viernes, 29 de noviembre de 2013

LO DE LA UGT


Facturas amañadas, maletines de piel, henchidas comilonas en la feria de Sevilla, barra libre hasta el amanecer, ibérico, gambas, rebujitos y manzanillas "pa reventá". Eso era la UGT de Andalucía, ése era el fingido sindicalismo que han practicado estos marxistas de cartón piedra entregados a la causa del buen vivir y el mejor yantar. Lo del escándalo de las ayudas públicas huele tan mal que amenaza con dejar el caso Bárcenas en un inocente juego de guardería. En las últimas horas ha dimitido el líder del sindicato, una medida que no basta para restaurar el daño que le han hecho al socialismo. Casi dos millones de fraude al fisco, el honor de la lucha obrera mancillado, la gloriosa Internacional vilmente pisoteada entre pícaras seguiriyas y alegres sevillanas, a bailar, a bailar, a bailar, todo el mundo a bailar, arsa y olé, que no nos falte de ná. Eso ha sido la UGT-Andalucía: un apestoso tablao de chorizos armados con cuchillos jamoneros. Duele que los tesoreros de la derecha se lleven el parné de los sufridos parados, duele que algunos borbones trinquen como raterillos de baja estofa y se lo gasten en clases de salsa y merengue, pero que los cuartos se los levante un supuesto sindicato, que el butroneo lo practique la UGT de los más de cien años de honradez, duele mucho más. Han ultrajado los nobles ideales de la izquierda, han sustituido aquello tan honroso de "a las barricadas" por esto tan sucio y atroz de "a las mariscadas". Ay, Andalucía, tierra seca, tierra quieta, decía el gran Federico. A Andalucía la van a dejar seca como un monte pelado, como un inmenso olivar lleno asaltadores y bandoleros, navajeo y morenos gitanos robando subvenciones como melones en la noche clara de la madrugá. Para eso se han quedado los sindicatos de clase. Para regular cuatro turnos de vacaciones, para repartir gorras, silbatos y pancartas en inútiles manifestaciones y para sirlarle la cartera al pueblo. Hoy, ahora, en España los acusados son todos, ya no queda ni un solo símbolo institucional en pie. La democracia diluida por un partido totalitario, la Justicia vendida al poderoso y ensañada con el robagallinas, la monarquía desacreditada. Y ahora lo que nos faltaba: los sindicatos aplicados a la estafa, al timo, al afane, al mangue, al sise, al expolio fácil. Esto no lo arregla ni la jueza Alaya, diosa Temis forjada en Pedro del Hierro, ni Sánchez Gordillo, Lenin de sombrero de paja, con su famélica legión asaltando mercadonas y latifundios. Con rojos como los fulanos de la UGT no necesitamos señoritos. Siempre mejor un cayetano conocido que un proletario capitalista por conocer. Esto es la fiesta final de la corrupción, el cotillón de la degeneración última y suprema. Todos están ya enfangados, podridos, putrefaccionados. Desde los leones de las Cortes hasta el último sindicalista de Sierra Morena. España: cuna de fenicios ladrones. Dan ganas de romper el carné de rojo, coño.  


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