(Publicado en Revista Gurb el 22 de julio de 2016)
Músico, cantautor, poeta, cineasta, intelectual de izquierdas (cuando serlo no era una mera pose sino un jugarse el pellejo con la censura o los de la Brigada Político Social) pintor (por encima de todo pintor) icono de una época (aunque a él no le gustan las "iconografías ni las iconologías") hombre renacentista en este oscuro medievo de guerras santas, leviatanes tecnológicos y plagas mundiales, Luis Eduardo Aute (Manila, 1943) sigue estando ahí, en la brecha, componiendo y cantando, pintando y escribiendo, como en los sesenta, como en los setenta y los ochenta, como siempre. Durante décadas, Aute ha estado fabricando ideas sin parar, para sí mismo o para otros –Massiel, Rosa León, Mari Trini, Serrat, Sabina–, bien bajo los focos, guitarra en mano, bien empuñando el pincel en la intimidad del taller de pintura o la pluma en la soledad del escritorio, y su huella artística es ya tan extensa y monumental que resulta inabarcable para el común de los mortales. Puso himno al western de la Transición (Al alba, Rosas en el mar) trabajó con Mankiewicz (cine, cine, cine, más cine por favor) y se dice que inspiró una canción (si no más) al mismísimo McCartney. En el futuro habrá que crear la cátedra de Auteología en las universidades españolas para estudiar todo el aluvión creativo, más las ramificadas influencias y confluencias, que nos va dejando este hombre con trazas de honrado canalla. "Sí, intento ser un poco canalla en esta vida para poder sobrevivir medianamente, pero me sale fatal, desisto de esa idea", asegura. Acaba de publicar El sexto animal, una colección de poemas o "poemigas", como él llama a esas piezas de corta extensión a modo de greguerías o aerolitos. "Hay un sistema que está intentando imponerse, un neoliberalismo feroz, donde el objetivo es que los ciudadanos tengan cada vez menos derechos y que los poderosos tengan cada vez más", denuncia con rotundidad. Aute es efímero como una calada de rubio americano en una estación de Metro y eterno como un poema de amor. Aute siempre ha estado y siempre estará porque es nuestro William Blake, nuestro John Lennon, nuestro Rimbaud, nuestro Antonioni, tantos artistas encarnados en uno solo, flaco y seductor, clásico y moderno, joven y viejo a la vez, un creador tan desmesurado como único y original. "No podría vivir sin pintar, yo supongo que palmaré con un pincel en la mano, ojalá… No entiendo mi vida si no es metiéndome en un estudio para dibujar", afirma. Así que, ladies and gentlemen, pónganse cómodos en sus butacas. Porque hoy toca Aute.
Entrevista completa en Revista Gurb
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