viernes, 26 de enero de 2018

EL MAL DE NUESTRO SIGLO

(Publicado en Revista Gurb el 26 de enero de 2018)

El sueño imposible de derrotar al maldito cáncer está más cerca que nunca y sin embargo aún pueden pasar décadas antes de que el ser humano encuentre el tratamiento definitivo para acabar con una enfermedad que siega la vida de millones de personas cada año en todo el mundo. ¿Quién no tiene un familiar muerto prematuramente por algún tipo de cáncer? ¿Quién no ha sentido la impotencia de no poder hacer nada por un amigo fatalmente tocado por un tumor incurable? Eduardo López Collazo, director del Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital Universitario La Paz de Madrid (IdiPAZ), dirige esta desigual batalla que el ser humano lleva perdiendo durante siglos. Elegido uno de los cincuenta homosexuales más influyentes de España, tras el bisturí de López Collazo hay un gigantesco equipo formado por 1.500 investigadores que se devanan los sesos cada día para descubrir el antídoto definitivo a esa palabra que nos provoca escalofríos. "¿Que si encontraremos algún día una cura? Por supuesto que sí. Si tuviéramos una máquina del tiempo y pudiéramos viajar al siglo XIX, a la época del Romanticismo, no nos creerían si les dijéramos que hoy podemos curar enfermedades como la sífilis con el tratamiento adecuado. Lo curaremos, aunque en el futuro aparecerán otras enfermedades, fundamentalmente porque las sociedades modernas van aumentando su esperanza de vida y la muerte nos llega de forma mucho más tardía", asegura. Células madre, investigaciones con inmunoterapia, nuevos y sofisticados aparatos y medicamentos cada vez más eficaces han abierto en los últimos años una puerta a la esperanza para muchos enfermos que esperan esa ansiada noticia que puede producirse en cualquier momento: la curación total de la peor enfermedad de nuestro tiempo.

Entrevista completa en Revista Gurb

miércoles, 24 de enero de 2018

CIERRA INTERVIÚ


(Publicado en Revista Gurb el 12 de enero de 2018)

Interviú echa el cierre, también Tiempo. Persianazo y a otra cosa. Otras dos revistas en papel que se van al garete. Ya son muchas, demasiadas publicaciones las que se han visto obligadas a desaparecer acosadas por las deudas. Son los signos de los nuevos tiempos. Resulta triste comprobar cómo los dinosaurios de la vieja prensa española de toda la vida se van hundiendo poco a poco en el barro de lo digital, Facebook, Twitter y todo ese fango electrónico. Ascazo de redes sociales llenas de energúmenos, haters, analfabetos y fanáticos. El papel ilustra, enseña, educa. Es cultura. La pantalla catódica del ordenador desinforma, pervierte, confunde. Es poco más que ocio, entretenimiento, espectáculo, casi siempre una pérdida de tiempo.
Interviú fue el histórico semanario de la Transición, el que nos enseñó lo que era la democracia y un par de tetas. Lo cual no era poco en aquellos tiempos oscuros. Al muchacho que pillaban con una revista de esas bajo el brazo lo llevaban a presencia paterna y de ahí directamente a la iglesia de guardia, de una oreja, para que el cura limpiara sus pecados. "Hijo mío, si sigues leyendo estas cosas te quedarás ciego", solía espetar el vicario de turno. La advertencia del cura no era para tomársela a broma y le hacía plantearse a uno muchas cosas trascendentales sobre la existencia humana, entre ellas si merecía la pena perder la vista de ambos ojos por contemplar una esplendorosa doble página de Susana Estrada o la Cantudo tal como dios las trajo al mundo. Curiosamente, la respuesta final siempre era que sí. Claro que merecía la pena. Los chicos de antes no recibíamos clases de educación sexual como los de ahora, a los que enseñan todo lo que hay que saber sin tapujos y con acompañamiento de manual de instrucciones. Así que teníamos que recurrir a los destapes del kiosco si queríamos aprender las cosas buenas de la vida. La insurgente Interviú semanal suponía una herramienta ideal de aprendizaje. La revista siempre la traía el mayor de la pandilla tras robársela a su padre. El chico llegaba con cara de conejo asustado, como si escondiera un kilo de droga bajo la chaqueta, y se la iba pasando a los demás. "Rápido, que rule, que me la tengo que llevar. Si me pilla mi padre me mata", decía el diligente traficante del morbo. Y así, en la clandestinidad y con la amenaza constante de ser descubiertos, aprendimos lo que era el cuerpo de una mujer. Quizá no fuera la forma más sana desde el punto de vista intelectual y emocional, pero no había otra. Yo nunca entendí por qué era tan malo leer aquello, a fin de cuentas no dejaban de ser simples fotografías, naturalezas muertas aunque las señoras parecieran muy vivas. Con los años comprendí que había una cosa que se llamaba Conferencia Episcopal, una serie de tíos con sotana siempre empeñados en ocultar el sexo, y de ahí la represión.
Tras la desaparición de Interviú no solo se cierra una época gloriosa de nuestro periodismo sino una parte esencial de la crónica sentimental en rojo de millones de españoles de toda una generación, los llamados hijos de la Transición. Para la historia quedará aquel mítico número del millón de ejemplares de septiembre del 76, cuando Marisol apareció en pelotas para escándalo de una sociedad mojigata que pensaba que La Pepa seguía siendo la rubita niña prodigio emblema del franquismo yeyé de los sesenta. Pero la Pepa le salió rana al régimen, más bien le salió roja, y una pionera en todo, también en eso de marcarse un posado desnudo. Su portada sirvió para denunciar una moral pacata y de paso reivindicar el derecho de la mujer a disponer de su propio cuerpo frente a una sociedad que la seguía reprimiendo y sometiendo al poder del machito español. Muchas fueron las divas que posaron en cueros para Interviú a lo largo de la historia, algunas eternas como Lola Flores, Concha Velasco o Victoria Abril. Otras algo más mortales, como Ana Obregón, Marta Sánchez o Chenoa. Con su destape, enseñando cacho, hizo más Nadiuska por consolidar la libertad en España que el Rey Juan Carlos, Suárez y los Pactos de la Moncloa todo junto. Las chicas de la brigada ligera (de ropa) fueron auténticos agentes democráticos en unos tiempos donde los Legionarios de Cristo repartían estopa de lo lindo contra todo lo que oliera a pornografía. Ellas, las musas de la Transición, se jugaban el tipo, aunque también ponían el cazo a cambio de la exclusiva y bien que hacían. Con su coño cada una hace lo que quiere, faltaría más.
Los años pasaron y la portada de Interviú fue perdiendo el glamour de antaño, cayendo en el morbo fácil de la poligonera sin talento y con cara de tonta que iba a Gran Hermano para venderse después con el culo al aire. Todo degenera.
Interviú es una revista que nos ha acompañado siempre y que nos seguía trayendo cierta nostalgia de un tiempo pasado que nos tocó vivir y que ya no volverá. Hizo buen periodismo y no solo destapó divas del cine, también casos célebres (el crimen de los Urquijo, la trama de los GAL, los niños robados del franquismo o los primeros escándalos de corrupción) pero no seamos hipócritas, nadie compraba la revista solo por sus excelentes reportajes de investigación. Sus portadas polémicas rebosantes de carne tuvieron su momento histórico y su razón de ser en un período de revoluciones pero hoy, cuando se impone la hipocresía conservadora y lo políticamente correcto, empezaban a chirriar un tanto. Antes, de Estados Unidos nos llegaba aquello de "la ola de erotismo que nos invade", hoy nos llegan los ecos de una moral gazmoña y puritana impulsada por el tea party. El escándalo Weinstein sacude las conciencias de los americanos mientras Hollywood sigue utilizando la imagen de la mujer, descaradamente, como icono sexual y como negocio. Fue Max Frisch quien dijo aquello de que los cuerpos son honrados. Los que posaban en las portadas de Interviú lo fueron durante una época. Hoy solo eran un negocio algo turbio que había perdido su razón de ser y su sentido. Un anacronismo en papel couché abocado a la triste desaparición. Que descanse en paz.

Viñeta: Igepzio

viernes, 12 de enero de 2018

UNA MUJER EN LA ACADEMIA

(Publicado en Revista Gurb el 12 de enero de 2018)

Alguien dijo en alguna ocasión que en la Real Academia Española de la Lengua deberían entrar más mujeres para sofocar ese extraño aroma a caballero dieciochesco que flota aún en el ambiente. La escritora y catedrática Carme Riera (Palma de Mallorca, 1948) no solo ha entrado por derecho propio, sino que ocupa el sillón “n”, desde el que se emplea a fondo cada día para dar vida práctica a la añeja institución que vela por el idioma. Riera compagina su trabajo en diferentes comisiones de la RAE –como la de neologismos, junto a escritores como José María Merino y Vargas Llosa–, con su trabajo como catedrática de Filología Hispánica en la Universidad Autónoma de Barcelona, algo que en los tiempos que corren no debe resultar nada cómodo. "Como ya me conocen, como ya saben que soy constitucionalista (así me llaman los que me aman más, los otros me llaman españolista) ya no les parece nada raro que hable de literatura española y que además la defienda", asegura la autora, que descarta que en la universidad catalana se practique el adoctrinamiento político. Pese a que buena parte de su obra está escrita en catalán, Carme Riera no da el perfil de catalana de pedrigrí que exigen los independentistas, pero no por eso deja de decir lo que piensa en sus columnas en periódicos como La Vanguardia. "No me corto, pero también pienso que soy funcionaria, es decir, soy catedrática de la universidad, todos los meses tengo una paga, y entiendo que hay gente que no la tiene y que tiene que vivir de los medios de comunicación, que tiene que publicar en sitios, y que a lo mejor se corta porque piensa que si dice tal o cual cosa no le volverán a llamar para una conferencia o no le volverán a pedir un artículo. Entiendo que también pueda pasar eso". Autora de trece novelas escritas en catalán y castellano, en noviembre de 2015 recibió el prestigioso Premio Nacional de las Letras Españolas, engrosando la corta nómina de cinco mujeres que hasta el momento han logrado el preciado galardón.

Entrevista completa en Revista Gurb

lunes, 8 de enero de 2018

CHAPUZAS Y ATRACOS


Más de tres mil vehículos bloqueados en la carretera, cientos de personas atrapadas durante 20 horas en las autopistas como ratoneras, un caos, un desmadre, un sindiós. Año tras año, los ciudadanos españoles tenemos que soportar que una simple nevada –no una bomba ciclogenética ni un violento temporal americano, sino una helada de las de toda la vida–, colapse un país entero. La situación resulta intolerable en una sociedad que se dice avanzada y alguien tendría que pagar de una vez por todas con una sonora dimisión por tanta incompetencia. Ahora vendrá lo de siempre: las exasperantes comisiones parlamentarias de investigación que no servirán para nada, las ruidosas trifulcas entre políticos marrulleros, las inadmisibles excusas de los responsables de la DGT, que tratarán de echarle la culpa a los conductores por no llevar cadenas, un termo y una mantita en el maletero. Y lo peor de todo: el silencio administrativo vergonzante de unos concesionarios de autopistas que son auténticos cuatretros, asaltacaminos y bandoleros de serranía que nos roban a punta de pistola cada vez que pasamos por el peaje y que a la hora de la verdad, a la hora de la nevada, se lavan las manos para que sea la Guardia Civil la que se coma el marrón, en este caso el blanco de la nieve. Si la altura de un país se mide por la previsión con la que sus gobernantes reaccionan ante las catástrofes, España sin duda sigue siendo un Estado enano. Afortunadamente siempre hay profesionales como los de la UME que se remangan y sacan a la gente del atolladero de hielo e ineptitud en el que cae por culpa de sus políticos. Lo de este año ya está resuelto, las carreteras expeditas de nuevo. Hasta la próxima nevada de incompetencias. Ancha es Castilla.

"¿Sabe cuánto perdieron los inversores privados durante la crisis? Cien mil millones de euros. Eso no es saqueo, amigo, es el mercado", dijo ayer bravuconamente el impostor Rodrigo Rato durante la comisión de investigación del Congreso sobre las causas del terrible crack del 2008. El otrora superpoderoso ministro y hoy superpatético delincuente de guante blanco condenado a cuatro años de prisión mostró su lado más arrogante y altivo y dijo sentirse traicionado por sus compañeros del PP. Ni una sola muestra de arrepentimiento, ni una sola palabra para pedir perdón a los españoles por todos los desmanes cometidos en la banca bajo su sórdido mandato. La tragedia de Rato, símbolo de la gran estafa ibérica, es que quiso pasar a la historia como la mente económica más preclara y prodigiosa de su tiempo y al final va a quedar como un carterista de baja estofa, un pillete que se fundía ansiosamente los fondos de los ahorradores, un charlatán de feria que llevó a todo un país a la bancarrota más terrible que se recuerda. Al mismo tiempo que el señor Rato nos daba lecciones de macroeconomía él se pulía alegremente hasta 100.000 euros con su black. Al mismo tiempo que los españoles pagaban de su bolsillo los 77.000 millones de euros para el rescate de la banca él se subía el sueldo hasta niveles estratosféricos y se ponía a remojo entre yate y yate y hacía del caviar carísimo su mejor afición. El señor Rato sigue metido en el papel de dios del dinero pero ya nadie cree en él, ya todo el mundo sabe que no es más que un dilapidador, un maestro del pillaje y la rapiña, alguien que anteponía su avaricia sin límites y sus ambiciones personales al interés general de una nación. El ex superministro convicto y confeso ya no engaña a nadie. Ha pasado de Rato a raterillo. La gran pregunta es: si el magnate americano Madoff terminó en la cárcel y sigue pagando por sus delitos, ¿por qué este personaje sigue suelto y sacando pecho por ahí?


Viñeta: Igepzio

domingo, 7 de enero de 2018

FUEGO Y FURIA

Fuego y Furia: Dentro de la Casa Blanca de Trump, el libro del periodista Michael Wolff, está siendo un terremoto político en Estados Unidos. En sus páginas nos encontramos la verdadera personalidad del hombre que dirige los destinos del mundo a golpe de locura y tuit. Según se desprende del libro, Trump nunca creyó que podía llegar a ser presidente, solo buscaba publicidad para abrir un canal de televisión. Hasta él mismo se sorprendió cuando los americanos le dieron el voto y desde ese momento le temblaron las piernas y "parecía un fantasma", tal fue el canguelo que le entró.
Los primeros días en la Casa Blanca se los pasó recluido en su habitación, bajo llave, como un niño asustado, y pidió que le instalaran dos televisores para ver la Fox. A lo largo del libro, corrosivo como cien litros de ácido sulfúrico, Wolff airea los contactos del magnate con los espías rusos, algo que su ex asesor Steve Bannon califica de "antipatriota" y "traición". 
Lo peor de todo es que sus ayudantes tienen que esconderle el maletín nuclear a todas horas porque el presidente da muestras de serios desequilibrios mentales y una obsesión enfermiza con el botón rojo. Es decir, Trump es lo que parecía: un maníaco peligroso, un tipo que no está en sus cabales. En su vida familiar se comporta como un auténtico déspota. Suele referirse a su esposa Melania como "un trofeo" y el día de la toma de posesión la abroncó duramente en público porque ni un solo famoso había querido acudir a la investidura. 
Todo Hollywood huía del ricacho enloquecido como de la peste. Trump es un tremendo mujeriego y durante la campaña electoral se agravó su condición de sátiro acosador. Según uno de sus asesores, el líder del mundo libre es "tonto como la mierda" y otro lo califica lisa y llanamente de "bobo". Trump, como no podía ser menos, ha intentado que el libro de Wolff no saliera a la venta pero no lo ha conseguido. El emperador que por momentos recuerda a aquel Calígula chiflado que quiso nombrar cónsul a su caballo ha quedado desnudo ante todo el mundo. Y sus vergüenzas son como para echarse a reír. O a temblar.

sábado, 6 de enero de 2018

LA PROHIBIDA

(Publicado en Revista Gurb el 3 de enero de 2018)

Como era de prever, la participación de la ‘drag queen’ La Prohibida en la próxima Cabalgata de Reyes de Vallecas ha levantado ampollas (y hasta quemaduras de primer grado) entre el sector más puritano, santurrón y gazmoño de la derecha patria, o sea el PP y Ciudadanos. Y eso que Amapola López, que así se llama La Prohibida, irá disfrazada de algo tan cándido e inocente como un muñeco de peluche en pijama, nada de plataformas, cueros ni tangas provocativos. Los sepulcros blanqueados de Génova 13, esos a los que no les importa darse al vicio del robo a manos llenas pero se rasgan las vestiduras cuando consideran que alguien corrompe la moral y las buenas costumbres de España, aseguran que con su presencia en las carrozas La Prohibida pretende "truncar el sueño de los niños". ¿Qué cursilería es esa, señores de la bancada popular?
Por lo visto, los guardianes de las esencias puras del nacionalcatolicismo no se han dado cuenta aún de que el sueño de la navidad fue pervertido hace mucho tiempo, cuando los de la Coca Cola se inventaron al rollizo y algo beodo Papá Noel y el cristianismo fue bruscamente sustituido por el consumismo. Desde entonces la Cabalgata de Reyes, una celebración enteramente religiosa compuesta por pastorcillos, angelotes, caramelos y Reyes Magos que adoran al niño Jesús, se ha transformado en otra cosa mucho más profana, mayormente en un carnaval de mercadotecnia en el que caben todos los símbolos y personajes de la cultura de masas, los marcianitos verdes, Bob Esponja, Peppa Pig, los irreverentes Simpson, divas del pop infantil, pitufos, elfos, gnomos y hasta el mismísimo Darth Vader, el nuevo Anticristo milenial, abriendo la comitiva como maestro de ceremonias. Quiere decirse que las almas mojigatas del PP y C’s, tan antiguas y estrechas de mente como son, parece que no han reparado aún en que de existir una adulteración de la religión, esta ya se perpetró hace tiempo, con el advenimiento del dios dólar y su profeta George Lucas, y nada tiene que ver con nuestra castiza ‘drag queen’ vallecana, una señora sin duda mucho más entrañable y querida por los niños que Rafa Hernando.
Pero es que además resulta intolerable que en pleno siglo XXI un grupo de políticos fanatizados pretenda impedir que alguien acuda a una fiesta, sea secular o religiosa, invocando su condición sexual diferente. La Prohibida tiene tanto derecho o más que cualquier otra persona a subirse a esa cabalgata de luz y purpurina para hacer feliz a los niños y tratar de impedirlo no deja de ser, de nuevo, un tic retrógrado y totalitario. A Amapola López la quieren echar de esa carroza, reeditándose así un viejo apartheid, el que ya sufrió Rosa Parks, la mujer negra que se negó a cederle el asiento a un blanco y a ser relegada en la parte trasera del autobús en las navidades del 55.
El veto a Amapola no es más que la continuación del tuit hortera "no te lo perdonaré jamás, Manuela Carmena", auténtica declaración de principios con la que la diputada Cayetana Álvarez de Toledo quiso refundar, en la cabalgata de hace un año, el modelo de familia tradicional y de derechas de toda la vida. Una vez más nos encontramos ante una injusticia xenófoba travestida de cursilada casposa, una práctica a la que es tan aficionada la derecha folclórica española. Esa monserga paternalista de que la visión de una ‘drag queen’ en un desfile navideño "trunca el sueño de los niños" lo que esconde en realidad es un anhelo de vuelta al pasado, al prototipo de familia utópica decente, cristiana y de fiestas de guardar y al abuelo Pepe Isbert buscando a su nieto Chencho por los mercadillos cristianos del Madrid frío en blanco y negro. Si TVE se empeña en meternos esa película cada año, por algo será. La Gran Familia es un Qué bello es vivir a la española, solo que con una carga de moralina franquista que Frank Capra no tiene.
En definitiva, que una ‘drag queen’ participe en la Cabalgata de Reyes no solo es justo sino necesario, una adaptación a la realidad social que imponen los nuevos tiempos y la forma perfecta de que un evento tan prostituido por el capitalismo Corte Inglés tenga al menos una razón de ser: enseñarle a los niños que la igualdad de sexos, el respeto al prójimo y la no discriminación es el primer mandamiento que deben cumplir para ser buenas personas. A ver si con tanta caza de brujas La Prohibida que pretenden proscribir el Herodes homofóbico del PP y sus pajes de pelucones naranjas termina convirtiéndose en el hada madrina favorita de este año entre el inteligente público infantil. Es lo que suele pasar cuando algo se prohíbe: que se acaba convirtiendo en objeto de culto.

LA ESPANTADA DE CHIQUETETE

Y cuando los puritanos de la derecha patria crucificaban a la drag queen La Prohibida por corromper la moral de los pobres niños, va y surge un hombre que con su insensata actuación ha traumatizado a toda una generación de infantes tras quitarse el disfraz de Rey Melchor en medio del escenario y confesar su auténtica identidad: "Yo soy cantante", ha dicho Chiquetete ante unos críos cuyos ojos horrorizados no daban crédito a lo que estaban viendo. Ellos, los niños, que habían acudido allí con toda la ilusión del mundo para entregar la carta a sus queridas Majestades y se encuentran ante un folclórico, un impostor, un príncipe gitano que les ha robado el sueño de sus vidas. Indignante, lamentable, desolador. No te le perdonaremos jamás, Chiquetete, jamás. ¿Qué ha podido pasar por la cabeza de ese hombre para quitarse de repente la barba, el pelucón y la corona, en un arrebato de locura, y arruinar el sueño de tantos pequeños? ¿Ha sido vanidad, miedo escénico, un cubata navideño a destiempo, cobardía como en aquella famosa canción suya, deseo urgente de ser protagonista o quizá simple necesidad de salir en un 'Sálvame' de última hora y sacarse unas perrillas con la exclusiva? No son formas, señor Chiquetete, no lo vamos a tolerar. Las tradiciones españolas exigen un decoro, un respeto, una cosa reverencial. La ilusión de un niño español es lo más sagrado que existe y si uno se compromete a hacer de Mago de Oriente, sea Melchor o Baltasar con la cara llena de betún, tiene que llevar el papel hasta el final, con todas sus consecuencias. ¿Qué es eso de dar la espantada a media función, incurriendo en el peor delito que existe, que no es otro que decirle a un niño que el Rey Melchor es en realidad un actor que pasaba por allí y que interpretaba un papel de mala gana? Ahora nos gustaría ver a los del PP/Ciudadanos linchando a Chiquetete como han linchado a La Prohibida, quien por cierto ha cumplido como la que más dándolo todo en la Cabalgata de Vallecas en su papel de entrañable peluche. Ella sí que ha hecho las delicias de los niños, que dirían los periodistas horteras. ¡Que venga la UCO a investigar esto, que intervenga Fiscalía, que tome cartas en el asunto el juez Llanera! Chiquetete ha truncado la felicidad de los niños y eso no lo vamos a consentir. No te lo perdonaremos jamás, Chiquetete, jamás.


viernes, 5 de enero de 2018

FASCISMOS DE AYER Y DE HOY


La muerte a los 91 años de Carmen Franco, 'Carmencita', la hija única del dictador, ha servido para que a algún mandatario de TVE se le termine viendo el plumero del aguilucho más de lo debido. El programa 'Corazón', presentado por la encasillada Anne Igartiburu, abrió su edición de ayer con la noticia del fallecimiento de la hijísima, pero lejos de abordar al personaje desde todos los ángulos posibles, con sus luces y sus sombras (en este caso luces la del Pardo y poco más) la cosa se acabó convirtiendo en un lacónico relato sobre vida de santos y personajes ejemplares. Un Nodo en color, un publirreportaje nostálgico, un panegírico en clave ecos de sociedad. Solo faltó Matías Prats padre con las gafas oscuras diciendo aquello de que Carmencita nos dejará "un gratísimo recuerdo" a todos los españoles. La información de los periodistas de la cadena pública (si es que se les puede llamar así) no tenía un solo punto de crítica histórica hacia la ilustre finada, y quedó en un solemne homenaje envuelto en papel cuché donde se glosaron las virtudes de la heredera. Era "discreta", "serena", "abnegada". Una señora de los pies a la cabeza. Resulta obvio que la consigna de los controladores aéreos de Torre España era tratar la noticia de forma laudatoria, con mucho jabón y entre algodones, sin meterse demasiado en los jardines del Caudillo. Por supuesto, se omitió convenientemente cualquier referencia a las tropelías del dictador, a los fusilamientos, las represiones, las herencias, los pazos gallegos usurpados y demás insignficancias del régimen que no venían a cuento, que para eso ya está Ian Gibson. La historia que la investiguen los hispanistas ingleses, coño. Según los corazones rotos falangistas de TVE, tras la muerte de "la madre de Carmen Martínez-Bordiú toda la familia despide el año con la peor de las noticias", una frase lacrimógena que a buen seguro hizo llorar de pesadumbre y consternación a esos miles de españoles que aún tienen a un familiar represaliado durmiendo en la cuneta. La información, por llamarla de alguna manera, también recogía un fragmento del texto que Luis Alfonso de Borbón, nieto de la fallecida, escribió en Instagram: "Siempre serás mi súper abuela, mi segunda madre". Emocionante, conmovedor. De Carmencita, rostro tierno y angelical del régimen más atroz, dijeron que había sido "dócil y obediente", que "no fue a colegios" y que "vivió entre cuarteles y palacios" hasta su boda con el Marqués de Villaverde. A veces, demasiado halago acaba enterrando aún más al muerto. Es lo que pasa cuando se pone a un funcionario del Ministerio de Gobernación a escribir necrológicas. Que la caga el exégeta.

La campaña de odio que se ha desatado en Austria contra el primer niño nacido en 2018, de origen musulmán, confirma que el avance de la ideología racista en toda Europa no solo es real sino extremadamente preocupante. Nada más tenerse noticia del nacimiento, las redes sociales y algunos medios de comunicación que publicaron la instantánea de los padres posando con su hijo se incendiaron con mensajes xenófobos de difícil digestión como: "deportad a esa basura", "le deseo una muerte repentina" o “cuando tenga 18 será un terrorista”. No hace falta decir que en Austria gobierna actualmente una coalición formada por el partido conservador de Sebastian Kurz y la ultraderecha de Strache, aupada al poder con el voto de millones de austríacos extremistas que han optado por la vía dura para resolver sus problemas. Se trata de movimientos políticos que se envuelven en la modernidad de sus lánguidos y rubios líderes con aspecto de universitarios trajeados pero que en realidad esconden lo peor de la bazofia fascista del siglo XX. La bonancible señora Le Pen esconde la sombra de un hombre bajito con uniforme militar, bigotillo y brazo en alto dispuesto a todo. Europa está podrida de odio y fanatismo desde Varsovia hasta París, pasando por la dulce Viena de los alegres valses, saltos de esquí y niños cantores de año nuevo. Detrás de esas campañas de odio que surgen más o menos espontáneamente al calor electrónico de Internet está el rechazo al refugiado y el pánico al yihadista. Ahora la han tomado con un tierno bebé musulmán, tal como hicieron con aquel otro recién nacido al que los de las SS de Herodes ya quisieron matar hace dos mil años por moreno y judío. El racismo es tan viejo como el hombre. Va grabado a sangre y fuego en el ADN de la gente. Mientras no extirpemos ese gen, la barbarie seguirá gobernando el mundo. Nos resistimos a creer que hay individuos siniestros dispuestos a justificar la supremacía de razas, el infierno de la guerra, las cámaras de gas y los campos de exterminio. Pensamos que no llegarán a nada en su locura y les dejamos hacer, tal como los alemanes dejaron hacer a Hitler en su camino hacia el poder. Pero esos monstruos existen, están ahí, entre nosotros, avanzando y comiéndonos el terreno con sus ideologías nauseabundas. No son personajes de una película de terror, sino reales. Y son capaces de lanzar su aliento fétido y rabioso contra un bebé inofensivo que aún no ha abierto los ojos. Si la buena Europa, la Europa de la razón, las ideas civilizadas y los sentimientos humanistas no reacciona ya, si no despierta de inmediato, todo estará perdido para siempre. Y la pesadilla volverá a hacerse realidad.