencio de alta rentabilidad, que duerman su siesta impúdica mientras la gente sale a la calle a defender la democracia. Los carcas, los viejos, las momias, han vendido su alma al diablo por una novela mala al año que nadie compra o un ensayo coñazo que ni ellos mismos son capaces de tragarse. No va bien un sistema político en el que las palabras contradicen a los hechos, decía Napoleón. Desoír las palabras del pueblo es el primer paso hacia una revolución. Ellos, antaño tan ácratas y tan comunistas, deberían saberlo.
Y no se me ocurre una forma más elegante de decirles que son unos vendidos.
Fotografía de David Busto Méndez
http://ennegativo.blogspot.com.es/
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