lunes, 25 de mayo de 2015
LOS VIEJOS ROQUEROS NO SON TAN VIEJOS
Desde que Miguel Ríos (Granada, 1944) decidió apartarse del vértigo de las galas y las giras, ya solo toca por una buena causa, a ser posible benéfica. El padre del rock español –como lo definen algunos, aunque él insiste en que hubo otros tan grandes como él–, recuerda ahora cómo fueron sus inicios, los años en los que pateaba una vieja pelota en las calles del granadino barrio obrero de La Cartuja, los días en los que los padres salesianos amenazaban a los chavales con arder en el fuego eterno. "La palabra rock no era de uso común y la rebeldía se curaba con dos hostias de tu madre", asegura. Fue trabajando en una tienda de discos como conoció a Elvis, Cliff Richards, Everly Brothers y otros gamberros que le metieron el gusanillo del rock en el cuerpo. En los sesenta, las listas de éxitos ya hablaban de un jovenzuelo de 17 El Rey del Twist, y que vendía discos como churros. "Mi director artístico decía que a la música moderna, así llamaban al rock, le pegaban nombres ingleses". Así que no le quedó otra que pasar por el aro anglosajón. Pasada la fase de "versionador" de éxitos americanos, llegaron los ochenta, y entonces el artista encontró su madurez, su auténtica voz personal. Fueron los años del Mundial 82, la movida madrileña, el primer gobierno socialista, El rock de una noche de verano… una España joven, indómita y rebelde que crecía entre conciertos pop, vanguardias, porrillos y litronas. "Creo que el ambiente que describes escogió mi música como su banda sonora". Hoy, cuando las instituciones se tambalean por la crisis y la corrupción y el país está sumergido en una nueva metamorfosis, Miguel Ríos cree que algunos políticos "nos han robado el Estado de Bienestar, aunque la gente empieza a tomar conciencia otra vez de lo que está pasando".
Entrevista completa en Revista Gurb.
Foto: Marcial Guillén
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