(Publicado en Revista Gurb el 3 de enero de 2018)
Como era de prever, la participación de
la ‘drag queen’ La Prohibida en la próxima Cabalgata de Reyes de
Vallecas ha levantado ampollas (y hasta quemaduras de primer grado)
entre el sector más puritano, santurrón y gazmoño de la derecha patria, o
sea el PP y Ciudadanos. Y eso que Amapola López, que así se llama La
Prohibida, irá disfrazada de algo tan cándido e inocente como un muñeco
de peluche en pijama, nada de plataformas, cueros ni tangas
provocativos. Los sepulcros blanqueados de Génova 13, esos a los que no
les importa darse al vicio del robo a manos llenas pero se rasgan las
vestiduras cuando consideran que alguien corrompe la moral y las buenas
costumbres de España, aseguran que con su presencia en las carrozas La
Prohibida pretende "truncar el sueño de los niños". ¿Qué cursilería es
esa, señores de la bancada popular?
Por lo visto, los guardianes de las
esencias puras del nacionalcatolicismo no se han dado cuenta aún de que
el sueño de la navidad fue pervertido hace mucho tiempo, cuando los de
la Coca Cola se inventaron al rollizo y algo beodo Papá Noel y el
cristianismo fue bruscamente sustituido por el consumismo. Desde
entonces la Cabalgata de Reyes, una celebración enteramente religiosa
compuesta por pastorcillos, angelotes, caramelos y Reyes Magos que
adoran al niño Jesús, se ha transformado en otra cosa mucho más profana,
mayormente en un carnaval de mercadotecnia en el que caben todos los
símbolos y personajes de la cultura de masas, los marcianitos verdes,
Bob Esponja, Peppa Pig, los irreverentes Simpson, divas del pop
infantil, pitufos, elfos, gnomos y hasta el mismísimo Darth Vader, el
nuevo Anticristo milenial, abriendo la comitiva como maestro de
ceremonias. Quiere decirse que las almas mojigatas del PP y C’s, tan
antiguas y estrechas de mente como son, parece que no han reparado aún
en que de existir una adulteración de la religión, esta ya se perpetró
hace tiempo, con el advenimiento del dios dólar y su profeta George
Lucas, y nada tiene que ver con nuestra castiza ‘drag queen’ vallecana,
una señora sin duda mucho más entrañable y querida por los niños que
Rafa Hernando.
Pero es que además resulta intolerable
que en pleno siglo XXI un grupo de políticos fanatizados pretenda
impedir que alguien acuda a una fiesta, sea secular o religiosa,
invocando su condición sexual diferente. La Prohibida tiene tanto
derecho o más que cualquier otra persona a subirse a esa cabalgata de
luz y purpurina para hacer feliz a los niños y tratar de impedirlo no
deja de ser, de nuevo, un tic retrógrado y totalitario. A Amapola López
la quieren echar de esa carroza, reeditándose así un viejo apartheid, el
que ya sufrió Rosa Parks, la mujer negra que se negó a cederle el
asiento a un blanco y a ser relegada en la parte trasera del autobús en
las navidades del 55.
El veto a Amapola no es más que la
continuación del tuit hortera "no te lo perdonaré jamás, Manuela
Carmena", auténtica declaración de principios con la que la diputada
Cayetana Álvarez de Toledo quiso refundar, en la cabalgata de hace un
año, el modelo de familia tradicional y de derechas de toda la vida. Una
vez más nos encontramos ante una injusticia xenófoba travestida de
cursilada casposa, una práctica a la que es tan aficionada la derecha
folclórica española. Esa monserga paternalista de que la visión de una
‘drag queen’ en un desfile navideño "trunca el sueño de los niños" lo
que esconde en realidad es un anhelo de vuelta al pasado, al prototipo
de familia utópica decente, cristiana y de fiestas de guardar y al
abuelo Pepe Isbert buscando a su nieto Chencho por los mercadillos
cristianos del Madrid frío en blanco y negro. Si TVE se empeña en
meternos esa película cada año, por algo será. La Gran Familia es un Qué bello es vivir a la española, solo que con una carga de moralina franquista que Frank Capra no tiene.
En definitiva, que una ‘drag queen’
participe en la Cabalgata de Reyes no solo es justo sino necesario, una
adaptación a la realidad social que imponen los nuevos tiempos y la
forma perfecta de que un evento tan prostituido por el capitalismo Corte
Inglés tenga al menos una razón de ser: enseñarle a los niños que la
igualdad de sexos, el respeto al prójimo y la no discriminación es el
primer mandamiento que deben cumplir para ser buenas personas. A ver si
con tanta caza de brujas La Prohibida que pretenden proscribir el
Herodes homofóbico del PP y sus pajes de pelucones naranjas termina
convirtiéndose en el hada madrina favorita de este año entre el
inteligente público infantil. Es lo que suele pasar cuando algo se
prohíbe: que se acaba convirtiendo en objeto de culto.
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