(Publicado en Revista Gurb el 6 de marzo de 2015)
El segundo apellido de Elena Poniatowska (París, 1932) es Amor. Y ha
sido precisamente eso, el amor a la literatura, al periodismo, a México,
el eje central de toda su obra narrativa. Descendiente del último rey
de Polonia, decidió bien pronto romper con su noble linaje y darle la
voz a los marginados, a los parias, a los que nada tienen. "Yo creo que
me puse de lado de los débiles bien pronto, cuando me inicié en el
periodismo". A sus 83 años y con un Premio Cervantes en la estantería
como colofón a una prodigiosa carrera literaria, Elena sigue mirando el
mundo con los ojos curiosos de aquella niña que escuchaba cómo las
bombas nazis caían en medio de la noche, arrasando la bella ciudad de
París. Luego llegó la emigración, México, el periodismo, el diario
Excelsior, cuando era solo una chamaca que quería abrirse camino a
codazos en un mundo de hombres, las entrevistas antológicas a Luis
Buñuel, Juan Rulfo, Dolores del Río, Diego Rivera, tantos y tantos
personajes que escribieron la Historia del siglo XX y que pasaron por el
filtro de su valiente libreta de reportera. "¿De qué otra cosa se puede
escribir si no es de uno mismo?", se pregunta. Todo su mundo se
desvanece ahora y queda atrás como un sueño: Gabo, el hombre tierno y
encantador, Buñuel, el coleccionista de armas que preparaba los mejores
martinis de todo México, Saramago, que la apoyó en los momentos
difíciles, cuando fue criticada por sus posiciones políticas de
izquierdas. Todo pasó tan deprisa, los mexicanos que andaban descalzos
por las calles, la revolución imposible, el subcomandante Marcos, el
terremoto del 85, Chiapas, Josefina, la lavandera pobre que le regaló
una novela… "Ay sí, la quise mucho, la extraño mucho". Tiene la voz
firme y recia de una ranchera con tequila, el corazón dulce pero
espinoso de un cactus del desierto, la sangre racial y poderosa de una
Chavela Vargas de las letras. Charlamos con ella por teléfono. La
escritora allá, en su México lindo y querido, bajo la cubierta de la
Fundación que lleva su nombre; nosotros aquí, a miles de kilómetros de
distancia; y en medio un charco de sentimientos, recuerdos y literatura.
Entrevista completa en
Revista Gurb
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