(Publicado en Revista Gurb el 12 de enero de 2018)
Interviú echa el cierre, también Tiempo.
Persianazo y a otra cosa. Otras dos revistas en papel que se van al
garete. Ya son muchas, demasiadas publicaciones las que se han visto
obligadas a desaparecer acosadas por las deudas. Son los signos de los
nuevos tiempos. Resulta triste comprobar cómo los dinosaurios de la
vieja prensa española de toda la vida se van hundiendo poco a poco en el
barro de lo digital, Facebook, Twitter y todo ese fango electrónico.
Ascazo de redes sociales llenas de energúmenos, haters,
analfabetos y fanáticos. El papel ilustra, enseña, educa. Es cultura. La
pantalla catódica del ordenador desinforma, pervierte, confunde. Es
poco más que ocio, entretenimiento, espectáculo, casi siempre una
pérdida de tiempo.
Interviú fue el histórico
semanario de la Transición, el que nos enseñó lo que era la democracia y
un par de tetas. Lo cual no era poco en aquellos tiempos oscuros. Al
muchacho que pillaban con una revista de esas bajo el brazo lo llevaban a
presencia paterna y de ahí directamente a la iglesia de guardia, de una
oreja, para que el cura limpiara sus pecados. "Hijo mío, si sigues
leyendo estas cosas te quedarás ciego", solía espetar el vicario de
turno. La advertencia del cura no era para tomársela a broma y le hacía
plantearse a uno muchas cosas trascendentales sobre la existencia
humana, entre ellas si merecía la pena perder la vista de ambos ojos por
contemplar una esplendorosa doble página de Susana Estrada o la Cantudo
tal como dios las trajo al mundo. Curiosamente, la respuesta final
siempre era que sí. Claro que merecía la pena. Los chicos de antes no
recibíamos clases de educación sexual como los de ahora, a los que
enseñan todo lo que hay que saber sin tapujos y con acompañamiento de
manual de instrucciones. Así que teníamos que recurrir a los destapes
del kiosco si queríamos aprender las cosas buenas de la vida. La
insurgente Interviú semanal suponía una herramienta ideal de
aprendizaje. La revista siempre la traía el mayor de la pandilla tras
robársela a su padre. El chico llegaba con cara de conejo asustado, como
si escondiera un kilo de droga bajo la chaqueta, y se la iba pasando a
los demás. "Rápido, que rule, que me la tengo que llevar. Si me pilla mi
padre me mata", decía el diligente traficante del morbo. Y así, en la
clandestinidad y con la amenaza constante de ser descubiertos,
aprendimos lo que era el cuerpo de una mujer. Quizá no fuera la forma
más sana desde el punto de vista intelectual y emocional, pero no había
otra. Yo nunca entendí por qué era tan malo leer aquello, a fin de
cuentas no dejaban de ser simples fotografías, naturalezas muertas
aunque las señoras parecieran muy vivas. Con los años comprendí que
había una cosa que se llamaba Conferencia Episcopal, una serie de tíos
con sotana siempre empeñados en ocultar el sexo, y de ahí la represión.
Tras la desaparición de Interviú
no solo se cierra una época gloriosa de nuestro periodismo sino una
parte esencial de la crónica sentimental en rojo de millones de
españoles de toda una generación, los llamados hijos de la Transición.
Para la historia quedará aquel mítico número del millón de ejemplares de
septiembre del 76, cuando Marisol apareció en pelotas para escándalo de
una sociedad mojigata que pensaba que La Pepa seguía siendo la rubita
niña prodigio emblema del franquismo yeyé de los sesenta. Pero la Pepa
le salió rana al régimen, más bien le salió roja, y una pionera en todo,
también en eso de marcarse un posado desnudo. Su portada sirvió para
denunciar una moral pacata y de paso reivindicar el derecho de la mujer a
disponer de su propio cuerpo frente a una sociedad que la seguía
reprimiendo y sometiendo al poder del machito español. Muchas fueron las
divas que posaron en cueros para Interviú a lo largo de la
historia, algunas eternas como Lola Flores, Concha Velasco o Victoria
Abril. Otras algo más mortales, como Ana Obregón, Marta Sánchez o
Chenoa. Con su destape, enseñando cacho, hizo más Nadiuska por
consolidar la libertad en España que el Rey Juan Carlos, Suárez y los
Pactos de la Moncloa todo junto. Las chicas de la brigada ligera (de
ropa) fueron auténticos agentes democráticos en unos tiempos donde los
Legionarios de Cristo repartían estopa de lo lindo contra todo lo que
oliera a pornografía. Ellas, las musas de la Transición, se jugaban el
tipo, aunque también ponían el cazo a cambio de la exclusiva y bien que
hacían. Con su coño cada una hace lo que quiere, faltaría más.
Los años pasaron y la portada de Interviú
fue perdiendo el glamour de antaño, cayendo en el morbo fácil de la
poligonera sin talento y con cara de tonta que iba a Gran Hermano para
venderse después con el culo al aire. Todo degenera.
Interviú es una revista que nos
ha acompañado siempre y que nos seguía trayendo cierta nostalgia de un
tiempo pasado que nos tocó vivir y que ya no volverá. Hizo buen
periodismo y no solo destapó divas del cine, también casos célebres (el
crimen de los Urquijo, la trama de los GAL, los niños robados del
franquismo o los primeros escándalos de corrupción) pero no seamos
hipócritas, nadie compraba la revista solo por sus excelentes reportajes
de investigación. Sus portadas polémicas rebosantes de carne tuvieron
su momento histórico y su razón de ser en un período de revoluciones
pero hoy, cuando se impone la hipocresía conservadora y lo políticamente
correcto, empezaban a chirriar un tanto. Antes, de Estados Unidos nos
llegaba aquello de "la ola de erotismo que nos invade", hoy nos llegan
los ecos de una moral gazmoña y puritana impulsada por el tea party. El
escándalo Weinstein sacude las conciencias de los americanos mientras
Hollywood sigue utilizando la imagen de la mujer, descaradamente, como
icono sexual y como negocio. Fue Max Frisch quien dijo aquello de que
los cuerpos son honrados. Los que posaban en las portadas de Interviú
lo fueron durante una época. Hoy solo eran un negocio algo turbio que
había perdido su razón de ser y su sentido. Un anacronismo en papel
couché abocado a la triste desaparición. Que descanse en paz.
Viñeta: Igepzio
No hay comentarios:
Publicar un comentario