Dice
Beatriz Gimeno, con muy buen tino, que "hacer feminismo es impugnar los
privilegios masculinos, impugnar el sistema en su conjunto y, además, ocupar la
mitad de todo". Mejor no se puede explicar. Hoy el feminismo es más necesario
que nunca. Las "kellys", limpiadoras que han montado un sindicato para
defenderse de un sistema que las humilla y las explota, lo saben bien. La "kelly" es la que limpia la habitación del hotel después de que se reúnan los
del pelotazo urbanístico, la que barre la mugre de las cloacas del ministerio
entre soborno y soborno, la que quita la basura que dejan las malas gentes que
van apestando la Tierra, como diría Machado. La española sigue siendo una "kelly", el débil eslabón de una gran sección femenina de "kellys" anónimas
aplastadas por ese ultracapitalismo hediondo que nos corroe. Más allá de
sorayitas y koplowitzs, más allá de excepcionales triunfadoras, que las hay,
España es un país de "kellys", de gobernantas, de mujeres bravas que curran de
sol a sol por dos euros la habitación, de madres abnegadas que doblan el
espinazo sin rechistar. Mujeres explotadas, sufridas, maltratadas. Por mucho
que diga este Gobierno, por mucho que nos venga con la dichosa paridad (maldito
palabro), no hemos salido de la cofia mal pagada, ni de la criada servil para
atención del señorito, ni de aquello de "las que tenemos que servir", que diría
Gracita Morales con su habitual desparpajo. A
David Pérez, alcalde de Alcorcón, le da el telele cada vez que oye hablar de
feminismo. Pues que se tome la pastillita. Lo de este señor sí que ha sido un
alcorconazo y no la goleada del Madrid. Se ha pasado tres pueblos el
corregidor, por no decir tres Alcorcones, al tildar a las feministas de "fracasadas, amargadas y rabiosas". Solo le ha faltado desenfundar el crucifijo
y empezar una nueva caza de brujas, como hicieron con Rita Maestre, que acaba
de ser absuelta de la protesta en la capilla, como no podía ser de otra manera,
porque ella de bruja no tiene nada ni va por ahí quemando conventos como en el
36. Un alcalde de los de antes, o sea facha como Pérez, no viene sino a
confirmarnos lo que muy bien está diciendo Gimeno: que pese a los avances,
necesitamos más feminismo; que España sigue siendo machista; que está todo por
hacer en esta guerra secular entre sexos. Aquí hay muchos señores Pérez que no
saben demasiado de feminismo porque no han leído
Madame Bovary, que fue la primera liberada de la historia. Estos
leen el
Cásate y sé sumisa y poco
más. España es machista por educación, por religión y por historia y a los
juzgados llegan 426 agresiones diarias de hombres que pegan a su santa. Con eso
está todo dicho. Las
mujeres han avanzado desde el 78, pero en el Tribunal Constitucional no llegan
ni al 20% de las plazas. Algunas se han sentado en los consejos de
administración, otras han entrado en la alta política, pero miles de ellas no
salen de "kellys" porque al jefe de la Moncloa, que sigue siendo un señor que
piensa en plan antiguo y lee mucho
Marca,
el feminismo se la trae al pairo. En ocasiones, alguna llega a ministra, como
la pinturera Loli Cospedal, que queda muy mona y muy marcial pasando revistilla
a la tropa. Solo que al final, como siempre, en el Ejército manda la
testosterona, el alto mando macho, porque la guerra siempre ha sido cosa de
hombres, como aquel anuncio de licor franquista. La ministra florero se exhibe
mientras a la soldada rasa se la pasa el sargento chusquero por la piedra en
medio del silencio nocturno y cómplice del cuartel, véase Zaida Cantera. Aquí
le prestamos la cartera ministerial a una señora para que la lleve como un
ramito de violetas y para que Europa vea que somos muy modernos y civilizados.
Sin embargo, la estadística se impone: un 30% menos de sueldo que ellos, más
paro, abuso, acoso y chantaje por ser madres. La brecha no es solo salarial,
también es física por la mala vida que llevan. Y si no, que se lo pregunten a
las "kellys".
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