(Publicado en Diario16 el 29 de noviembre de 2021)
¿Qué está pasando con las ayudas europeas? ¿Por qué el dinero de los fondos covid para recuperar la maltrecha economía española no está llegando donde tenía que llegar? El Gobierno debe dar respuestas cuanto antes porque está en juego el futuro y en la sociedad española empieza a cundir la sombra de la sospecha, la desconfianza y la desafección hacia el sistema. Vivimos en un país de natural fenicio y la experiencia de nuestra historia reciente nos dice que cada vez que Bruselas abre el grifo del maná florece la corrupción, las ayudas no llegan a quienes más las necesitan y el parné vuela a paraísos fiscales, donde algunos hacen negocio y estraperlo con el oro europeo. Ya ocurrió con el fraude del lino, con las subvenciones lecheras, con los cursos de formación para el empleo y con tantos otros sectores. Y lo que no se sabe. Hace apenas dos años, la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude, OLAF, dependiente de la Comisión Europea, dio un serio toque de atención a España para que pusiera freno al fraude a gran escala en los cursos de formación para parados con fondos transferidos por la UE y gestionados por las comunidades autónomas. Otro sonrojante bochorno internacional.
Según cuenta hoy la Cadena SER, de los 7.000 millones que se anunciaron para bares, restaurantes y autónomos, las comunidades van a devolver 2.500 que no han conseguido repartir. “El ranking del desastre”, como dice Javier Ruiz, el periodista que firma la información, lo encabezan Castilla y León y Asturias, donde más del 74 por ciento del dinero enviado por la UE se ha devuelto (en la primera comunidad, de los 232 millones previstos, 180 no se han adjudicado a beneficiario alguno, mientras que en el Principado asturiano 107 millones se habían comprometido y de momento solo han llegado 27 para los siempre necesitados trabajadores autónomos). En otras regiones como Murcia también se está perdiendo buena parte del potosí europeo, concretamente el 70 por ciento del dinero comprometido. Así las cosas, castellanos, asturianos y murcianos verán cómo tres de cada cuatro euros anunciados no llegarán al sector de la hostelería, el que más ha sufrido los estragos de la terrible pandemia coronavírica. “Sea como sea, el veredicto está cerrado ya: las ayudas anunciadas a bombo y platillo han sido un fracaso anunciado”, asegura Ruiz.
Todo apunta a que nos encontramos ante un fiasco mayúsculo del que el Ejecutivo Sánchez debe dar explicaciones cuanto antes y hasta el último céntimo. Llevamos meses escuchando que España saldrá como un tiro de esta crisis gracias a los fondos estructurales de la UE, nos habían dicho por activa y por pasiva que con el jugoso regalo del Banco Central Europeo podríamos reparar las averías endémicas de nuestra decadente economía, modernizar el modelo productivo y ponernos al día con los países más avanzados. Y sin embargo, lamentablemente, hoy nos desayunamos con esta noticia inquietante de la cadena de radio de Prisa que desprende un nauseabundo tufillo a burocracia decimomónica, a mala incompetencia, a chapuza nacional y, aunque no queremos pensar mal, a derroche y despilfarro.
A estas alturas la gran pregunta es: ¿pero qué manirroto está detrás de este desaguisado? ¿Quién es el responsable, qué lumbrera ha permitido este fiasco que deja la imagen de nuestro país por los suelos? La cuestión merece una urgente comisión parlamentaria, que los muchachos de la UCO se pongan a trabajar en esto día y noche y que intervengan las tanquetas de Marlaska, si es preciso, que ahí es donde debe estar la policía y no repartiendo leña al obrero en los talleres metalúrgicos de Cádiz. Que se abra un expediente ya mismo, que los radares enfoquen a los furgones blindados de Bruselas y que los españoles sepan qué demonios está pasando con tanto dinero antes de que los buitres aprovechados de siempre abran el pico y las alas y se lancen a por los restos –esos milloncejos de nada, esos piquillos sobrantes, esos tesoros olvidados que según las comunidades autónomas nadie quiere–, para darse el fiestón de siempre.
El Gobierno culpa a las autonomías, las autonomías tiran balones fuera, los autónomos se quejan de que no les han escuchado, mientras el dinero se va por los sumideros del Estado. Aquí ya da igual si la culpa es de Sánchez o de Ayuso, esto es un escándalo nacional que se cura con ceses y dimisiones. Si el problema es que entre el funcionariado sigue habiendo mucho profesional de la siesta de tres horas, limpieza y a la calle. Y si de lo que se trata es de que el dinero se pierde por otros negociados o almonedas investíguese.
No salimos de la leyenda negra española, seguimos anclados en aquellos oscuros tiempos en que los galeones españoles repletos de oro americano atracaban en los puertos andaluces y los lingotes iban de acá para allá, por palacios, latifundios e iglesias, mientras el pueblo era condenado a la sopa boba, al puchero de ajos podridos y a la picaresca como modo de vida y argumento para nuestros mejores novelones. Cientos de miles de familias necesitadas de ayudas económicas para sobrevivir, millones de españoles pobres (más de ocho, según las últimas estadísticas), y nos dicen que aquí sobra el dinero o no se sabe dónde destinarlo. Pocas noticias más indignantes que la que nos sirve hoy de buena mañana la SER. A lo peor es que, quien debe repartir la tarta europea, o no sabe, o no quiere o desvía su cacho para otros fines. Ya lo dice el refrán: el que parte y reparte se queda con la mejor parte. Seguro que va a ser eso.
Viñeta: Iñaki y Frenchy
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