(Publicado en Revista Gurb el 9 de enero de 2015)
Boris Izaguirre (Caracas, 1965) estará siempre en deuda con Rosalind Fox, el personaje central de su última novela, Un jardín al norte,
y no solo porque ella le ha ayudado a afianzar su exitosa carrera como
escritor, sino porque en ciertos momentos de su vida fue para él como un
hada madrina que lo sacó de lo más oscuro del abismo. "Llegó en un
momento en que yo aún no había entendido que estaba delante de una
crisis personal y ella realmente me dio una fuerza enorme para salir
adelante", asegura. Escritor, showman, tertuliano, guionista de
telenovelas en sus inicios, azote de famosos, Izaguirre dice no echar de
menos aquellos años salvajes en que escribía historias para culebrones
ni cuando le daba por subirse a la mesa de Crónicas Marcianas para
marcarse un striptease. "Lo hacía porque siempre he seguido mis
impulsos y porque en televisión hay que arriesgar". Pese a su
reconocimiento como narrador tras ser finalista del Planeta, afirma
haber conocido tanto las mieles del éxito como el sabor amargo del
fracaso. "Yo es que generalmente me siento cómodo siendo una estrella
permanentemente, no sabría hacer otra cosa", ironiza. Su personaje,
Rosalind Fox, vive una azarosa peripecia en Tánger, donde el espionaje y
la pasión la arrastran en los confusos y dramáticos días de la guerra
civil española. "Ella fue un ejemplo, no tenía miedo, y nosotros no
debemos vivir con miedo pese a los horribles atentados de París",
insiste.
Foto: Robert Muñoz
Entrevista completa en Revista Gurb
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