lunes, 22 de mayo de 2023

VINICIUS

(Publicado en Diario16 el 22 de mayo de 2023)

Borja Sanjuan Roca es el número 2 del PSOE a la alcaldía de Valencia. Y por lo que se va viendo, también es un ultra del fútbol. Ché hasta la médula, para ser exactos. Ayer, durante el bochornoso linchamiento público al futbolista del Real Madrid, Vinicius Jr, no se le ocurrió mejor idea que sentarse a tuitear sobre lo que estaba pasando en Mestalla. “Yo nunca defenderé ningún insulto racista que hubiera podido haber a ningún jugador, pero eso no es lo que ocurre con Vinicius. Ese jugador es una vergüenza para el fútbol”, escribió. Un mensaje que acompañó a otro todavía más delirante: “Esta roja de Vinicius la hemos celebrado media España”. No sabemos cuál de los dos tuits fue más impresentable.

¿Es España racista, tal como denunció el delantero madridista tras ser sometido al escarnio público de un sector del público con frases como “mono mono”, “perro” o “puto negro”? Seguramente no. Nos resistimos a pensar que en este país solidario, abierto, acogedor y tolerante hay 47 millones de simpatizantes del Ku Klux Klan trumpista de nuevo cuño. Pero es evidente que tenemos un serio problema con el racismo. Sobre todo, en los partidos de fútbol, donde el racista encuentra un cómodo refugio entre la masa enardecida y deshumanizada. Ayer, en el estadio del Valencia, había más de 40.000 espectadores, de los cuales solo una minoría emprendió la cacería dialéctica contra el hombre. En eso se equivocó Carlo Ancelotti. Carletto es un señor, pero no calibró en su justa medida a la hora de buscar culpables. Pudieron ser veinte, doscientos o dos mil los vándalos que tomaron a Vinicius como blanco perfecto para descargar todo su odio xenófobo. Pero afortunadamente, no fue todo Mestalla, como dijo el míster merengue. Ni siquiera la mitad de Mestalla. De ser así, ya estaríamos viviendo en el Tercer Reich y no es el caso.

Lo que se vio ayer en el campo del Valencia fue grave, muy grave, y exigía políticos a la altura de las circunstancias capaces de dar una respuesta contundente y sin ambages. Líderes que soltaran un puñetazo encima de la mesa y salieran a la palestra de inmediato para decir que el racismo va a ser perseguido, con la ley, la Fiscalía y el Código Penal en la mano, hasta que sea definitivamente arrinconado. Sin embargo, una vez más nos encontramos con la mediocridad y el infantilismo de algunos que antepusieron el escudo y el hooliganismo futbolero a la causa más noble por la que puede pelear, hoy por hoy, un representante público: la derrota del supremacismo nazi. Los tuits del señor Sanjuan fueron vergonzosos para alguien que aspira a un cargo público. El personaje no supo estar a la altura, el hincha de la barra brava se comió al político, y dejándose llevar por su pasión por los colores no supo ver la magnitud de la tormenta que se estaba gestando sobre su cabeza. Decir eso de que “yo no soy racista, pero…” (señalando con el índice, por provocador, al indomable jugador del Madrid) resulta indefendible. ¿Se enfundó la elástica valencianista por puro populismo para rascar unos cuantos votos el próximo domingo? No lo vemos nosotros tan calculador y estratégico; sencillamente le pudo el fervor por el equipo de sus amores.

Con todo, lo peor de la metida de pata del concejal no fue su ambiguo posicionamiento contra el racismo, sino que lo haya hecho siendo político del PSOE, un partido que siempre batalló contra la violencia fascista, que a fin de cuentas es lo que es el racismo. Por momentos, leyendo las reflexiones del edil, daba la extraña sensación de que estábamos ante un dirigente de Vox. O ante uno de aquellos tibios batasunos que en los años del plomo decían estar en contra de la violencia etarra pero no la condenaban o lo hacían con la boca pequeña. Una torpeza que debe unirse al hecho de que nos encontramos en plena campaña electoral, a seis días para el decisivo 28M con derechas e izquierdas en empate técnico, y cualquier suceso inesperado o cisne negro puede decantar la balanza hacia uno u otro lado. Más le hubiese valido al candidato socialista haber aparcado el furbo por una semana para tuitear sobre lo verdaderamente importante ahora, o sea las promesas de Sánchez para reflotar la Sanidad pública, la Atención Primaria y el Área de Salud Mental. ¿A quién se le ocurre meterse en semejante berenjenal que deja al PSPV como un partido de forofos que están a lo que no deben estar?

Medio mundo apoyando a Vinicius, Lula Da Silva, los dirigentes del G7, Mbappé, Neymar y Ferdinand cerrando filas contra el fascismo que vuelve, y el señor Sanjuan pensando en si el Valencia suma los tres puntos vitales. Un futbolista llorando a lágrima viva tras ser sometido a su exterminio y anulación como persona y él completamente centrado en si su equipo salva la categoría o termina en Segunda. Ese es el nivel.

Hoy, el dirigente local socialista ha matizado su delirio balompédico de ayer con otro tuit en el que, esta vez sí, reconoce que hubo insultos racistas en el estadio, aunque según él Mestalla no es xenófoba. Tibieza sobre tibieza. Paños calientes sobre una herida que sigue supurando. Sánchez y Ximo Puig deberían estudiar este caso con sumo detenimiento. Porque estamos a pocos días para las elecciones y hay muchos votantes socialistas a los que el fútbol, ese santuario para delincuentes y fascistas, se la trae al pairo. Quizá a esta hora ya estén pensando en votar a Compromís.  

Viñeta: Pedro Parrilla

domingo, 21 de mayo de 2023

TELEVISIÓN ESPAÑOLA


(Publicado en Diario16 el 20 de mayo de 2023)

En 2016, el popular periodista Jesús Cintora me concedió una entrevista en la que me hizo una impactante revelación: “He visto periodistas plegarse por miedo al poder y venderse por dinero”. Ni una película sobre la mafia de Martin Scorsese fue para mí tan clarificadora como aquel jugoso titular. De alguna manera, mi conversación con el conocido presentador fue premonitoria, ya que él mismo iba a terminar siendo víctima del poder años después, cuando en 2021 fue despedido de su programa matutino Las cosas claras. Tras la decapitación profesional, entre los periodistas de Madrid quedó una frase para la posteridad: “Tú sigue así, que vas a acabar como Cintora”.

Aquella cacicada, orquestada por el bipartidismo convencido de que el periodista se había podemizado, fue denunciada en su día por Comisiones Obreras RTVE. “El despido político de Jesús Cintora es una losa que acompañará al nuevo y ya decepcionante equipo de dirección de RTVE. Los contenidos que a esta hora se están emitiendo en La 1 de TVE son, desde el servicio público, de auténtico bochorno. Será peor”. Y así ha sido. Desde entonces el enfermo no ha mejorado, tal como vaticinó el sindicato, y en algunos espacios se huele a pescado algo rancio, como en Días de cine clásico, donde a alguna mente iluminada le ha dado por recuperar viejas películas de catástrofes como Aeropuerto o El coloso en llamas. Cualquier día nos meten Megatiburón contra crocosaurio como una obra maestra del Séptimo Arte y se quedan tan anchos.

No es cuestión de remontarse a los masajes que Urdaci le daba a Aznar en sus amables entrevistas, ni de cuestionar las corridas de toros o las misas domingueras de doce, todo ello claro síntoma de que el ente siempre ha estado mediatizado por lo más reaccionario de este país. Basta con recordar lo que ocurrió con José Manuel Pérez Tornero, aquel presidente que dimitió tras liderar una de las etapas más polémicas (2021-2022). Las críticas a la gestión económica y de contenidos, acusaciones de politización, manipulación informativa y enchufismo fueron constantes. Tornero imprimió un “estilo conservador” a RTVE y el escándalo estalló cuando Roberto Lakidain, miembro del Consejo de Administración, denunció públicamente que el jefe escogía personalmente a periodistas afines “a la derecha, a la ultraderecha y al centroderecha”. En realidad no había que ser un experto en teoría semiótica de la televisión para ver que por La Casa pasaban cada vez más fachas convictos y confesos. Un informe sobre la ideología de los tertulianos fichados para las diferentes franjas horarias resultó demoledor: el 57 por ciento de los que participaban en La Hora de la 1 eran de derechas; el 13 por ciento de centro; y apenas el 30 progresistas. En el caso de La noche en 24 Horas, el 42 por ciento eran derechosos, el 23 moderados y el 35 progres. Mientras se cocían todas estas habas, la tele pública se veía cada vez menos y el público huía en busca de algo de calidad en las plataformas de pago.

Hoy, uno tiene la extraña sensación de que RTVE no acaba de superar su crisis de identidad y que no ha terminado de librarse del todo de aquel lento pero constante proceso de derechización. Algunos indicios así lo atestiguan. Y no nos estamos refiriendo a la forma de vestir de los funcionarios/presentadores, más bien bustos parlantes, ellos de impecable traje y corbata y ellas de exquisito Carolina Herrera. Ni cuando a todos les dio por ponerse de riguroso luto por la muerte de Isabel II de Inglaterra. Nos referimos a que el espectador que se sienta inocentemente delante del televisor, pensando que la tele que paga con sus impuestos le va a dar esa independencia de la que presumen sus directivos, se encuentra con que, en medio de la campaña al 28M, los espacios electorales reservados a las derechas (PP, Vox y Ciudadanos) se repiten en bucle, formando una unidad total, mientras que los spots de los partidos de izquierdas parece que brillan por su ausencia. No se trata de que se esté dando más propaganda de partidos conservadores que progresistas. Por ley, todas las fuerzas políticas disponen del mismo tiempo de emisión para sus anuncios (de una factura algo cutre y de ínfima calidad, todo hay que decirlo), así que el incumplimiento de la normativa podría terminar con más de un directivo en problemas judiciales. Pero la distribución, la forma de presentar los diferentes espacios, con los partidos de derechas machacando uno tras otro, termina por generar la sensación de que Feijóo y Abascal tienen las elecciones ganadas por incomparecencia del frente rojo.

Hay más síntomas de que el cáncer de la derechización sigue corroyendo los cimientos de RTVE. De cuando en cuando todavía aparece algún casposo tertuliano denunciando las paguitas del Gobierno de coalición, nos cuelan un rótulo o subtítulo poniendo a caer de un burro el chavismo de Podemos o nos meten doblada una noticia sensacionalista sobre lo mal que está el crimen en la Barcelona de Ada Colau, una ciudad llena de okupas, maquis y anarquistas, como en los albores del siglo pasado. Curiosamente, los mismos bulos y clichés con los que la extrema derecha intoxica a los españoles cada día. Todas estas maniobras suelen hacerse de la forma más sutil, para que las audiencias no puedan detectar que les están colocando el mensaje reaccionario. En TVE son auténticos expertos en manejar este tipo de información subliminal. No en vano, durante décadas, como única cadena monopolística de este país, llevó a cabo el necesario control, lavado y reprogramación de mentes que exigía el franquismo a modo de proyecto MK Ultra. Así que esa vieja escuela la llevan en los genes.

Llegados a este punto cabe preguntarse cómo ha podido ocurrir que, con un Gobierno de izquierdas en el poder, la televisión pública que pagamos todos siga dando cancha a ese conservadurismo duro que retorna con fuerza. Y aquí, una vez más, hay que buscar un único y directo culpable, el PSOE, que cometió el error de cederle al PP una amplia cuota de participación en cargos directivos en la errónea creencia de que, en algún momento, y a cambio, podría negociar con la oposición la renovación de las demás altas magistraturas y cargos del Estado. Hoy ya sabemos que, primero con Casado, y con Feijóo después, el PP ha bloqueado cualquier tipo de negociación, por ejemplo, del Poder Judicial. O sea que le han metido un gol a Moncloa. La mejor muestra de que la situación en RTVE sigue siendo preocupante es que Elena Sánchez, presidenta provisional de la cadena estatal, ha tenido que reconocer que se siente “extremadamente incómoda” con su interinidad. Incluso se ha visto obligada a negar que, a día de hoy, siguen circulando las famosas “listas negras” como las que en su día acabaron con el represaliado Cintora en la cola del paro.

Viñeta: Iñaki y Frenchy

LA TALA

(Publicado en Diario16 el 19 de mayo de 2023)

Por ahí fuera, más allá de los Pirineos, en la Europa civilizada, un árbol se considera algo sagrado. No se toca, no se tala, se respeta. Cuando las autoridades tienen que construir una nueva urbanización o carretera, miran con lupa dónde puede haber masa forestal. Y si se topan con un árbol, cambian de planes. No meten las excavadoras a destajo arrasándolo todo. Es tal la sensibilidad con lo verde, que hace solo unas semanas la UE anunció un plan para replantar 3.000 millones de árboles en el viejo continente. España sigue siendo different también en esto.

Aquí, en la piel de toro, le seguimos metiendo fuego a nuestros montes (el último incendio en Las Hurdes avanza sin control y se dirige al Valle del Árrago con sus preciadas reservas de buitres negros). O planificamos una macrourbanización junto a Doñana para terminar de acabar con lo poco virgen que queda allí. O cercenamos los árboles de nuestras grandes ciudades para construir un bloque de pisos o una línea de metro. Es el caso del alcalde popular de Madrid, Martínez-Almeida, que estos días acaba un mandato marcado por las talas indiscriminadas y por haber terminado con más de 78.000 árboles adultos. Su afán constructor, su pasión por el gris cemento y su alergia por todo lo verde menos Vox, ha provocado que muchos vecinos de Villa y Corte ya le hayan colgado el cartel de arboricida y arrancapinos. Es algo sabido que el primer edil siente rechazo al ecologismo (antes salvaría Notre Dame que el Amazonas) y cualquier día se nos hace vasco solo para agarrar un hacha y ponerse a partir troncos desaforadamente como un aizkolari, anda Patxi, ahí va la hostia.

Metidos como estamos en campaña electoral, Martínez-Almeida trata de quitarse de encima, a toda costa, ese sambenito de alcalde contaminante y ha prometido plantar medio millón de pimpollos, una medida a largo plazo, ya que para cuando esos tallos crezcan y puedan dar sombra, protegiendo contra el sol y refrescando la ciudad contra los rigores del cambio climático, los madrileños estarán todos más abrasados que un guiri en Torremolinos.

Es evidente que el regidor se ha equivocado en sus políticas medioambientales para una capital como Madrid, que tiene un serio problema de emisiones contaminantes. Contra esas ideas urbanísticas predatorias, contra esa trasnochada visión ultraliberal de la ciudad, tendría que haber reaccionado la Justicia hace ya tiempo. La democracia necesita un Poder Judicial fuerte, auténticamente independiente y concienciado con los nuevos problemas de nuestro tiempo como el calentamiento global, el peor desafío al que se enfrenta la especie humana. Sin embargo, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid ha desestimado los recursos de los ecologistas, que habían pedido la suspensión cautelar de las obras de ampliación de la Línea 11 de Metro en los parques de Madrid Río y Comillas, donde se va a producir una gran tala de unos 1.000 árboles adultos. Los magistrados tendrían que haber dado una lección de concienciación ecológica en un momento especialmente crítico como es la emergencia climática, pero se han limitado a ponerse la venda de la diosa Justicia en los ojos y a rodearse de latinajos, de Aranzadis y de artículos del Código Civil en lugar de situar el foco en lo importante: que las grandes metrópolis europeas van necesitando amplias y frondosas zonas verdes o de lo contrario pronto no se podrá vivir en ellas. “La demandante [el movimiento ecologista] no concreta los perjuicios de imposible o difícil reparación que darían lugar a la pérdida de la finalidad legítima del recurso”, se han limitado a sentenciar los magistrados un tanto embarulladamente y con ese lenguaje oscuro que solo entienden ellos.

Una vez más, los jueces van detrás de los problemas sociales, pero en el honrado pueblo de Madrid empieza a abrirse paso una idea, un eslogan que es una enmienda a la totalidad a las políticas insostenibles de Almeida. Al igual que en su día caló el “no pasarán” o el “no a la guerra”, ese grito “no a la tala” empieza a cuajar en los madrileños y ha dejado de ser un monopolio ecologista. Ese “no a la tala” que enarbolan desde asociaciones vecinales a movimientos de todo tipo es el lamento desesperado de la raza humana aterrorizada por una catástrofe planetaria que no ha hecho más que comenzar. Las derechas, en España y en otras partes del mundo, siguen tocando sus cínicos violines mientras el Titanic se hunde. El negacionismo ultraconservador va a matarnos a todos. A esta hora partidos políticos y administraciones públicas deberían estar ofreciendo alternativas para contribuir a frenar el cambio climático, pero Almeida está a otras cosas, mayormente a meter miedo al personal con el fantasma de ETA y la invasión okupa (ni una cosa ni otra existen), a regalar cajas con chupetes a los recién nacidos para fomentar la familia tradicional y a desacreditar a Rita Maestre, con la que está completamente obsesionado (ayer la citó catorce veces en una intervención pública).

En el PP ayusizado dan la espalda a la realidad y crean sus propios universos alternativos. Borja Sémper se empeña en darle una pátina moderada al partido, pero todo es en vano. Cada vez se parecen más a esos barbudos yanquis de Qanon, los primitivos y medievales conspiranoicos que tratan de instaurar un extraño mundo al revés. Almeida está a un paso de ponerse la camisa de leñador de Ohio y la gorra de béisbol con el eslogan Make Madrid great again. Como un trumpista de la Meseta profunda.

Viñeta: Iñaki y Frenchy

LAS CUENTAS DEL ALCALDE

(Publicado en Diario16 el 19 de mayo de 2023)

De un alcalde lo mínimo que se puede pedir es que sepa manejar los dineros de los vecinos. No es el caso del popular Martínez-Almeida, que por lo visto ha tenido que reconocer que el Ayuntamiento de Madrid cerró las cuentas de 2022 con un déficit de 236 millones de euros. Los primeros números rojos del consistorio municipal en 12 años. En la sala de máquinas propagandística del PP de Madrid han saltado las alarmas y los gacetilleros ya se han puesto a trabajar para limpiar la mala imagen. Se quiere trasladar el mensaje de que esto del déficit es una “situación puntual”, culpa sin duda del desajuste de las “decisiones del Gobierno central”. Incluso achacan el agujero a la baja cuantía de las ayudas del Gobierno central por el temporal Filomena. O sea, que la culpa de esto también la tiene Sánchez. Excusas de mal pagador.

Mucho hablar de Bildu, mucho sacar a pasear el espantajo del terrorismo etarra, pero a la hora de la verdad, cuando se trata de cuadrar números y acreditar ante el ciudadano una gestión eficaz, resulta que Almeida no ha hecho los deberes contables como es debido. Grave, muy grave.

¿Dónde estaba ayer el señor alcalde cuando tenía que estar presentando su honrosa dimisión por un balance económico tan desastroso? Participando en alguna pijada de campaña electoral en algún barrio elegante de la capital. O practicando running mañanero por El Retiro (una foto corriendo por un parque siempre vende mucho en campaña). O soltando un chiste malo de los suyos ante los periodistas. “Algún escolta me ha tenido que seguir en bici”, le dijo a una reportera que lo sorprendió en pleno trote cochinero. Él quiere transmitir sensación de seguridad, de tranquilidad, de tenerlo todo atado y bien atado. Sin embargo, la realidad es otra muy distinta. Las últimas encuestas no le favorecen y en Génova están acojonados. La socialista Reyes Maroto y Rita Maestre, de Más Madrid, andan fuertes en los sondeos y ya le echan el aliento en el cogote. El candidato popular a la alcaldía lograría una apurada victoria con 25 o 26 concejales, pero la izquierda sumaría más que él. Si quisiese revalidar el bastón de mando, tendría que pasar por la sede de Vox y ponerse en manos de Ortega Smith, como uno de aquellos juguetes diminutos de carne y hueso de Muñecos infernales, la película de Tod Browing. Y no lo dice el CIS de Tezanos, de quien el alcalde se burla cada mes, sino un sondeo de El Mundo, un periódico amable nada sospechoso de sanchista.

Almeida debe estar rezando para que el calvario de la campaña electoral pase pronto. Con los augures demoscópicos vaticinando una noche electoral de infarto, con Ayuso en contra y el Financial Times retratándolo como un alcalde poco ecologista, debe sentir la soledad del corredor de fondo en esos correteos matutinos que se da por el Central Park madrileño. De cuando en cuando se le enciende la bombilla con alguna ocurrencia, como llenar las paredes de la M30 con unos jardines verticales, a la manera de una moderna Babilonia, para contrarrestar los efectos del cambio climático. Pero a los cinco minutos sale un experto ecologista y le afea el proyecto, sentenciando que la medida sería demasiado cara y poco útil.

A Ayuso, la plantagenarios, le ocurre algo parecido con el cambio climático. La presidenta cree que todo este lío del calentamiento global se resolvería si cada madrileño colocara una bonita maceta en su balcón. Las calles de Villa y Corte quedarían preciosas y muy típicas adornadas con rosales, margaritas y azucenas. Como es obvio, nada de eso serviría contra el apocalipsis atmosférico que predicen los meteorólogos. Además, pídele tú a una familia que vive en un zulo de Usera, un antro pequeño, mal ventilado y sin terraza, que se sume a la medida. La mandan a tomar viento fresco a las primeras de cambio. Lo de los tiestos tontos de Ayuso no deja de ser una medida estética, decorativa, puramente ornamental, sobre todo enfocada a los ricos, porque los pobres de Madrid no viven precisamente en amplios y luminosos áticos perfectos para instalar un botánico o un invernadero. Plante usted una petunia, una begonia o un clavel en un piso patera de los muchos que hay en la capital, a mil pavos de alquiler, y se muere al día siguiente por la falta de luz y la tristeza, como le ocurre al lumpenproletariat de los barrios marginales.

Pero para clavel las cuentas del señor alcalde. Eso sí que es un clavel del bueno. Más de 236 millones de déficit es como para que entrara de oficio, y a saco, el Tribunal de Cuentas. ¿Pero qué ha hecho el primer edil este último año? ¿En qué se ha gastado el parné como un manirroto? No vemos nosotros más escuelas públicas, ni más hospitales o autobuses. Y el Museo del Prado está como siempre. Por no darle ni siquiera le ha dado un baño de agua a la Cibeles. Hay más vecinos encabronados, eso sí, como los de San Fernando de Henares, a los que les han echado la casa abajo para construir la línea 7B de metro. Pero inversiones, lo que se dice inversiones para el ciudadano, poquitas. Madrid sigue estando guapa porque es una ciudad guapa de por sí, no porque Almeida la esté embelleciendo a golpe de planes urbanísticos. Eso sí, se ha puesto a talar árboles y no ha dejado uno vivo. Viva el cemento armado. Como su jeta.

Viñeta: Iñaki y Frenchy

EL 'KILLER'

(Publicado en Diario16 el 18 de mayo de 2023)

Pedro Sánchez ya no es aquel político joven y animoso que sucedió a Alfredo Pérez Rubalcaba en 2014 pero que trasladaba una imagen de cierta inmadurez, inseguridad o inconsistencia, no solo entre sus enemigos, sino en las filas de su propio partido. En apenas una década, el hoy presidente del Gobierno ha evolucionado, ha madurado en un proceso constante hasta convertirse en el hombre que es en la actualidad: un político fajador y duro de roer, un adversario de colmillo retorcido, el azote de Alberto Núñez Feijóo, al que suele dejar tirado por los suelos, como suele decirse, tras darle la semanal somanta, tunda o paliza dialéctica en el Senado. Sánchez, hoy por hoy, es un peligroso killer del parlamentarismo nacional.

Atrás quedan los tiempos en que Patxi López y Susana Díaz se reían de él y lo trataban con displicencia en público. El primero mirándolo por encima del hombro como el profesor a ese alumno repetidor que no se sabe la lección del día (recuérdese cuando el vasco se dirigió a él con sobradez, y algo de chulería, en plenas primarias, para preguntarle: “Pedro, ¿sabes lo que es una nación?”). La segunda, o sea la entonces baronesa andaluza, solía despacharlo como esa diva de Hollywood (quizá una Gloria Swanson de San Telmo) que ve llegar al plató a la nueva promesa, al aspirante a sex symbol guaperas, cachas y yogurín que se las lleva de calle pero que es incapaz de recitar un solo párrafo de Hamlet.

Hoy, a Sánchez lo discuten Felipe González, Page y cuatro barones más, pero puede decirse que su figura se ha agigantado/afianzado hasta convertirse en el gran referente del PSOE. Y no era tarea fácil. Tras Zapatero, el partido había quedado huérfano de liderazgo y desnudo de ideas y proyectos. En Ferraz tocaba inventarse una fórmula o de lo contrario el socialismo español podía verse abocado a la intrascendencia o algo peor: a la pasokización, es decir, al progresivo proceso de extinción, tal como le ocurrió en su día al partido socialista griego. El sanchismo fue el revulsivo definitivo. Y eso que nadie daba un duro por él. Es cierto que las bases lo querían y que allá donde iba, ya fuesen las cuencas mineras o los tradicionales feudos andaluces y extremeños, salía por la puerta grande. Pero el aparato, que lo consideraba poco menos que un fracasado, lo miraba con desconfianza, con recelo y tramando su defenestración (el golpe llegaría en aquel Comité Federal de infausto recuerdo).

Desde que aterrizó en la Moncloa en 2018, el personaje no ha hecho más que crecer y crecer, hasta el punto de que el “sanchismo” ha terminado por instalarse como doctrina política. Ha aprendido de la experiencia, de los navajazos traperos y de los trucos de ilusionismo de Iván Redondo, del que decidió apartarse cuando ya le había sacado todo el jugo. Ni Pablo Casado con sus diatribas ultras y conspiraciones en la sombra, ni hoy Feijóo con sus malas artes gallegas, han conseguido acabar con él. Se ha convertido en la obsesión de las derechas, que ya solo viven para derrocarlo. PP y Vox saben que el PSOE es Sánchez y que sin Sánchez el socialismo está condenado a una travesía en el desierto de varios lustros. Pero van a tener que sudar mucho y colocar muchos bulos sobre ETA entre los españoles para conseguirlo. Según las últimas encuestas, el Gobierno de coalición presidido por el premier socialista tiene posibilidades de reeditarse en las próximas elecciones generales de fin de año. Para ello basta con que el PSOE gane y que Podemos y Sumar, la nueva plataforma de Yolanda Díaz, concurran en coalición. La reelección estaría asegurada, lo cual se antoja un milagro increíble si tenemos en cuenta que este presidente pasará a la historia como el de la pandemia con su destrozo humano, social y económico, el del volcán de La Palma, el de la guerra de Ucrania y el de la crisis energética.

Cualquier otro en su lugar hace tiempo estaría muerto y enterrado. Liquidado, caput, devorado por los voxistas que agitan el malestar en las calles. Sin embargo, él no. Él ha logrado hacerse fuerte en medio de un mar de catástrofes. Ha hecho virtudes de sus defectos y debilidades. Ha logrado convertirse en la cabeza visible de una izquierda transversal que hasta hace poco hacía la guerra por su cuenta como un ejército de Pancho Villa. Ha sabido crear una especie de mito improvisado en un tiempo en que los mitos ya no existen. Dentro del país ha calado el discurso que lo presenta como el último bastión del Estado de bienestar y la democracia ante la amenaza posfacista. Fuera de nuestras fronteras está aún más afianzado. En Bruselas, Von der Leyen le compra todas las propuestas de escudo social y nadie cuestiona ya su liderazgo de cara a la próxima Presidencia de la UE. En la OTAN se mueve como pez en el agua, está en la pomada con Macron, Scholz y Sunak y le basta con levantar un teléfono para intercambiar opiniones con Zelenski sobre la Tercera Guerra Mundial. Tiene en el bote incluso a Joe Biden, que lo invita a la Casa Blanca y lo trata como ese abuelo que mantiene tiernas confidencias con su nieto preferido al calor de la chimenea.

Todo eso, todas esas idas y venidas por las alfombras rojas del mundo para meterse a las élites en el bolsillo, lo hace sin perder de vista el trabajo de machaca de oficina, el Senado, donde aún saca tiempo para su rapapolvo semanal a Feijóo. El del martes fue otro de una larga antología. Mítica fue esa frase para la historia: “Hace diez años, el entonces alcalde de Vitoria dijo que no le temblaban las piernas para pactar con Bildu. Ese exalcalde se sienta a su lado y sonríe cínicamente”, le dijo al jefe de la oposición señalando directamente a su lugarteniente, Javier Maroto, que en ese momento, ya con los colores sacados, no pudo sino pensar aquello de tierra trágame. O esa sentencia demoledora: “Cuando llegan las elecciones, acuden al mismo argumento. ¿Propuesta sobre vivienda? ETA. ¿Propuesta sobre cambio climático? ETA. Es decir, nada”. O aquella otra intervención lapidaria: “Quien quiera saber hasta dónde llega la falta de escrúpulos del PP cuando se acercan las elecciones solo tiene que recordar los días 11, 12 y 13 de marzo de 2004. En el mayor atentado de España y Europa, el PP mintió y mantuvo con descaro esa mentira y difamó a las víctimas solo por interés electoralista”. Un directo a la mandíbula conservadora en plena campaña electoral.

A Zapatero lo llamaban Bambi despreciándolo por blando y utópico. Pero cuidado con este metamorfoseado Sánchez, que ya se mueve felinamente como un Shere Khan de la política y en cualquier momento puede acabar con Mowgli Feijóo de un certero zarpazo.

Viñeta: Iñaki y Frenchy

UNA DUCHA RÁPIDA

(Publicado en Diario16 el 18 de mayo de 2023)

La escasez de agua lleva a los gobernantes a proponer medidas restrictivas que, una vez más, pagarán en mayor medida las clases vulnerables. Es el caso de las duchas de menos de tres minutos. Ya en 2009, Hugo Chávez, entonces líder de Venezuela, puso en marcha esa polémica idea. “Hay gente que se pone a cantar en el baño media hora. ¿Qué comunismo es ese? Yo lo he contado: tres minutos es más que suficiente; no quedo hediondo. Un minuto para mojarse, otro para enjabonarse y el tercero para enjuagarse; lo demás es un desperdicio”. Esa fue su forma de aleccionar a la grey sobre las bondades tonificantes no solo de la ducha rápida, sino de la ducha fría, que consume menos energía y por consiguiente es más barata. Eso sí, seguro que El Comandante no se privaba de unos largos diarios en la piscina de alguna mansión.

Medidas de este tipo ya circulan por Bruselas, donde la UE empieza a plantearse implantar el chapuzón visto y no visto para mejorar los recursos hídricos. Una vez más estamos ante un ejemplo evidente de que el cambio climático va a pagarlo, de nuevo, el pueblo, que es quien más sufre las calamidades. La transformación del modelo productivo debería recaer sobre las grandes fortunas y quienes más tienen. Pero no ocurre así. Ya lo estamos viendo en el caso del coche eléctrico. Al proleta currante se le va a obligar a vender su viejo vehículo contaminante de toda la vida para adaptarse a las energías renovables pero, ¿cómo va a comprar uno nuevo con esos precios inasequibles? El millonario no tendrá problema en adquirirlo, pero el obrero, el trabajador de a pie, no podrá hacer frente a la inversión y se verá abocado al transporte público o al coche de San Fernando, un ratito a pie y otro caminando. Ya no estamos en los tiempos del desarrollismo franquista, cuando el Seiscientos hizo la gran revolución social en España. Hoy por hoy comprarse un coche se ha puesto imposible, basta con mirar los anuncios y ver esos precios con varios ceros mareantes. Ni un viaje al espacio en un cohete de Elon Musk.

Mucho nos tememos que la crisis climática nos encamina hacia una sociedad más desigual, menos cohesionada y más injusta, una sociedad con una brecha entre ricos y pobres todavía más profunda y acentuada. Ahora quieren que nos duchemos en menos de tres minutos. Mañana nos suprimirán el jamón ibérico, gran logro de las masas obreras en su camino hacia un mundo mejor, el Rioja de marca o el aire acondicionado, que con estos veranos criminales ya no es un artículo de lujo, sino un producto de primera necesidad para no morir de un golpe de calor.

Nosotros mirando el reloj bajo el chorro de agua y ellos, las élites, la biuti, la gente de bien, como dice Feijóo, solazándose en sus piscinas, en sus jacuzzis, en sus saunas, baños turcos y campos de golf bien hidratados. ¿Quién va a controlar que la jet se duche dentro de esos miserables 180 segundos que reclaman los expertos en la lucha contra el cambio climático? ¿Se creará acaso una unidad policial especial para regular que todos cumplen por igual? No seamos ingenuos. El contador de la compañía municipal discriminará, una vez más, entre los de abajo y los de arriba. Para los primeros habrá inspecciones, cortes, limitaciones y restricciones. Multas por exceso de consumo. Por el contrario, nadie se enterará de si el magnate, cómodamente recostado en su tumbona junto a la piscina, sigue viviendo a todo tren como siempre y gastando el agua que le venga en gana. Hecha la ley, hecha la trampa.

Una ducha rápida es beneficiosa para la salud, nos dice la OMS. Supuestamente mejora los poros y evita que se reseque la piel. Y si es con agua fría, se estimula el cerebro, eleva los pechos, haciéndolos más turgentes, y contrae los glúteos hasta ponerlos duros como piedras. Así terminamos todos con unos cuerpazos de impresión, aunque con neumonías de caballo. Esos son los peregrinos argumentos estéticos que nos quieren vender ahora para arrebatarle al proletariado uno de los pocos placeres que le quedaban ya, la última ficción de pertenencia a la falsamente cacareada clase media: una larga, burguesa y placentera ducha sin limitaciones de ningún tipo.

Hizo más el retrete por la dignidad de las masas obreras explotadas que El capital de Marx. La ducha libre nos igualaba a los señores pudientes en higiene, en salud, en hedonismo y en estatus social. En eso al menos ya éramos todos iguales. Sin embargo, con la excusa del cambio climático, poco a poco nos van a ir sustrayendo/hurtando las grandes conquistas sociales alcanzadas tras siglos de lucha obrera. No estamos negando aquí el calentamiento global, como hacen las derechonas negacionistas y anticientíficas; existe, es real y es el mayor problema al que se enfrenta la humanidad. Estamos denunciando cómo y bajo qué criterios o parámetros vamos a afrontar este descomunal desafío en las próximas décadas. El sacrificio debería ser igual para todos, es más, los más acomodados deberían apechugar o contribuir más, mientras que los gobiernos deberían volcarse en ayudas a los que poseen menor poder adquisitivo. El Estado de bienestar tiene que ser solidario y sensible con la famélica legión ahora que el planeta se va al garete. La justicia social empieza por una ducha igualitaria para todos. Lamentablemente, ocurrirá como en cada crisis económica: que la terminarán pagando los de siempre.

Viñeta: Iñaki y Frenchy

OTROS BULOS Y MITOS DE LA DERECHA ESPAÑOLA

(Publicado en Diario16 el 17 de mayo de 2023)

La pasada semana hablábamos de cinco mitos o bulos que las derechas suelen sacar a pasear cada cuatro años, en época de elecciones: el Falcon de Sánchez, los okupas que están por todas partes, los menas que nos invaden, las calles que se llenan de violadores y el famoso chiringuito socialista como fuente de todos los males del país. Como lo prometido es deuda, vamos hoy con otros cinco en esta segunda entrega.

El PSOE se ha rendido a ETA

Este mantra aparece, impepinable e indefectiblemente, en cada campaña electoral. Ya lo estamos viendo estos días previos a la cita del 28M. Nos hallamos ante unos comicios municipales y autonómicos donde los diferentes candidatos tendrían que estar proponiendo cosas para sus paisanos en cada pueblo y en cada ciudad. Sin embargo, por desgracia para la democracia, se están dedicando a desenterrar el fantasma de ETA, que está derrotada desde hace más de una década. Tanto Feijóo como Abascal exprimen a conciencia el tema etarra, lo cual no extraña. Ni uno ni otro tienen un programa realista y reformista para España, así que se aplican a la política de brocha gorda. Más sangrante si cabe es el caso de Vox, partido que ha sido pillado haciendo un vergonzoso copia y pega del supuesto programa electoral, un autoplagio en serie, el mismo para todos los municipios y regiones, de tal manera que acaban ofreciendo las mismas promesas al vecino de Torremolinos que al de Soria. Pedro Sánchez se lo afeó ayer mismo al líder de la oposición: “Cuando ETA no es nada, para ustedes ETA es todo porque en su desesperación, ETA, aunque no exista, es lo único que tienen”. Y tiene razón el premier en este caso. A populares y voxistas los sacan del terrorismo, que afortunadamente ya no es un problema para este país, y se pierden. No saben de qué hablar. El PSOE jamás se ha plegado a los terroristas, esa es una falacia y una bajeza que no por ser repetida mil veces se convertirá en verdad. Al contrario, los socialistas, que sufrieron tantas bajas o más que los populares a manos de los pistoleros, acabaron con el terrorismo con la negociación en una mano y la ley del Estado de derecho en la otra. ¿Qué hacía el PP entretanto? Intentaba boicotear el diálogo para el final de la violencia. Así de crudo.

El ecologismo es un invento de la izquierda

Los bulos climáticos de la derechona se propagan por la España vaciada, entre ganaderos y agricultores, como la pólvora. Como buenos ultraliberales que solo piensan en el poder del dinero (sobre todo de su dinero), PP y Vox son negacionistas del calentamiento global, o sea que no creen en las predicciones de la ciencia. De ahí que anden acusando a los ecologistas y partidos de izquierdas de ser unos alarmistas sin fundamento. A partir de ese momento, bombardean al personal con cualquier trola que se les ocurre. Si no llueve es porque el Gobierno fumiga desde el aire con sus siniestras avionetas y chemtrails. Si hay sequía es porque Sánchez odia el rural y paraliza los trasvases o porque se abren las compuertas de los pantanos deliberadamente, despilfarrándose el agua. Y si los cultivos se están arruinando es porque se los comen los conejos y los ciervos por culpa de los discursos ecologistas de la izquierda woke. El asunto de la falta de recursos hídricos que asola España debería abordarse desde la razón, la lógica y la sensatez, pero es más fácil acusar a Sánchez de querer arruinar la patria con sus políticas medioambientales. Con este discurso antiverde y depredador luego ocurre lo que ocurre allá donde gobiernan: que no dejan un vestigio de vida virgen, véase el Mar Menor y Doñana. Son como Atila, por donde pasan no crece la hierba.

La Guerra Civil fue culpa de los rojos

Este clásico del revisionismo histórico puesto en marcha por “los Moas” (la brunete de historiadores ultras dispuestos a cambiar el pasado para modificarlo a su antojo) suele caer siempre en época electoral. Cualquier cosa vale para no condenar el franquismo y para criticar las exhumaciones de Franco y José Antonio del Valle de los Caídos. Así, la Guerra Civil empezó en 1934, no en el 36, con la revuelta de los mineros asturianos; los soviéticos dirigían la Segunda República desde Moscú; y el dictador fue un gran hombre que trajo la paz y la prosperidad a este país (el capítulo del millón de muertos que costó el golpe de Estado del bando nacional se lo saltan siempre). Así las cosas, en cada mitin de PP o Vox suele darse una patada a la historia, entre los aplausos de las masas desmemoriadas y desinformadas, que eso siempre vende mucho y da mucho voto.

El Gobierno no sabe gestionar la economía

Este bulo les ha explotado en las narices a las derechas ibéricas a pocos días para las elecciones. El paro baja como nunca, el país crece a un buen ritmo y las previsiones de los organismos oficiales para el año que viene son también halagüeñas. Eso de que la derecha sabe de números mientras que los socialistas son todos unos manirrotos que tiran el dinero de los españoles en ayudas y prestaciones sociales es un gran mito que la realidad se ha encargado de desmontar. Tras cuatro años de Gobierno de coalición, se ha demostrado que se pueden llevar cabo políticas para las clases trabajadoras (renta básica vital, ERTE y subida del salario mínimo interprofesional, entre otras medidas), sin que España se vaya al garete, como pronostica el catastrofista Feijóo todo el rato.

La izquierda rompe España

Curiosamente, estos cuatro años de Gobierno de coalición han sido los más tranquilos desde que en 2012 empezara el procés de independencia en Cataluña. Si bien es cierto que la mesa de negociación queda pendiente para una próxima legislatura progresista (caso de que la haya), aquí lo único cierto es que España solo se rompe cuando gobierna el PP. Por algo será.

Viñeta: Iñaki y Frenchy

COSECHA DE VOTOS

(Publicado en Diario16 el 16 de mayo de 2023)

Vox controla las fuerzas de seguridad y ahora empieza a controlar también el campo. Los bulos se propagan por la España vaciada a la velocidad del rayo. Si no llueve es porque el Gobierno fumiga desde el aire con sus siniestras avionetas. Si hay sequía es porque Sánchez odia el rural y paraliza los trasvases o porque se abren las compuertas de los pantanos, despilfarrándose el agua. Y si los cultivos se están arruinando es porque se los comen los conejos o los ciervos por culpa de los discursos ecologistas de la izquierda woke.

Ningún escenario mejor para que cunda la mentira que los abandonados pueblos castellanos, las aisladas aldeas del norte y las empobrecidas villas manchegas. En esos ambientes la ciencia nunca tuvo nada que hacer. Durante siglos, el agricultor ha salido de su casa, ha mirado al cielo y ha concluido si iba a hacer bueno o iba a llover. Y si no caía agua o se morían las vacas se organizaba una rogativa, con procesión de santos, y a rezar. Así ha sido de generación en generación. Su padre le enseñó los secretos del campo tal como hizo el padre de su padre. Todo ese mundo silencioso, dormido, encerrado en sí mismo, jamás votará a la izquierda en masa. Allí, algunos no acaban de entender que una mujer puede conducir un tractor mejor que un hombre. Ni que es absolutamente necesario proteger al lobo de la extinción porque si el lobo desaparece toda la cadena trófica se viene abajo, generando un inmenso desastre ecológico. Al lobo se le odia desde tiempos ancestrales. Al lobo hay que darle matarile. No solo porque se come el ganado y ataca al hombre, sino porque es símbolo de una serie de leyendas primitivas que las viejas han contado al calor de la lumbre. También porque la cabeza de un lobo colgada de la pared, junto a la de un águila real o la de un corzo, da para presumir mucho ante los cuatro amigos del bar de la plaza.

Estos días asistimos a una serie de nutridas movilizaciones contra el Gobierno en defensa del campo amenazado. Bajo distintos eslóganes y consignas como que “el mundo rural se muere” o “vivimos en la España vaciada y nos están echando”, algunos agricultores y ganaderos levantan la voz “frente a un Gobierno y un olvido histórico”, como los arenga Vox. Y allí, entre volquetes que desparraman sandías y tipos disfrazados de espantapájaros enarbolando pancartas con insultos contra todos los ministros, se escuchan las cosas más peregrinas. Ya cualquier labrador se erige como representante de tal o cual sindicato agrario, coge el micrófono de la periodista de turno y suelta un alegato anticientífico de padre y muy señor mío. O bien se pone en plan Carl Sagan y revela las causas, los antecedentes, los efectos y las teorías más esotéricas sobre por qué se produce la sequía. Se oyen tópicos de todo tipo, como que la caza del hombre regula los ecosistemas (falso, pegar tiros indiscriminados contra especies amenazadas, avícolas y terrestres, es un desastre para el medio ambiente) y se hace apología descarada del furtivismo. Entre gritos de “Sánchez etarra, Sánchez traidor”, se habla de la crisis de la pesca, de los pesticidas ilegales que envenenan los acuíferos y de lo cara que está la patata. Allí se mezcla todo en una cosecha de desinformación formidable.

El campo español necesita un debate serio y sosegado sobre su futuro cada vez más negro. Las organizaciones agrarias tendrán que hacer mucha pedagogía porque nos encontramos ante un desafío inédito en la historia de la humanidad. En los próximos años el calentamiento global va a dejar nuestros campos más yermos y áridos de lo que lo están hoy. Es un proceso irreversible, continuado, imparable. Todos, agricultores, sindicatos, instituciones públicas y privadas, científicos, ecologistas, Gobierno y oposición tendrían que estar ya sentados en una gran mesa por un pacto nacional por el campo. Les duela o no a algunos, habrá que reconvertir regadíos en secanos, racionalizar el agua al máximo y parajes como Doñana, hoy al borde de la desaparición, tendrán que ser declarados santuarios intocables. El caso del Mar Menor, en Murcia, antes un paraíso natural y hoy un vertedero contaminado rebosante de peces muertos donde ya no van los turistas, es el ejemplo paradigmático del momento crítico en el que nos encontramos.

Pero lejos de que estemos abordando el problema con la razón, la lógica y la sensatez en la mano, algunos partidos como Vox, y también el PP, están haciendo de la ruina del campo un ariete contra Sánchez. La sequía seguirá estando ahí cuando gobierne otro. Las cosechas de cereales y de tantos variados cultivos se seguirán perdiendo con Feijóo en Moncloa y Abascal de ministro de Agricultura. De esta salimos todos juntos o no sale nadie. Con la ciencia en la mano y no con pasajes de la Biblia pidiendo que llueva. Con políticas bien articuladas a corto, medio y largo plazo. Está todo por hacer, pero por desgracia el único gañido que se sigue escuchando en esas tumultuosas manifas de agricultores es el de “fuera Sánchez traidor” (despreciando los 700 millones en ayudas estatales). Eso y muchas consignas contra Bildu y sus candidatos a las municipales. Como si resucitar el fantasma de ETA sirviera para que mañana caiga el ansiado chaparrón sobre nuestras maltrechas cosechas.

Viñeta: Iñaki y Frenchy

ALMEIDA SE LA PEGA

(Publicado en Diario16 el 16 de mayo de 2023)

En el Partido Popular hay inquietud, y hasta algo de canguelo, por lo que pueda pasar en la ciudad de Madrid en las próximas elecciones municipales. Mientras que Ayuso apunta a mayoría absoluta sin paliativos en las autonómicas, el actual alcalde, el popular Martínez-Almeida, parece que no ha hecho los deberes, ya que a estas alturas el pueblo no le da el notable a su gestión (por lo que dicen las últimas encuestas, ni siquiera el aprobado raspado). Y ya se sabe lo que piensan en el PP: que sin Madrid no se puede ganar España.  

El CIS de Tezanos pronostica que el singular edil conocido por sus excentricidades, por sus performances, piruetas circenses y pinitos futbolísticos ganará las elecciones del 28M, pero podría perder la alcaldía frente a la izquierda. El candidato obtendría el 28 por ciento de los votos, entre 21 y 25 concejales, así que necesitaría otros cuatro más para lograr la mayoría absoluta en el consistorio madrileño (29 representantes). La cosa va a estar por los pelos, ajustadísima.

Más Madrid y PSOE andan fuertes como alternativa y podrían superar al alcalde conservador, de modo que a Almeida no le salen las cuentas. Es por ello que ha sacado la calculadora de emergencia y ha empezado a hacer números, sudando, nervioso y mascullando entre dientes aquello de “hotia hotia que me la pego”. El número 1 por Madrid sabe que sin Vox tendrá que dejar su despacho en Cibeles y dedicarse a otra cosa, mayormente a jugar pachangas de solteros contra casados, los domingos por la tarde, con los antiguos colegas del colegio mayor. Él que es tan aficionado al fútbol, y tan del Atleti, sabe que a partir del día siguiente a las elecciones puede dejar de jugar en la Primera División de la política para militar en la regional preferente.

En ese contexto incierto se encuadran sus recientes declaraciones arremetiendo contra el Centro de Investigaciones Sociológicas y contra su máximo responsable, al que ha enviado uno de sus habituales punzantes recaditos: “A uno de los primeros que voy a dedicar la aplastante victoria en Madrid será a Tezanos (…) Volveremos a gobernar a partir del 28 de mayo”, dice confiado y seguro de sí mismo. Menos lobos caperucita, habría que decirle a Martínez-Almeida. Vale que a Tezanos las derechas lo han convertido en el Fernando Simón de las encuestas, nadie cree ya en sus predicciones o augurios, pero conviene no olvidar que los macrosondeos del CIS están confeccionados por funcionarios de carrera que se juegan el puesto de trabajo, unos análisis que pasan por ser los más exhaustivos y profesionales de cuantos se realizan en España con un muestreo de más de 20.000 personas consultadas. No sería de extrañar que acertaran. Además, ningún barómetro realizado hasta la fecha le da una victoria de calle y rotunda al actual alcalde. Así que le convendría ser más prudente y no vender la piel del oso antes de tenerlo atado y bien atado al madroño.

Es evidente que el regidor anda en horas bajas. Desde lo de Casado, él y Ayuso no son precisamente uña y carne. Hay tiranteces, recelos, cuitas pendientes. El malrrollismo entre ambos es público y notorio. Todo el mundo en la ciudad sabe que no se llevan. Almeida no es ayusista de pedigrí y la presidenta ve a su alcalde como alguien de poco fiar. La cosa viene de lejos, cuando Almeida tomó partido por el caballo perdedor casadista. “En aquel momento me pidieron que diera un paso adelante, y lo di. Me equivoqué”, tuvo que reconocer en aquellos días. Pero podría decirse que a Ayuso se le hincharon las narices definitivamente hace solo unas semanas, cuando alguien quiso meterle a la naranja envenenada Begoña Villacís, con calzador, nocturnidad y alevosía, en las listas electorales. ¿Corrientes internas en su cortijo particular? De eso nada, nena. Y la lideresa castiza dio un puñetazo en la mesa diciendo aquello de hasta aquí hemos llegado: o ella o yo. Obviamente fue YO, es decir, Ayuso, y la Villacís se quedó sin poder transfugar y condenada a la tristeza decadente de Ciudadanos.

Al final, Feijóo tuvo que intervenir para poner paz y que el PP de Madrid no acabara como una corrida de San Isidro, o sea a rejonazos y espadazos y con todo perdido de sangre. Pero en política, una herida jamás cicatriza. Ayuso está disfrutando con esas encuestas más o menos fiables que hacen que a Almeida no le llegue la camisa al cuello. El primer edil no duerme bien por las noches pensando en si revalidará o no el bastón de mando. Y eso a ella le causa un enorme placer furtivo. Sufre mamón, debe estar pensando. Para el regidor, las malas encuestas deben ser como migrañas, o como una goleada del Madrid al Atleti, o como una almorrana crónica. Y si a esto añadimos que hasta el Financial Times cuestiona ya su gestión como alcalde en materia verde y sostenible (el último reportaje de los periodistas británicos lo pintan poco menos que como un arrancapinos negacionista que va en contra del cambio climático), el panorama no puede ser más negro para él. Últimamente a Almeida se le pierden todas las bicis públicas sin que se sepa a dónde van a parar, la contaminación está en niveles irrespirables y ha tenido que talar 78.000 árboles, muchos de ellos para construir líneas de Metro.

Obviamente, todo esto que está ocurriendo en Villa y Corte es mirado con lupa por el jefe Feijóo. Porque si Almeida se hunde, él se hunde también. Y Ayuso gana. “Perder la capital sería un gran fracaso, catastrófico”, dice un trémulo dirigente del PP. Ay, José Luis.   

Viñeta: Iñaki y Frenchy

sábado, 20 de mayo de 2023

JOE Y PETER

(Publicado en Diario16 el 13 de mayo de 2023)

Mientras miles de espaldas mojadas se hacinaban en la frontera tejana de El Paso, aguardando en vano el momento de entrar en Estados Unidos, Joe Biden recibía a Pedro Sánchez en la Casa Blanca. El Tío Sam ha estado lento y remiso en la derogación del Título 42, la infame normativa que, con la excusa de la pandemia, desarrolló Donald Trump amparándose en una vieja disposición de 1944 que permite expulsar en caliente a los migrantes por “motivos de salud pública” (más bien como apestados). No lo ha hecho hasta hoy. En todo este tiempo como presidente, el político demócrata no ha sido sensible a quienes pedían asilo huyendo de la violencia en su país, como ocurre, por ejemplo, con los refugiados haitianos. Al tratarse de expulsiones, no deportaciones, los expatriados ni siquiera tenían derecho a presentar un recurso ante un juez de inmigración para intentar quedarse en USA. La mayoría de los damnificados eran devueltos a México en cuestión de horas.

Tuvo que llegar el juez federal Emmet G. Sullivan para sentenciar que ese tipo de regulación suponía “una violación de la Ley de Procedimiento Administrativo”. Más tarde el presidente del Tribunal Supremo, John Roberts, suspendió la sentencia en primera instancia y restituyó temporalmente el Título 42. Asociaciones pro derechos civiles como la Unión Estadounidense de Libertades Civiles, Amnistía Internacional, Human Rights Watch y el Consejo de Inmigración presionaron para derogar una normativa más propia de estados fascistas que de la patria que vio nacer a Abraham Lincoln. Desde noviembre, cuando comenzó la batalla judicial, hasta hoy, cientos de inmigrantes han solicitado la entrada en el país. A veces se producían auténticas avalanchas humanas (como las diez mil personas que intentaron atravesar la frontera entre el 8 y el 9 de mayo), y la patrulla aduanera se veía obligada a actuar expeditivamente. Ya se sabe que la Policía yanqui no se anda con chiquitas cuando se trata de gente latina o negra.

Cuarenta meses y dos prórrogas judiciales después, la Administración Biden hace decaer el siniestro Título 42 salido de una mente trastornada como la de Trump. Recuérdese cuando al magnate estadounidense se le metió entre ceja y ceja levantar un muro (que supuestamente tendría que pagar México) para evitar la entrada de extranjeros en el país. O cuando le dio por encerrar a pobres niños en jaulas inmundas. Fue un delirio propio de un personaje enfermo. Hoy, no hay muros de piedra pero sí muros legales, y la gente sigue agolpándose en El Paso a la espera de poder entrar en América, la anhelada América, el supuesto paraíso de la prosperidad donde el sueño americano (el hombre pobre que llega a rico o man made himself) puede hacerse realidad. Pese a los aires de supuesto progresismo que se han instalado en la Casa Blanca, la valla sigue cerrada y los desplazados tiran de teléfono móvil buscando una cita telemática con los funcionarios de Inmigración. Estamos ante “el vuelva usted mañana” en versión yanqui.

Una vez más, el mito de la igualdad de oportunidades en la tierra de la libertad se reduce a eso: a un espejismo. La mayoría de los inmigrantes que van a ir entrando con cuentagotas a partir de ahora, con una sonrisa en los labios y el petate lleno de ilusiones, serán explotados en un trabajo con un contrato en precario, o terminarán vagabundeando por los extrarradios de las grandes ciudades o acabarán retornando a sus pueblos de origen hastiados, frustrados y humillados por el capataz trumpista, que es quien realmente manda en el país. Ni uno solo de ellos tendrá derecho a sanidad pública gratuita; ni un 0,1 por ciento conseguirá comprarse uno de esos casoplones de las películas de Hollywood que habla de familias bien. En todas partes del mundo siempre es la misma historia. Riadas humanas jugándose la vida en busca de un futuro mejor. Muchedumbres lastradas por la guerra, el hambre y la mala suerte de haber nacido en el lugar equivocado. Un país del que se huye y otro que recibe de mala gana, con la mirada huraña y la eterna sospecha contra el que tiene el color más oscuro de la piel.

Sánchez y Biden se han echado flores en su corto cara a cara de ayer. “Los dos enfrentamos el reto de la inmigración y usted está haciendo un tremendo trabajo en este sentido”, le ha dicho el líder de Occidente a su homólogo español. “Creo que el mundo necesita un presidente comprometido en luchas justas como usted”, le ha devuelto los elogios el dirigente socialista. En realidad, ninguno de los dos tiene mucho pecho que sacar en este triste asunto de la ayuda humanitaria a los forasteros. Sánchez empezó muy bien con aquello del Aquarius y el ofrecimiento del puerto de Valencia mientras países como Italia amenazaban con bombardear las pateras, pero hoy por hoy también ha de hacer frente a su El Paso particular en la frontera sur de Ceuta y Melilla. Los últimos saltos a la valla, con subsaharianos muertos e investigaciones policiales poco transparentes y serias, quedarán como una mancha negra en la gestión de Marlaska y por consiguiente en el expediente del premier español, que debió haber cesado a su ministro del Interior por semejante vergüenza.

Al margen de eso, el viaje de Sánchez a EE.UU para verse con Biden no ha dado para mucho más. Un besamanos diplomático y un intercambio de opiniones sobre cooperación política en el marco de la OTAN, sobre la guerra en Ucrania, sobre los aranceles a la aceituna negra andaluza y las bombas de Palomares. La entrega de la Medalla de Isabel la Católica a la ex presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y una reunión con los editores del Washington Post. Luego la consabida foto de familia ante la prensa internacional en el Ala Oeste de La Casa Blanca. Un precioso regalo del presidente demócrata a su más entregado aliado, si tenemos en cuenta que estamos ya metidos en campaña electoral. Ningún discurso supuestamente progre nos hará olvidar que durante meses Biden dejó tirados a miles de personas a orillas del ingrato y siempre inalcanzable Río Bravo.

Viñeta: Iñaki y Frenchy

BULOS Y MITOS DE LA DERECHA ESPAÑOLA

(Publicado en Diario16 el 12 de mayo de 2023)

Partido Popular y Vox ya solo trabajan con un punto prioritario en sus respectivos programas electorales: acabar con el sanchismo a toda costa y como sea. Ambos partidos pasan completamente de los datos empíricos, de la realidad de los hechos, y se abrazan a una suerte de trumpismo sociológico donde solo funciona la retórica hueca y barata, la construcción de una realidad paralela o mundo al revés. Ya tenemos material suficiente para elaborar una lista de grandes hits, de grandes falacias y mitos sobados con los que, a falta de un programa realista para el país, las derechas piensan derrocar a Sánchez. Todos ellos vienen a demostrar que las derechas españolas practican, de forma magistral, la propaganda goebbelsiana y eso que los psicólogos conocen como la “ilusión de veracidad”, es decir, aquello de que una mentira repetida mil veces se acaba convirtiendo en verdad. Vamos con los primeros cinco bulos (hay más, ya los iremos resumiendo en una segunda entrega de este mismo artículo).

El Falcon

Un clásico de PP y Vox que ha calado en el votante de derechas hasta el punto de que, hoy por hoy, resulta imposible entrar en un mesón de Madrid sin escuchar a alguien dando su versión sobre esta famosa leyenda urbana. Al presidente del Gobierno se le echa en cara que use el avión oficial para ir a la vuelta de la esquina. Ya en 2018, la cuenta de Twitter del PP escribía: “Pedro Sánchez utiliza el Falcon para irse de Vacaciones a Canarias. Él, Begoña y hasta el perro. Barra libre. Pagas tú”. Nótese que escriben vacaciones con mayúscula, demostrándose así que el político de derechas hispano anda sobrado de patriotismo pero justito de ortografía, ya lo demostró hace unos días el propio Santi Abascal cuando soltó eso de que “nos han escribido en las redes”. En realidad, lo del Falcon no es más que una agresiva campaña contra el presidente del Gobierno. ¿Dónde estaban los haters carpetovetónicos cuando Aznar y Rajoy se daban sus vueltas en el avioncito? Callados. Cualquier primer ministro de una democracia avanzada se mueve por el mundo constantemente (hoy está aquí y mañana allí, en la Casa Blanca, en Bruselas, Pekín o Tegucigalpa), así que sonroja que todavía haya gente que caiga en esta paletada del Falcon ampliamente difundida por Génova. A lo peor, lo que pretenden es que el jefe del Ejecutivo español cruce el Atlántico en patera para verse con Biden. Un país no se hunde porque su presidente gaste unos galones de combustible; se hunde por los casi mil millones de euros defraudados con la trama Gürtel, por ejemplo. Pero así se genera la imagen distorsionada de un líder autócrata bananero que no es tal.  

Los okupas están por todas partes

Otro bulo de la extrema derecha que el PP ha comprado sin rubor y que propala sobre todo en verano para generar alarma social entre la población. Si uno se va de viaje, y a su regreso se encuentra con intrusos en su vivienda, eso se llama allanamiento de morada, un delito grave penado con hasta dos años de cárcel. El problema tiene fácil solución: se telefonea a la policía, sacan a los allanadores de la casa, se los llevan al cuartelillo y tema resuelto. Claro que hay casos, pero son una minoría. No es ningún asunto de seguridad nacional, tal como denuncian los líderes híperventilados de Vox. Cuestión aparte es que personas sin recursos o en situación de vulnerabilidad se metan a vivir, por necesidad, en alguno de los más de tres millones de inmuebles vacíos propiedad de bancos y fondos buitre. Ahí sí estamos ante una usurpación que da lugar a un juicio civil por desahucio, siempre más lento. Pero tampoco en esta ocasión vemos por ningún lado el apocalipsis anunciado por las derechas ibéricas. Las viviendas ocupadas sin contrato en nuestro país apenas representan el 0,34 por ciento del total. Con eso está todo dicho.

Los menas nos invaden

Otro gran bulo difundido en redes sociales por PP y Vox. En 2019, antes de la pandemia, en España había 50.272 menores sin cuidado parental, de los cuales 12.417 eran niños o muchachos extranjeros que han llegado a nuestro país. No hay ninguna invasión (apenas representan el 0,2 por ciento de la población); no suponen una carga para el Estado (el dinero que se destina a cuidarlos no supera el 0,002 por ciento del PIB español, así que no se colapsan las arcas públicas por este servicio social); y, por supuesto, no están detrás de todos los delitos que se cometen, como afirman responsables voxistas y hasta altos mandos policiales alegremente entregados a la causa de Abascal. Al contrario, la mayor parte de los condenados son de nacionalidad española (un 74,6 por ciento), frente a un 7,3 de migrantes africanos. Hasta Ayuso, nada sospechosa de sanchista, se lo explicó a Vox en una sesión parlamentaria: “La delincuencia no está relacionada con el origen de las personas. Dejen de mezclar a los menas con todo”.

Sánchez ha llenado las calles de violadores

Formidable cliché que todo reaccionario o reaccionaria que se precie ha soltado alguna vez en el bar, en el taxi o en el ascensor. El bulo se ha alimentado considerablemente tras la entrada en vigor de la Ley del solo sí es sí de Irene Montero. Es cierto que la norma, que amplía la protección de las mujeres ante acosadores sexuales, adolece de indeseadas disfunciones en la aplicación de las penas. Pero no hay un violador en cada esquina, ni mucho menos, como se esfuerzan en demostrar los ultras a todas horas. En un país de 47 millones de habitantes, que se haya producido un millar de rebajas de condena, y la excarcelación de un puñado de presos (alrededor de un centenar), no debería ser suficiente para generar la alarma social que vienen propagando Feijóo y Abascal. Una vez más pecan de catastrofistas.

El chiringuito socialista

A fuerza de repetir machaconamente este tópico típico, las derechas han instalado la trola sin fundamento de que el Estado despilfarra el dinero en asociaciones y grupos emparentados con el PSOE, Podemos y los demás partidos de izquierdas. Es otra versión del Falcon y el manirroto Sánchez. Una vez más, asistimos a un claro caso de propaganda goebbelsiana. En este país el asociacionismo es plural y existen colectivos de ideología progresista y conservadora. La mayoría cumplen una buena labor social y todos están sometidos a la misma normativa de financiación, aunque es cierto que siempre será mejor y más digno para una democracia una fundación que defiende los derechos de los inmigrantes que otra que exalta la figura de Franco y José Antonio (a esas cosas suelen dedicarse los posfranquistas de hoy). Para mamandurria, la que tenía montada Abascal con Espe Aguirre, aquella Fundación por el Mecenazgo y el Patrocinio Social en la que percibía más de 80.000 euros de vellón al año más dietas. Toma chiringuitazo.

Viñeta: Iñaki y Frenchy

LO ÚLTIMO DEL CIS

(Publicado en Diario16 el 12 de mayo de 2023)

Ya de lleno en campaña electoral, el último sondeo del CIS nos deja una serie de claves interesantes sobre cómo puede evolucionar el mapa político en España. Ahí van algunos apuntes que conviene no perder de vista de cara a la decisiva batalla del 28 de mayo.

EL PSOE RESISTE. El organismo demoscópico de Tezanos augura que el partido socialista va a ser la fuerza más votada en los próximos comicios municipales y autonómicos (ganaría las elecciones en voto total con el 31,7 por ciento del escrutinio, mientras que el PP quedaría en segundo lugar con un 27,3). Este dato no solo es importante desde el punto de vista de la foto fija en un momento determinado, sino que permite extraer consecuencias de cara a las generales de fin de año. De confirmarse esta estimación podría decirse que el sanchismo resiste pese a la maniobra de acoso y derribo que ha sufrido en los últimos meses a manos de las derechas. Así las cosas, la posibilidad de que pueda reeditarse el Gobierno de coalición sigue estando intacta, aunque todo dependerá del comportamiento del resto de partidos más allá del PSOE, sobre todo de Podemos y sus confluencias, que se sitúan en tercera posición con un 7,9 por ciento de las papeletas. De esta manera, y a falta de incluir en la ecuación el factor Sumar, la plataforma de Yolanda Díaz, las izquierdas podrían formar Gobierno, ganándole la partida a las derechas. Por el contrario, el bloque progresista podría perder hasta 14 escaños si Podemos y Sumar concurriesen por separado. Ambos partidos deben reflexionar sobre esa posibilidad, mayormente los morados, ya que, aunque el partido fundado por Pablo Iglesias no está muerto y enterrado, como algunos quieren hacer ver, su decisión de concurrir en solitario a las elecciones podría beneficiar a PP y Vox.

PODER AUTONÓMICO. Por comunidades, Ayuso ganaría fácilmente en Madrid sacando entre 61 y 70 escaños (la mayoría absoluta está en 68 diputados). A las fuerzas de izquierda –Más Madrid (29-30), PSOE (19-26) y Podemos-IU-AV (8-10)– no les daría para arrebatarle el poder a la presidenta del PP. Algo está haciendo mal el bloque progresista para, elección tras elección, no conectar con el votante madrileño. ¿Es un problema de caras, de falta de liderazgo, de programa insuficiente, de mensaje apático o equivocado, de obsesión con una mujer que, cuanto más le arrean, más apoyo popular obtiene? Quizá la causa haya que buscarla en una suma de todos esos factores que llevan a una importante desmovilización del voto progresista. Con una Sanidad pública desmantelada y un Madrid convertido en un paraíso fiscal para millonarios; con una región donde el rico vive muy bien y el pobre (la inmensa mayoría) no llega a final de mes, resulta incomprensible que los partidos del bando rojo no consigan colocar su programa alternativo. Si finalmente se confirma que la abstención puede alcanzar un 40 por ciento del censo electoral, no cabrá sino concluir que la izquierda madrileña ha entrado en una preocupante fase de intrascendencia política. Por lo demás, Aragón cae en manos del PP, al igual que Cantabria y La Rioja. Capítulo especial merece la Comunidad Valenciana. Los populares retornan con fuerza (le sacan un punto y medio a los socialistas de Ximo Puig), pero el pacto del Botànic podría reeditarse, ya que el bloque progresista obtiene más votos que las derechas. Quien sigue arrasando en Castilla La Mancha es Emiliano García Page (con un 47,2% y casi el doble de escaños que los populares). En Extremadura, Guillermo Fernández Vara mantendría el poder.

PODER MUNICIPAL. No está claro que el popular Martínez-Almeida pueda mantener Madrid pese a que todo apunta a que saldrá vencedor por número de votos. En Barcelona triunfa Ada Colau, seguida muy de cerca por el candidato del PSC, Jaume Collboni. El PSOE, con Antonio Muñoz como candidato, se hace con Sevilla, y Joan Ribó, de Compromís, conserva Valencia. El socialista Abel Caballero revalida el Ayuntamiento de Vigo. Todo ello quiere decir que la izquierda podría apuntalar algunos grandes feudos imprescindibles de cara a una hipotética victoria en las generales. Si el 28M se ha planteado por las derechas como una primera vuelta en su pugna contra el sanchismo, es evidente que los resultados no son los más espectaculares ni los más esperados para ellas.

EL FUTURO DE FEIJÓO. Los sondeos nos llevan a una clara conclusión: no va a haber, en principio, el tsunami azul que predice el jefe de la oposición. Alberto Núñez Feijóo no ha cuajado como ese gran revulsivo en las urnas. Casado no pudo con Sánchez y de momento las matemáticas predicen que no habrá vuelco electoral en las generales, aunque es cierto que aún queda tiempo para esa cita histórica y pueden ocurrir episodios inesperados que cambien súbitamente el panorama político. El periodista José Enrique Monrosi cree que los datos del CIS pondrían “en serias dificultades al líder del PP”. O dicho en otras palabras: si en las próximas elecciones del 28M el mayor éxito popular es que pueden conquistar La Rioja, “sería un fracaso absoluto”. Por tanto, queda en el aire el futuro del dirigente gallego. Si no acredita una victoria rotunda, puede que la entronización de Ayuso como máxima responsable de Génova no esté tan lejos.

Viñeta: Iñaki y Frenchy

ETA

(Publicado en Diario16 el 11 de mayo de 2023)

A solo unas horas para la tradicional pegada de carteles que da comienzo a la campaña electoral, los diferentes partidos empiezan a engrasar sus maquinarias propagandísticas. El escenario coyuntural marca el momento político. España se seca por el cambio climático (Sánchez ha convocado un Consejo de Ministros extraordinario para decretar ayudas urgentes a la agricultura) mientras el ABC da munición a las derechas con su portada sobre los 44 condenados de ETA en las listas de Bildu (siete de ellos por asesinato).

El PSOE ha organizado una serie de actos y mítines en los que pretende hablar de política para el ciudadano, de ayudas sociales, de vivienda, de emergencia climática, de transición industrial hacia una economía más sostenible, un esfuerzo muy loable que queda oscurecido por el ruido y la histeria de las derechas, empeñadas en meter a ETA en la campaña. A PP y Vox no les interesa centrar el debate en un intercambio de ideas y propuestas para mejorar el país y la vida de sus paisanos. Preparémonos pues para ver cómo desempolvan el mismo mensaje con el que acuden a las urnas cada cuatro años, la misma matraca que repiten como un disco rayado: Sánchez se ha rendido a los etarras, es un traidor a España y hay que echarlo. Eso sí, soluciones para salvar Doñana del desastre ecológico, ni una.

De momento, los muchachos de ABC ya han calentado motores con esa información sensacionalista sobre los candidatos de Bildu. Una vez más, se trata de crear una realidad alternativa, ya que la formación independentista abertzale lleva incluyendo en sus listas a presos de la banda terrorista desde hace lustros. También lo hicieron cuando gobernaba el PP, y hasta donde se sabe, ni Aznar ni Rajoy movieron un dedo para evitar que expistoleros puedan presentarse a unos comicios. Basta con darse una vuelta por los pueblos de Euskadi para comprobar que en no pocos ayuntamientos conviven concejales del PP y del PSOE con otros que en su día militaron en ETA. Hablan de parques, jardines y carreteras. Han empezado a superar el odio.

Sánchez no tiene la culpa de que las candidaturas de Bildu estén repletas de exterroristas penados. Todos los que concurren a las urnas han cumplido condena, están en libertad y la ley les autoriza para tomar parte en las elecciones al amparo de su derecho al sufragio pasivo. Han pagado según lo establecido en la ley. Fejóo y Abascal, tan constitucionalistas ellos, deberían saber que según el artículo 23.2 de nuestra Carta Magna todos los españoles “tienen derecho a acceder en condiciones de igualdad a las funciones y cargos públicos con los requisitos que señalen las leyes”. Cuestión distinta es que la inclusión de asesinos en las listas electorales bilduetarras sea algo indefendible desde el punto de vista ético y estético, una operación infame e indecorosa, o como ha dicho el lehendakari, Iñigo Urkullu, una maniobra que demuestra, “una vez más, la falta de respeto, consideración y sensibilidad hacia las víctimas” de la coalición soberanista. Lamentablemente, nada se puede hacer contra eso salvo cambiar la ley. Prueba de que todo se ha hecho con escrupuloso respeto a la legalidad vigente es que la propia Junta Electoral, nada sospechosa de sanchista, ha dado luz verde a los elegidos por la izquierda indepe en los diferentes municipios vascos.

Las derechas vuelven a rasgarse las vestiduras por que el “felón Sánchez” vaya a pactar con los herederos de ETA. Sin embargo, cuando están en el poder no hacen nada por modificar la ley para que a un condenado por terrorismo se le pueda prohibir que haga política. Y no lo hacen por dos razones: en primer lugar, porque saben que esa reforma estaría abocada al fracaso de antemano, ya que sería tumbada por los tribunales europeos, que velan por el derecho a la reinserción social de cualquier preso condenado; y en segundo término porque de esta manera tienen pólvora demagógica siempre fresca y a mano para cargar contra un Gobierno de izquierdas siempre que se les antoja. ¿De qué iban a hablar ellos en cada cita electoral si se acaba con su primer y único argumento electoral? No les interesa proscribir a exetarras de las candidaturas sencillamente porque con ETA viva ellos sacan más jugo electoral.

Guste más o guste menos, Bildu es hoy por hoy un partido legal que forma parte de las instituciones y que posee los mismos derechos que cualquier otra fuerza política. Durante los años del plomo, los demócratas les pedían que abandonaran las armas, respetando el statu quo y el marco jurídico y político y, ahora que lo hacen, algunos quieren que estén callados y quietecitos en sus escaños, sin molestar, o incluso echarlos. Es como si estuviesen deseando que los encapuchados vuelvan a la bomba lapa y al tiro en la nuca otra vez. Es el caso del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, que en lugar de hablar de la boina de contaminación que mata a miles de personas cada año, de la falta de árboles en la ciudad y de los problemas de los madrileños, acusa a Sánchez de agachar la cabeza ante los terroristas. Sánchez no está agachando la cabeza ante nadie por mucho que la derecha trate de colar ese relato machacón. Sánchez pacta con los partidos del arco parlamentario, todos ellos legales, para sacar adelante tal o cual ley. Tendríamos que congratularnos de que la democracia haya derrotado al terrorismo y de que toda esa gente violenta que por fin ha roto con su pasado, dejando atrás la dialéctica de las balas, se haya incorporado al juego democrático según las reglas del Estado de derecho. Por desgracia, a la derechona le interesa seguir hablando de esa triste y negra página de nuestra historia. Y todo por un puñado de votos de gente manipulada por un discurso tan ficticio y falaz como falsamente patriótico.

Viñeta: Iñaki y Frenchy

SÁLVAME

(Publicado en Diario16 el 11 de mayo de 2023)

Se acabó. Telecinco cierra Sálvame tras catorce años de noticias sobre el corazón, la ingle, la bragueta y el higadillo. Para algunos fieles incondicionales será una tragedia; para otros espectadores, hartos del gallinero y la corrala que se formaba a la hora de la sobremesa, será toda una liberación. No vamos a ser nosotros aquí los que nos pongamos con la moralina fácil ni defendamos el programa que, dicho sea de paso, valores muy culturales y educativos no fomentaba, para qué vamos a engañarnos. Sálvame era lo que era, un patio de porteras, el parlamento del chismorreo, el barro de las relaciones humanas. La antipolítica de verdad. Un ring donde unos le mentaban la madre a otros para crear polémica y escándalo. Allí no se cultivaban debates sesudos, ni se hablaba de Kant. Se iba a lo que se iba, a vender la exclusiva del siglo sobre la última infidelidad, al morbazo del enésimo polvete de la vedete de turno y a poner a caer de un burro a los famosos (últimamente ni eso, el espacio había perdido calidad y cualquier petarda barra petardo, buscona o chulángano, salía allí a contarnos su anodina vida y milagros).

El invento de Vasile daba audiencias y con eso les bastaba a los directivos de las parrillas telecinqueñas. Del Sálvame podemos salvar unos cuantos momentos memorables para la historia de la televisión, como la elevación a los altares de Belén Esteban como “princesa del pueblo” (todo un alegato antiborbónico); las múltiples perrerías a Lydia Lozano (cuando el share caía se le gastaba una putada, se la hacía llorar en directo y a otra cosa); las primeras confesiones de Bárbara Rey; el más que decente seguimiento de la Operación Malaya (Jesús Gil versus Julián Muñoz); y aquel día en que Jorge Javier Vázquez (maestro de ceremonias y única estrella de verdad que ha dado esa cantera), se declaró abiertamente “rojo y maricón”, un valiente y formidable desafío a la extrema derecha que hoy vuelve por sus fueros.

Estos catorce años de emisiones (seguramente demasiados, han estirado el chorizo más de lo debido) han dado para crear toda una neolengua y un vocabulario del corazón con frases míticas para la historia como “ni que fuera yo Bin Laden”, “bares de lucecitas” (por putis de carretera) y “agua con misterio” (cuando uno va con cuatro copas de más y le echa la culpa al camarero). Los personajes e invitados, una fauna de todo pelaje y condición, tuvieron tiempo hasta de inventar un nuevo género musical, el “baile del chuminero” de la sufrida Lozano, una coreografía de patas abiertas y mucha cadera que en Benidorm aún lo peta en las discotecas (los ingleses lo llaman pussy dancing). Todo ese salseo, todo ese espectáculo de la España más chabacana y vulgar (la televisión no es más que el espejo de la sociedad), provocó que muchos se llevaran las manos a la cabeza alegando que aquello no era ni reality ni telerrealidad, sino telemierda, y con esa etiqueta, quizá algo injusta, se quedó el programa.

En cualquier caso, los chorvos y chorvas del Sálvame, aventureros del amor, cazadores de fortuna (y millonarios), oportunistas, paparazzi pasados de rayos uva, vendevidas, confidentes de pacotilla y fisgones de todo tipo no han hecho otra cosa que, con mayor o menor acierto, tratar de entretener al personal en un país que de un tiempo a esta parte no se ha distinguido precisamente por su elevado nivel cultural, social o político. Para muestra Ayuso, que cuando los periodistas le tiran una pregunta improvisada de rabiosa actualidad, ella echa balones fuera alegando que no puede (o no sabe) contestar porque ese tema no está en el guion que MAR le prepara la noche anterior. El martes, los plumillas le pidieron opinión sobre la ley de eutanasia y ella se metió en un frondoso jardín: “No puedo improvisar las respuestas aquí te pillo aquí te mato”. Otro espantoso ridículo de la Emperatriz de Chamberí. Cualquier colaborador del Sálvame le hubiese echado más ingenio a la cosa.

El gran mérito del programa que nos deja, si es que tuvo alguno, fue convertirse en un reducto u oasis aislado, una habitación del pánico a salvo de la cruel realidad del día a día. Bastaba con darle al botón y cambiar de canal para que uno se evadiera de la crisis, la inflación, el paro, los crímenes, la corrupción, la estulticia de los políticos y todo el sindiós del mundo de hoy. Ya podía estallar la Tercera Guerra Mundial, que el mayor problema para el Sálvame era saber si la Esteban había hecho las paces con fulanita o menganita. Esa evasión, ese escapismo televisivo, ha hecho olvidar por un momento más de una depresión.

Así que decimos adiós a Jorgeja, la Esteban, Kiko Hernández, Lydia Lozano, Matamoros, la Patiño y todos esos rostros que han hecho compañía a tanta gente, sobre todo mayor, en el tedio de la sobremesa. En las residencias de ancianos echarán de menos un entretenimiento tan frívolo como eficaz que ahorraba en Prozac y Sintrón.

Dicen que se cargan el programa no por falta de audiencias (sigue teniendo un público fiel), sino por el tratamiento de algunos asuntos escabrosos. Esta España remilgada, ofendidita por todo y pacata ya no es la misma de hace catorce años, cuando el Sálvame entró a galope tendido en la pequeña pantalla con su carroza de locos y locas. Hasta Rufián ha tenido que rendirse a la labor social de esta troupe rosa, de esta canallesca del romance, del adulterio y el flirt. “Ha hecho mucho más Jorge Javier Vázquez diciendo que el fascismo, el racismo y la homofobia son bazofia que mil campañas políticas. Para telebasura algunas tertulias y telediarios de insignes periodistas”. Touché. Jorgeja le daba un aire de libertad (y algo de libertinaje rojo, por qué no decirlo) al día a día. Cuentan que Ana Rosa, su sustituta, viene con un magazine más serio bajo el brazo. Seguro que algunas tertulias no habrá quien se las trague por la carga reaccionaria que nos preparan. Para eso mucho mejor el chuminero de la Lozano.

Viñeta: Iñaki y Frenchy