(Publicado en Levante-Emv de Castelló el 11 de abril de 2011)
Fue el presidente del talante, el chico enrollado que sedujo a los jóvenes con solo levantar una ceja, el pacifista belicoso que salió de una guerra para meterse en otra, el reformista que quiso cambiar España en cuatro días (cuando a España no la cambia ni la madre que la parió). Dio paga a jubilados y bebés, casó a los gays, sacó el aborto de la clandestinidad, planeó un país más moderno y federal. Fue, en definitiva, el último profeta del progresismo light, el mesías incomprendido del naufragio europeo socialista, el mártir definitivo del rojerío.
Después de Zapatero queda el viejo y zorro Rubalcaba, queda la aplicada y adolescente Chacón, quedan los cuatro retratos amarillentos de Indalecio Prieto y Largo Caballero, quedan los cien años de historia del PSOE, la rosa marchita y un puño que no se levanta ni con Energisil. Ni montando en el caballo a Felipe González, en plan Cid Campeador, ganan los sociatas las próximas municipales. Las generales, ya veremos, pero con casi cinco millones de hambrientos enfurecidos no vamos a ninguna parte. El socialismo nació para dar pan al obrero. Cuando la izquierda no puede dar pan lo da el cacique paternal (con intereses, por supuesto). El pueblo se olvida pronto de los ideales si hay hambre.
La imagen de ZP despidiéndose en el atril, entre palmas y lágrimas, entre recuerdos y abrazos, fue un paso de Semana Santa conmovedor y melancólico, el canto de cisne del último camarada de la izquierda europea. A partir de mayo los bárbaros feroces avanzarán por la civilizada Al Andalus infectada de trincones y tahúres del ERE gate. Europa y el mundo están ya en la senda del fascismo democrático, o sea millones de parados votando a la Coca Cola o a Microsoft, tanto da.
Mientras tanto, Berlusconi es un Mussolini que tolera la democracia porque le va la marcha de los focos, la tele y las velinas; Sarkozy es un petit Napoleón que vive para sus cremas faciales y para la Bruni, que es un anuncio cosmético; Fabra y Camps, a lo suyo, a sus aeropuertos y a sus trajes, o sea. Rajoy es un conde de Romanones indolente que disculpa a los manzanillos podridos antes de subastar lo que queda de Estado de Bienestar.
La izquierda se muere. La derecha ya ni siquiera vende Dios, Patria y Orden sino simplemente dinero, dinero desbocado, ciego, enfermo. El socialismo, desde Felipe y el desplome de la URSS, ha arrojado el crucifijo de Marx por la ventana. Ya todo es liberalismo, ya todo es especulación a braga quitada, Bolsa, palancazo como filosofía y despido libre, más un chorbo alemán con tirantes que se lo lleva crudo a costa de ir hundiendo países. Volverá la derecha si Superalfredo no lo impide (con permiso de la Chacón).
El PSOE lo fía todo al milagro Rubalcaba, que es un mago Merlín y conoce la alquimia de la política. Pero hasta un mago necesita tiempo para preparar sus trucos. El ministro viejo y astuto no tiene tiempo, el tiempo corre en contra de la izquierda europea, que se ahoga en la peste de la crisis monetaria e ideológica.
Recorre Europa el fantasma de un fascismo pesetario y posmoderno auñado en el revisionismo histórico, el TDT party (Gabilondo), el pensamiento paleto y el neocolonialismo del tercer mundo.
¿Dónde están los socialistas de verdad, adónde se fueron, cuándo se esfumaron? Estamos hartos de renovatas de diseño, de rojos de Armani, de ricos comunistas, de burócratas apesebrados con carné, de socialdemócratas de boquilla, de franquistas reciclados que hoy votan esto y mañana lo otro, de infrarrojos improvisados, de arribistas mediocres sin ningún estilo, de siglas vacías, de palabras mudas y sordas.
Dicen que la izquierda es un anacronismo cuando es todo lo contrario: es más necesaria que nunca. Humanismo, ecología, justicia social, derechos civiles. ¿Por qué será tan difícil hacer realidad estos nobles principios?
Como Luther King, Zapatero tuvo un sueño. Un sueño que no pudo o no quiso o no le dejaron cumplir. Ahora el sueño se torna pesadilla otra vez. Bye, bye, ZP. Puso empeño y corazón.
Pero qué quiere que le diga, señor presidente, no salió bien lo de la ceja.
Imagen: J.R. Mora
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