(Publicado en Diario16 el 10 de diciembre de 2019)
La sombra de la parálisis política vuelve a planear peligrosamente sobre el país. ERC quiere aplazar hasta después de Navidad su decisión sobre la investidura de Pedro Sánchez y la derecha sigue instalada en el bloqueo permanente al presidente del Gobierno en funciones. En ese escenario, Felipe VI empieza a recibir a partir de hoy a los líderes de los diferentes partidos dentro de la habitual ronda de consultas que se antoja de mero trámite, pero que quizá no sea una simple rutina parlamentaria, ya que en el minuto final podría saltar la sorpresa. En esa línea, esta misma mañana algunos medios de comunicación de Madrid insinuaban una posibilidad que hasta ahora no se había barajado suficientemente y que introduce un nuevo elemento de distorsión, inestabilidad e incertidumbre: ¿qué pasaría si el rey no viera claro que Sánchez pueda gobernar con garantías con el aval de los independentistas y negara el encargo de formar Gobierno al secretario general del PSOE? ¿Podría hacerlo? Sin duda, esa posibilidad existe y sería plenamente constitucional.
Aunque todo el mundo da por hecho que Felipe VI encargará el Ejecutivo al candidato socialista, el artículo 99 de la Constitución Española ofrece otras alternativas. Así, ese apartado de la Carta Magna establece literalmente que “después de cada renovación del Congreso de los Diputados, y en los demás supuestos constitucionales en que así proceda, el rey, previa consulta con los representantes designados por los grupos políticos con representación parlamentaria, y a través del presidente del Congreso, propondrá un candidato a la Presidencia del Gobierno”. Lo normal es que ese candidato sea el de la lista más votada y así ha sido hasta ahora desde 1977, pero el hecho de que Sánchez haya decidido buscar el apoyo en Esquerra Republicana de Cataluña –un partido republicano, abiertamente antimonárquico, independentista y que jugó un papel destacado en el referéndum de autodeterminación del 1-O y en todo el “procés”− provoca serias reticencias y desconfianzas en Zarzuela. De ahí que a estas horas, en plena ronda de consultas, el monarca podría estar meditando seriamente hacer uso de las prerrogativas que le confiere el artículo 99 de la Constitución.
Según expertos en exégesis de la Carta Magna, el monarca no tiene la obligación de encargar el Gobierno al candidato más votado. Lo normal es que lo haga, pero España ha entrado en una fase de anormalidad jurídica y política y cualquier cosa puede suceder, incluso que Felipe VI, preocupado por la amenaza separatista, decida dar un paso adelante y ejercitar las atribuciones que le otorga el marco legal. Al fin y al cabo, iría contra la lógica que un rey diera luz verde a un gobierno republicano que pretende acabar con su dinastía.
No es nada nuevo que el rey siente que partidos como Esquerra Republicana de Cataluña han traicionado la lealtad institucional y considera que contar con ellos en un gabinete Ejecutivo sería contraproducente para la estabilidad y el futuro del país. Sin embargo, Sánchez está atrapado en una encrucijada diabólica. Al candidato socialista no le queda otra salida que apoyarse en el partido de Oriol Junqueras, actualmente en prisión, si quiere llegar a la Moncloa, ya que las derechas le han colocado un férreo cordón sanitario y le han colgado el sambenito de peligroso amigo de los separatistas. La trampa del Trío de Colón está servida ya que, con su sistemática obstaculización, el bloque PP/Cs/Vox está abocando a Sánchez a un pacto forzoso con Esquerra que, mientras Junqueras y los demás procesados sigan en la cárcel, se antoja tan lejano como imposible. Y aun en el supuesto de que finalmente la formación catalana decidiera abstenerse, permitiendo la investidura del líder socialista, resulta difícil creer que ese Gobierno pueda mantenerse en pie durante una traumática legislatura de cuatro años en la que va a sufrir las constantes dentelladas de la ultraderecha reaccionaria. En cualquier caso, aún está por ver que Felipe VI dé vía libre a un Ejecutivo rojo con apoyo de los separatistas. La respuesta se verá en unos días, tras la pertinente ronda de consultas en Zarzuela que quizá en esta ocasión no sea tan aburridamente rutinaria e intrascendente como siempre.
Viñeta: Iñaki y Frenchy
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