(Publicado en Diario16 el 26 de noviembre de 2019)
Al engominado Ortega Smith le gusta hacer fuegos artificiales y demagogia barata con la violencia machista. Soltar datos falsos, manipulaciones, embustes, su verborrea venenosa habitual con la que pretende captar el voto de esa parte de la población profranquista, patriarcal, desinformada, harta de la democracia liberal o todo ello a la vez. Pero ayer el envarado y arrogante letrado se encontró con Nadia Otmani, una mujer valiente que le plantó cara y le dijo sin miedo las cuatro verdades del barquero. Una mujer a la que su cuñado machista le pegó tres tiros por defender a su hermana, condenándola a la silla de ruedas para siempre. “Llevo 20 años luchando contra la violencia de género. No se hace política con eso. ¡Que ya nos está costando mucho! Yo de este país no cobro ni un duro. Respete a las muertas y a las mujeres víctimas de violencia de género. ¡Respeto, por favor!”, gritó Nadia ante las mismísimas narices del patriótico picapleitos mientras se agarraba con fuerza y con rabia a su silla de ruedas.
Entre tanto, Ortega Smith miraba para otro lado sin decir nada, no por vergüenza, que no la tiene ni la ha conocido, sino porque no se lo esperaba y quedó descolocado, fuera de juego, touché. Su reacción fue la del charlatán que tiene un rollo que soltar y que cuando llega el momento de enfrentarse a la verdad de una mujer que sufre guarda un silencio patético, enmudece y calla cobardemente.
Nadia Otmani ha puesto en su sitio al demagogo ultraderechista simplemente alzando su voz sin miedo contra la barbarie inhumana y la indecencia de la extrema derecha. Algunos expertos en comunicación política ya están diciendo que la reacción de la mujer ha sido un error, ya que era precisamente eso lo que andaba buscando el pendenciero Ortega Smith, el jaleo por el jaleo, el barullo, la bronca en sí misma. Si hay crispación objetivo cumplido: a eso se reduce el programa político de Vox. De hecho, poco tardó el partido de Abascal en lanzar un tuit victimista defendiendo a su portavoz del “linchamiento” puesto en marcha contra él por el “consenso progre”. Es la técnica propagandística del “tonto del megáfono” que amplifica el momento y que por lo visto da buen resultado en las cloacas de las redes sociales.
Con todo, lo más dramático de la jornada de ayer llegó tras el numerito de Ortega Smith −al final del acto en conmemoración del Día Internacional contra la Violencia de Género que se celebraba en el salón de actos del palacio de Cibeles−, ya que por primera vez no se pudo consensuar una declaración institucional de todos los partidos políticos ante la oposición de Vox. Los neofranquistas consiguieron reventar el acto y la foto de unidad frente a los asesinatos machistas, una infame victoria que ya se apuntan los piquetes de Abascal.
Y en eso le tocó intervenir al alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, socio preferente de aquellos que niegan la violencia de género y dan alas a la extrema derecha representada por el naftalínico Ortega Smith. “El único silencio que hay es el que tú has provocado, Javier. Un silencio atronador”, dijo tratando de ponerse solemne. “Dime una sola de esas 21 medidas pactadas que no estén justificadas; dime, si es que sabes alguna. Este Gobierno no va a ceder”, alegó el alcalde en un intento por salvar la cara como podía mientras acusaba al portavoz de Vox de tratar de reventar el acto en memoria de las víctimas. Lo malo es que el alcalde ya no engaña a nadie. Él y su partido son responsables directos de haber abierto las puertas de las instituciones, de par en par, a los suevos, vándalos y alanos que sueñan con arrasar los principales consensos alcanzados en civilizada democracia. La historia juzgará al diminuto moral que ocupa la Alcaldía de Madrid.
Ayer Vox escribió otra página miserable, como aquel día en que se negó a guardar un minuto de silencio por una víctima asesinada a manos de su pareja. Ortega Smith ni siquiera ha tenido el valor de mirar directamente a los ojos de una mujer que fue acribillada a balazos por un terrorista del machismo criminal. Todo ello recuerda bastante a aquellos batasunos que se ponían de perfil cuando llegaba el momento de condenar el enésimo atentado de ETA mientras las víctimas −amputadas por las bombas lapa, laceradas por las secuelas y traumatizadas por el terror− se encaraban con los asesinos en medio de un silencio cómplice. De alguna manera Ortega Smith, al negar la cruel realidad del terrorismo machista, se ha puesto a la altura de aquellos que encubrían y justificaban a Josu Ternera. Ni más ni menos.
Viñeta: Iñaki y Frenchy
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