(Publicado en Revista Gurb el 13 de noviembre de 2015)
Decía Tarradellas que en política se
puede hacer de todo menos el ridículo. Y eso es precisamente lo que está
haciendo la muchachada de Junts Pel Sí tras su declaración unilateral
de independencia delirante, extraviada, surrealista. Un ridículo
espantoso, un ridículo de tamaño mundial. Fue una sesión parlamentaria
cargada de afectada solemnidad con muchas cortinas rojas y arcos
góticos, mucha retórica perfumada de patrioterismo barato y mucha
exaltación de la bandera inventada, de las gestas de Sant Jordi y de los
dragones medievales. Pero en realidad, detrás de toda la parafernalia y
el boato, detrás de la puesta en escena y el estribillo machacón de Els
Segadors, no había más que una promesa imposible, una gran ficción, una
gran opereta digna del Liceu. Allí estaban todos, en el noble
Parlament, retratados como autores del ansiado e imposible españicidio:
el patético Mas, un presidente sin presidencia que anda llorando por las
esquinas para que le quieran y le den unos votillos de investidura;
Romeva proclamando la República independiente de su casa, como en el
anuncio malo de Ikea; y el ingenioso y estudiantil Baños, el de la CUP,
chaleco apolillado de lana y gafitas intelectuales de profesor
troskista, invocando la roja revolución, la lucha de clases, el
anticapitalismo antisistema y toda la milonga marxista en la que nadie
cree a estas alturas, salvo los nostálgicos de la URSS, y ni esos ya.
Solo faltaban Piqué y Dani Alves paseándose por el hemiciclo con las
caretas de Halloweeen y asustando al personal al grito de uh, uh, uh
para darle aún más color a la narcótica velada surrealista. No olvidemos
que el surrealismo es algo muy catalán desde que Dalí puso de moda la
cosa, solo que Dalí no tomaba drogas, él era la droga, cómo él mismo
decía, y no se chutaba, mientras que estos soberanistas van siempre
ebrios de catalanismo y muy puestos de patriotismo.
Así que con tanta reunión furtiva, con
tanta conspiración en la sombra, no solo han perdido la memoria de la
Historia, sino también el juicio, y persisten en llevar al pueblo
catalán a la desobediencia civil, que es tanto como llevarlo a la
anarquía y al desastre. Pretenden que los mossos de esquadra dejen de
aplicar el código penal, que los funcionarios se hagan insumisos, que
los jueces apliquen el fuero medieval, que los ciudadanos dejen de pagar
impuestos y pongan la pela en la hucha de la independencia. El
Constitucional les ha advertido que van camino de delitos muy graves.
Desobediencia, sedición, traición al Estado, cosillas sin importancia.
Pero les da igual, se sienten cómodos en su victimismo milenario,
mártires de la causa, héroes de la patria delirante. Mientras exista
España ellos tendrán una buena razón para llorar. Ya sueñan con ser
entrullados en Alcalá Meco (ellos preferían Carabanchel, que es donde
iban los presos políticos y tenía más caché, pero la demolieron) y poder
contar a sus nietos la batallita de que el malvado y pérfido Estado
español les tenía manía. ¿Pero de qué higuera se han caído estos tíos?
¿De qué fiesta rave han salido? Alguien debería decirles que estamos en
pleno siglo XXI, que la gente, hasta los más independentistas, antes que
un Estado propio prefiere una nómina a final de mes para no terminar en
la calle o en pobres energéticos. La gente quiere buenas escuelas,
buenos hospitales, buenos servicios públicos. Trabajo y un apartamento
en Marina D’Or. Todo eso que Mas, el Mas independentista que ninguno, no
ha sabido o no ha querido darle a su pueblo en estos años de convulsa
legislatura. Porque, no lo olvidemos nunca, el molt honorable pertenece a
la elite privilegiada, a la burguesía pudiente de Canaletas, a la
derecha catalana de toda la vida, esa derecha que tradicionalmente
pierde el culo para llamar a la Guardia Civil cuando estalla una
revuelta de obreros en la fábrica. March puso todo su dinero en las
manos de Franco y Mas ha puesto todo el dinero de los catalanes en las
manos del clan Pujol, para que esté a buen recaudo en el extranjero. El
president ha dejado los Paísos hechos unos zorros a fuerza de recortes y
latrocinios al 3 por ciento y ahora que toda la pela está ya en las
cuentas ferrusolianas de Andorra, se envuelve en la estelada, más
rebelde y airado que ninguno, puño en alto como un antisistema más,
gritándole a los catalanes aquello de que España les roba. Eso ya no
cuela, señor Mas, le ha dicho Inés Arrimadas, esa ninfa españolaza tan
bella y elegante como venenosa que hace babear a sus señorías cuando
enfila la pasarela camino del estrado del Parlament. Mas se ha hecho
independentista de la noche a la mañana, como si le hubieran dado un
batido de cornezuelo y hubiera quedado súbitamente embrujado por los
cuperos de Baños, aunque en el fondo todo el mundo sabe que su
enfermedad no se llama España, sino Banca Catalana. Cuentan en Barcelona
que algunos conselleres en cap, señores todos ellos muy burgueses y de
muy buena posición y reputación, están hasta la barretina de las locas
aventuras del Rey Arturo y sus locos caballeros de los huevos cuadrados
de Esquerra. Algunos barones de Convergencia ya se le han encampanado
porque no están dispuestos a firmar la desobediencia y la anarquía y
mucho menos un multazo del Constitucional, porque podrán ser
independentistas pero no tontos y la pela es la pela. Faltaría más,
ellos que son gentes de dinero y convergentes de orden de toda la vida.
Hasta el Financial Times tilda ya la independencia de gran estupidez que
puede terminar con la Freixenet en Rumanía y el pan tumaca en la ruina.
Cataluña arde por los cuatro costados mientras los chicos de Esquerra
andan todo el rato con el puño levantado y el disco rayado de que tienen
un mandato del pueblo. ¿Pero qué mandato ni qué demonios? ¿Saltar al
precipicio con una venda en los ojos, ése es el mandato? Un desvarío, un
desquicie, un sainete vodevilesco, en eso ha quedado el ‘prusés’
catalán. Querían liquidar España en cinco minutos para irse corriendo al
Camp Nou a aplaudir los goles de Leo Messi y gritar Catalonia is Not
Spain pero a este paso van a terminar liquidando la propia Cataluña.
Tenían mucha prisa por construir un país en un cuarto de hora, con la
mitad del pueblo catalán de su parte y la otra mitad enterrada en un
gulag charnego. No fotis noi.
Viñeta: El Koko Parrilla
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