(Publicado en Diario16 el 2 de abril de 2023)
Algunos líderes de Podemos estarán con Yolanda Díaz en la puesta de largo de Sumar de cara a las próximas elecciones. La mayoría no acudirá. La posición oficial de la formación morada es que no apoyará el proyecto de la vicepresidenta segunda del Gobierno mientras no se convoquen unas primarias abiertas para la elección del nuevo líder de la izquierda a la izquierda del PSOE. Pero no todas las bases siguen la línea ortodoxa marcada por la actual dirección de Podemos. Hay mucha militancia que no está de acuerdo con la posición maximalista que ha adoptado la bicefalia Belarra/Montero bendecida en la sombra por Pablo Iglesias, gente convencida de que Díaz ha hecho méritos más que suficientes para encabezar la nueva plataforma o frente común de izquierdas. ¿Quién en su sano juicio puede a estas alturas, a unas pocas semanas para que comience la campaña electoral, discutir que el yolandismo es el clavo ardiendo al que aferrarse para darle un nuevo impulso al voto progresista e intentar ganar los comicios que se avecinan?
El acto de presentación de la candidatura de este domingo cuenta con un amplio respaldo de pequeños partidos, confluencias y mareas. Todos están con la ministra de Trabajo. Todos menos Podemos, que sigue escudándose en las coartadas más peregrinas, como que Sumar no es una simple plataforma, sino un partido político (de ahí que reclamen una relación bilateral de igual a igual con primarias entre ellos dos), o que Díaz pretende imponer una especie de califato como el que en su día practicó Julio Anguita. Una nueva Izquierda Unida solo que más abierta, transversal y plural.
En cualquier caso lo único cierto es que todo este cisma, toda esta lucha por la hegemonía del reino de los indignados, amenaza con hacer implosionar a Podemos. El grupo parlamentario en el Congreso ya está dividido. Una mitad sigue a Díaz, la otra a Belarra. Y conviene no olvidar que el mundo podemita no deja de ser una gran coalición formada por grupos, corrientes y movimientos cada uno con sensibilidades políticas diferentes. Una amalgama tan frágil como inestable. Con Yolanda Díaz están casi todos los diputados de En Comú Podem. También Compromís y el partido de Íñigo Errejón. Por supuesto todos los de Izquierda Unida. Pero lo más significativo es que en Podemos cada vez hay más yolandistas que rompen el miedo y se atreven a exponer en público sus simpatías por Sumar. Si no calcula bien sus pasos, la formación morada corre serio peligro de escisión. Y no solo eso. El partido fundado por Iglesias puede terminar aislado, inservible como un juguete roto y arrinconado a las puertas de unas elecciones.
Sumar es un proyecto muy serio que cuenta con fuertes apoyos no solo nacionales (el sanchismo del PSOE lo ve con muy buenos ojos), sino internacionales como el Partido Verde Europeo de Mélanie Vogel, el Partido de la Izquierda Europea (su presidente Walter Baier ha anunciado su asistencia) y hasta Alexis Tsipras, presidente del partido griego Siryza. Todos ellos reclaman unidad a la izquierda española en estos momentos críticos. Una unidad que Podemos se resiste a aceptar anteponiendo el interés del aparato, el cálculo electoral y las cuotas de poder a la solidaridad tan necesaria ante el avance de la extrema derecha. Estarán con Díaz, arropándola, entidades sociales, representantes de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), de la ONCE, del Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI), SOS Racismo y la Unión de Autónomos (UATAE), además de delegaciones de CC.OO y UGT (aunque es cierto que no acudirán los líderes de estas organizaciones, Unai Sordo y Pepe Álvarez). Incluso se habla de la asistencia del presentador Jorge Javier Vázquez, una cara conocida con gancho y tirón que apoya el proyecto y aportará sus preciadas audiencias televisivas. La batalla por el control de las masas es fundamental en estos momentos en los que se trata de movilizar y sacar al electorado progresista del letargo y la desmovilización. Si una candidatura es capaz de poner en marcha todo ese caudal social es que la cosa tiene enjundia. El PSOE, que hace tiempo decidió quedarse en un conservador centro izquierda, ve este audaz movimiento con una mezcla de interés y preocupación. Interés porque si la jugada sale bien puede ser la muleta decisiva del próximo Gobierno de coalición. Preocupación porque si Sumar cuaja de forma rotunda los socialista sufrirán un fuerte mordisco en su electorado. Por eso Sánchez necesita que Díaz tenga éxito, pero no demasiado. Lo suficiente como para que salgan las cuentas y los escaños.
Así las cosas, el polideportivo Magariños se convierte hoy en un escenario para la historia de este país. Yolanda Díaz protagonizará este domingo un multitudinario acto en Madrid donde tratará de exhibir músculo y de paso enviarle un claro mensaje a Podemos que podría traducirse en un ahora o nunca. Más de 3.000 personas dan para una foto que demuestre el vigor del proyecto que echa a andar. La ministra de Trabajo ha dado el esperado paso adelante que debe empezar a tejer un partido y un programa de país para la próxima década. Su carisma cala en buena parte del electorado. Transmite la imagen de sensatez, experiencia profesional, compromiso y honestidad que no tienen otros candidatos. Genera ilusión, esperanza, sensación de victoria, factores determinantes que lamentablemente Podemos, un partido fundamental pero que se ha quemado en poco tiempo, ya no transmite hoy. Es el as ganador de la izquierda real, probablemente la única carta que queda ya en la manga. Por eso Feijóo está nervioso y lanza declaraciones extrañas, como cuando dice que no sabe si lo de hoy en Magariños es un cumpleaños o un funeral. Por supuesto que algo vivo, muy vivo, está naciendo. Podemos tuvo su momento, pero ahora estamos en otro trance histórico muy diferente al que lo vio nacer durante el 15M. Es la hora de la verdad. Si los líderes de Podemos no saben o no quieren aceptarlo, peor para ellos. Han preferido caer con las botas puestas a plegarse al liderazgo de los nuevos tiempos. Han preferido la nostalgia del pasado al urgente renovarse o morir. Un final heroico para una aventura no menos encomiable.
Viñeta: Iñaki y Frenchy
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