lunes, 4 de junio de 2018

DESPEDIDA Y CIERRE EN MONCLOA


(Publicado en Revista Gurb el 1 de junio de 2018)

Mariano ultima las maletas mientras alguien en Moncloa da una orden taxativa: "esta tarde tienen que estar vacíos los despachos". Dicen que el expresidente ha organizado un pequeño piscolabis para los trabajadores del palacio. Todo un detalle. Ya lo estamos viendo, ellas con discreta cofia y ellos con el traje de mayordomo, impecablemente uniformados y alineados, cuadrándose ante el jefe, mientras Mariano desliza una lágrima de cocodrilo y estrecha sus manos y les dice aquello de "gracias porque sois muy españolesh". Por la mañana sus últimas palabras en el Congreso fueron: "Ha sido un honor dejar una España mejor de la que encontré". No se lo cree ni harto de vino, viva el ídem. A España la dejan más esquilmada que nunca por las rapiñas de la mafia y los palanqueros, eso seguro.
Después del banquete olímpico de despedida de casi ocho horas en el restaurante Arahy poco más le quedaba ya por hacer al premier cesado, salvo fumarse un puro y pasarle la factura de la comilona al ministro Montoro para que la costeen los sufridos españolitos. Así es Mariano el ultraliberal, él se va fresco como una lechuga, marcándose un histórico simpa político y judicial, y nos deja todo el mondongo, como decía El Bigotes, uno de sus bedeles del sindicato del crimen. El mondongo es la cuenta infinita de la corrupción del PP, la dolorosa, una notita de nada. Aquí, de una forma u otra, siempre pagan la fiesta los mismos, o sea los curritos. Lo que no sabemos es lo que ha pasado con el bolso de Soraya, que ocupó el escaño de Rajoy en su ausencia, mientras el líder popular consumaba la última cena y Sánchez, desde el atril de las Cortes, le daba el finiquito y no precisamente en diferido al registrador de la propiedad. Ese bolso es la metáfora perfecta de una época oscura que toca a su fin. El bolso de la vicepresidenta simboliza la saca maldita, la taleguilla prohibida, la faltriquera vedada a los ojos de los españoles que le ha costado un Gobierno al PP. En ese bolso puede haber de todo, desde una sentencia inoportuna de la Audiencia Nacional hasta un papelillo de Bárcenas pasando por un lápiz de labios o la combinación secreta de la caja B.
A última hora de la tarde se desataba por todo Madrid el rumor de que Rajoy aún no había presentado oficialmente su dimisión, de tal forma que Sánchez no podía jurar su cargo ante el rey, consumándose así la última jugarreta del gallego superviviente. Estaba claro que no eran más que bulos de la derechona, como cuando palmó Franco y los falangistas aún tenían fe en que resucitara al tercer día, ya lo escribió Vizcaíno Casas. El infundio se disipó pronto, mayormente cuando Zarzuela comunicó que Felipe VI ya había firmado el nombramiento del nuevo presidente, pero el episodio vino a demostrar que el pueblo no termina de creerse que se haya librado por completo del páter vampiro. ¿Y si se presenta a unas nuevas elecciones? ¿Y si se va al exilio como Puigdemont para dirigir España a través de Skype? Con Rajoy nunca se sabe. Nada puede acabar con él y además han sido demasiados años de servidumbre del amo, de posesión de los súbditos, de sometimiento al cacique y síndrome de Estocolmo. Como para fiarse. No olvidemos que cuando gobierna la derecha España siempre acaba convirtiéndose en un cortijo y los españoles dejan de ser ciudadanos para transformarse en lacayos, sumisos, esclavos.
En los próximos días comprobaremos si hemos pasado de verdad de un Gobierno zombi a un Gobierno Frankenstein, como auguran los sesudos tertulianos de la Sexta. De cualquier forma el país seguirá instalado en una película de terror con los tiburones de los mercados planeando un nuevo crack económico, el polvorín catalán a punto de estallar, los juicios por corrupción en todo lo suyo y la gobernabilidad del país en entredicho. Ya tenemos un presidente limpio y decente (además de guapo) que es de lo que se trataba. Otra cosa es que los separatistas, Ciudadanos, la oposición pepera enrabietada ávida de venganza, los bancos, la patronal, la COPE, la Iglesia, un Podemos siempre acechante y los barones susanistas de su partido le dejen hacer algo. No nos gustaría estar en el pellejo de Sánchez el virginal, el tierno, el pacificador. Si no se anda listo se lo meriendan en un cuarto de hora y vamos a nuevas elecciones, que es lo que quiere Rivera. Estuvo muy flojo en la moción de censura el caudillo naranja que solo ve españoles. Pero eso ya no importa demasiado. El mensaje del "España se rompe" empieza a carburar de nuevo, Sánchez es un traidor a la patria y un amigo de ETA y la peste roja rebrota con virulencia. La parroquia ya está entregada a la enésima cruzada. En cuatro días, a poco que Carlos Herrera y Losantos se lo propongan, nos colocan a Rajoy otra vez en la Moncloa. Así que a aprovechar estos dos años de rojerío y libertinaje. Y que nos quiten lo bailao.

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La moción de censura ha sido una jornada histórica. Gracias a todos aquellos que la hicieron posible: gracias a los policías y guardias civiles que cumplieron con su deber pese al bajo salario y las presiones, a los funcionarios y funcionarias que se jugaron sus carreras para que se supiera la verdad, a los testigos protegidos que pusieron en riesgo sus vidas, a los jueces y juezas íntegros, a los fiscales y fiscalas valientes que no se dejaron chantajear, a los periodistas que hicieron su trabajo cuando quisieron comprarlos o borrarlos del mapa, a los concejales y concejalas que levantaron la voz, a los políticos que se enfrentaron a sus jefes (que alguno habrá) a tantos ciudadanos y ciudadanas anónimos que denunciaron la corrupción cuando lo fácil y cómodo era mirar para otro lado y en general a todos aquellos que un día pensaron que no todo vale, que no es justo hacer dinero a cualquier precio y que la decencia y la honradez siguen siendo valores éticos fundamentales en cualquier sociedad democrática. Gracias a todos ellos por demostrarnos que no todo está perdido.

Ilustración: Adrián Palmas

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