(Publicado en Levante-Emv de Castelló el 12 de julio de 2010)
José Joaquín, tú no, hombre, tú eras nuestro héroe zaplanista, nuestro Superman de la Vega Baja, nuestro Aragorn de la Tierra Media. Tú te enfrentabas a los orcos del campsismo y a los palanqueros de la corrupción con el brío de un titán en extinción. No nos terminamos de creer que te hayan entrullado, siquiera por doce horas. Qué cosas, oyes.
Anticorrupción dice que obispabas en las contrataciones ésas de las basuras malolientes. Te acusan de estar presente en las sospechosas sobremesas, cuando la calderilla circulaba bajo la mesa. Pero tú no sabías nada, dinos que tú no sabías nada, júralo por Snoopy, por Rajoy, por Zaplana.
La Policía ha entrado en tu chalé, ha revuelto tus cosas, tu vida, tu alma. Como a un vulgar Vaquilla ganzuero y revientacoches del Carabanchel bajo. Tú no, J.J., tron, tú no. No puede ser que tu también te hayas zombificado con el veneno del dinero voluptuoso. Tiene que ser un mal sueño, una pesadilla sociata de verano.
Habías acuñado un seny blavero digerible, una forma de hacer, una metafísica coherente y lógica ante tanto Gürtel, desparrame y corrupsió. Tú, J.J., con tu look moreno Benidorm, con tu porte feudal de cavalliere berlusconiano que plantaba cara al patrone Camps, con tu desparpajo de Robin Hood de la vida pública, chuleabas a los de arriba y provocabas la admiración de los de abajo. ¿Cómo ha podido ocurrir, J.J.? ¿Cómo ha podido suceder?
Nos tenías camelados con ese rollo cabal que te marcabas, con ese nardo de tío inconsútil que te tirabas cuando salías en Canal Prou desafiando a los amos del Consell. Ahora te quieren meter en el marrón ése de las basuras, la basura es la esencia de lo humano, lo dijimos aquí la pasada columna y no vamos a entrar de nuevo por no aburrir.
Ya eres una celebrity nacional, ya tienes tu propio caso. En este país el político que no tiene un caso es un fracasado. Hay que doctorarse en Derecho Penal, como los buenos macarras. El caso Brugal. Suena etílico. No desesperes, J.J. Ya se encargará González Pons de reducir tu escandalazo a la categoría de movidilla juvenil Saturday Night Fever, al rango de Watergate estilo Pinoso. González Pons se mete un chute de Brugal, pone a la policía de vuelta y media y te saca del apuro, eso fijo.
Tú no, J.J., dinos que no es cierto, porfa, dinos que tú no has caído en el lado oscuro, que fueron otros los que te liaron, ellos, los de siempre, los de la corbata y el bigote, los heraldos del dinero pestilente, que están ahí, de sombrones cortesanos, de cuervos del urbanismo trincón, esperando que les caiga una comisión tonta o una adjudicación o un chupito administrativo. Ellos te pegaron el mal, la sífilis del dinero. La sangre se hereda, el vicio se pega, que dice Mateo Alemán.
Háblanos, Moisés del Tajo-Segura, dinos que nada de esto está ocurriendo de verdad, anda, chato. La pasma merodeando por tu chalé, el fiscal hurgando en la cesta de la ropa sucia, tus mejores amigos arrestados en el encierro de San Fermín (esto sí que ha sido un encierro) los perros husmeando el soborno, buscando el cohecho, siguiendo el rastro del parné de mierda del que tú nada sabes, porque tú seguro que eres virgen inocente en esta orgía de la cachondodemocracia que nos ha tocado vivir.
Primero Fabra, luego Camps, ahora tú. El carrusel del juzgado, el tiovivo de la vergüenza. ¿Es que no va a quedar ninguno sano? Tú, J.J., no puedes ser como otros que están hasta las trancas. Tú figurabas en la vanguardia de la subversión pepera, ibas de único, de honesto, a tu aire, easy rider, eras un outsider, un lumpen del sistema putrefacto, y eso nos molaba mogollón, porque eras el más rápido al oeste del partido desenfundando el código ético. Cuando nadie en el PP quería escuchar tus moralinas, cuando nadie se atrevía a alzar la voz contra Bigotes-Correa Productions, tú, J.J., tirabas de código ético, como ese cura desesperado que tira de Biblia en una iglesia vacía. Por eso te vemos metido en el fango y la tolvanera y no te reconocemos. Nos tienes en un ay. Eres como el Robert Mitchum de la Noche del Cazador que lleva tatuado Amor en una mano y Odio en la otra. Y esa especie de androginia política que practicas (¿ángel o diablo?) nos confunde. ¿Es que vamos a tener que preguntarle al Pulpo Paul si eres culpable o inocente? Explica ya tanta basura, tanto chanchullo, tanto dinero. Dinos que todo es mentira. Dilo ya, por tu padre.
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