jueves, 12 de diciembre de 2019

CAYETANA CORTA LA PANA

 
(Publicado en Diario16 el 12 de diciembre de 2019)

La portavoz parlamentaria popular, Cayetana Álvarez de Toledo, ejerce ya como gran ideóloga del PP y marca lo que debe decir el partido, cuándo debe decirlo y cómo. Es como si Pablo Casado hubiese delegado en ella, dándole ya todo el poder, carta blanca y barra libre. Y Cayetana, que se siente crecida, respaldada y con patente de corso, hace lo mejor que sabe hacer: practicar el carroñerismo político con una voracidad que asusta. La última dentellada la soltó ayer, mientras el rey llamaba a consultas a Pedro Sánchez y al resto de líderes políticos, cuando aseguró eso de que nunca se imaginó que un Gobierno de España pudiera negociar “en una cárcel con un delincuente” y que hoy estamos “peor que cuando ETA mataba”. La portavoz se estaba refiriendo, claro está, a las negociaciones entre PSOE y ERC de cara a la investidura, una serie de contactos de los que dijo sin despeinarse: “Es como si Felipe González hubiera ido a la cárcel de Figueras para negociar con Tejero”.
Algo le pasa a Álvarez de Toledo. Es como si esa mujer enfurecida no pudiese abrir la boca sin organizar una guerra civil. Anda todo el rato airada, tensa, crispada, y esa tensión se traduce en nerviosismo e histeria en un partido como el PP que necesita precisamente todo lo contrario, sosiego, resituarse, reflexionar sobre su crítica situación y trazar la estrategia correcta. Pero lejos de llevar a cabo un profundo análisis sobre cómo los populares han llegado a ese punto crítico para extraer conclusiones, la solución de Casado es dar rienda suelta a Cayetana la hiperventilada y dejarla que se desahogue a gusto a fuerza de exabruptos, excesos y disparates a cada cual mayor. Al final, lo que queda es el espectáculo patético de una señora de peluquería muy bien vestida pero que pierde los papeles con sus argumentos extraviados y enloquecidos, una especie de niña del exorcista que cuando sufre un ataque febril incontrolable arroja el vómito verde contra Sánchez, lanza escupitajos y pestes contra el padre Karras Junqueras y ve cómo la cabeza empieza a girarle vertiginosamente, hasta que la posesión remite y se queda tranquila.
Casado debería entender que no es una forma sensata de hacer política porque ya ni siquiera estamos hablando del objetivo del PP de recuperar el aznarismo, que podría tener su justificación, sino de promover el todo vale y el delirio como discurso, lo cual perjudica no solo al partido sino también a esa España que dicen amar tanto. A la patria no se la defiende con rabia y con sapos en la boca sino con ideas y con cordura, que es lo que más falta le hace a este país en un momento trascendental. Si tan preocupado está Casado porque Sánchez vaya a gobernar con los indepes que se abstenga en la investidura, deje de practicar el filibusterismo y asunto resuelto. Pero la cuestión no es esa. La clave de todo está en que al PP parece interesarle una Cataluña apocalíptica y convulsa, un polvorín en constante ebullición, porque considera que alimentar el odio y el miedo da votos y es una buena forma de hacerle la competencia a Vox.
En el fondo lo que hace Casado es recuperar la vieja teoría de ETA como supuesto argumento electoral que funciona, pero trasplantada a tierras catalanas. El problema es que cada vez que el PP hace un giro de vértigo hacia la extrema derecha, para parecerse un poco más a su competidor, se deja otro jirón y un pedazo de su historia. Cada vez que Cayetana habla y suelta uno de sus habituales discursos chusqueros y recios se aleja un poco más del centro, que es donde se ganan las elecciones. Y así, poniendo el partido en manos de una Rambo de la política con la cara embadurnada de pintura de camuflaje, sin freno ni control, es como el desastre del que hasta hoy era el partido hegemónico de la derecha española se acerca un poco más. Para gozo de Santi Abascal, que se frota las manos.

Viñeta: Iñaki y Frenchy

SUSPENSE EN ZARZUELA


(Publicado en Diario16 el 11 de diciembre de 2019)

Finalmente, y tras días de suspense, el rey Felipe VI despejó la incógnita y encargó la formación de Gobierno a Pedro Sánchez. Al término de la ronda de consultas con los líderes de los diferentes partidos con representación parlamentaria, el candidato socialista salió del Palacio de la Zarzuela con el mandato expreso del Jefe del Estado para que siga recabando los apoyos necesarios de cara a la composición de un nuevo Ejecutivo. De esta manera, y aunque Sánchez se ha presentado ante el rey sin los escaños suficientes para lograr la mayoría en el Congreso de los Diputados, Felipe VI ha dado su visto bueno no solo a su investidura, sino a su plan de negociación con los independentistas de ERC.
No ha sido una ronda de consulta más. Por primera vez en 44 años de democracia un candidato al Gobierno de España necesita de los votos de una formación antimonárquica, rupturista con el Estado español y con condenados por sedición en la cárcel para ser investido presidente. Y no era un trance fácil presentarse en Zarzuela con ese plan bajo el brazo para decirle al rey que tiene algo más que humo, que piensa gobernar con Pablo Iglesias de vicepresidente y que además va a hacerlo con el apoyo de los diputados de ERC, esos mismos que colocan el retrato del monarca cabeza abajo y que promocionan mociones de reprobación contra la monarquía y a favor del derecho a la autodeterminación en las instituciones catalanas. Por no hablar de que ya ni siquiera acuden a las rondas de consultas con el monarca, consumando así su desprecio.
Pues con esos mimbres, y aunque parezca imposible, Sánchez ha convencido a Felipe VI de que puede formar un Gobierno, por fin, tras tres años de bloqueo y parálisis institucional. Sin duda, el candidato socialista ha sorteado una difícil papeleta casi tan complicada como su tortuosa negociación con ERC y todo ello pese a que en los últimos días el Trío de Colón, la caverna mediática y los poderes financieros habían intensificado una dura ofensiva para intentar presionar al rey con el fin de que frenara el plan Sánchez. La operación liderada por Pablo Casado y Santiago Abascal, con Inés Arrimadas “arrimando” el hombro, ha sido tan cruenta que Felipe VI ha llegado a sopesar por momentos si no era mejor aparcar el programa de investidura de Sánchez, tal como ha publicado Diario16, y explorar otras opciones, incluso la de ir a nuevos comicios. Al final se ha mantenido firme y ha cumplido con el mandato del artículo 99 de la Constitución tal como se viene haciendo desde 1977 y como no podía ser de otra manera: encargando el Gobierno al candidato de la lista más votada.
Sin embargo, quedan muchas preguntas por responder: ¿De qué han hablado durante más de hora y media Felipe VI y Pedro Sánchez en una consulta que suele ser de puro trámite y que Zarzuela acostumbra a despachar en apenas veinte minutos? ¿Confía realmente el rey en que el plan del candidato termine finalmente con el bloqueo institucional? ¿Le ha recordado el monarca al futuro presidente que hay líneas rojas que no debe traspasar en sus negociaciones con los soberanistas catalanes? ¿Qué clima ha rodeado a la reunión celebrada entre ambos personajes de esta historia? ¿Ha habido tensión, se entienden, confían el uno en el otro o solo se toleran? Cuestiones para la historia que se irán aclarando con el tiempo. Como también se sabrá de qué va hablar Sánchez en los próximos días con PP y Ciudadanos, con cuyos líderes ya ha dicho que tiene previsto reunirse. ¿Sigue estando la Gran Coalición como plan B para el caso de que fracase la negociación con Esquerra y el acuerdo de Gobierno con Unidas Podemos se vea truncado?
Tras su reunión con el monarca, todos los líderes políticos comparecieron en rueda de prensa. El secretario general de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, se mostró “prudente y optimista” en que salga adelante el Gobierno de coalición progresista y deseó que se configure “pronto” un Ejecutivo, antes de final de año a ser posible, en un claro mensaje para ERC. Iglesias, cada vez que pasa por Zarzuela, sale un poco menos antisistema. Esta vez ha dicho del rey: “Pienso que tiene una gran inteligencia política y con él hemos hablado sobre muchos temas”.
Por su parte, Pablo Casado ha arremetido contra Sánchez por haber anunciado su Gobierno mientras “don Felipe estaba de viaje” y le ha reprochado que no le haya llamado para sondear alternativas a la coalición con Unidas Podemos. “Pedro Sánchez ha cruzado el Rubicón y no tiene marcha atrás”, aseguró antes de afearle al líder socialista que si los independentistas antes le parecían “indeseables” ahora se han convertido en “socios” e “interlocutores” políticos del PSOE.
A su vez, la portavoz de Ciudadanos en el Congreso, Inés Arrimadas, defendió ante el rey su propuesta para llegar a un pacto entre el PSOE, el PP y Cs que dé la suma de 221 escaños y que, a su juicio, es “la única alternativa sensata” para dar “estabilidad a toda la legislatura”.
El rey también ha recibido a Santiago Abascal, líder de Vox, quien le ha comunicado el rechazo frontal de su partido a investir a Pedro Sánchez como presidente del Gobierno. Abascal ha transmitido al monarca su “lealtad” a la Corona y le ha advertido del riesgo que a su juicio corre la monarquía parlamentaria ya que, según el dirigente ultra, Sánchez prepara un Frente Popular como en el 36. “Se ha convertido en el portavoz oficioso de todos los enemigos de España”, ha añadido tirando de lenguaje guerracivilista.
Por lo demás, Laura Borràs, de Junts per Catalunya, ha transmitido al monarca su intención de no apoyar la investidura del candidato socialista. Los “comunes” han pedido a ERC y JxCat que se abstengan en la investidura y Alberto Garzón (IU) ha cargado todo el peso de la investidura sobre ERC. Declaraciones en suma que cierran una agitada jornada con suspense.

Viñeta: Iñaki y Frenchy

MÁS ESQUERRA


(Publicado en Diario16 el 11 de diciembre de 2019)

Solo unos minutos antes de que PSOE y ERC terminaran su reunión y emitieran un comunicado conjunto en el que constataban los “avances” para resolución del “conflicto político en Cataluña”, el portavoz de JxCat en el Parlament, Eduard Pujol, anunciaba que su partido retiraba la moción para debatir sobre la autodeterminación en la Cámara autonómica. Según el portavoz, el aplazamiento tenía por objetivo no interferir en la negociación de cara a la investidura del presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, ya que seguir adelante con la moción “podría ser mal interpretado, utilizado por el PSOE para no tener una actitud positiva” y servir como excusa a los socialistas para romper sus delicadas conversaciones con Esquerra.
Evidentemente, algo interesante había ocurrido en ese despacho donde los equipos negociadores de Sánchez y Oriol Junqueras se veían las caras por enésima vez. Algo que hizo que los teléfonos y wasaps empezaran a echar chispas y que provocó que alguien en el mundo independentista diera la orden inmediata de parar máquinas y de frenar la moción sobre el derecho a la autodeterminación de Cataluña que se iba a debatir en el Parlament. ¿Fue Carles Puigdemont desde Waterloo? Hay muchas posibilidades de que así fuera, pero en cualquier caso lo verdaderamente importante, el secreto mejor guardado de la negociación entre socialistas y republicanos, permanece aún oculto y así va a seguir siendo hasta que la serie de contactos termine en éxito o en rotundo fracaso. O hasta que a alguien le dé por filtrar algún contenido o dato relevante sobre lo que se despacha entre esas cuatro paredes.
A primera hora de la mañana la foto de Gabriel Rufián y Adriana Lastra posando cómodamente sentados, uno frente a otro y con aspecto relajado, revelaba que PSOE y ERC acudían a la reunión con los deberes hechos y las cartas boca arriba y encima de la mesa. De ahí que pueda decirse que las casi tres horas de reunión posterior entre los equipos negociadores fue quizá una puesta en escena, un teatrillo para atraer a los focos y aumentar el interés de la opinión pública. En realidad, quizá todo el pescado esté ya vendido y todo decidido entre Sánchez y Junqueras, el gran actor en la sombra, en este caso en la cárcel.
ERC sabe que su decisión será histórica. De su “sí” o su “no” dependerá que el país vaya a unas terceras elecciones, con el consiguiente peligro de que la ultraderecha vuelva a dispararse en número de votos y escaños. Ningún partido de izquierdas puede permitirse correr semejante riesgo, el de pasar a la historia como el agente que permitió a los franquistas llegar (casi) al poder. Bajo esa premisa, y aunque los republicanos catalanes aseguran que no tienen prisa, ellos saben que negocian contrarreloj y que quizá mañana sea demasiado tarde. En la política de hoy un día puede ser un mundo, cualquier acontecimiento inesperado o declaración en Twitter lo precipita todo y eso lo sabe Gabriel Rufián. Un pacto con el PSOE quizá no sea el mejor acuerdo posible para Cataluña pero es el menos malo y el que evita lo que sería un auténtico desastre: un Gobierno de derechas con Vox imponiendo su agenda y la seria amenaza del artículo 155. Rufián (siguiendo órdenes de Junqueras) va a tratar de arañar todo lo que pueda y una “mesa de negociación bilateral” en igualdad de condiciones entre Madrid y la Generalitat, para resolver el conflicto político, es un premio más que decente y sugestivo. Que el Estado español reconozca la existencia de una crisis territorial sin precedentes en un buen primer paso en el deshielo hacia una nueva etapa. A partir de ahí, en esa mesa se negociará lo que se pueda negociar: los permisos e indultos para los políticos presos, la reforma del Estatut que avance un poco más en el federalismo y en el reconocimiento de Cataluña como nación, un sistema de financiación mucho más ventajoso… Esos serán los logros materiales y la cosecha que quede del 1-O.
Otra cosa es lo que pase en las calles. La sede de ERC amaneció ayer con pintadas de los CDR horas antes de la reunión de Esquerra con el PSOE. “La autodeterminación es un derecho, no se negocia”, rezaba el mensaje firmado por los radicales que ha aparecido a la entrada de la sede del partido de Junqueras. Mientras tanto, Tsunami Democràtic ya ha convocado una masiva manifestación para convertir el clásico Barcelona-Real Madrid en un acto independentista que “pueda verse en todo el mundo”.
ERC tendrá que demostrar si es un partido de izquierdas que hace política para la inmensa mayoría de la gente, situándose a la altura de las circunstancias históricas, o solo un instrumento al servicio del ala más radical del independentismo callejero. La renuncia al referéndum de autodeterminación −que Pedro Sánchez no puede conceder porque excede de sus atribuciones constitucionales y porque sería tanto como firmar su particular sentencia por sedición−, será el precio que tendrá que pagar ERC en esta negociación que ha entrado en su etapa final. Muerta y enterrada la vía unilateral hacia la independencia, los republicanos tendrán que conformarse con lo que toca, que es mucho, y seguir fent país, construyendo un país, como dicen los catalanes. Acumular masa social hasta alcanzar el 60 o el 70 por ciento del electorado favorable a la independencia –si es posible– será su tarea en los próximos diez, quince o veinte años. Y entonces, quién sabe, quizá haya llegado el momento de votar para decidir.

Viñeta: Igepzio

ESQUERRA


(Publicado en Diario16 el 10 de diciembre de 2019)

Tras casi tres horas de reunión en Barcelona, PSOE y ERC han emitido un comunicado conjunto en el que admiten que los contactos avanzan por buen camino y se llevan a cabo “en un clima de cordialidad”. Nada se dice sobre el contenido de las conversaciones y muchas preguntas quedan en el aire, como si el Estado español está dispuesto a conceder permisos penitenciarios navideños a los presos encarcelados por el “procés” o si ERC ha desistido ya de exigir un referéndum de autodeterminación en Cataluña como requisito indispensable para seguir hablando. Lo único cierto a esta hora es que ambos partidos constatan “avances en la definición de los instrumentos necesarios para encauzar el conflicto político sobre el futuro de Cataluña, que deseamos abordar desde el respeto y el reconocimiento institucional mutuo”. Y añaden: “Durante la reunión se ha abordado la recuperación de derechos sociales, civiles y laborales, donde destacamos coincidencias notables”.
Según se mire, el comunicado no dice mucho y lo dice todo. Es ambiguo porque esa falta de transparencia es crucial en estos momentos para crear un clima de confianza entre ambas partes. Pero al mismo tiempo resulta clarificador el tono y las palabras empleadas que anticipan la posibilidad de algún tipo de alianza, no sabemos si antes de Navidad, lo cual parece complicado, o después de Año Nuevo. De entrada, queda clara la disponibilidad de PSOE y ERC de seguir avanzando en los contactos y eso con el actual clima de crispación que se respira en Cataluña y en el resto de España es toda una victoria. De lo contrario, de haber embarrancado el diálogo, los equipos negociadores ya se habrían levantado de la mesa y hubiesen dado por roto cualquier tipo de acuerdo.
Resulta evidente que el espíritu negociador, aunque parezca imposible, todavía sigue vivo. Y ahí se abren importantes interrogantes de cara al futuro inmediato. La primera es qué va a pasar con los presos encarcelados por el Tribunal Supremo. Para Esquerra Republicana este punto es de una importancia crucial si se quiere seguir avanzando en el diálogo con Madrid. En las últimas horas ERC ha descartado que Oriol Junqueras, Raül Romeva, Dolors Bassa y Carme Forcadell puedan salir de la cárcel con permisos de Navidad, “ya que auguran que la Junta de Tratamiento de las prisiones propondrá aplicarles el segundo grado penitenciario −el régimen ordinario− lo que impediría poder solicitar permisos”, según una información que publica hoy mismo La Vanguardia. Los abogados de la formación catalanista ya están moviendo papeles para recurrir la decisión ante el juez de vigilancia penitenciaria y solicitar de esta manera el tercer grado (semilibertad). Incluso planean dirigirse al Tribunal Supremo para que sea el presidente de la sala que enjuició el caso, Manuel Marchena, quien se pronuncie. De modo que la batalla judicial para conseguir la excarcelación de los líderes independentistas sigue su propio curso paralelo y no parece que vaya a interferir en la negociación entre PSOE y Esquerra.
Pasemos por tanto al siguiente escollo importante. El derecho a la autodeterminación de Cataluña. Junqueras sabe que Pedro Sánchez no puede atravesar esa línea roja sin terminar en la cárcel por sedición como él, de modo que la llave para desbloquear el problema puede venir por otro lado: la formación de una mesa de diálogo entre partidos catalanes, y después entre gobiernos, en la que ambas partes parecen estar de acuerdo. Presos y autodeterminación siguen siendo las grandes piedras en el camino para que pueda prosperar un pacto de izquierdas PSOE/Unidas Podemos. Y el tiempo apremia. La derecha sigue tratando de dinamitar el proceso de diálogo. La última bomba de relojería la ha colocado esta mañana el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, que acaba de soltar uno de sus habituales disparates para crispar aún más la situación al comparar a ERC con ETA, apuntando que ambos movimientos secesionistas “comparten la misma finalidad”.
El panorama parece aclararse pero hay no pocos nubarrones en el horizonte que pueden dar al traste con la negociación, como la decisión sobre los presos, la sentencia del Tribunal de Justicia Europeo sobre los derechos de Junqueras como parlamentario y la posible inmunidad de Carles Puigdemont, a quien la Justicia belga podría conceder el tratamiento de ciudadano con plenas garantías para circular por el viejo continente, incluso para regresar a Cataluña si lo cree oportuno. Sin olvidar el clásico Barça-Madrid que podría devolver la tensión a las calles después de que Tsunami Democràtic haya llamado a la movilización general. Decisiones y acontecimientos que cambiarían el escenario político de una forma radical.

Viñeta: Iñaki y Frenchy

FELIPE VI Y SÁNCHEZ


(Publicado en Diario16 el 10 de diciembre de 2019)

La sombra de la parálisis política vuelve a planear peligrosamente sobre el país. ERC quiere aplazar hasta después de Navidad su decisión sobre la investidura de Pedro Sánchez y la derecha sigue instalada en el bloqueo permanente al presidente del Gobierno en funciones. En ese escenario, Felipe VI empieza a recibir a partir de hoy a los líderes de los diferentes partidos dentro de la habitual ronda de consultas que se antoja de mero trámite, pero que quizá no sea una simple rutina parlamentaria, ya que en el minuto final podría saltar la sorpresa. En esa línea, esta misma mañana algunos medios de comunicación de Madrid insinuaban una posibilidad que hasta ahora no se había barajado suficientemente y que introduce un nuevo elemento de distorsión, inestabilidad e incertidumbre: ¿qué pasaría si el rey no viera claro que Sánchez pueda gobernar con garantías con el aval de los independentistas y negara el encargo de formar Gobierno al secretario general del PSOE? ¿Podría hacerlo? Sin duda, esa posibilidad existe y sería plenamente constitucional.
Aunque todo el mundo da por hecho que Felipe VI encargará el Ejecutivo al candidato socialista, el artículo 99 de la Constitución Española ofrece otras alternativas. Así, ese apartado de la Carta Magna establece literalmente que “después de cada renovación del Congreso de los Diputados, y en los demás supuestos constitucionales en que así proceda, el rey, previa consulta con los representantes designados por los grupos políticos con representación parlamentaria, y a través del presidente del Congreso, propondrá un candidato a la Presidencia del Gobierno”. Lo normal es que ese candidato sea el de la lista más votada y así ha sido hasta ahora desde 1977, pero el hecho de que Sánchez haya decidido buscar el apoyo en Esquerra Republicana de Cataluña –un partido republicano, abiertamente antimonárquico, independentista y que jugó un papel destacado en el referéndum de autodeterminación del 1-O y en todo el “procés”− provoca serias reticencias y desconfianzas en Zarzuela. De ahí que a estas horas, en plena ronda de consultas, el monarca podría estar meditando seriamente hacer uso de las prerrogativas que le confiere el artículo 99 de la Constitución.
Según expertos en exégesis de la Carta Magna, el monarca no tiene la obligación de encargar el Gobierno al candidato más votado. Lo normal es que lo haga, pero España ha entrado en una fase de anormalidad jurídica y política y cualquier cosa puede suceder, incluso que Felipe VI, preocupado por la amenaza separatista, decida dar un paso adelante y ejercitar las atribuciones que le otorga el marco legal. Al fin y al cabo, iría contra la lógica que un rey diera luz verde a un gobierno republicano que pretende acabar con su dinastía.
En caso de que Felipe VI diera un portazo al plan de Sánchez para investirse presidente con el apoyo de los independentistas, el candidato socialista se vería obligado a buscar nuevos socios. Y ahí es donde entraría la alternativa de la Gran Coalición –un Gobierno pactado entre PSOE y PP, con apoyo de Ciudadanos y bendecido por las grandes multinacionales del Íbex35– que en Zarzuela se vería con mejores ojos que un Ejecutivo de izquierdas formado por socialistas y Unidas Podemos, sumando a “los enemigos que quieren destruir el Estado”, tal como el propio monarca ha calificado a las formaciones soberanistas en recientes discursos.
No es nada nuevo que el rey siente que partidos como Esquerra Republicana de Cataluña han traicionado la lealtad institucional y considera que contar con ellos en un gabinete Ejecutivo sería contraproducente para la estabilidad y el futuro del país. Sin embargo, Sánchez está atrapado en una encrucijada diabólica. Al candidato socialista no le queda otra salida que apoyarse en el partido de Oriol Junqueras, actualmente en prisión, si quiere llegar a la Moncloa, ya que las derechas le han colocado un férreo cordón sanitario y le han colgado el sambenito de peligroso amigo de los separatistas. La trampa del Trío de Colón está servida ya que, con su sistemática obstaculización, el bloque PP/Cs/Vox está abocando a Sánchez a un pacto forzoso con Esquerra que, mientras Junqueras y los demás procesados sigan en la cárcel, se antoja tan lejano como imposible. Y aun en el supuesto de que finalmente la formación catalana decidiera abstenerse, permitiendo la investidura del líder socialista, resulta difícil creer que ese Gobierno pueda mantenerse en pie durante una traumática legislatura de cuatro años en la que va a sufrir las constantes dentelladas de la ultraderecha reaccionaria. En cualquier caso, aún está por ver que Felipe VI dé vía libre a un Ejecutivo rojo con apoyo de los separatistas. La respuesta se verá en unos días, tras la pertinente ronda de consultas en Zarzuela que quizá en esta ocasión no sea tan aburridamente rutinaria e intrascendente como siempre.

Viñeta: Iñaki y Frenchy

AYUSO, LA INDEPE FISCAL


(Publicado en Diario16 el 9 de diciembre de 2019)

A Isabel Díaz Ayuso le han contado que subir los impuestos es malo y bajarlos es bueno. Y en ese discurso naíf de primero de parvulario, en ese maniqueísmo político, se sigue moviendo la presidenta castiza, que con sus recetas neoliberales y privatizadoras fracasadas no deja de ser la continuista y dócil muñeca pepona del “aguirrismo” trasnochado. La presidenta de la Comunidad de Madrid ha asegurado en las últimas horas que continuará bajando los impuestos de la región de “manera progresiva” pero “de tres en tres” (¿cómo se come eso?) y que usará la reducción del tramo autonómico del IRPF para “compensar” las posibles políticas socialistas que ponga en marcha un hipotético Ejecutivo rojo PSOE/Podemos. Es decir, que Ayuso desafía al Gobierno central en ciernes, se convierte en una insumisa fiscal y avisa de que Madrid no pagará, consumando así un colosal “simpa” presupuestario.
En una entrevista concedida a Europa Press, la dirigente regional ha asegurado que espera el “momento oportuno” para dar su golpe de Estado tributario aplicando la rebaja del IRPF autonómico, lo cual ocurrirá probablemente cuando el Gobierno Sánchez ordene subir los impuestos a las rentas más altas. “Nosotros somos una economía pujante que crea empleo. ¿Hemos de subir los impuestos para parecernos en lo negativo a otras comunidades?”, se ha preguntado con victimismo indepe la exgestora de la cuenta tuitera del perro Pecas, mascota de su mentora Aguirre.
Es decir, que la presidenta de la Comunidad de Madrid tiene un plan disidente que se parece bastante a la desobediencia de Torra en Cataluña. Si el honorable president es un desobediente por razones patrióticas (aunque también por la pela), ella quiere serlo para bajarle los impuestos a los ricos, o sea por amor a su patria chica, que no es la gran capital sino el gran capital. Torra es un niño grande que juega a las batallitas y a la épica contra el Estado con sus comandos juveniles mientras Ayuso es una outsider económica, una CDR de la fiscalidad, una independentista presupuestaria que exige la amnistía fiscal porque quiere ir a su aire con las cuentas de los contribuyentes. Ambos, Torra y Ayuso, están dispuestos a independizarse de España: el primero para crear una república soberana donde solo se hable catalán y se coma butifarra a todas horas; la segunda para burlar al Estado y levantar un gran paraíso fiscal con mucha verbena de la Paloma, muchos toros por San Isidro y bula en impuestos para los ricos. Cuestión de prioridades y de supremacismos.
La presidenta de Madrid, con su declaración unilateral de independencia fiscal contra Sánchez, no solo le ha metido una DUI tributaria de padre y muy señor mío al presidente en funciones, sino que se carga los pilares fundamentales del Estado de Bienestar, ya que va a dejar las arcas públicas más vacías que el Mar Menor, donde ya no van los turistas por la pestilencia que suelta la laguna tras 20 años de corruptelas y gobiernos populares. Ayuso no dice cómo piensa mantener los servicios públicos más básicos, pero lanza al aire contaminado de Madrid su delirio tributario en el que promete a todo madrileño casoplón y Mercedes, dinero fresco para gastar en el Casino de Torrelodones y pase VIP en el palco del Bernabéu.
Ayuso vende humo, como hacía aquel bróker ultraliberal de El lobo de Wall Street que entendía la economía como “una filfa, una farsa, un artificio”, algo inmaterial que no sale en la “jodida tabla periódica”. En realidad, el discurso de Ayuso es el viejo cuento de la lechera que promete mucho y no da nada, el sueño americano a la madrileña que nunca se hace realidad pero que a menudo cuaja en el imaginario de ese obrerete autónomo que no llega a final de mes al que gente como Ayuso ha hecho creer que algún día llegará a ser como Amancio Ortega. Solo que el sueño del currito millonario hecho a sí mismo se rompe en mil pedazos cuando tiene que acudir a un hospital público y comprueba por sí mismo que los aparatos contra el cáncer de Inditex se han privatizado mientras a él le dan unas vendas manchadas de orín y una merluza rancia. C’est la vie.

Viñeta: Pedro Parrilla, El Koko

ALFONSO GUERRA


(Publicado en Diario16 el 8 de diciembre de 2019)

Tras las elecciones generales del 15 junio de 1977 −las primeras después de cuarenta años de dictadura−, el Rey Juan Carlos I asistió a la solemne sesión de apertura de las Cortes, donde dio el primer discurso de la Corona ante los representantes elegidos por el pueblo español. Los diputados se reunían por primera vez y estaban ansiosos por escuchar al monarca y sus propuestas políticas. Juan Carlos partió del reconocimiento de que en el Congreso de los Diputados residía la soberanía nacional, e hizo un llamamiento a la colaboración de todos en la empresa colectiva de “conseguir la convivencia democrática de los españoles”. Además, se refirió a la elaboración de una Constitución que diera respuesta a las aspiraciones de autonomía de las regiones de España y al cumplimiento de los derechos humanos pisoteados durante cuarenta años de franquismo.
En general, el discurso fue bien recibido por los diputados electos. Eran, sin embargo, los años en que el PSOE mantenía todavía serias reticencias, aunque solo fueran formales, ante la monarquía. Y esa resistencia a asumir el papel del rey en el nuevo sistema político llevó a que algunos de los dirigentes del partido, los todavía marxistas como Guerra, decidieran no aplaudir el discurso del monarca. Por el contrario, Felipe González, puesto en pie en su escaño y erigido ya en jefe de la oposición contra la UCD de Adolfo Suárez, sí lo hizo.
Parece mentira las vueltas que da la vida, pero hubo un tiempo en que Alfonso Guerra era el azote de la derecha, la lengua más afilada y sarcástica del arco parlamentario español. Todos le temían y aún se recuerdan sus chascarrillos sobre señoritos andaluces y sus revolucionarios e irónicos alegatos contra franquistas y borbónicos. Aún se escuchan aquellas gracietas de campaña electoral que las masas le reían a mandíbula batiente mientras lo calentaban con aquello de “Alfonso dales caña” y también aquellas filípicas contra Suárez, a quien en una ocasión llegó a llamar “tahúr del Mississipi con su chaleco y su reloj”. ¡Cuánta guerra nos dio Guerra!
El número dos del PSOE fue el Juan Carlos Monedero de la Transición, aunque nunca llegara a posar con el torso desnudo y la mano abierta en el pecho (más bien sobre la tetilla del corazón). Guerra fue el showman político de aquellos años convulsos, el animador y mamporrero oficial del cachondosocialismo felipista que terminó por enterrar la esperanza de cambio de millones de españoles.
Hoy, cuarenta y dos años después de la histórica sesión de 1977, “Arfonso”, como lo llamaba el jefe Isidoro, no solo es uno de los más fervientes defensores de la monarquía parlamentaria, sino que cierto sector de la derecha patria, e incluso de la ultraderecha, lo consideran todo un referente político. El turbulento camino del “trosko” Guerra desde los principios marxistas más irrenunciables hasta las posiciones más conservadoras y retrógradas que defiende en la actualidad demuestra no solo cuánto ha cambiado en lo personal el gran ideólogo del PSOE, el gran intelectual socialista de la izquierda de aquella época, sino el partido y España misma. Quienes en 1977 se mostraban ferozmente críticos con la monarquía (hasta el punto de no aplaudir los discursos del rey y mostrarse hoscos y ceñudos ante la figura regia) hoy son sus principales valedores. Y esto no solo vale para el PSOE. También para la derecha. No hace falta recordar que a pesar de que cinco de aquellos 16 diputados de la vieja Alianza Popular de Manuel Fraga votaron en contra de la Constitución –otros tres se abstuvieron− hoy el partido heredero, el PP, ha hecho de la Carta Magna un texto sagrado, una especie de Biblia inamovible que no debe ser tocada ni siquiera en una de sus comas.
Guerra ya no es el que era. En realidad ningún superviviente de la Transición lo es. Pero no deja de sorprender la enfervorecida pasión con la que el entonces díscolo socialista republicano defiende hoy los postulados del sucesor en el trono. El que fuera gran defensor de los derechos de los “pobres descamisaos” ha llegado a decir incluso que el 1 de octubre, tras el referéndum de autodeterminación en Cataluña, Felipe VI hizo prácticamente “el mismo discurso” que dio su padre a los españoles, por televisión, durante la noche del 23F. Es evidente que el “pararrayos contra la derecha” (así se definió el mismo Guerra durante un mitin en 1989) se ha quedado oxidado, y ya le parece que la “monarquía española −junto a la sueca, noruega o británica− es mucho más democrática que algunas repúblicas”.  Una sentencia que bien podría haber salido de los labios de Aznar o del mismísimo Santiago Abascal.
A sus 78 años, la lección que podemos aprender de Alfonso Guerra, representante de eso que hoy se ha dado en llamar la “vieja guardia” del PSOE, es que va a ser cierto que la juventud es una enfermedad que se cura con el tiempo, una hormona política que va perdiendo fuerza con los años. En su caso, la fiebre revolucionaria juvenil ha degenerado en odio acérrimo al sanchismo y en urticaria a cualquier tipo de cambio. Desde luego, no quiere ni oír hablar de reformar la Constitución y en ocasiones apuesta por un Gobierno de concentración con el PP para salvar España. El hombre que dijo aquello de “en el Gobierno, yo estoy de oyente”, quitándose méritos y seguramente con falsa modestia, es el mejor ejemplo de que la vejez nos hace a todos más miedosos y de que aquellos que una vez prometieron a los españoles el paraíso del cielo en la tierra hoy les aconsejan que se conformen con su “infiernillo” de estrecheces y apuros económicos, que no está tan mal. Lo peor de todo es que Guerra ha creado escuela y algunos jóvenes políticos de hoy, los que llegaban para transformar España radicalmente, han iniciado ya su misma evolución personal e ideológica. O sea, que se les ve venir a la legua.

EL LENGUAJE SEXISTA


(Publicado en Diario16 el 5 de diciembre 2019)

Palabras como “presidenta” están documentadas en el español, según la Real Academia Española de la Lengua, desde el siglo XV, cuando se extendió su uso entre el pueblo. Ahí están los estudios de Joan Coromines y su magnífico diccionario etimológico del castellano como prueba de la afirmación. Y se dice que Beatriz Galindo, “La Latina” –escritora y humanista− ya ostentaba el tratamiento de preceptora y consejera de la reina Isabel la Católica. Consejera con “a”, no consejero con “o”. El castellano, probablemente una de las lenguas más inclusivas del mundo, lleva más de cinco siglos empleando el femenino para los cargos públicos y oficios de la mujer.
Sin embargo, los negacionistas de Vox (a poco que nos descuidemos, esta gente termina negándonos no solo la igualdad de sexos sino también el pan y la sal) quieren acabar con el lenguaje inclusivo, que es tan antiguo como el propio idioma español. Ellos, que son tan proclives a la nostalgia del pasado –hasta proponer ideas y cosas de la Edad Media− deberían saber que la palabra “presidenta” está no solo aceptada académicamente, sino como término de uso diario y común en nuestra lengua.
Viene esto a cuento de la nefasta intervención del diputado ultraderechista Iván Espinosa de los Monteros, portavoz de su grupo parlamentario, durante la pasada sesión de constitución de la Mesa del Congreso. Espinosa se refirió hasta en cuatro ocasiones a la socialista Meritxell Batet como “presidente” de la Cámara Baja y no como “presidenta”. Repetir la fórmula masculina para referirse al cargo de Batet fue sin duda una nueva provocación de Vox, que para eso es para lo que ha llegado a la política nacional, para provocar y dinamitar la democracia en la medida que pueda.
“Tenemos a una misma presidente”; “quiero felicitar a Meritxell Batet por su elección como presidente”; “la presidente de la mesa no ha sido capaz ni ha querido intervenir”; “la señora presidente ha hecho un alegato final precioso”. Estas fueron las cuatro menciones con las que Espinosa de los M., en un explícito acto de totalitarismo ideológico quiso, con toda la intención del mundo, rebajar la condición femenina de Batet, reducirla a la categoría masculina, despojarla en fin de su pensamiento feminista y de sus derechos como mujer. No cabe duda de que detrás del desafío del diputado de Vox hubo un claro intento por humillar a Batet, pero no solo a ella, sino a millones de mujeres españolas a las que se pretende seguir dominando con el lenguaje patriarcal neofranquista. La intervención de Espinosa fue toda una declaración de principios sobre lo que va a ser el programa político de Vox en la XIV Legislatura que comienza. Los ultras, a falta de un programa serio que pueda resolver los problemas de España −en realidad sus ocurrencias, disparates y propuestas contribuyen a hundir este país más aún de lo que ya está− van a dedicarse al espectáculo denigrante, a la bravata continua, a propagar el discurso del odio y al insulto permanente contra los rivales políticos. Esa es la idea que tiene Vox de la democracia.
Hasta el director de La Razón, Francisco Marhuenda, nada sospechoso de ser un rojo bolivariano, criticó la alocución del portavoz parlamentario verde al asegurar que “yo hubiera dicho la ‘presidenta’, y además con respeto. Iván se ha equivocado, es presidenta y punto”.
Con todo, nos quedan algunas dudas en el tintero sobre la propuesta de Espinosa de masculinizarlo todo robándole la necesaria y legítima “a” a cada oficio o cargo desempeñado por una mujer. Y en ese punto cabría preguntarse si a sus empleadas de hogar los Espinosa/Monasterio −como familia bien y elitista que es− las considerará “sirvientas”, como hacían las grandes estirpes franquistas de antaño. No parece que ahí el señor diputado de Vox tenga gran interés en masculinizar el término, ya que lo que se pretende es dejar claro no solo que el “sexo débil” es un género supeditado e inferior, sino el dominio del dueño y señor de la casa y el omnímodo poder económico de una clase social pudiente. Aunque si de lo que se trata es de quitarle la “a” a toda palabra del diccionario que se refiera a un trabajo u oficio desempeñado por una mujer para remarcar la masculinidad del lenguaje –vulnerando la tradición del castellano y las normas ortográficas elementales establecidas hace más de quinientos años− podríamos empezar por suprimirla del primer apellido del insigne diputado, que quizá sea demasiado bucólico y melifluo para un político ultra. Y así, a partir de ahora, podremos llamarlo “Espinoso” de Los Monteros. Que es mucho más macho.

Viñeta: Iñaki y Frenchy

LA IZQUIERDA SE REFUERZA, LA DERECHA A LA GRESCA



(Publicado en Diario16 el 4 de diciembre de 2019)

La elección de los miembros de la Mesa del Congreso de los Diputados nos deja varias claves importantes y una nueva lectura de la situación política. La primera que Pedro Sánchez está rozando una mayoría para ser investido presidente, de momento 167 o 168 escaños como mínimo con los que a partir de ahora, y durante los plazos establecidos en la Constitución, puede ir construyendo una candidatura sólida. ERC no está por la labor de dar el “sí quiero”, pero la navidad puede ablandar muchos corazones.
La segunda consideración, como consecuencia de lo anterior, es el innegable refuerzo de Unidas Podemos, auténtico ganador de la sesión de ayer en las Cortes Generales que inauguró la XIV Legislatura. Efectivamente, el partido de Pablo Iglesias tendrá el mismo número de cargos en el órgano de Gobierno del Congreso de los Diputados que el partido más votado en las elecciones del 10N (concretamente tres, una vicepresidencia y dos secretarías). Y eso es un auténtico tesoro de poder. Un éxito rotundo para la formación morada, que dispondrá de un gran margen competencial a la hora de elegir el orden del día de los debates, tomar decisiones cruciales sobre las iniciativas parlamentarias que se vayan planteando e impulsar comisiones de investigación.
Sin duda, Iglesias es el gran ganador de la primera jornada de esta legislatura que se prevé tan apasionante como corta, si no lo remedian los consensos y las matemáticas. De momento, la difícil tarea de Sánchez en orden a construir una mayoría que le lleve a la Moncloa parece ir por buen camino. El presidente del Gobierno en funciones está tejiendo delicadas alianzas allá donde puede, algo que no resulta nada fácil en un hemiciclo atomizado en 16 partidos. Tras la sesión victoriosa de ayer, los equipos negociadores de PSOE y ERC volvieron a la faena y se encerraron en un despacho durante horas para tratar de llegar a un acuerdo de investidura. Aunque las posiciones siguen siendo aparentemente enconadas, el espíritu ganador que la batalla por la Mesa del Congreso parece haber insuflado en la izquierda lleva a pensar que el pacto podría estar más cerca que nunca. De momento, el derecho a la autodeterminación y la libertad de los políticos encarcelados siguen siendo los escollos principales, pero hemos entrado en una nueva fase, el mundo indepe es imprevisible –tal como demuestra la experiencia reciente– y todo puede ocurrir.
La tercera consecuencia que nos deja la sesión de ayer es la clara fragmentación del bloque de las derechas. Los tres partidos que forman parte de proyectos de Gobierno en autonomías como Madrid, Andalucía y MurciaPP, Cs y Vox– evidenciaron una explícita falta de unidad que sin duda favorece a la izquierda. Este escaso afán de cooperación entre Casado, Abascal y Arrimadas, y sus fricciones internas, están erosionando las expectativas políticas del bloque conservador.
Sin duda, el martes 3 de diciembre va a dejar graves secuelas entre los socios de “trifachitos”, ya que Vox daba por seguro no solo hacerse con una vicepresidencia de la Mesa, como ocurrió finalmente, sino con una de las cuatro secretarías. Las discrepancias de última hora permitieron que ese cargo fuera a parar en última instancia a Unidas Podemos y la cascada de reproches entre populares, verdes y naranjas no se hizo esperar. En pocas horas Twitter ardió con los improperios, exabruptos y querellas entre unos y otros líderes políticos y esa escenificación de la agria batalla que se está librando por la hegemonía de la derecha española ha dado oxígeno a Pedro Sánchez. A esta hora el presidente en funciones es consciente de que, bien apuntalada su coalición con Unidas Podemos y maltrecha la unidad de sus rivales en la bancada azul, la investidura empieza a verse más clara. A última hora de la noche el propio ministro socialista José Luis Ábalos dejó caer un esperanzador “ahí vamos, avanzando”, que dice mucho sobre cómo se desarrollan los contactos entre PSOE, ERC y el resto de partidos minoritarios dispuestos a apoyar un Ejecutivo progresista.
En cualquier caso, Vox saca rédito de la situación de fragilidad del PP de Pablo Casado y de un Ciudadanos relegado a la insignificancia política, lo cual beneficia a los socialistas y a Unidas Podemos. Una derecha fragmentada, un Vox cada vez más fuerte –es la primera vez que un partido ultra entra en la Mesa de la Cámara Baja– y un PP debilitado es un buen escenario para empezar a pensar en la posibilidad de que tengamos un Gobierno de izquierdas más pronto que tarde.
Cada minuto que pasa queda más claro que cuando PP y Ciudadanos abrieron la puerta a Vox se abrió también la caja de los truenos en Génova 13. Haber considerado a los ultraderechistas un “primus inter pares”, a la misma altura que los partidos de la derecha convencional, ha sido un error histórico que Casado pagará caro como Albert Rivera pagó en su momento. El voto centrista del PP busca nuevos horizontes y el ala radical se pasa a la extrema derecha sin complejos. El peor escenario para el sucesor de Rajoy, que debería pensarse muy mucho ir a nuevas elecciones. El descalabro podría ser total en beneficio de Vox, de modo que el líder del PP haría bien en plantearse una pragmática abstención en la investidura de Sánchez. Y amarrarse como a un clavo ardiendo a ese cordón sanitario a los ultras. Aunque solo sea por puro instinto de supervivencia.

Viñeta: Iñaki y Frenchy

DUELO EN LAS CORTES


(Publicado en Diario16 el 3 de diciembre de 2019)

Y en medio de la atmósfera de hastío y decadencia con la que arranca la XIV Legislatura faltaba el duelo patético en el Congreso entre dos honorables parlamentarios de la derecha española. Según informa Efe, la ocupación de los escaños ha provocado, minutos antes del comienzo de la sesión constitutiva de la Cámara Baja, un encontronazo entre el diputado de Ciudadanos Marcos de Quinto y Luis Gestoso, electo de Vox por la Región de Murcia. Según la agencia de noticias, tal como ocurrió en la sesión de la Diputación Permanente de hace un mes, “otra vez Ciudadanos y Vox han tenido un choque a cuenta de la ocupación de los escaños, pero esta vez en el hemiciclo”. La tangana se ha producido después de que los diputados de Santiago Abascal, según la versión contada por Cs, ocuparan la zona en la que se sentaba el grupo naranja en la pasada Legislatura.
El incidente resulta aún confuso y quizá exigiera la apertura de una comisión de investigación, pero lo cierto es que ambos, De Quinto y Gestoso, han tenido sus más y sus menos en la disputa por el asiento, hasta el punto de que ha habido empujones y un cuerpo a cuerpo en el que Luis Gestoso ha caído al suelo, según diferentes fuentes parlamentarias.
Eran las 8.30 de la mañana cuando los cargos electos pudieron acceder al hemiciclo y, como en la sesión de constitución del Congreso del pasado 21 de mayo, los de Vox fueron los más madrugadores para ocupar las primeras filas y tener su minuto de gloria en la televisión. Los ultras acudieron a instalarse en los escaños de la bancada central que tradicionalmente han ocupado formaciones nacionalistas e independentistas, aunque el portavoz parlamentario del PNV, Aitor Esteban, y su compañero de grupo Mikel Legarda pudieron agenciarse finalmente las mismas plazas que ya tenían asignadas en la legislatura pasada.
Fue entonces cuando los diputados de Cs quisieron defender sus asientos de la primera y segunda filas. Y ahí fue donde supuestamente De Quintos y Gestoso tuvieron su pequeña refriega a la “ucraniana”, o sea casi a zapatazos, aunque la cosa quedó más bien en una pelea de parvulario.
De confirmarse el espectáculo, solo cabría decir que tales maneras son propias de esa derecha chusquera, iracunda y dura que ha ido recalando en el Parlamento español en las últimas convocatorias electorales. Lo que le faltaba al país en el peor momento. Pero así es como esta gente entiende la democracia: una agria riña de gatos hasta llegar al enfrentamiento físico por el escaño, una gresca por el poder a toda costa, una refriega tabernaria. La idea que tiene la derecha hispana del parlamentarismo es la que ha quedado perfectamente retratada en esa disputa mañanera por la bancada entre dos púgiles de la política que están dispuesto a morder y a abrirse paso a codazos, si hace falta, para alcanzar sus objetivos políticos.
A un lado del ring de las Cortes Luis Gestoso, el león de Cartagena, el hombre que escucha la música épica de Hans Zimmer mientras pinta sus maquetas de aviones de la Segunda Guerra Mundial y que comparte una larga y estrecha amistad con Santiago Abascal. Al otro lado de la lona, Marcos de Quinto, el tigre de las finanzas, el vendedor de coca colas y refrescos, el magnate de los 47 millones de euros, 19 vehículos, cinco casas y un barco. Del primero, La Razón escribió que “si alguien sabe bien qué es eso que llaman las tres derechas ese es Luis Gestoso, el cabeza de lista de Vox en la Región de Murcia en las pasadas elecciones autonómicas y portavoz del grupo. Y lo sabe porque ha pasado por las tres formaciones políticas”, es decir Partido Popular, Ciudadanos y Vox. Del segundo, el político de las polémicas sin fin que llamó “bien comidos pasajeros” a los pobres náufragos rescatados del Open Arms, qué más se puede decir. Es todo un hater del inframundo milenial. Son famosos sus duelos dialécticos en las redes sociales con los rojos bolivarianos que quieren romper España, pero le faltaba un último trofeo en sus vitrinas, un fogoso duelo al alba en el Parlamento español con un competidor directo en la lucha por la hegemonía de la derechona patria.
Toda la mañana ha estado envuelta en una atmósfera decadente y espesa, síntoma evidente del agotamiento del régimen del 78 que ya no da más de sí y que precisa de importantes reformas estructurales. El gallinero de los juramentos; las votaciones con trozos de papel y carcomidas urnas de madera, como en el siglo XIX; el esguince de Adriana Lastra como mal presagio para Pedro Sánchez; un improvisado presidente de la Cámara con trazas de Valle Inclán; y para completar el esperpento un patético duelo al sol entre dos caballeros españolazos que por lo visto se han disputado el pupitre a empujones. En el futuro habrá que sentarlos en lugares apartados, uno en cada rincón de la clase, antes de que lleguen a las manos.

Viñeta: Iñaki y Frenchy

VALLE-INCLÁN

(Publicado en Diario16 el 3 de diciembre de 2019)

En este déjà vu permanente que vivimos, solo faltaba un hombre con las hechuras y el aspecto de Valle-Inclán para instalarnos definitivamente en el pasado. “Fantocheril”, vestido de oscuro casi de luto, flaco con luenga barba de algodón, gafitas de intelectual y renegando de casi todo, como hacía el maestro, el diputado del PSOE por Burgos Agustín Zamarrón, presidente puntual y momentáneo del Congreso de los Diputados, ha aprovechado la sesión constitutiva de la XIV Legislatura para pedir “perdón” a los ciudadanos por la incapacidad de los políticos para formar un gobierno.
Las palabras de Zamarrón al pueblo español son sin duda las mismas que hubiese pronunciado al padre del esperpento y las que toca decir en un momento histórico trascendental donde todo parece volver, la crisis económica y la decadencia del viejo Estado, la corrupción, la pertinaz sequía, el aire cuartelero y rancio de la extrema derecha española de siempre y en general aquella profunda depresión de un país propia de la generación del 98 que vivió Valle. Hace ya casi un siglo que Ramón alumbró la palabra “esperpento”, esa “modalidad que consiste en buscar el lado cómico en lo trágico de la vida” −tal como escribió en 1921−, pero el término está más vigente que nunca porque define a la perfección lo que somos. Lo raro, lo estrafalario, lo tragicómico y vodevilesco se ha apoderado definitivamente del casón de San Jerónimo y Zamarrón viene a expresarlo magistralmente con esa puesta en escena que nos retrotrae casi un siglo en nuestra historia. “Estoy mancado del remo derecho, así que esto incrementará los tiempos”, se ha quejado emulando a su inmortal imitado con ese lenguaje retórico del siglo pasado que contribuye a aumentar, aún más si cabe, la sensación onírica, tensa y dramática del momento.
Viendo a nuestro Valle-Inclán en la Mesa presidencial transitoria haciendo dramaturgia con su prosa florida, gongorina y azañista, los españoles caen en la cuenta de que todo se ha convertido ya en teatro, en puro teatro, y que ha acabado imponiéndose la forma sobre el fondo, la ficción y el simulacro sobre la democracia y los espejos deformados sobre la realidad.
“Guarden silencio que me trafullo con el ronroneo”, ha ordenado a sus señorías en el momento de votar a los miembros de la Mesa. Zamarrón, “el Valle-Inclán” del Congreso, viene a poner con sus ironías y chascarrillos del Siglo de Oro el punto final a una época que parece agotada: el régimen del 78. Antes, ha abierto la sesión aludiendo al artículo 99 de la Constitución que, según ha recalcado, recoge el “artificioso modo” para el nombramiento del presidente del Gobierno y la conformación de un Ejecutivo “legítimo y pleno en sus atribuciones”. “Al hacerlo determina la grave responsabilidad de los intervinientes en el proceso, la responsabilidad de los diputados y de la Cámara entera”, ha alegado en un nuevo tirón de orejas valleinclanesco a nuestros políticos, entre los que se incluye él. “Mas cualquier comentario al respecto en punto y hora es enojoso y a mi voluntad está vedado”, ha añadido, dejando claro que no iba a repartir culpas.
Pero por lo visto sus señorías no le han hecho demasiado caso, ya que a la hora de la configuración de las mesas del Parlamento ni Meritxell Batet ni Pilar Llop han logrado la presidencia de Congreso y Senado en primera votación y han tenido que recurrir a la segunda vuelta. Todo un ejemplo del día de la marmota en el que andamos metidos.
La XIV Legislatura nace con nueva amenaza de aborto, uno más, y eso es precisamente lo que está avisando nuestro entrañable Valle-Inclán resucitado y posmoderno. Todos los augurios son nefastos: el portazo más que probable de ERC a la investidura de Pedro Sánchez, la amenaza separatista y de ruptura del Estado, la sombra de la parálisis total y de unas nuevas elecciones, el regreso de la extrema derecha que confiere al Congreso un cierto tufillo a Cortes franquistas preconstitucionales, la desgraciada caída de Adriana Lastra al ir a votar (esguince de tobillo en segundo grado, la metáfora perfecta de una España que anda con mal pie) y en general el ambiente depre, de hastío y crepuscular que se respira en cada rincón del hemiciclo. Valle-Inclán no lo ha dicho esta mañana, pero seguro que piensa que este país no lo arregla ni la madre que lo parió.

NANCY PELOSI


(Publicado en Diario16 el 3 de diciembre de 2019)

Nancy Pelosi es la primera mujer que ha ocupado la presidencia de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos de América. Solo por eso ya merece todos nuestros respetos. Pero además, en su día se opuso a la injusta reforma de la Seguridad Social de George W. Bush, se mostró crítica con una solución puramente militar en Irak y ha denunciado el trato inhumano y vergonzoso de la Administración Trump con los inmigrantes detenidos en la frontera.
Ayer, mientras el magnate de los negocios y actual inquilino de la Casa Blanca daba la espantada en la Cumbre del Clima de Madrid, ella estaba allí para decirle al mundo que Estados Unidos sigue “activo” en la lucha contra el cambio climático: “Estamos dentro”, dijo desafiando a Trump, quien a esa hora bostezaría cómodamente recostado en su sofá del Despacho Oval, pies encima de la mesa, manos tras la nuca y echando pestes contra su rival política y principal amenaza en su próximo mandato.
Acompañada de una delegación de congresistas y senadores de Washington, todos ellos partidarios de adoptar medidas drásticas contra el calentamiento del planeta, Pelosi aseguró que el Congreso norteamericano está “comprometido a tomar la acción” y calificó la crisis climática como “un tema de salud pública”. “Ahora tenemos más responsabilidad, este planeta es la creación de Dios y tenemos el deber de cuidarlo”, alegó la congresista americana.
Pelosi sabe que Estados Unidos tiene que acometer reformas en profundidad para reducir las emisiones contaminantes hasta situar a su país a la vanguardia en la lucha contra el cambio climático, que es donde en teoría debería estar la primera potencia de Occidente. Además, mostró su intención de estrechar los lazos de cooperación con la Unión Europea, firmar el nuevo Acuerdo Verde contando con el consenso de los sindicatos y del sector privado e impulsar planes de inversión realmente “transformadores”. Es decir, Pelosi quiere llevar a cabo un ambicioso plan, todo lo que le correspondería hacer a Trump como presidente del Gobierno estadounidense y que este no hará porque su mentalidad es tan corta de luces y tan estrecha de miras como la de un hombre de Cromañón.
Sin duda la congresista norteamericana es un rayo de esperanza en medio de la oscuridad en la que parece haber caído el mundo tras la llegada al poder de los populismos neofascistas en no pocos países de los cinco continentes. Pelosi es una buena noticia entre tantos augurios nefastos sobre el final de la vida en la Tierra, una señal positiva para pensar que en algún momento al menos el ser humano empezará a ganarle la partida al calentamiento global. Estamos ante una mujer que enfoca el gigantesco problema al que nos enfrentamos con racionalidad, inteligencia y valentía, y en eso le está dando un baño al primate rubio de la Casa Blanca y a sus ideas paleolíticas. Mientras Trump sueña con comprarle Groenlandia a Dinamarca por un puñado de dólares, mientras firma la salida oficial de Estados Unidos del Acuerdo de París, mientras guarda un vergonzante silencio ante el horror de los incendios en California y ordena a sus ejércitos de excavadoras y multinacionales que se dirijan hacia el Amazonas para sacar tajada del expolio de la selva y de los indígenas con el negocio bárbaro que ha diseñado Jair Bolsonaro, se agradece escuchar una voz sensible ante el mayor desafío al que se enfrenta la humanidad.
EE.UU celebrará elecciones presidenciales en noviembre de 2020. Quizá para entonces Nancy Pelosi esté en disposición de disputarle la presidencia a Trump, con quien se ha mostrado educada y elegante, ya que cuando los periodistas le han pedido una opinión sobre el proceso de “impeachment” que persigue al magnate estadounidense y que podría obligarle a presentar su dimisión, ella ha zanjado la cuestión respondiendo que siempre sigue una regla de oro: “No hablar negativamente del presidente cuando estamos fuera en el extranjero. Eso lo dejamos para casa”.
Mientras tanto, quedémonos con las avanzadas propuestas de la líder demócrata: “El Congreso está comprometido con tomar la acción contra el cambio climático. Por nuestros hijos, por nuestra economía, por seguridad nacional. Es una responsabilidad moral. Incluso si no estás de acuerdo con esto, al menos sí debes estarlo en dejar a nuestros hijos un planeta en buenas condiciones”. Esta Nancy promete. No todo está perdido.

Viñeta: Becs

OTRA CUMBRE PARA NADA


(Publicado en Diario16 el 2 de diciembre de 2019)

Fabricar la camiseta de algodón que llevamos puesta requiere 2.500 litros de agua. Un pantalón vaquero precisa más de 10.000 litros del líquido elemento. Cuando compramos estas prendas en la tienda no reparamos en lo que cuesta elaborarlas. Además, el vendedor no nos informará sobre esta cuestión porque en primer lugar es probable que ni siquiera lo sepa y, aunque esté al corriente, callará porque decirlo es malo para el negocio. ¿Y si miramos las etiquetas? Quizá en ellas ponga el manido “made in China”, pero eso no significa necesariamente que el material provenga de aquel lejano país asiático. Vivimos en un mercado globalizado. El algodón se cultiva en muchos lugares del mundo, cada cual con su propia calidad y con sus propios métodos de producción que precisan una cantidad de agua diferente y conllevan una desigual actividad contaminante. No existe ningún seguimiento o control de todo ese proceso industrial ni de ese itinerario comercial desde que la camiseta o el pantalón salen del punto de origen, generalmente un país en vías de desarrollo, hasta que se vende al otro lado del mundo.
Pero aún hay más. Una tercera parte de la superficie del planeta se destina ya a producir cultivos para alimentar ganado. Según el último informe de la Organización para la Alimentación y la Agricultura de Naciones Unidas (FAO), la ganadería es responsable del 14,5% de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por el ser humano: la misma cantidad generada por todos los coches, aviones, barcos y trenes del mundo. Producimos demasiado, consumimos demasiado, derrochamos demasiado. La explosión demográfica es imparable y la Madre Tierra ya no da para más.
Las cifras oficiales dan una vaga idea del reto cósmico al que nos enfrentamos y lo lejos que estamos en el camino para vencer la batalla contra el cambio climático. Además, nos colocan ante una realidad que incumbe a cada uno de nosotros y ante unas cuantas preguntas incómodas: ¿estamos dispuestos a renunciar a nuestra forma de vida basada en el consumo voraz y el despilfarro? ¿Estamos todos de acuerdo en que nuestro modelo productivo económico es insostenible y urge cambiarlo antes de que sea demasiado tarde, si es que no hemos atravesado ya el punto de no retorno tal como advierten los científicos más pesimistas? Más allá de si unos países contaminan más que otros, si las grandes multinacionales cumplen con los protocolos acordados o si las dos superpotencias más contaminantes como Estados Unidos o China son hoy por hoy negacionistas del problema, esa es la clave para afrontar la mayor amenaza a la que se ha enfrentado la humanidad desde el origen de los tiempos: transformar radicalmente nuestras economías basadas en la superproducción a escala global y en el agotamiento de los recursos naturales y energéticos.
La Cumbre del Clima de Madrid que arranca hoy debería suponer un importante punto de inflexión, ya que hemos atravesado todas las líneas rojas, pero los expertos más escépticos creen que servirá para poco. Grandes líderes mundiales como Angela Merkel o Emmanuel Macron no han acudido a la cita, de modo que en esta ocasión no quedará ni siquiera la foto de familia que supuestamente debe servir como revulsivo para remover conciencias en la opinión pública mundial. Una vez más nos encontramos ante un evento internacional cuya organización costará unos cuantos millones de dólares, que congregará a representantes de más de 190 países con sus ejércitos de científicos y periodistas acreditados y que dará para interminables reuniones, conferencias y discusiones bizantinas con el chill out del hilo musical anestesiando al personal. Lamentablemente, será la misma farsa de siempre, la misma pantomima en una gigantesca Torre de Babel de traductores simultáneos donde todos hablarán sin entenderse y sin tomar medidas mientras el gran Diluvio Universal acecha y los últimos osos polares, ballenas y elefantes mueren asfixiados por la contaminación y el calor. Los poderes fácticos que mueven los hilos del mundo volverán a hacer oídos sordos a las reprimendas de la niña-adulta Greta Thunberg y a los tristes tambores y cánticos de los indios del Amazonas, convidados de piedra que quedarán de nuevo a las puertas de la cumbre para dar color y poco más.
Lo más probable es que lo que se firme en la cumbre sea papel mojado al día siguiente entre los restos de los canapés, las moquetas apiladas y las cohortes de asesores dormitando en los pasillos y salas de Ifema. Todo quedará aplazado para la próxima cumbre, que cada vez será más alta e inexpugnable. Entre tanto, la Tierra seguirá agonizando sin que el estúpido e indolente ser humano tenga voluntad real de reaccionar ni de cambiar nada. Con los negacionistas de Trump propagando su estúpida ideología fascista por todo el planeta (en España ya han abierto una sucursal llamada Vox) todo será más difícil y detener la catástrofe universal resultará imposible en menos de cincuenta años. Un auténtico apocalipsis que ya ha comenzado y del que apenas nos hemos dado cuenta.

Viñeta: Iñaki y Frenchy

LOS NEGACIONISTAS


(Publicado en Diario16 el 2 de diciembre de 2019)

La última estupidez de Vox es anteponer la creación de empleo al futuro del planeta. Lo acaba de decir tal que hace un rato el portavoz de la formación ultra en el Congreso de los Diputados, Iván Espinosa de los Monteros, que ha rechazado el “alarmismo exagerado e infundado” sobre el cambio climático porque “es muy peligroso” para el empleo en España. Una vez más, nos encontramos ante una ideología absurda y mendaz que trata de ocultar la verdad confirmada por todos los estudios científicos serios sobre el calentamiento global.
El cambio climático es un hecho cierto y contrastado empíricamente por los principales observatorios meteorológicos y universidades de todo el mundo. Y no solo eso, también está probado que la mano del hombre y su actividad industrial descontrolada es la principal causante de un proceso irreversible que lleva a la degradación continuada del planeta. A partir de ahí, el señor Espinosa de los M. pretende construir una nueva falacia, una realidad paralela que no es la que es, como suele hacer con cada asunto importante como la violencia machista, la inmigración o la supuesta amenaza de la “dictadura progre” que solo está en las mentes de toda esta gente marciana que parece llegada del espacio exterior. De alguna manera, por lo que dicen y cómo lo dicen, Espinosa de los Monteros y Rocío Monasterio, entre otros, son como aquellos extraterrestres de V, la vieja serie de televisión donde unos lagartos provenientes de otros mundos iban poseyendo a los humanos sin que nadie notara nada raro. De hecho, ya han logrado entrar en los cuerpos y las mentes de más de tres millones y medio de españoles que les han votado en las pasadas elecciones.
“Hoy, por fortuna, solo un puñado de fanáticos niega la evidencia”, ha dicho Pedro Sánchez en la apertura de la Cumbre del Clima de Madrid en una clara referencia a los líderes del partido de Santiago Abascal. Y eso es precisamente lo que son los dirigentes de la formación neofranquista: fanáticos de alguna secta milenarista extraña; destructores de los principios más nobles de la civilización humana; conspiranoicos pasados de tuerca a fuerza de incubar el odio al otro y el miedo a perder los privilegios de una clase pudiente. Cuando Espinosa de los M. antepone la creación de empleo a la supervivencia de la Tierra sabe perfectamente que lo primero es el planeta, porque sin planeta no hay nada, ni formas de vida, ni economía, ni empleo, ni lujosos lofts, ni partidos ultras como el suyo. Pero, aunque conoce la verdad y es consciente de ella, juega torticeramente a la retórica sofista y vacía, al negacionismo dialéctico permanente, a embaucar, enredar y confundir al personal, que en definitiva es su gran programa electoral. El partido verde se dedica a vender humo, mucho humo negro, humo venenoso para las personas no solo en lo biológico sino en lo ideológico.
Vox ni sabe ni quiere luchar contra el cambio climático porque es precisamente todo lo contrario, el gran propulsor de este sistema capitalista salvaje que agota los recursos de la Tierra, contaminación ideológica para las mentes, sustancia tóxica para todo aquel que entra en contacto con las ideas de sus líderes. Ahí tenemos al alcalde de Madrid, Martínez-Almeida, otro negacionista a quien Ortega Smith ha zombificado y poseído convenientemente para la causa ultra.
Santiago Abascal y los suyos saben que no tienen nada que ofrecer porque hace tiempo que el fascismo −y Vox, no lo olvidemos, es un partido inspirado en ideas neofascistas como el supremacismo del hombre blanco, el elitismo social, el colonialismo imperial y la xenofobia−, perdió la batalla de la historia, aunque rebrote con mayor o menor fuerza según las épocas y las circunstancias. Al engendro verde y marciano de Abascal, desprovisto de toda razón científica y política, solo le queda aferrarse a los mitos y leyendas medievales como el Cid y don Pelayo, al tabú sexual y religioso como el “no al aborto”, al consultorio sentimental para mujeres franquistas de Elena Francis y al retorno al primitivismo y a la tribu jerárquicamente organizada en castas, siguiendo la prehistórica estructura piramidal formada por Dios-emperador-guerrero-sacerdote/chamán.
Vox es un atavismo paleolítico que se opone a todo progreso humano, y hoy niega el cambio climático como mañana puede defender que la Tierra es plana, el peligro de las vacunas o la superioridad de unas razas sobre otras, devolviéndonos a los tiempos de los sumerios y acadios. Porque no se trata de analizar la realidad con todos sus complejos y múltiples problemas para encontrar soluciones, sino de construir un universo paralelo (más bien para lelos), un mundo de cuento de hadas con princesas sometidas al poder patriarcal, heroicos y patrióticos guerreros y una tierra prometida verde y fértil plagada de unicornios que no existe porque está atiborrada de basura, CO2, plástico y contaminación.

Viñeta: Iñaki y Frenchy

EL APOLOGETA DEL HUMO


(Publicado en Diario16 el 1 de diciembre de 2019)

Si el Mar Menor es hoy una laguna muerta, sucia y contaminada es por culpa de las políticas salvajemente neoliberales que el Partido Popular aplicó durante décadas −tozudamente y desoyendo las constantes señales de alerta de los ecologistas−, en la Región de Murcia. Durante años, el PP fomentó y promocionó un modelo económico ultracapitalista salvaje basado en el urbanismo desbocado, los grandes pelotazos inmobiliarios, los extensos campos de golf, la explotación a destajo de los acuíferos y manantiales subterráneos, la permisividad con las grandes empresas contaminantes y la tolerancia con las comunidades de agricultores y regantes, fieles electores a los que a cambio del voto para el partido se les permitía regar las cosechas con casi cualquier cosa, especialmente agua empobrecida con pesticidas y sustancias químicas peligrosas que a menudo iban a parar al mar.
Aquellos que se atrevían a levantar la voz contra ese brutal modelo productivo eran sistemáticamente ignorados, tratados como “progres trasnochados” enemigos de los murcianos o simplemente desacreditados por locos. A su vez, el periodista que osaba hurgar en lo que estaba ocurriendo era extorsionado, silenciado o directamente despedido por orden o consigna de algún mandamás del Gobierno regional con poderes sobre los diarios locales, casi siempre dependientes de las subvenciones oficiales.
El sistema estaba bien montado para acallar cualquier disidencia y cualquier denuncia contra un plan urbanístico millonario bien tramado, contra un complejo residencial sin informe medioambiental o contra una obra ilegal a pie de playa. Todo eso ha estado ocurriendo en Murcia y Cartagena, donde ahora miles de personas se echan a la calle en masivas manifestaciones exigiendo una solución para un Mar Menor cuya flora y fauna agoniza moribunda. Lógicas protestas ciudadanas que servirán para poco, ya que el daño está hecho y lo que antes era un paraje natural único y edénico en Europa se ha transformado sin remedio en una inmensa sopa verde, un pantano maloliente, un inmenso vertedero marino de peces muertos.
¿Cómo fue posible tal hecatombe? Sin duda, todo lo que ocurre en el mundo, bueno y malo, puede atribuirse a la política. El origen del apocalipsis hay que buscarlo en aquel nefasto discurso imperante del PP que decidió anteponer el dinero fácil y la corrupción a toda costa a las políticas verdes, un programa político que toleró y amparó a los delincuentes medioambientales, ya fuesen grandes empresarios, constructores o sindicatos de agricultores amigos del régimen. Sin duda, en todo ese desastre habría que adjudicar su parte alícuota de responsabilidad a la Justicia murciana, que no ha estado a la altura. Y ahí habría que incluir a aquellos jueces y fiscales que, cediendo al chantaje y a las “amistades peligrosas” con los de arriba, a menudo ordenaban archivar casos de flagrante delito ecológico sin indagar demasiado en el asunto o se mostraban indulgentes con quienes los cometían.
Lo más terrible de todo es que ese discurso antiecológico o cómplice con quienes han estado cargándose la naturaleza durante todos estos años apenas ha cambiado una sola coma en nuestros días. Es verdad que los personajes son distintos, pero las palabras siguen siendo las mismas. Ayer, por ejemplo, el alcalde de Madrid, el popular José Luis Martínez-Almeida, arremetía contra los “apologetas de Madrid Central” (el plan de Manuela Carmena para acabar con la contaminación) durante un acto en la Castellana con motivo de la celebración de la Cumbre del Clima. El edil popular acusó a los defensores de Madrid Central de querer ocultar que, según él, la medida ha sido un fracaso. “Madrid 360 [la propuesta alternativa del alcalde madrileño] es superior. Un dato que se oculta por los apologetas de Carmena es que no ha disminuido el tráfico en el conjunto de la ciudad, y queremos que eso disminuya”, alegó el primer edil. Según los datos que maneja el alcalde, “los resultados de Madrid Central no han supuesto una disminución de la contaminación en los términos que se planteaban, ya que en 2019 se ha reducido menos de lo que se reducía en los ocho años anteriores”.
Es evidente que el alcalde no dice la verdad, ya que todos los informes científicos basados en las estaciones de medición demuestran que mientras estuvo en vigor Madrid Central el plan fue eficaz y logró reducir hasta en un 40 por ciento las emisiones tóxicas. Pero, una vez más, el PP sigue jugando con la ecología, con la salud de las personas y con el futuro del planeta en la proporción de responsabilidad que le toca. Es la misma estrategia de siempre al servicio del gran capital y de la corrupción; la misma demagogia barata, la misma mentira retórica y la misma manipulación de los datos que emplearon aquellos viejos políticos del PP murciano que hace veinte años, cuando diseñaron el futuro de su región, decidieron mirar para otro lado por intereses económicos y dejar que el Mar Menor empezara a llenarse, palada a palada, y gota a gota, de basura y veneno.

Viñeta: Iñaki y Frenchy

SOPA DE GANSO

(Publicado en Diario16 el 29 de noviembre de 2019)

El presidente de la Generalitat, Quim Torra, ha vuelto a las andadas al sugerir en uno de sus tuits incendiarios que la vía violenta es un medio aceptable para justificar el fin de la independencia. No es la primera vez que sufre este trastorno compulsivo. La idea de balcanizar Cataluña y de buscar una confrontación armada con el Estado español es una fijación casi freudiana del honorable, un sueño seductor, un poderoso fetiche.
La propuesta pone los pelos de punta a cualquier persona cuerda y de bien. No hace falta recordar que la Guerra de los Diez Días eslovena fue un conflicto armado que costó decenas de muertos. Pero Torra vuelve a insistir ciclotímicamente en su descabellada idea, sobre todo cuando las movilizaciones pierden fuelle por el hartazgo ciudadano, cuando el suflé del “procés” se derrite y sus chicos de los CDR faltan a las barricadas porque tienen colegio ese día.
En las últimas horas, Torra ha recomendado al independentismo, vía tuit, que “escuche atentamente” las enseñanzas y reflexiones del escritor Paul Engler, autor de Manual de la desobediencia civil, que aconseja más “polarización” y “altos niveles de sacrificios a los catalanes para obtener la independencia”. En la entrevista, Engler considera que todos los movimientos sociales deben involucrarse en la polarización y actuar “para que la gente neutral pase a ser pasivamente favorable y después activamente favorable, hasta el punto de salir a la calle, y sabiendo que otras personas serán mucho más contrarias a la causa”. El desobediente Engler admite no entender la respuesta de las autoridades españolas que, según su opinión, responde a la reacción propia “de una dictadura, porque en democracias occidentales como Escocia y Quebec la reacción no es nunca represiva”. Además, no duda en plantear incluso la necesidad de que haya muertos para que el proceso llegue a buen puerto. “Morir como un mártir es inherente a los movimientos ganadores. No se quiere que pase, pero es inevitable una vez que aumentas la tensión”, asegura en una entrevista con un medio catalán. Y ahí es donde Torra se ha puesto “caliente”, cachondo por decirlo de alguna manera, y tras sentir que el pecho de patriota dispuesto a todo se le inflamaba y su corazón latía ya al compás de Els Segadors se ha lanzado a Twitter como un sediento que encuentra una cantimplora en medio del desierto.
Fue Carlos Castilla del Pino, el gran psiquiatra y escritor, quien dijo aquello de que el loco no puede reincorporarse a la realidad porque está permanentemente viviendo su fantasía. Y eso es lo que le ocurre a Torra, que tiene sus momentos, sus crisis nerviosas y altibajos, y cae de cuando en cuando en la fiebre eslovena, proponiendo peligrosos juegos de guerra a los catalanes. El presidente, en su ensoñación, se ve a sí mismo vestido de camuflaje, como un Rambo con fusil y barretina moviéndose ágilmente por los bosques de La Selva de Girona y diciendo aquello de que no siente las piernas. A Torra le pone mucho la idea del martirologio por la patria (aún no sabemos si hará él las veces de mártir o enviará a otros a morir por la causa) pero en cualquier caso su mal no tiene remedio. Lamentablemente, contra el fanatismo no hay cura ni medicina, y menos para el president, que lo suyo se agrava con el tiempo y está en fase avanzada. Ya es demasiado tarde para cualquier tratamiento, y con él ni siquiera funciona la poderosa risoterapia de Sopa de Ganso, el gran alegato contra la estupidez de la guerra que todo niño (y Quim es un niño grande que juega a las batallitas) debería ver en la escuela. Quizá ese haya sido el gran problema de Cataluña durante todos estos años: demasiada soflama política y poco humor inteligente, demasiado empacho de retocados y revisionados libros de historia sobre la construcció de la nació catalana y poco marxismo del bueno, o sea el de los Hermanos Marx.
Torra sabe que le quedan cuatro telediarios en la Generalitat porque ya ha cumplido con el papel que le encomendó el general de Waterloo, Carles Puigdemont, y ahora solo le queda esperar a que la Justicia lo inhabilite, le retire el carné y lo jubile mandándolo para casa, que es donde debe estar este hombre tomándose la medicación, dándose ducha fría y reparando su espíritu con buenos calditos templados. Mientras ERC y PSOE/Unidas Podemos se encierran a cal y canto durante más de tres horas y media en una sala del Congreso para negociar, agónicamente y contrarreloj, un acuerdo que evite la tragedia, el enajenado y poseso Torra sigue soltando desvaríos, delirios, ideas enfermizas entre convulsiones sudorosas que deberían provocar escalofrío en cualquier persona de bien. Por favor, que alguien le dé la pastillita a este señor antes de que sea demasiado tarde.

EL GOBIERNO DE CONCENTRACIÓN


(Publicado en Diario16 el 29 de noviembre de 2019)

La patronal cree que es mejor que España vaya a unas terceras elecciones antes que asumir un Gobierno de izquierdas del PSOE con Unidas Podemos y Pablo Iglesias de vicepresidente. En realidad lo que desean los empresarios es una gran coalición PSOE-PP tan imposible como inviable, ya que eso sería el final de la socialdemocracia española. Lo malo es que en ese mismo pack socialista/popular que pretende la patronal también va Vox con su lenguaje cuartelero, su pasión guerracivilista y sus nefastas políticas antidemocráticas que pretenden devolvernos al 36. Nada de eso parece preocupar a las gentes del dinero. Hasta cierto punto es normal que el poder financiero no le haga ascos a la extrema derecha. Ya se preguntaba Bertolt Brecht en su tiempo de qué servía “decir la verdad sobre el fascismo que se condena si no se dice nada contra el capitalismo que lo origina”. El gran capital y el totalitarismo suelen ir de la mano. Franco no hubiese llegado al poder sin March ni Hitler sin Thyssen.
En realidad, la crisis de 2008 no fue más que eso: el golpe de Estado económico de una oligarquía financiera; la reforma constitucional de tapadillo para imponer el modelo liberal totalitario y salvaje de Bruselas donde el más fuerte sobrevive y el más débil perece; darwinismo puro y duro. El fascismo económico que estamos viviendo y sufriendo en nuestras carnes desde entonces es el que ha echado de sus casas a los desahuciados de los bancos; el que ha generado desesperados suicidas que se arrojan por las ventanas cuando ya no soportan una vida sin futuro; el de la jornada laboral de sol a sol sin contrato y por un salario miserable. La tiranía de la “fasciocracia”, ese original invento de la ultraderecha de nuevo cuño que ha caído en la cuenta de que ya no es necesaria la guerra y el holocausto racial para instaurar un imperio de mil años puesto que el mundo se gobierna mejor desde dentro del sistema, usurpando las instituciones de las democracias liberales.
De ahí que Ortega Smith, tras ser reprobado por el Ayuntamiento de Madrid, diga que le importa “un bledo” el castigo del “consenso progre”. En el fondo lo dice porque sabe que la democracia no puede hacerle ningún daño con su batería de fútiles reprobaciones y sus palabras nobles y humanistas pasadas de moda; lo dice porque se siente amparado, protegido. Porque sabe que detrás de él están los tanques, que ya no es aquella vieja chatarra con la que Franco ganó la batalla del Ebro, sino un Ejército mucho más moderno, ágil y eficaz: una infantería fiel de hombres trajeados que le votan en las altas esferas y que pueden arruinar la economía española con un click de su ratón; una caballería de banqueros y empresarios que invierten en la propaganda del partido; y una flota de multinacionales capaz de hundir la Bolsa a cañonazos de rumores especulativos y opas hostiles en cuanto a Iglesias se le ocurra pedir la derogación de la reforma laboral y la autodeterminación de Cataluña. Todo el tinglado de la democracia le pertenece ya a Ortega Smith y a su jefe, el Caudillo Abascal, mientras al alcalde Martínez-Almeida solo le queda mirar desde abajo, desde su pequeñez moral y su cobardía política, a los nuevos dueños y señores del cortijo español.
El PP, instalado en el bloqueo permanente, ha decidido seguir el camino del suicida Albert Rivera, que antes de abstenerse para que Sánchez pudiera gobernar prefirió inmolarse atragantado con el veneno del no es no. Por lo visto Casado también quiere beber esa cicuta de la negatividad contra el sanchismo y, al igual que la patronal, prefiere unas terceras elecciones. Sus asesores no le han debido advertir todavía de que ir de nuevo a las urnas entraña un riesgo mortal: el que supone que Vox termine merendándose al Partido Popular, como ya ha hecho con Ciudadanos, y quede como principal partido de la derecha española. Aunque bien mirado, y escuchando las cosas que dice Aznar, quizá sea eso precisamente lo que va buscando la “derechita cobarde”: dejar las puertas de Génova abiertas de par en par y entregarse al macho y duro para que termine poseyéndola salvajemente y sin remedio.