domingo, 31 de julio de 2016

EL VERANO DE MARIANO


 (Publicado en Iniciativa Debate el 31 de julio de 2016)

Le he dicho al Rey que bueno, que vale, que me presentaré a la investidura, que lo haré si no hay más remedio, a fin de cuentas soy un patriota, todo por España pero sin España, eso sí, sin presionar ¿eh?, que estoy de vacaciones en funciones, si hay que ir se va, pero qué pereza, qué coñazo con perdón, y encima las Olimpiadas a la vuelta de la esquina, con lo bonito que es ver las Olimpiadas por la tele (ya dejé bendecidos por mi mano católica y mariana a los atletas españolesh que van a hacer las Américash) que sí, que vale, que iré a la investidura, pero sin agobiar, prisas las justas, que las prisas son malas consejeras, cada cosa a su tiempo, y menos ahora que le he cogido el gustillo a estar en funciones, que por mí estaría en funciones toda la vida, viviendo como dios, a cuerpo de rey, que me quiten lo bailao, y encima aforado, toma castaña, así la Fiscalía no le busca las tuercas a uno, pero que vale, que me presentaré si es lo que quieren, un voy pero no voy, un quiero pero no puedo, más que nada por hacer el paripé y que no se me note mucho otra espantá, sólo la puntita, mejor ya si eso que vaya el otro, el sosaina de Pedro, o el chaquetero de Albert, o el Coletas, eso, que vaya el Coletas si quiere, que lo está deseando, pero a mí que me dejen de investiduras y de gaitas, de independentistas catalinos y de crisis yihadistas, con lo bien que se está en Pontevedra, al fresquito, orujo por aquí nécora por allá, todo el día en gayumbos por el pazo, como Fraga por Palomares, los pinreles a remojo y el purito echando humo, a todo gas, sin los calores y agobios de Madrid, Madrid es que está lleno de pelmazos, todo el santo día llamándole a uno por teléfono, los consejos de ministros, los plenos aburridos, todos esos periodistas preguntándome por Luis El Cabrón, infumable, en una de estas me harto y me escapo a Santa Pola, un finde discreto en mitad de agosto, unos baños de sal, saludar a los amigos (si es que queda alguno que no esté en la trena valenciana) y ver cómo va el barbecho de mi plaza en excedencia, no sea que algún listillo me la levante, que por las valencias hay mucho golfo de la Gurtel dispuesto a todo, cría cuervos y te sacarán los ojos, pero qué pesado se ha puesto el Rey con lo de la investidura, que si te tienes que presentar Mariano, que si Mariano esto, que si Mariano lo otro, me va a borrar el nombre el Monarca, qué perra le ha dado con que me presente, como si así se arreglara España, a España ya no la arregla ni la madre que la parió, está claro que no me quieren ni en pintura, Sánchez me la tiene jurada, tú no me votaste yo no te voto, ea, normal (no debí ponerme chulo y faltón con el sociata) Albert que no sé si es carne o pescado y el perroflauta morado echándome en cara los sobres a todas horas, y yo con astenia veraniega, que es que uno no tiene ganas ni de hacerse un running por la mañana ni de leer el Marca junto a la piscina, pero que si hay que ir se va, mayormente por no hacerle un feo al Rey, qué mañanita parlamentaria me espera, todos haciéndome la cobra, me dan cuatro pases de pecho y me devuelven a los corrales, picado y banderilleado, cornudo y apaleado, o como en esos programas de TV donde se ríen de los frikis, no hijo no, por ahí no paso, un respeto, un poquito de por favor, que uno tiene su orgullo y los 176 escaños no salen ni pagando tránsfugas a troche y moche, mejor me lo dejo para septiembre, a ver si así apruebo de una vez por todas, aunque sea de chiripa, como cuando me saqué la opo sin estudiar, sin dar un palo agua, al viejo estilo Mariano, y si no en diciembre todos a votar, ¿no queríais democracia? pues toma democracia, pucherazo al canto cada tres meses, os vais a jartar de echar papelas en las urnas, si es que soy un crack ganando elecciones, cuanto peor lo hago más me votan, y a seguir tirando tres meses más, o seis, o un año, y así hasta el infinito y más allá, si es que el pueblo español es masoca, el pueblo español tiene más paciencia que un santo, aguanta carros y carretas, lo que le echen, anchas son las espaldas del paleto, yo ya me estoy viniendo arriba, mejor le digo al Rey que nones, que no me presento, otra temporadita en funciones y a vivir que son dos días, ya va para nueve meses sin Gobierno, un parto en toda regla, ya me duele España, como a los grandes estadistas, quién me mandaría a mí meterme en este berenjenal, con lo bien que se vivía en Santa Pola, la investidura me la pone dura, que si voy, que si no voy, que si bla, bla, bla…

Viñeta: El Koko Parrilla

viernes, 22 de julio de 2016

EL HONRADO CANALLA

 (Publicado en Revista Gurb el 22 de julio de 2016)

Músico, cantautor, poeta, cineasta, intelectual de izquierdas (cuando serlo no era una mera pose sino un jugarse el pellejo con la censura o los de la Brigada Político Social) pintor (por encima de todo pintor) icono de una época (aunque a él no le gustan las "iconografías ni las iconologías") hombre renacentista en este oscuro medievo de guerras santas, leviatanes tecnológicos y plagas mundiales, Luis Eduardo Aute (Manila, 1943) sigue estando ahí, en la brecha, componiendo y cantando, pintando y escribiendo, como en los sesenta, como en los setenta y los ochenta, como siempre. Durante décadas, Aute ha estado fabricando ideas sin parar, para sí mismo o para otros –Massiel, Rosa León, Mari Trini, Serrat, Sabina–, bien bajo los focos, guitarra en mano, bien empuñando el pincel en la intimidad del taller de pintura o la pluma en la soledad del escritorio, y su huella artística es ya tan extensa y monumental que resulta inabarcable para el común de los mortales. Puso himno al western de la Transición (Al alba, Rosas en el mar) trabajó con Mankiewicz (cine, cine, cine, más cine por favor) y se dice que inspiró una canción (si no más) al mismísimo McCartney. En el futuro habrá que crear la cátedra de Auteología en las universidades españolas para estudiar todo el aluvión creativo, más las ramificadas influencias y confluencias, que nos va dejando este hombre con trazas de honrado canalla. "Sí, intento ser un poco canalla en esta vida para poder sobrevivir medianamente, pero me sale fatal, desisto de esa idea", asegura. Acaba de publicar El sexto animal, una colección de poemas o "poemigas", como él llama a esas piezas de corta extensión a modo de greguerías o aerolitos. "Hay un sistema que está intentando imponerse, un neoliberalismo feroz, donde el objetivo es que los ciudadanos tengan cada vez menos derechos y que los poderosos tengan cada vez más", denuncia con rotundidad. Aute es efímero como una calada de rubio americano en una estación de Metro y eterno como un poema de amor. Aute siempre ha estado y siempre estará porque es nuestro William Blake, nuestro John Lennon, nuestro Rimbaud, nuestro Antonioni, tantos artistas encarnados en uno solo, flaco y seductor, clásico y moderno, joven y viejo a la vez, un creador tan desmesurado como único y original. "No podría vivir sin pintar, yo supongo que palmaré con un pincel en la mano, ojalá… No entiendo mi vida si no es metiéndome en un estudio para dibujar", afirma. Así que, ladies and gentlemen, pónganse cómodos en sus butacas. Porque hoy toca Aute.

Entrevista completa en Revista Gurb

LA ESPAÑA MATRIX



 (Publicado en Revista Gurb el 22 de julio de 2016)

No me gusta Matrix. Lo confieso, no me gusta esa trilogía. Lo digo alto y claro aún a sabiendas de que mañana un ejército de frikis cinematográficos se apostarán frente a mi casa con bates de béisbol dispuestos a darme hasta en el carné de identidad. He intentado ver esa saga varias veces y no puedo pasar de la media hora de metraje. Me aburro como una ostra, imperial y soberanamente, me aburren las ensaladas de hostias interminables que se reparten entre el Neo ese y unos señores absurdos de gafas oscuras en plan Carlos Fabra, me aburre la banda sonora transmetal que te taladra los oídos sin misericordia y me aburren los diálogos impostados de personajes más vacíos que el cerebro de Olvido Hormigos, o del Conde Lecquio, que tanto monta monta tanto. Pese a todo, reconozco que la historia tiene hallazgos de mérito, como intentar llevar la filosofía a la gran pantalla para que aquellos que no han leído en su vida a Platón se enteren de una vez por todas que esto que llamanos realidad no es más que una ficción, una caverna llena de sombras, un sueño del que nunca terminamos de despertar. Gastar miles de millones de dólares en hacer una película para contar lo mismo que ya contó en su día Calderón, sin más ayuda que una pluma de ganso y un tintero, me parece un derroche pornográfico. Pero ya digo que no soy objetivo en este tema porque me considero un antiguo, y a mucha honra, que se quedó en Blade Runner, la última gran cinta de ciencia ficción que hasta ahora nadie ha conseguido superar.
Y sin embargo, lo que está pasando en España, políticamente hablando, recuerda mucho al truño de los hermanos Wachowski, ahora hermanas Wachowski. Tenemos un pueblo abducido que parece haberse comido la pastillita azul y no enterarse de nada, un pueblo que cada vez que va a votar vota más corrupción. No sabemos cómo terminará el cambalache de Rajoy con los independentistas, con quienes ya habla en catalán en la intimidad; no sabemos si el pacto del PP con Ciudadanos servirá para que haya un Gobierno de una puñetera vez; y tampoco sabemos si el PSOE se abstendrá en la investidura de Mariano. Pero de lo que estamos seguros es de que el tiempo juega a favor del PP y de que el presidente no tiene ninguna prisa en formar Gobierno, no solo porque ahora se va de vacaciones y a él no le interrumpe unas vacaciones en Pontevedra ni Dios ni la Virgen de Mondoñedo ni siquiera aquel paisano que le arreó un sopapo en vísperas de urnas, sino porque si hay unas terceras elecciones las volverá a ganar de calle, sin duda. La filosofía de Rajoy es cuanto peor mejor, cuanta más podredumbre en su Gobierno más escaños saca y cuanto más miedo a la crisis, al inmigrante y al rojo bolivariano más opciones de acercarse a la mayoría absoluta. Toda esta lacra intelectual no puede tener otra explicación que la de que España está sumida en una pesadilla letárgica, histórica, un trance hipnótico del que no puede despertar, un mundo Matrix, por volver al tostón de los dos polacos/as de Hollywood, que parece que funciona como símil cuando hay que explicar estas cosas metafísicas a la juventud carente de Sócrates. Nos han metido con calzador la filosofía azul pepera, la pastillita azul viagresca, sin que nos demos cuenta de ello, y ya caminamos por el mundo domados, mansos, dóciles. ¿En qué momento nos domesticaron? ¿Cuándo nos hicieron pasar del estadio de sujetos inteligentes, pensantes, críticos, al de cabestros o bóvidos, por utilizar el término taurino, ahora que todavía está vivo el reflujo de la horda pamplonica salvaje, del tintorro con bota o botijo, del descabello del Miura a braga quitada y de la violación institucionalizada de suecas, entre chupinazo y chupinazo, en la fiesta de los sanfermines? Quizá empezamos a adormecernos cuando llegaron los primeros programas de la telebasura, allá por los ochenta, los Tíos Gilitos dueños de Marbella, con sus yeguadas de mamachichos; quizá fue cuando renunciamos a un pacto por la Educación y dejamos nuestros colegios al albur de políticos depravados como Wert, más preocupados por el crucifijo que por las ecuaciones de segundo grado; quizá fue cuando llegaron las nuevas tecnologías inteligentes que nos hicieron más tontos aún de lo que ya éramos (hola ke ase, los memes memos y los malditos Pokémon) o cuando se puso de moda el Pepito Piscinas depilado y musculado y la rubia pechuguizada de silicona con labios de pimiento morrón. O quizá nada eso tuvo la culpa y fueron los marcianos o los de la CIA quienes nos echaron algo en el agua para que nos caiga simpático Donald Trump o simplemente es una cuestión evolutiva y si venimos del mono tenemos que volver a él por una elemental ley darwinista. Quién sabe. Uno ya no ve nada claro, salvo que cuando a un energúmeno le da por lanzar un camión a toda velocidad contra la poblacion civil, hombres, mujeres, ancianos y niños, sin importarle el número de muertos, ya todo está irremediablemente perdido. Y solo queda seguir tomando la pastillita azul, antes de acostarnos, para no pensar demasiado y seguir como si nada estuviera pasando. Como en la somnífera Matrix. Ese culebrón espacial.

Viñeta: El Koko Parrilla

LA LEGISLATURA DE LA RESIGNACIÓN

 (Publicado en Diario16 el 19 de julio de 2016)

Arranca la XII legislatura, si es que puede llamarse así a esta ceremonia de la confusión, y la primera en la frente la ha dado, como no, el PP. Ana Pastor será la presidenta del Congreso con el apoyo de Albert Rivera, que por fin se ha quitado la careta y ya va de lo que es, de lo que siempre ha sido y siempre será: un hombre que trabaja en la sombra para la derecha, para las clases altas, para Rajoy, pese a que el joven político catalino se empeñe en decir lo contrario. Rivera lleva dentro de sí un Jekyll y un Hyde, es capaz de pactar con Pedro Sánchez y al día siguiente darle la mano al señor de los hilillos. El chico es voluble, veleta, catavientos, sirve lo mismo para un roto que para un descosido, lo mismo para echarle un remendón al maltrecho PSOE que para entronizar a Rajoy, que al final va a ser presidente por pesadez, por plomizo, por plasta. Nadie quiere unas terceras elecciones y todos dejarán que gobierne el manda gallego por no tener que volver a escuchar sus mítines infumables. Rivera es el hombre bisagra, el pegamento malo de nuestra democracia, el cemento de todo a cien capaz de sujetar los cimientos agrietados de nuestras bamboleantes instituciones políticas. Es lo que tiene ser de centro derecha, que puedes jugar a dos barajas y hasta a tres si se ponen tontos.
Se abre la legislatura más triste, decepcionante y estéril de nuestra historia reciente. Flota en el ambiente cierto aire de desilusión y desengaño, una atmósfera de que todo el pescado está ya vendido, y lo peor de todo, de que han ganado los cuatreros de los sobres y los butroneros de las cajas de ahorro. Al final gobernará el de siempre, el barbicano abuelito cebolleta de las frases lapidarias, el vejete entrañable que parece no haber roto un plato (ni un vaso) pero que a poco que le deje Rivera seguirá abrasándonos a impuestazos, a contratos basura y a recortes para ganancia de los ricos. Rajoy es lo más parecido a Franco que ha tenido este país: un hombre aburrido y plano, en apariencia inofensivo, que se perpetúa a sí mismo, sin dar un paso al lado, haciendo un daño irreparable al país. A Franco solo le interesaba pescar salmones, a Rajoy su running mañanero para mantener la forma de atlético jubilado. Rajoy es un pensionista en funciones, está pero no está, gobierna sin gobernar, y su sello de letargo y desgana se lo acaba imponiendo al país.
Pedro Sánchez, desde su último escaño, noqueado y hundido, entregado y mudo, se pregunta por qué no ha sido él el presidente. Muy fácil, señor Sánchez, porque tuvo miedo de la izquierda, porque sintió vértigo ante las siglas históricas de su partido centenario. Prefirió pactar con la derecha y así le ha ido en las urnas. Iglesias, también en horas bajas, ve cómo se esfuman los cielos que pretendía asaltar. El pobre se ha hecho viejo de repente, en cuatro días. O lo han hecho viejo. O la coleta ha pasado de moda porque pega calor en verano. Quién sabe. Los independentistas de Homs y Tardà juegan a reventarlo todo desde dentro, como siempre, ahí no hay ninguna novedad. Son los únicos coherentes con su programa destructivo y votarán a Rajoy porque contra la derecha española se vive mejor. Todos han votado muy burocráticamente la presidencia del Congreso y al final ha salido Ana Pastor, que es como Rajoy pero en mujer, la mujer barbuda del circo político. Dicen que Rafa Hernando le ha levantado la sillita de la reina a Celia Villalobos, apartándola a última hora, y que ésta se lo ha tomado "como una señora". Habrá que verlo, de una malagueña temperamentá no se ríe uno y luego se larga tan fresco y lozano por la M30 del Congreso, por mucho que se llame Rafa Hernando. No hijo no. Veremos cuánto tarda la andaluza en rajar de Rajoy.
Y así arranca la legislatura del hastío, la resignación y el desengaño. Próxima parada en el calendario interminable: la investidura. Si el PSOE se abstiene (Felipe, Guerra y Borell lo están pidiendo a gritos) Rajoy será presidente. Será la liquidación por cierre de un prescindible e intranscendente PSOE. Los plazos se agotan, los protocolos se cumplen, los reglamentos se aplican. España es un país de pocas ideas y muchos reglamentos. Los españoles ya no esperan nada de gente incapaz de dialogar y ponerse de acuerdo. La partida está amañada de antemano mientras el pueblo languidece en medio de la pobreza, la falta de futuro, los rituales parlamentarios que se eternizan durante meses y los políticos funcionarios que fichan de ocho a dos. A falta de Aguirre solo nos queda una esperanza: que sin rodillo pepero para sacar leyes a machamartillo nos dejen en paz una temporada. La política española se ha convertido en la insoportable levedad del ser, como en aquel novelón de Kundera. Que hable ya el chisposo Felisuco. A ver si así nos reímos un poco.
 

MARIANO RAJOY TAMBIÉN HABLA CATALÁN EN LA INTIMIDAD


(Publicado en Revista Gurb el 22 de julio de 2016)

El arranque de la XII Legislatura de la democracia española ha servido para que quede al descubierto no solo un posible pacto entre el PP y Ciudadanos para la investidura de Rajoy como presidente del Gobierno, sino un acuerdo tan palmario como sorprendente entre los populares y el nacionalismo español. La forma en que se han repartido los cargos de la mesa del Congreso de los Diputados, con Ana Pastor, una mujer de la máxima confianza de Rajoy como presidenta, revela que hay un acuerdo a tres bandas entre el PP, Ciudadanos y los partidos nacionalistas e independentistas. Qué es lo que se han prometido unos y otros, qué precio estarán dispuestos a pagar los tres protagonistas de esta historia y qué concesiones se han firmado es lo que no sabemos todavía. Lo que sí sabemos es que ahora resulta más que evidente que mientras la prensa y la oposición criticaban a Mariano Rajoy por su pasotismo a la hora de impulsar acuerdos para la formación de Gobierno, el presidente estaba promocionando contactos secretos y movimientos en la sombra que finalmente han fructificado.
El primer fruto ha sido la elección de Ana Pastor como presidenta del Congreso con el apoyo de Ciudadanos y con el voto en blanco de nacionalistas vascos, catalanes y canarios en lo que parece la antesala de futuros acuerdos a tres bandas entre los actores del acuerdo. Ahora bien, ¿qué es lo que se ha negociado? Por una parte, Albert Rivera, líder de Ciudadanos, ha decidido romper con el discurso antiRajoy que tan beligerantemente ha mantenido en las dos últimas campañas electorales. Rivera, que se había presentado a sí mismo como el gran regenerador de la corrupta democracia española, se había desgastado las cuerdas vocales asegurando que con Rajoy no iría ni a tomar un café a la esquina, al considerarlo responsable, cuanto menos por omisión, de los sangrantes casos de corrupción destapados en los últimos años en España. Sin embargo, a las primeras de cambio, rompe su anterior acuerdo con el PSOE y se arroja en brazos del PP marianista que tanta repulsión le ocasionaba. "No estamos aquí para repartirnos los sillones", había sido la gran frase de Rivera hasta el momento. Sin embargo, lo que vimos el pasado miércoles en el Congreso, el cambalache, las negociaciones ocultas, los pactos soterrados y los intereses de partido, es lo más parecido a un reparto de cargos y sillones que se haya visto jamás en la política española.
Rivera ha tratado de justificarse ante su electorado asegurando que su apoyo a Rajoy es por el bien de España, pero lo que queda en el resto de la opinión pública española es que han primado sus intereses personales y de partido antes que el interés general del país. No era tan regenerador como parecía el señor Rivera, ni tan íntegro como quería aparentar, cuando no ha sido capaz de mantener el tipo ante las pretensiones del PP. Quizá los malos resultados cosechados por Ciudadanos en las pasadas elecciones del 26J, en las que han pasado de 40 escaños a 32, han terminado por tensar los nervios del líder de la formación naranja, que ha decidido coger el pájaro en mano que le ofrecía Rajoy antes que los ciento volando que le prometía Pedro Sánchez. Pese a todo, apenas unas horas después del reparto de cargos en la mesa del Congreso, Ciudadanos siguió jugando a la sobreactuación al poner el grito en el cielo ante un posible acuerdo de investidura entre Rajoy y los independentistas. El propio Rivera salió a la palestra para advertir de que cambiará su voto, virando desde la abstención en la sesión de investidura hacia el no rotundo a Mariano Rajoy, en el caso de que el PP mantenga sus negociaciones con los secesionistas de Homs y Tardà. El presidente, para asombro de todos, reaccionó con prontitud y a última hora de la tarde ya le había enviado a Albert Rivera un borrador de adelanto de los Presupuestos Generales del Estado y otros datos económicos necesarios para negociar el techo de gasto de las administraciones. Una nueva maniobra maestra del presidente del Gobierno, que vuelve a dejar la pelota en el tejado de la formación naranja, demostrando para sorpresa de todos que aún tiene una cintura ágil y unos reflejos de los que parecía carecer.
Y luego está la segunda importante consecuencia que nos deja la primera sesión de esta legislatura: el supuesto acuerdo del PP con los partidos independentistas catalanes y el nacionalismo vasco. Según algunos analistas, el apoyo de los nacionalistas para que Ana Pastor sea presidenta del Congreso de los Diputados no le saldrá gratis al Gobierno y quieren ver en el “pactito” el preámbulo de cosas mucho más profundas que ya están ocurriendo en Cataluña, por ejemplo que el Partit Demòcrata Català, sucesor de Convergència i Unió tras su refundación, empieza a bajarse del carro independentista. Sin embargo, eso está por ver. Los cuadros de la nueva Convergència son claramente independentistas y muchos de sus jóvenes políticos ni siquiera votaron a Jordi Pujol. No parece tan claro que apoyen una investidura de Mariano Rajoy ni en primera ni en segunda vuelta, por mucho que hayan permitido la candidatura de Ana Pastor como presidenta a cambio de ciertas concesiones puntuales que tienen más que ver con que la caja de la Generalitat está vacía, con que el Gobierno catalán ni siquiera dispone de fondos suficientes para garantizar el mantenimiento de sus servicios públicos y con las subvenciones que otorga el Parlamento español a aquellos partidos que consiguen alcanzar grupo parlamentario propio que con una voluntad decidida de apoyar el programa político del PP. Votar a Rajoy o incluso abstenerse para que pueda ser investido presidente supondría la ruptura del Gobierno catalán sustentado por el Partit Demòcrata Català y Esquerra Republicana de Catalunya, aparcar la hoja de ruta independentista y convocar nuevas elecciones, algo que no favorecería a los intereses de la antigua Convergència. Más bien parece que el acuerdo entre el PP y aquellos a los que considera poco menos que unos demonios salidos del averno catalán para enterrar a España tendría que ver con acuerdos puntuales entre populares y nacionalistas con la idea de sacar adelante futuras leyes y ciertas concesiones en el modelo territorial y su financiación.
De cualquier modo, el pacto entre la derecha española y los separatistas catalanes, a los que se han sumado los nacionalistas vascos y canarios, ha dejado perplejos a todos. De ese acuerdo se extrae la conclusión de que aquí el PP puede hacer lo que le venga en gana, hasta pactar con el mismísimo diablo si se le antoja, pero cuando son los socialistas quienes hablan con los secesionistas, con los traidores de Puigdemont y Junqueras, se arma poco menos que una guerra civil. O lo que es lo mismo: cuando es el PP quien mantiene contactos con los separatistas es por el bien de España; cuando lo hace el PSOE es porque quieren romper España. Una vez más ha funcionado la doble vara de medir. Visto lo visto, Rajoy tenía habilidades lingüísticas ocultas para el catalán, aunque lo hable en la intimidad, como hacía su mentor y padre político Aznar.
Así que en la primera sesión de esta legislatura que se antoja apasionante ante la falta de mayorías absolutas y por la necesidad urgente de alianzas todos callaron, nadie dijo la verdad, y prevaleció el oscurantismo sagrado del voto secreto. Ni siquiera sabemos quiénes fueron los diez diputados que votaron por Pastor, aunque a nadie se le escapa que sin duda salieron de los escaños nacionalistas y convergentes. Las negociaciones se llevaron a cabo soterradamente, sin luz ni taquígrafos, cuando hace apenas unos meses eran los populares quienes exigían la mayor transparencia a Pedro Sánchez y a Pablo Iglesias en sus contactos para intentar lograr un Gobierno de izquierdas, Gobierno que finalmente quedó frustrado. El pasado martes se dio la surrealista paradoja de que mientras Francesc Homs negaba que sus diputados hubieran apoyado a Ana Pastor estos mismos reconocían en petit comité que así lo habían hecho. Está visto que Homs solo quiere cargos y el derecho al dinero de las subvenciones que da tener grupo parlamentario propio. Ese ha sido el precio por apoyar a Pastor: tres millones de euros en subvenciones en un momento en que las arcas de los partidos están vacías. Sin embargo, que PDC, Esquerra, PNV y Coalición Canaria contribuyan a la investidura de Rajoy con un voto positivo o incluso una abstención parece cosa de ciencia ficción a estas horas, y más teniendo en cuenta cómo ha maltratado Rajoy a los nacionalistas en los últimos tiempos, por lo que no sería descartable que el final de la historia sea ir a unas terceras elecciones.
Lo que queda claro es que en el primer tiempo del partido Rajoy ha ganado por goleada. Ha puesto a su mano derecha a controlar el Congreso, se ha ganado a Albert Rivera (un líder que hasta hace poco echaba pestes del presidente del Gobierno) ha dejado al PSOE noqueado y ha abierto un frente de diálogo con los nacionalistas. Y todo gratis, sin que le pasen factura los numerosos casos de corrupción. "Una vez más el PP le ha robado la cartera al PSOE, que no buscó apoyos en el independentismo catalán por sus complejos de patrioterismo ante la derecha española. La nueva política de Podemos y Ciudadanos se ha hecho vieja, las promesas de regeneración se las lleva el primer vendaval", ha dicho el analista Josep Ramoneda. Los socialistas deberían hacer algo, porque Rajoy vuelve a controlar el rebaño.

Viñeta: Becs

sábado, 16 de julio de 2016

RETORNO AL DESIERTO


(Publicado en Newsweek en Español el 15 de julio de 2016)

El terror es la gran epidemia del siglo XXI, un siglo que va camino de ser aún más oscuro, frío y cruel que el anterior. Vivimos con el miedo metido en nuestras carnes como una mala sarna, una gangrena o un cáncer que nos va debilitando poco a poco y nos vuelve más desconfiados, menos solidarios, peores personas. Los lugares más frecuentados se convierten en escenarios de terror y macabras pesadillas, los objetos más cotidianos se transforman en armas peligrosas. Un día el terror nos llega del cielo, en forma de aviones de fuego. Al siguiente el terror es un cuchillo de cocina dispuesto a decapitar infieles en plena calle. Ya no hay lugar seguro en el mundo: una discoteca alegre y festiva se convierte en una madrugada de infierno; una soleada playa tunecina en un cadalso para ejecuciones en masa con el telón de fondo del mar rojo teñido de sangre. Una apacible terraza parisina en un apocalipsis, un camión enloquecido y desbocado en el diablo sobre ruedas, como en aquella película de Spielberg tan visionaria.
La última salvajada de los tarados de ISIS nos ha llegado en forma de camión cargado de odio, violencia y bombas. Los habitantes de Niza celebraban el día de la Fiesta Nacional francesa bajo un cielo nocturno de verano y una lluvia de castillos artificiales. La gente celebraba el privilegio impagable de la libertad, la alegría sana de vivir, el orgullo de ser ciudadanos fraternales y civilizados, junto a la hermosa y cálida bahía de la Costa Azul. Fue entonces cuando, al volante del tráiler, irrumpió el monstruo, el fanático, el demente, el idiota, el loco, el ciego, el tonto, el estúpido, el ignorante, el hombre necio y deficiente con el coco sorbido por falsos dioses, extraños mitos y manipuladores ayatolás. Al volante del camión no iba un hombre sino un engendro, un esperpento, una bestia salida de otro tiempo, de otro mundo, de la Edad Media. El bárbaro asesino que busca el Apocalipsis Final para colgarlo en Youtube mientras se le desliza un hilillo de baba boba por la comisura de los labios.
El islam sabio y civilizado de Avicena y Averroes que inventó el arco apuntado, el jabón, el cheque y los jardines con flores exóticas y estanques llenos de agua fresca ha sido reemplazado por esta turba negra y barbuda de la incultura y la chabola. Son las víctimas de siglos de colonialismo que se levantan para ajustarnos las cuentas, los muertos revividos de Siria, Irak, Afganistán y tantas guerras promocionadas por el hombre blanco, mayormente Bush, Blair y Aznar. Son los guerrilleros de un Alá convenientemente reinterpretado que claman venganza contra Occidente para imponer una teocracia en la Tierra a golpe de gañido salvaje, versos coránicos y estupideces varias sobre el cerdo, el vino y la primacía del varón sobre la hembra.
Un día decapitan a unos jugadores de fútbol, al siguiente ahorcan a unos pobres homosexuales o queman cristianos en un nefando remake del Coliseo de Nerón magistralmente filmado en 3D. Odian a las mujeres, a las que tratan como mulas o esclavas sexuales, sacrifican a los niños o los convierten en soldados prematuros, detestan la música, prohíben el cine, destruyen el arte y la cultura mesopotámica que nos legó el alfabeto, la ciencia y la llama del conocimiento. Ya han arrasado la hermosa ciudad de Palmira y no cejarán en su empeño hasta volar por los aires las Pirámides de Egipto, la catedral de Notre Dame, la Estatua de la Libertad y quién sabe qué otras burradas.
Pretenden devolver el mundo a la oscuridad de la caverna, al rebaño de cabras famélicas con pastores alucinados por el sol que vagan por desiertos estériles, a los piojos y la disentería, al fango del poblado con el jefe de la tribu cubriendo hembras sin parar y el brujo barbudo imponiendo la ley injusta del miedo y la superchería. Pretenden devolvernos a la ley de la jungla, aniquilar cualquier vestigio de civilización, arrasar la Medicina, la Ciencia, la Cultura, el Arte y todo lo que no huela a su rancia religión de chilabas raídas y hombres arrodillados con el culo en pompa rezando por un dios que ya no les escucha porque ningún dios puede tolerar una religión semejante donde se adora el crimen, el exterminio masivo de los pueblos, la injusticia y la opresión. Guerra santa lo llaman ellos, como si las guerras no fueran más diabólicas que santas.
La filosofía inculta de los califas avanza fuerte y recia por todo el mundo mientras los occidentales seguimos con nuestros juegos, vendiendo armas a los traficantes, alimentando la xenofobia y el racismo contra los refugiados, levantando alambradas vergonzosas, desplegando policías y ejércitos inútiles y regodeándonos en el hipnotismo numérico del dinero y de Wall Street. Miramos perplejos cómo los fanáticos siembran de miembros mutilados, vísceras y sangre las calles de media Europa, sin saber qué hacer, paralizados, atenazados por el pánico al siguiente bombazo supermasivo, bloqueados por el miedo a salir de nuestro mullido y confortable sofá del salón bajo la brisa fresca del aire acondicionado.
Queremos escurrir el bulto islamista pero no nos queda otra que tomar partido, mojarnos, comprometernos con la causa de la libertad, salir al mundo y luchar codo con codo con nuestros hermanos musulmanes, los buenos y demócratas, que son más y mejores que los otros, los pirados fundamentalistas. No nos queda otra que empuñar las armas por la democracia, esa democracia que tanto criticamos a veces pero que es la única forma útil que conoce el hombre de convivir en paz y libertad. No nos queda más remedio que defender los principios nobles de la civilización humana o dejarnos derrotar por este hatajo de cabreros y asnos con chilaba pestilente y pipa de agua que anhela la aniquilación de todo lo bueno que hay en el ser humano. Aniquilarnos y devolvernos a la prehistoria. Con el culo en pompa y mirando a la Meca.

Ilustración: Iñaki y Frenchy

viernes, 15 de julio de 2016

NIZA, LA ÚLTIMA SALVAJADA DE LOS TERRORISTAS DE DAESH

 (Publicado en Revista Gurb el 15 de julio de 2016)

El terrorismo ha golpeado de nuevo a Francia. Al menos 84 personas han muerto después de que un camión conducido por un conductor suicida arrollase a una multitud en el Paseo Marítimo de Niza durante la celebración del Día de la Fiesta Nacional. El atentado, nuevamente de una factura extremadamente cruel, ya que el terrorista eligió lanzar el vehículo durante dos kilómetros por una calle abarrotada de gente que presenciaba unos fuegos artificiales, deja más de 100 heridos, de los cuales 50 están muy graves. Según explican fuentes oficiales, el conductor fue finalmente abatido por agentes de las fuerzas de seguridad. Además, el diario Le Figaro apunta a que en el interior del tráiler se han encontrado armas, fusiles y granadas. Testigos presenciales aseguran haber escuchado disparos en el lugar de los hechos, aunque no se sabe cuál era la procedencia. No se descarta la hipótesis de que el asesino disparara indiscriminadamente contra la población indefensa mientras embestía con el camión contra los viandantes. El portavoz del Ministerio del Interior, Pierre-Henri Brandet, precisó que el hombre “neutralizado por la policía” era el único que iba en el vehículo y el presidente François Hollande se ha puesto al frente de un gabinete de crisis.
Mientras la Fiscalía Antiterrorista en París se ha hecho cargo del caso, todo apunta a que estamos ante una nueva salvajada del grupo islamista Daesh/Isis, que se ha conjurado para llevar el terror a Francia. Primero fueron los criminales actos contra los periodistas de la revista satírica Charlie Hebdo, más tarde la matanza en la sala Bataclan. Hoy le ha tocado el turno a miles de personas que pasaban una noche de fiesta alegre y tranquila celebrando el día nacional de Francia. Es la hora de atender a los heridos y de consolar a las familias de las víctimas. Es la hora de que los servicios de inteligencia y las fuerzas de seguridad francesas, en coordinación con las demás policías europeas, investiguen quién era el asesino (si un lobo solitario o un miembro de alguna célula durmiente organizada) quién le vendió el camión y de dónde sacó las granadas y las armas que transportaba en su interior. El modus operandi empleado por el autor del ataque no es nuevo. Los manuales de la organización terrorista Daesh detallan cómo preparar un camión de gran tonelaje para lanzarlo contra la población civil, cargado de explosivos y arrollando a todo aquel que se encuentra por el camino. Los habitantes de Siria, Irak y Afganistán saben muy bien en qué consiste este diabólico método de matar. Lo sufren a diario. Los kamikazes del Daesh colocan cuatro o cinco camiones en formación, a modo de muro, los ponen a toda velocidad y arremeten como auténticas apisonadoras contra los habitantes de las ciudades, con el único fin de ocasionar la mayor cantidad posible de víctimas civiles. La locura suele tener un final apoteósico: una vez que el yihadista suicida ha atropellado a decenas de personas, acciona un mecanismo automático y hace detonar la carga explosiva que transporta en el interior del remolque. La detonación y la posterior onda expansiva se cobra un número mayor de bajas.
Atentados de este tipo se producen cada día en Oriente Medio, provocando cientos de víctimas mortales, pese a que en Occidente apenas ocupan un minuto en los telediarios. Testigos de estas masacres aseguran que hasta los policías y militares huyen despavoridos cuando ven entrar a los camiones-bomba, los camiones del horror, rugiendo como bestias por las calles de la ciudad. Nadie puede detenerlos. Anoche los terroristas quisieron dejar claro que pueden llevar a cabo acciones de este tipo no solo en lejanos países orientales o africanos, sino también en el corazón de Francia, que es tanto como decir el corazón mismo de Europa. Anoche Daesh dio una vuelta de tuerca más en su monstruosa espiral de locura y violencia. Con el atentado de Niza los terroristas nos avisan de que su macabra imaginación no conoce límites a la hora de ingeniar y preparar nuevos atentados para matar a decenas de personas inocentes. Ellos no necesitan misiles, ni carros blindados, ni aviones supersónicos para cometer crímenes en masa en cada rincón de Occidente. Les basta con un simple cuchillo de cocina con el que salir a matar indiscriminadamente, una pistola que pueden adquirir a un precio barato a través de Internet o un simple camión que habitualmente sirve para transportar productos agrícolas. Cualquier cosa, objeto o vehículo puede servirles para sus maquiavélicos planes militares.
La Policía francesa trabaja contra reloj para averiguar quién era el terrorista que perpetró la masacre de anoche en las calles de Niza pero probablemente en las próximas horas sabremos que no era un militar experimentado llegado de la guerra de Siria, ni un yihadista perfectamente entrenado en una lejana madrasa de Pakistán. Probablemente vamos a comprobar, una vez más con estupor, que el autor de esta nueva barbarie es un ciudadano francés, un hombre occidental que tras radicalizarse por internet ha decidido inmolarse para llegar al cielo y fundirse con Alá, eso sí, llevándose consigo a decenas de inocentes. En España el 70 por ciento de los detenidos por terrorismo islámico son nacidos en Ceuta y Melilla, ciudadanos españoles de pleno derecho de segunda o tercera generación, lo que debe llevarnos a pensar que el problema que está sufriendo Francia también nos afecta a nosotros.
No hay otra forma de luchar contra el terrorismo descerebrado de Daesh que mantener la unidad de los países civilizados de la Unión Europa. Trabajar en coordinación con las demás policías europeas, compartir información sobre sospechosos y células yihadistas y reforzar las medidas de seguridad en lugares sensibles es lo único que podemos hacer, de momento, para minimizar el terror de Daesh, un terrorismo con el que lamentablemente tendremos que convivir en los próximos años. Pero tan importante como mejorar nuestros mecanismos de defensa es estrechar lazos con los gobiernos y movimientos demócratas del mundo musulmán. No podemos abandonar a su suerte a las gentes civilizadas de Mosul, Bagdad, Trípoli, Kabul y de tantas y tantas ciudades del mundo árabe que a diario sufren el zarpazo y los estragos del terrorismo fundamentalista. Hay que hacer la guerra a Daesh en su propio territorio apoyando a los grupos insurgentes que se resisten a caer en la tiranía del Califato islámico, prestándoles toda la ayuda militar y logística que sea necesaria, haciéndoles saber que Occidente está con ellos en su lucha contra esta nueva forma de fascismo de corte religioso. Solo así ganaremos la partida a los clérigos de las túnicas negras que se han conjurado para someter a los ciudadanos del mundo libre, para arrebatarnos nuestros derechos y libertades y para imponernos un régimen de terror teocrático cuya crueldad y fanatismo el mundo no había conocido hasta ahora. Los terroristas de Daesh han atravesado ya todas las fronteras de la ignominia y la bestialidad. Lo último, lanzar un camión desenfrenado contra la población civil que celebra una fiesta, es solo un paso más en su espiral de sangre y violencia sin sentido. Un día decapitan a un equipo de fútbol, al siguiente cuelgan a un grupo de homosexuales en la plaza pública o ejecutan a decenas de cristianos o mujeres que son tomadas como esclavas sexuales. La humanidad se enfrenta a un monstruo tanto o más despiadado que el peor régimen conocido hasta la fecha: el nazismo de Hitler. Podemos vencerlos y lo haremos porque la razón está de nuestro lado. Pero tenemos que obrar con unidad, inteligencia y democracia.  Solo así venceremos a las alimañas sangrientas.

Foto: Reuters

martes, 12 de julio de 2016

EL AMIGO AMERICANO

 (Publicado en Diario16 el 11 de julio de 2016)

Barack Obama, el amo del mundo, de la Luna y Marte, ha venido a controlar cómo anda el patio trasero español, donde los americanos siguen teniendo intereses económicos y militares, o sea Rota y Morón, yankees go home. Hacía quince años que un presidente americano no se dejaba caer por España, y lo primero que ha dicho tras apearse del Aire Force One es que le gusta mucho nuestro país porque anduvo por aquí de mochilero en sus tiempos mozos. Una noticia bomba, sin duda, a la que Matías Prats ha sabido sacarle punta abriendo el telediario con ella con su habitual sensacionalismo y gracejo. Por lo visto a Michelle y a las niñas también les encanta nuestro país, mayormente el gazpacho y el flamanco. Será que no han visto la otra cara de España, las colas de Cáritas y del Inem, los mendigos con cartela y el cabreo y pesimismo generalizado que se respira en nuestras calles y plazas. Tras cuarenta años de democracia y despegue, España ha vuelto a los cincuenta, al Nodo en color de TVE con toreros muertos, misas de domingo y mucho cine de Lola Flores, al Plan Marshall y al pueblo coreando aquello de "americanos os recibimos con alegría", a ver si así nos cae alguna limosnilla de Washington.
Este país va para atrás como los cangrejos, pero el amo americano viene a darle ánimos a Rajoy para que no se duerma en los laureles de la victoria, forme Gobierno de una santa vez y le eche una mano con el enjambre yihadista. A Estados Unidos no le conviene una España anárquica, desgobernada y frágil que le hace perder dólares y ventas en coca colas, y le ha dicho al presidente español que se ponga las pilas de una vez. "Sea cual sea el Gobierno, España seguirá siendo un aliado sólido", ha insinuado el líder estadounidense ante un Rajoy que apretaba la mandíbula sin saber muy bien qué quería decir ese señor negro tan bien trajeado. Obama, el encanecido y algo amargado Obama, ha venido para poner un poco de orden en el gallinero español, donde ya no hay dos gallitos sino cuatro, y hasta se ha reunido con el triste Sánchez, con el maquiavélico Riverita y con el jacobino Coletas (no sabemos si Pablo le hará la cobra a la bandera de las barras y estrellas como se la hizo el rojo Zapatero).
Obama ya no es aquel joven idealista que llegó a la Casa Blanca para hacer realidad el hermoso sueño de igualdad entre blancos y negros de Luther King, para instaurar la sanidad pública y para aliviar el maltrecho ozono del planeta. Nada queda ya de aquellas arriesgadas promesas, los halcones republicanos del Pentágono han impuesto su ley y el mundo es hoy un lugar tan inseguro e infestado de guerras y terroristas como cuando gobernaba el locuelo de Bush. Por si fuera poco, Europa se nos va al garete sin que el Lincoln afro haga nada por evitarlo. Son las cosas del nuevo desorden mundial, que es un despiporre. Mucho nos tememos que la visita del amigo americano no servirá para mucho más que para llenar de turistas yanquis unos cuantos restaurantes de Marbella y para que Rajoy, que parece un servil mayordomo al lado del elegante y aristócrata Obama, aprenda un poco de inglés, que ya va siendo hora. Al menos que le sirva de algo haber pasado por la Moncloa.

MARIANO, EL COLOSO




(Publicado en Revista Gurb el 8 de julio de 2016)

Parece mentira cómo ha crecido la figura de Rajoy en estas dos últimas semanas de resaca electoral. Quién nos lo iba a decir, ni el más experto marianólogo hubiera sido capaz de preverlo. Antes del 26J al presidente se le veía disminuido, menguante, acabado. Hasta se trabucaba más de la cuenta. Y hoy fíjate tú, ahí lo tienes: un titán, un gigante, el coloso de Rodas, coloso en llamas en un PP que arde por los cuatro costados, pero coloso a fin de cuentas. Los líderes de las demás fuerzas políticas achantan, bajan la cabeza, piden cita para pasar por vicaría, o sea por Moncloa, y charlar cinco minutos con el hombre del momento. Es la venganza fría de Mariano después de pasárselos a todos por el arco de triunfo.
Rajoy vuelve a estar de moda, el gran triunfador, el puto amo. Nos hemos estado riendo de él, hasta hartarnos, durante una legislatura entera, una legislatura que ha sido cruel, larga, sacrificada y llena de parados, de pobres y de indignados. Los periodistas le hemos dado a Mariano hasta en el carné de identidad, le hemos estado arreando estopa sin piedad, como si fuera un muñeco de pim pam pum, sin conseguir derribarlo. Le hemos atizado tanto y con tanta saña que al final lo hemos convertido en una víctima, en un mártir, en un señor mayor que daba pena porque le caían palos por todos lados. ¿Y ahora qué, listillos? ¿Cómo explicamos que el señor mayor tenía razón, que era él el elegido, el más querido por los españoles, el llamado a sucederse a sí mismo ante la falta de alternativas? Parecía tonto cuando lo veíamos balbucear todo aquello del vecino y el alcalde y el plato y el vaso y las máquinas son máquinas y lo de su primo el climatólogo y los chuches y tantas y tantas historias de viejas gallegas como nos ha ido contando el premier para tenernos entretenidos, embaucados y hechizados durante cuatro años de crisis y escándalos. Sí, eso es lo que ha hecho Mariano: hipnotizarnos con su retórica decimonónica tan eficaz como el más potente filtro de una bruja de Pontevedra, meternos la anestesia de sus chistes malos para que nos olvidáramos de lo mal que iba el país, distraernos con sus circunloquios enrevesados mientras la corrupción se desbocaba en su partido y las colas de Cáritas se llenaban de hambrientos.
Cuando las cosas iban mal salía él, siempre enchufado al humor absurdo en plan Groucho Marx, siempre on fire, soltaba una de las suyas para captar la atención y todos caíamos sin darnos cuenta en el show de Marianico El Corto. Nos reíamos de él a mandíbula batiente, nos descollonábamos vivos con sus ocurrencias y gozábamos con la idea de que a ese hombre raro, miope y barbudo con frenillo le quedaban cuatro telediarios en la Moncloa. Cada vez que lo escuchábamos desbarrar, pensábamos sin dudarlo que la victoria de la izquierda, con sorpasso o sin sorpasso, estaba más cerca que nunca. Creíamos que Rajoy caería por su peso víctima de sus propias simplezas. Pobres ilusos, qué equivocados estábamos. No nos dábamos cuenta del truco, no éramos capaces de ver que todo obedecía a un plan, que Mariano El Previsible conectaba a la perfección con las masas hispanas, con el ideal del español medio: el Marca, el fútbol, el puro y la buena vida del dominguero. El premier nos iba contando sus chascarrillos de fogón y brasero para despistarnos y nosotros nos mofábamos de él, como si fuera un viejo chocho, el loco del pueblo, un friki que no decía más que tontunas y que tenía las horas contadas. Un día Pedro Sánchez lo llamaba indecente, al otro día la liaba parda con un mensaje a Bárcenas o en una entrevista con Alsina o en la cocina de Bertín. Los politólogos de nuevo cuño, los tertulianos de plató, las falsas encuestas, Espe Aguirre y hasta los barones más aznaristas de su partido, daban a Mariano por desahuciado, por fracasado, por amortizado y hasta por dimitido. Los periodistas, cuando nos levantábamos por la mañana con el pie izquierdo, aburridos, escasos de ideas y sin otra cosa mejor que hacer, la tomábamos con el presidente y le dábamos caña sin ton ni son, hasta quedar exhaustos. Arrearle al tonto era el deporte nacional y cuando no se nos ocurría nada bueno para escribir íbamos a lo fácil, a fostiar al simple, al manso, al indolente presidente. Reíros, reíros, que quien ríe el último ríe mejor, debía pensar MR en su interior.
Fiel a su ritmo de trote cansino y a su estilo pasota, nunca se puso nervioso, capeó el torrente de críticas que le llovían en su propio partido y aguantó mofas y befas de la oposición como un santo varón, aferrándose a aquello de que quien resiste gana, como dijo su paisano Cela. Tuvo que apretar los dientes, tuvo que apretar el culamen, tuvo que apretar hasta desgastarla la estampita de Fraga y de la Virgen de Mondoñedo, a quien encomendó su suerte, pero al final, tras años de desgaste y procelosas mareas podemitas, salió vencedor contra todo pronóstico. Hoy ha llegado su hora, el día de la verdad, el momento del zasca en toda la boca a la izquierda, la moderada y la extrema, que se había construido el castillo en el aire de que España amanecería roja el 27J.  Hemos linchado tanto a Mariano que el ciudadano medio ha terminado espantado y creyendo que los periodistas éramos todos unos salvajes radicales, unos buitres carroñeros sin ninguna humanidad ni compasión con el pobre simple. Y así, de tanto darle al vejete, de tanto atizarle al abuelo, el golpe se ha vuelto contra nosotros mismos. Rajoy ha jugado a víctima maltratada y la maniobra le ha salido redonda. Nuestro gran error fue tomarlo por idiota, cuando no hay un solo gallego tonto, como me dice mi buen amigo Paco Cisterna, que sigue escribiendo con esa prosa ateniense y dorada dos pisos más arriba de esta columna.
Cuánto nos hemos reído con el running geriátrico, ortopédico y mañanero del presidente del Gobierno; cuántos pechos se habrán partido de la risa con el tic  de su ojo izquierdo, que se le desmandaba e iba por libre cada vez que soltaba una mentira; cuántos buenos ratitos hemos pasado viendo cómo Mariano se hacía el sueco con la Merkel o incurría en el ridículo más espantoso con Obama o no se enteraba de nada cuando le hablaban en inglés en las altas cumbres europeas. Nos lo hemos pasado en grande, lo hemos gozado a tope con las ocurrencias descacharrantes del presidente, sin darnos cuenta de que estábamos cayendo en la trampa. Ahora cabe preguntarse: ¿quién ha sido en realidad el tonto de esta comedia de enredo en que se ha convertido la política española? ¿Rajoy con sus despistes para despistar, sus dislates calculados y sus cosas de bombero torero o esa izquierda confiada y prepotente que había vendido la piel del oso gallego antes de cazarlo y que ya se daba por ganadora en una nueva campaña de ensoñación quimérica y metafísica?
Hoy, cuando aún retumban los ecos de la victoria en el balcón de los piratas genoveses, cuando aún resuenan los coros ganadores y el manido yo soy español, español, español, cuando los sobacos húmedos de tantos imputados aún siguen supurando el champán de la dulce victoria, todavía hay quien insiste, erróneamente, en que Mariano Rajoy es una especie de tonto a las tres que no se entera de nada. No han aprendido de la derrota. Mariano Rajoy es un genio de la política que nos la ha metido doblada sin que nos demos ni siquiera cuenta. A Mariano Rajoy hay que dejarlo en paz, a su aire, con su Marca y su puro, porque es un superviviente nato en la jungla de la política, un Rambo de la vida pública que cuanto más le atizas más elecciones gana. A estas alturas seguro que ya está pensando en la tercera vuelta. Ahora que le ha cogido el gustillo a ganar ya no hay quien lo pare, ni siquiera Ciudadanos. A Mariano que lo dejen tranquilo, que el presidente es como un gremlin que cuanto más le mojan la oreja más se crece. Cuanto peor lo hace más elecciones gana. Lo toman por tonto pero aquí el más tonto hace relojes (sobre todo suizos). Menos mal que el chico era corto. Si llega a ser listo saca la mayoría absoluta.

Viñeta: El Koko Parrilla

viernes, 8 de julio de 2016

AL FILO DE LO IMPOSIBLE

(Publicado en Revista Gurb el 8 de julio de 2016)

Ramón Larramendi (Madrid, 1965) es uno de los grandes exploradores polares de nuestro tiempo. En un mundo globalizado donde ya quedan pocos lugares por descubrir y donde te puedes encontrar un restaurante McDonald’s lleno de turistas en el lugar más recóndito, todavía quedan personajes que sueñan con emular las aventuras de Amundsen y sus históricas gestas de principios del siglo XX, expediciones a los polos que con frecuencia terminaban en barcos hundidos, exploradores desaparecidos y titulares de viejos periódicos que conmocionaban al mundo. Hoy es mucho menos arriesgado viajar a las zonas heladas de la Tierra. Hay helicópteros que vuelan a cualquier latitud en unas pocas horas, sistemas de navegación por satélite y equipos de rescate que pueden llegar en un santiamén hasta una expedición en apuros. Pero la aventura de un hombre solo y frágil en medio del vasto desierto helado, blanco e inhóspito de Groenlandia o de la Antártida sigue estando ahí. Durante varias décadas, Larramendi, uno de los aventureros del mítico programa Al filo de lo imposible, ha recorrido estas zonas frías y desoladas, ha atravesado rascacielos de hielo que se derriten por el calentamiento global, ha visto auroras boreales de una belleza indescriptible y ha tenido la oportunidad de convivir con los inuit y demás tribus esquimales, nativos que se resisten a desaparecer con la globalización y la tecnología. "Sin duda están en peligro de extinción, de hecho su forma de vida tradicional, cultural, se ha extinguido; quedan unos pequeños coletazos en Groenlandia pero en Canadá y en Alaska prácticamente han desaparecido y los que quedan están condenados a extinguirse. En el siglo XXI una cultura de cazadores no tiene mucha cabida". Larramendi acaba de llegar de las tierras árticas, donde ha culminado con éxito su proyecto Cumbre de Hielo Groenlandia 2016, el programa de investigación que ha servido para probar su prototipo de trineo de viento, un medio de transporte no contaminante único en el mundo inspirado en los viejos trineos esquimales tirados por perros. Ha sido la primera vez que un vehículo movido con energías renovables se ha desplazado por aquellas tierras heladas, lo que marca un nuevo hito en la exploración geográfica. La expedición, en la que participaron nueve personas, realizó un viaje trepidante de 2.000 kilómetros partiendo desde la costa suroeste de Groenlandia, en Kangerlussuaq, hasta alcanzar la zona más alta del desierto interior helado (Indlandsis), donde se encuentra la base científica norteamericana Summit Camp. Allí, en medio de la soledad infinita del continente de nieve, a temperaturas de menos 25 grados, el equipo de Larramendi ha llevado a cabo importantes investigaciones sobre glaciales, cambio climático y fenómenos astronómicos. Experimentos que en un futuro deben servirnos para conocer mejor cómo se produce el calentamiento global y para tratar de parar lo que ya se antoja imparable, irreversible, definitivo.

Entrevista completa en Revista Gurb

RAJOY TIENE QUE HACER LOS DEBERES


(Publicado en Revista Gurb el 8 de julio de 2016)

Casi dos semanas después de las elecciones del 26J, el panorama para la formación de Gobierno en España sigue siendo todavía incierto. Nadie quiere unas terceras elecciones pero ningún líder se atreve a dar el primer paso. El Partido Popular, sorprendente ganador de los comicios con 137 escaños (14 más que en la convocatoria del 20D pese a lo que vaticinaban los encuestas) parece dispuesto ahora a llegar a algún tipo de acuerdo con el PSOE para gobernar. Descartada la hipótesis de la gran coalición PP/PSOE, tan inverosímil como suicida para los socialistas, se baraja una posible abstención de los socialistas con el apoyo puntual a los populares de otras fuerzas políticas como Ciudadanos, el PNV o Coalición Canaria. Ese escenario daría mayoría suficiente a Rajoy para repetir mandato como presidente del Gobierno. Algunos barones del PSOE ya se han mostrado a favor, en público, de que el Partido Socialista se abstenga en la sesión de investidura para que Mariano Rajoy pueda lograr la presidencia por el bien del país. Pero todo depende de los movimientos que haga el líder gallego a partir de ahora. La pelota está sobre su tejado. Aún no sabemos si el presidente en funciones abandonará su estilo parsimónico caracterizado por dejar pasar el tiempo, por marcar un ritmo lento en la solución de los problemas, para ponerse por fin manos a la obra en la tarea de formar un Gobierno. En principio todo apunta a que Rajoy ha abandonado el inmovilismo de los últimos meses para pasar definitivamente a la acción, aunque con él nunca se sabe. Esta misma semana ya ha iniciado las primeras conversaciones con responsables del PNV y de Coalición Canaria, y De Cospedal coordinará una especie de hoja de ruta de contactos con las demás fuerzas políticas. Por un momento al menos la dinámica parece ser otra. Es como si el presidente hubiera decidido cambiar la estrategia seguida tras el 20D, cuando dio la espantada ante el Rey Felipe VI, declinó presentarse a la investidura por falta de apoyos y pasó la patata caliente al líder socialista, Pedro Sánchez, que durante seis meses aceptó el reto e intentó, infructuosamente, buscar aliados para alcanzar la ansiada mayoría de 176 escaños necesaria para gobernar. Sánchez, pese a haber logrado un pacto con Ciudadanos, quedó lejos de esa cifra tras la negativa de Podemos a sumarse al acuerdo, y salió quemado del proceso. Tan quemado que a fecha de hoy su futuro como secretario general del partido pende de un hilo, el hilo del próximo congreso extraordinario del PSOE, donde su gestión será sometida a juicio y casi con toda seguridad será cuestionada por los barones tras los malos resultados del 26J. A expensas de ese congreso bizantino, donde el PSOE decidirá no solo la Secretaría General sino el futuro del propio partido, hoy ya sabemos que Sánchez cayó en la trampa que le tendió Rajoy, un político que pese a que en ocasiones pueda dar la sensación de ser un hombre despistado y ajeno a los problemas de Estado que solo desea que lo dejen en paz, sabe muy bien lo que se hace. Mientras el líder del PSOE se agotaba en su empeño imposible de sentar a Pablo Iglesias y a Albert Rivera en la misma mesa para que firmaran el acuerdo tripartito, Rajoy reservaba fuerzas tranquilamente en el banquillo y salía fresco al partido de vuelta del 26J.
Ahora, con la perspectiva que ofrece el tiempo transcurrido, ha quedado claro que el presidente del Gobierno acertó al quedarse en la grada, al margen del barro de las negociaciones y los pactos, y así lo han demostrado las urnas. Los votantes constataron la debilidad de tres partidos (PSOE, Ciudadanos y Podemos) que tras medio año de conversaciones, descalificaciones, rencillas, puestas en escena, gallineros y desplantes, no consiguieron ponerse de acuerdo para formar un Gobierno, perdiendo una oportunidad única de desalojar al PP el poder. Y esa debilidad la penalizaron los ciudadanos el día de las elecciones. De hecho, las tres fuerzas principales de la oposición han obtenido malos resultados electorales: el PSOE perdiendo cinco escaños, Podemos dejándose más de un millón de votos en el camino (pese a que salva los muebles y mantiene los mismos 71 diputados que sacó el 20D) y Ciudadanos cosechando un pequeño descalabro, pasando de 40 a 32. No hacer nada a veces es hacerlo todo y esta estrategia de la avestruz y la indolencia le ha servido al presidente en funciones no solo para volver a ganar las elecciones sino para subir inesperadamente otros catorce escaños más, cuando ni en los mejores sueños de los populares ni en los sondeos más optimistas del PP podían prever siquiera tal posibilidad.
Ya no estamos en diciembre. Ahora el Partido Popular tiene que mover ficha, empezar de una vez por todas a hacer los deberes, porque si no los hace corre el riesgo de suspender en septiembre, lo que nos abocaría a unas terceras elecciones, algo que a la ciudadanía le suena ya a cachondeo, por decirlo en el lenguaje coloquial de la calle. Los populares disponen de 137 escaños y tienen que hacerlos valer, están en la obligación de intentar gobernar como lista más votada. En este punto existen varias posibilidades. La que más agrada a Rajoy es, sin duda, que el PSOE se abstenga en la sesión de investidura, permitiéndole llegar a la Moncloa. Ahora bien, con ser esta la situación ideal para el PP, sería desastrosa para el PSOE. ¿Cómo explicaría Pedro Sánchez a sus votantes esta abstención que permitiría al Gobierno popular poner en marcha el paquete de nuevos recortes y duros sacrificios que prepara Bruselas? ¿Cómo explicaría el secretario general del PSOE una hipotética abstención en favor de Rajoy a esa votante socialista que gana dos raquíticos euros a la hora por limpiar habitaciones de hotel? ¿Cómo le haría comprender el PSOE a esa ciudadana que la abstención es buena para la gobernabilidad de España y para no terminar abocados a unas terceras elecciones, pero nefasta para su futuro personal como trabajadora en precario condenada a sufrir salarios todavía más bajos, tal como prevén los planes de la UE, de la patronal y el programa del propio Partido Popular? No parece pues probable que el PSOE opte por esta alternativa que lo colocaría en una posición aún más complicada ante su electorado, ya bastante insatisfecho y desencantado con las decisiones que se toman últimamente en Ferraz. Más factible sería que el PSOE diera vía libre a algunos de sus diputados para que se abstuvieran o votaran a favor de la investidura de Rajoy, a título individual, en una especie de inmolación de algunos por el interés de todos, o más bien por motivos patrióticos. Esta opción pasa por que alguno de los diputados socialistas se pongan enfermos el día de la investidura o queden súbitamente encerrados en el aseo del Congreso, como advertía Emiliano García-Page, secretario general del PSOE de Castilla-La Mancha, para quien esta triquiñuela sería una falta de respeto en toda regla a los ciudadanos. En cualquier caso, figuras destacadas del PSOE como Josep Borrell ya han avisado de que cualquier apoyo al PP no saldrá gratis, ya que los socialistas exigirán las máximas contraprestaciones políticas a cambio. "El PSOE tiene que aprovechar toda su fuerza negociadora para lograr todo lo que pueda lograr", ha asegurado. La ley de educación, la ley del aborto, la ley mordaza y otras disposiciones serían el precio por la abstención.
Una segunda opción pasaría por que Rajoy lograra los apoyos necesarios para gobernar en el caladero de la derecha de Ciudadanos y de otras fuerzas minoritarias, como los nacionalistas vascos, catalanes y canarios. Pero para lograr ese objetivo el presidente del Gobierno es el principal escollo, demasiado salpicado por la corrupción. Nadie quiere plasmar su firma junto a la del líder que enviaba mensajes solidarios a su tesorero imputado para que resistiera y fuera fuerte ante las investigaciones policiales y judiciales que se cernían sobre el PP. Albert Rivera no puede asumir de ninguna manera que sus diputados sirvan para investir a un Rajoy enfangado (pese a su incontestable victoria electoral) cuando se ha pasado seis meses diciendo que al presidente del Gobierno ni agua y pidiendo su dimisión irrevocable. Por tanto, una alianza PP/Ciudadanos (más el apoyo del PNV, que exige el acercamiento de los presos de ETA, algo nada fácil de asumir para los populares) pasa necesariamente por que Rajoy dé un paso a un lado, cesando o dimitiendo, impensable a fecha de hoy, ya que el presidente en funciones ha salido reforzado de la batalla electoral y está más crecido que nunca. A estas alturas, el jefe del  Ejecutivo se ve a sí mismo como un héroe que ha sacado a su partido de la situación crítica por la que ha atravesado en los últimos cuatro años. Nadie, ni los aznaristas más acérrimos, se atreven ya a alzar la voz contra un líder cuya estrategia del resiste y vencerás ha servido para que remonte el vuelo la gaviota, el charrán común o como quiera que se llame el pájaro emblemático del PP. En cualquier caso, si Rajoy no consigue salir investido a la segunda porque nadie quiere prestarle los apoyos suficientes, siempre puede volver a la vieja táctica: esconderse tras el plasma, huir de los periodistas y dejar que todo se siga pudriendo. Volver a la España sin Gobierno donde curiosamente las cifras económicas y de empleo mejoran como por arte de magia. Quién sabe, quizá de esta manera, volviendo a la retaguardia y al enrocamiento, volviendo a la pasividad y al no hacer nada, dentro de otros seis meses  vuelva a ganar las elecciones. Y esta vez sí, a la tercera va la vencida, por mayoría absoluta.

Viñeta: Becs

lunes, 4 de julio de 2016

LA DERECHA SIEMPRE GANA


(Publicado en Revista Gurb y en Diario 16 el 27 de junio de 2016)

¿Por qué estaba tan contento Pedro Sánchez? ¿Era el momento de sacar pecho cuando el PSOE había vuelto a cosechar, una vez más, el peor resultado de su historia? ¿A santo de qué venía ese revanchismo estéril contra Pablo Iglesias? Ayer fue una jornada aciaga para la izquierda, un día negro que probablemente estaremos pagando con más sacrificios y recortes durante los próximos cuatro años. Y allí estaba él, con su sonrisa Profidén, con sus palabras huecas y sus frases grandilocuentes y peripatéticas que no venían a cuento. Había perdido cinco escaños más y él seguía en plan triunfador, exultante, orgulloso de la derrota. Ver las banderas azules y gavioteras ondeando al viento en la noche caliente de Madrid era como para echarse a llorar, como para echarse a temblar, pero él se mostraba guapo de cara, fresquito de traje, inconsútil. Ni un atisbo de autocrítica, ni un pongo mi cargo a disposición del partido para lo que haga falta, ni una mala declaración a los periodistas sobre si piensa votar en contra de Rajoy o abstenerse para que pueda seguir gobernando la derecha (lo que a estas alturas de la película ya no nos extrañaría nada viniendo de ese PSOE oficialista que practica un cachondosocialismo de salón). Toda la culpa era de los otros, de Pablo Iglesias (su única obsesión) de Podemos, de la izquierda real, de los indignados, del pueblo oprimido que busca soluciones concretas, no parches ni apaños neoliberales con la nueva derecha naranjita. Ese pacto PSOE/Ciudadanos ya lo pueden ir tirando a la basura porque no sirve. Nunca sirvió, fue un teatrillo de varietés. A Rivera solo le ha servido para descalabrarse (está claro que sus bases neopijas no quieren ni oír hablar de los socialistas) y a Sánchez le ha costado otros cinco escaños en una sangría de votos que promete no tener un final.
Y mientras tanto, al otro lado de Madrid, el gran estadista de baratillo, el disléxico chistoso, el gandul de Marca y puro, el encefalograma plano con patas, o sea Rajoy, saltaba en el balcón de los ladrones ante cientos de cómplices del desfalco y la estafa, cientos de colaboradores necesarios que gritaban, como hinchas rusos puestos de euforia con vodka,  aquello de yo soy español, español, español. ¿Qué celebraba toda esa gente, los atracos de Bárcenas, los puteríos de Granados, los bandoleros de la Gurtel que han dejado este país más seco que el Sáhara? Pues ese es, a grandes rasgos, el gran programa político que nos tiene reservado el PP para la próxima legislatura. Más patriotismo y más miseria. Más injusticia social y más privilegios para la banca y las clases pudientes. Más látigo y corrupción, más sangre, sudor y lágrimas. España es de derechas, siempre lo ha sido y a este ritmo histórico cansino parece que siempre lo será. Este es un país que todavía vive del alcalde trinconero, del poderoso cacique y del cura tragón, pesetero y machista. No hicimos la Ilustración cuando tocaba y ahora todo es sumisión, idiocia y mediocridad. Pero a la gran mayoría del pueblo parece que le va la marcha de ese paternalismo secular. España es un país masoquista con síndrome de Estocolmo al que le gusta que le den por arriba y por debajo, por delante y por detrás. Ya solo falta que Rivera firme el papel para que nos comamos cuatro años más de estragos, de ruinas, de mierda. Si hay que ir al matadero vayamos ya, cuanto antes, no perdamos otros seis meses con cambalaches, negocietes, falsas investiduras y visitas de cuarto de hora a la casa del Rey. Pero Sánchez, eso sí, parece muy contento y satisfecho con los resultados. En una de éstas hasta firma un Gobierno con Rajoy.

Ilustración: Iñaki y Frenchy

domingo, 3 de julio de 2016

EL TELEGRAMA DE LA NOCHE

(Publicado en Revista Gurb el 24 de junio de 2016)

Día sombrío en Santander. Una suave llovizna cae sobre la hermosa playa del Sardinero, envolviendo el gran Casino, cuyos alegres tonos pastel contrastan con la tristeza del cielo plomizo. Pese al mal tiempo, hay gente en las terrazas comiendo marisco y bebiendo vino blanco. Como si la crisis fuera cosa del pasado, como si Rajoy se hubiera salido con la suya. En ésas, un hombre emerge del ascensor del hotel. Cabello largo encanecido, americana distinguida, porte parisino y sosegado, ligeramente encorvado. Es el filósofo, periodista y escritor Josep Ramoneda (Cervera-Lérida, 1949) que ha llegado a la ciudad para impartir una conferencia sobre periodismo en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. Durante años, Ramoneda ha sido la última voz de la noche, esa voz profunda y áspera con deje catalán que parece salida de lejos, de muy lejos, de Tegucigalpa por lo menos, y que se cuela por las rendijas de nuestros transistores para darnos, como fogonazos de ideas, como llamaradas de conciencia crítica, los últimos telegramas del día. Desde su faro nocturno de Hora 25 de la Cadena Ser, el periodista ha ido rellenando, madrugada tras madrugada, el dietario de Ramoneda, auténtico cuaderno de bitácora de la historia reciente de España. "La situación del PSOE es de tragedia clásica. Pablo Iglesias ha conseguido algo que es indudable, y es que ya desde el primer momento se ha asumido que éstas serán unas elecciones entre el PP y Podemos. Esto lo ha conseguido". Ramoneda pertenece a esa vieja escuela de periodismo al borde ya de la extinción, una generación que no vive del tuit atropellado con faltas de ortografía ni del megusteo barato en las redes sociales, sino de la sentencia trabajada, de la reflexión literaria y filosófica, del descreimiento como recurso retórico y de la ironía escéptica y elegante que ya no está de moda. "Lo primero que tenemos que aprender de esta crisis es la manera de poner límites al poder financiero; lo segundo es que la desigualdad es destructiva, porque rompe el consenso social, bloquea la economía y dificulta el desarrollo económico". Ramoneda se sienta en el sofá del hall del hotel, se pone cómodo, se desabrocha la chaqueta y empieza a hablar, cómo no, de política…

Entrevista completa en Revista Gurb