jueves, 30 de mayo de 2013

LA OPINIÓN


Nunca olvidaré los años de buen periodismo que viví en La Opinión de Murcia. Allí me hice periodista y me hice hombre, como en la mili de antes. Aquello era casi una escuela griega, un liceo donde los jóvenes reporteros llegados de todos los puntos del país hacíamos nuestros primeros pinitos en este oficio tan hermoso como cruel. Yo era un puto becario con la cabeza llena de pájaros, tenía ilusión, ganas de trabajar, solo quería hacer periodismo y nada más que periodismo. Estaba seguro de que había nacido para ese oficio. La juventud es como una mujer engañosa, nunca te dice la verdad. Trabajábamos como cabrones hasta casi la madrugada por un sueldo miserable, pero nos daba igual, porque lo único que nos interesaba era sacar un buen periódico al día siguiente y celebrarlo hasta las tantas con cubatas y canciones en las tascas murcianicas (las mejores del mundo, vive dios). La Verdad, el diario oficialista del gobierno regional, el gran imperio de la derecha burguesa que monopolizaba la noticia, tenía cierto miedo a nuestro empuje guerrillero, joven y emergente, a pesar de que todos sabíamos que no podíamos aspirar a mucho más que a darle una patada en la espinilla en forma de exclusiva muy de vez en cuando. Allí, en La Opinión, conocí a Chema Gil, lobo solitario, el mejor reportero de Sucesos y Tribunales que conoceré jamás (llegaba al lugar del crimen antes que la Policía, era honesto, valiente, leal, dispuesto a darte su sangre). Allí estaba también el columnista Ángel Montiel, pluma incisiva, hábil y afilada (cuando Montiel era Montiel, me dicen que luego se ha acercado demasiado a la lumbre negra del poder). Allí había una cuadrilla de grandes fotógrafos de prensa, como mi buen amigo Marcial ("el secreto está en el encuadre"), el rocoso Pedro Martínez, con quien compartí un homérico viaje al corazón de las tinieblas de la guerra de Kosovo. Allí conocí a José el taxista, a Paco Sánchez, a Cristina, a Victoria, Maite, Tono, Mario, Fernando, Celestino. Tantos y tantos nombres que permanecen frescos en mi corazón y en mi memoria nebulosa llena de gratos recuerdos, tantos reportajes y noticias, juicios, crímenes, exclusivas, corruptelas, soplos, confidencias, filtraciones. Éramos jóvenes y sinceros, fuertes y aguerridos. Vivíamos una película de ficción, un Lou Grant a la española, pero nada tenía más sentido y nada era más real que aquel grupo humano furiosamente comprometido en la búsqueda incansable de la noticia. Aún recuerdo los sabios consejos del director adjunto Baldomero Rodríguez, loco de la noticia, yonqui del periodismo, a quien idolatré y terminé odiando por negrero. Con él aprendí lo poco que sé de periodismo. Durante casi diez años acumulé un valioso tesoro de experiencias sacado de las calles de Murcia, calles esteparias, misteriosas, ardientes de historias. Escribíamos y bebíamos, nos emborrachábamos de camaradería, alegría de vivir y buen periodismo. Ayer, un amigo del diario me avisó de algo terrible: "Nos han hecho un ERE; quince compañeros van a la calle, entre ellos los cinco del comité de empresa. Y desmantelan la sección de fotografía. A partir de ahora los propios redactores se encargarán de las fotos. Por supuesto, no han despedido ni a un solo jefe". Sentí rabia e impotencia. Otra vez no. Otra vez los contables desalmados y medio analfabetos que no saben de nada, que no entienden nada. Otra vez esta recua de mafiosetes de medio pelo rendidos hipócritamente a la reforma laboral de Rajoy y a otros intereses económicos aún más espurios y bastardos. ¿Qué sabrán ellos lo que es amar un oficio digno y bello? ¿Qué sabrán ellos lo que es dar la vida por un ideal noble y romántico como buscar la verdad sin artificios, sin medias tintas? Con esos fantasmas de los tirantes dirigiendo el negocio en la sombra, a la prensa escrita en papel le quedan dos telediarios. Es solo cuestión de tiempo. No me extraña que políticos y periodistas sean los profesionales peor valorados por el ciudadano en todas las encuestas. Será que ya son dos caras de la misma moneda. Compañeros de La Opinión, lo siento de veras.


                   

miércoles, 29 de mayo de 2013

TATUAJE


Supongo que se habrán fijado ya en que hoy todo quisqui lleva tatuaje y el que no lo lleva es un anacrónico, un antiguo, un carca. El tatuaje es el símbolo de la moda loca de estos tiempos revueltos y todos quieren cincelarse un escorpión en el culo para sorprender al otro, al soltero exigente, como dicen los anuncios de contactos que proliferan en televisión. En los últimos años el tatuaje se ha universalizado mucho por varias razones. Primero porque el personal está hastiado de todo, vive en constante proceso de cosificación, de vaciamiento existencial, vital, y se ha diluido definitivamente en la sociedad de consumo, por lo que busca nuevas experiencias. Finiquitadas las ideologías, el hombre postmoderno vive para el último anuncio summertime del Corte Inglés, con jamona maciza incluida, o el último capítulo de "Mujeres y hombres y viceversa", y solo le queda tintarse el bíceps con una palabra china que no entiende ni dios para reivindicar su individualidad perdida. ¿Se imaginan a un coreano que vive al otro lado del mundo tatuándose la palabra "botijo" en el pecho? Ridículo. No tiene sentido. 

El problema es que al final todos terminan tatuándose los mismo símbolos, los mismos dibujos, y esa supuesta originalidad termina degenerando en reiteración, en copia, en producción en serie aburrida y previsible. Vivimos un hartazgo del tatuaje, todos tatuaditos y con la ingle brasileña depiladita, porque si no, no estás en la onda, en el rollo. Uno, empachado de ver personas como tebeos andantes, desconfía del tatuado/a, del que solo se puede esperar algo que ya ha visto u oído antes. Si yo fuera un joven de ahora huiría de la mujer collage, buscaría una zagala virgen de tatuajes para encamarme con ella, un cuerpo silvestre y limpio por explorar, porque ahí es donde está lo nuevo, la autenticidad y el morbo. En la cama, tanto cómic por delante y por detrás, en pecho y espalda, en glotis y epiglotis, despista, desvía la atención de lo importante, y al final te pones a disertar como si estuvieras en el Reina Sofía, cuando a la hora del sexo se trata de todo menos de pensar. El tatuaje fue la primera expresión artística del hombre neolítico, aquello tenía un sentido cultural y religioso (ahora unos científicos han descubierto que la moral también viene del mono) pero tras muchas generaciones, revoluciones y guerras, hemos llegado al vulgar conejito playboy pegado en el muslo, un fetiche sin fuste, sin significado alguno (no me ponen los pobres conejos, que ya tienen bastante con nadar en la cazuela criminal). Hasta hace poco el tatuaje era cosa de presidiarios, marineritos y legionarios, el Cristo en un brazo y el amor de madre con el ancla en el otro, pero hoy lo lucen hasta los pijos de Nuevas Generaciones. No hace mucho leí que habían encontrado una momia en los Alpes austro-italianos con 57 tatuajes en la espalda, y no era la Duquesa de Alba.     
La fiebre tattoo lo invade todo por deformación cultural, por degeneración artística. El cuerpo, el culto al cuerpo, el gran argumento del absurdo siglo XXI, se ha convertido en el verdadero objeto artístico, todo es body painting por influencia del arte malo actual, y cualquier día Sotheby's termina subastando a un maromo en cueros, en pose fauno, con un lacito rojo en el cuello y la polla tatuada con motivos aztecas. El arte contemporáneo renuncia ya a la verdad y busca la provocación por la provocación, el más difícil todavía, como en el circo, el circo del arte, y si es posible grafitear un bello canalillo o un seno claro y límpido pues se ensucia con una pegatina insulsa que no dice nada, que no reivindica nada. Manolo Vázquez Montalbán ya vio lo fútil del tatuaje e inauguró la novela negra española con una gran parodia.
Eso sí, el tatuaje se ha convertido en reclamo tonto y convencional del apareamiento humano (mayormente en el gimnasio) como las crestas llamativas de esas aves exóticas que hacen pua, pua. El tatuaje apoyado en la barra de un bar es signo de distinción muscular y fuerza  bruta, signo de unos tiempos líquidos en los que todo se derrumba y todo se diluye, como dice Zygmunt Bauman. El tatuaje es el fósil social firme, hormonado, siliconado de una época decadente. En un bar, que es donde la colonia de un hombre se la juega durante el cortejo, primero te preguntan el nombre (a veces ni eso) y después le hacen un repaso de arriba abajo, con examen tipo test, a la cantidad y calidad de la pigmentación de tus tatuajes, que es lo que mola. Hoy, si no vas tatuado, chaval, es que eres un gilipollas.


martes, 28 de mayo de 2013

CAMERON, DE PICOS PARDOS


Por lo que parece, esa mala costumbre de irse de vacaciones en medio de una gran crisis de Estado no es solo cosa de nuestros políticos patrios. David Cameron y su santa han sido pescados in fraganti en una playa de Ibiza, solazándose, dándose al sol mediterráneo, a cuerpo de rey (o de lord inglés) mientras los terroristas de la Yihad siguen rebanando cabezas por ahí, por las calles de Londres, y el país vive en medio de la psicosis del terror. Los tabloides sensacionalistas (Mirror y Sun) ya se han apresurado a preguntarle si era necesaria esa escapadita y al premier le están lloviendo críticas como chuzos de punta. Normal.

Al parecer la pareja pretendía pasar de incógnito (él iba camuflado tras unas pertinentes gafas de sol oscuras) pero no contaba con el ejército de diligentes paparazzi españoles que, desplegados por cada palmo de costa ibérica full time, siempre están alerta ante el vuelo de cualquier pardal jugoso. Así que los han trincao con el carrito del helao en unas fotos tan reveladoras como bochornosas. Se les ve tan morenos y tan happys a los dos, tan felices en la tumbona, que uno se pregunta qué pecado habrán cometido los pobres ciudadanos europeos para tener que sufrir a estos gobernantes zafios, desahogados, irresponsables. Veo la instantánea de la pareja burguésmente recostada bajo el sol lujurioso de la isla y me imagino sus conversaciones intrascendentes y aburridas: "¿Te pido un mojito, darling?". "Claro, my love. A disfrutar, que con tanto terrorista suelto por la City es que a uno no le dejan ni broncearse a gusto". No obstante, a ella se la ve mucho más suelta y distendida, sonriente, en bikini, mientras él sigue aún vestido en la hamaca y algo tenso, lo cual demuestra que su subconsciente tiene remordimientos de conciencia. Quizás, quién sabe, Cameron haya decidido no ponerse el bañador por las lorzas, por si le pillan indecoroso o por estar ya vestido y salir pitando cuando llegue la llamada fastidiosa de Downing Street informándole de que otro tronado del islam se ha echado a la calle, cuchillo en mano, con la intención de hacerse una mortadela con los soldados de la Royal Marine.   
Pero no nos pongamos puristas con la conducta del señor Cameron, que aquí, en España, nuestros políticos también se toman su semana sabática en las situaciones más inoportunas. Y no hace falta estrujarse mucho la memoria para recordar casos similares de inconsciencia política. Cascos se fue de caza mientras el Prestige arrojaba un esputo de muerte negra sobre las costas gallegas; Ana Botella se largó de picos pardos a un spa todo lujo del tórrido Portugal con los cadáveres aún calientes de las niñas muertas en el Madrid Arena; y qué vamos a decir del Rey: abatiendo elefantes como un poseso en Botswana mientras los desahuciados de las hipotecas se tiraban por las ventanas suicidas y el país se iba al garete. La desvergüenza de nuestros políticos tiene mucho que ver con la baja calidad de las democracias actuales, con la muerte de la ética como valor supremo de una sociedad y con el hedonismo como ideología imperante. Aquí todos van a lo que van. A llenarse los bolsillos y a tostarse en la arena ibicenca, que es lo más cool. Quemarse el culo en la playa es un derecho de todos y debería estar recogido en la Constitución, pero hacerlo cuando los terroristas sangrientos campan a sus anchas por Piccadilly Circus, darse a la dolce vita playera mientras caen los cuerpos decapitados por los yihadistas, tendría que castigarse con una sana e higiénica dimisión, y más en el Reino Unido, cuna de la cacareada democracia más añeja. Vale que en España, tierra de políticos fenicios, nos hayamos dado al trincamiento a manos llenas, al Bárcenas style. Pero uno se pregunta: ¿es que ya no quedan gobernantes serios y patrióticos ni en la Inglaterra de la Reina Madre? Si Churchill levantara la cabeza. Pues eso. 

Imagen: Daily Mirror

lunes, 27 de mayo de 2013

EL FRIKISMO


Se acaba de celebrar el día del orgullo friki, un ejemplo claro y patente de que el mundo vive en un constante remake. Este acontecimiento, lejos de haberse quedado en un gueto para locos estrafalarios disfrazados de Darth Vader, de Superman paquetero o de Homer Simpson, concita cada año a más gente, a más frikis, lo cual demuestra que el personal necesita huir de la realidad porque está hasta los ciruelos de la crisis, del paro, de los trincamientos de Bárcenas, de las tonterías de Wert y de los ridículos espantosos de la Cospe. El friki es un ser anticultural por antonomasia, un outsider valiente que renuncia a la idea de cambiar el mundo mediante la revolución porque, como buen escapista desencantado y antisocial, ya da por perdida la batalla. El friki es un ente que decide aniñarse eternamente y disfrazarse de sus superhéroes infantiles favoritos. El mundo se le hace soporífero, insoportable, tedioso. Para un friki, Peter Pan urbanita, todo se reduce a su play station, a la diversión efímera del disfraz, a la droga fácil del juego de rol y al opio del cómic, todo ello (hay que darles la razón), mucho más apasionante que los discursos de Rajoy. Los existencialistas se daban al tabaco y la bebida para huir de un mundo al que habían sido arrojados contra su voluntad. Los yonquis de los setenta, víctimas de otra crisis brutal, se drogaban con la heroína marginal, más chute no. El friki se abandona a sus series favoritas de TV, a sus muñequitos de Star Wars o a sus latas de coca cola de todo el mundo. El frikismo se sustenta en el remake, el revival, la imitación, y hoy todo es remake, todo vuelve en una época ultracapitalista agotada en sí misma. Así, regresan los pantalones de pitillo, las gafas de pasta de los ochenta (las odio), los monopatines, la talquistina para bebés, Curro Jiménez, los toros de la 2, los héroes de la Marvel, Aznar, Vestringe, ETA (estos van y vienen, según), los jornaleros andaluces sedientos de justicia, el titadine del 11M de Pedro Jeta, Miguel Ángel Rodríguez borracho de olvido, Gibraltar español, Alfonso Guerra con sus chistes malos, Cristina Almeida aligerada de kilos, Jimmy Giménez con sus escándalos de famosos y la trama Gurtel (que es el Fliesa socialista pero al revés). La vida política española se ha quedado en un mal remake lleno de frikis, hasta se habla de una segunda Transición, con leyes educativas que se reeditan hasta la saciedad, abortos que se vuelven a perseguir y el catecismo en las escuelas, como Dios manda. Wert es un friki fanático de la vieja idea de españolizar Cataluña; Arias Cañete es un friki de la buena cocina, el Chicote del Parlamento que reparte hostias como panes al camata que le sirve el café frío; y Aznar, ay Aznar, es un friki del inglés macarrónico y ni llevando al chico a Georgetown dicciona bien aquello de my tailor is rich, aunque estamos trabajando en ello, ayer y hoy. Hasta Urdangarín se ha quedado en friki de las tías en bolas y el sablazo cortesano e internacional. 
España es un gran remake perpetuo del franquismo friki y el PP todavía no ha condenado los crímenes del tío Paco porque le va la marcha de ese espagueti western que fue la guerra civil. Yo reconozco que también me estoy quedando algo friki, ya no puedo pasar sin Big Bang y ayer me desayuné de buena mañana viendo "La tentación vive arriba" (probable contagio de frikismo cinéfilo). 
Ser friki, en principio, no debería ser un problema, mientras no te dé por vestirte de marcianito verde o con el traje de hojalata de C3PO para llevar al niño al colegio. Hoy tenemos un presidente del Gobierno friki de los puros y un PP lleno de frikis, frikis del dinero delictivo, frikis de los sobres preñados de marianitos, que es que Bárcenas ya hace acopio de billetes de quinientos para empapelarse la casa, coño. Eso sí es una choza friki y no la de Superman.

Imagen: friquisanonimos.blogspot.como
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viernes, 24 de mayo de 2013

ANSAR


Da pereza hablar de Aznar (Ansar para el amigo americano), pero es que si no lo haces parece que no estás en el tema. Uno cree que se equivocan tanto los que dicen que Ansar ha vuelto como los que juran y perjuran que todo este tiempo ha estado en la sombra dirigiendo el PP. Ni una cosa ni la otra. Lo que realmente sucede es que Ansar es una gran superstición española, un fetiche histórico, un tótem icónico, y como tal superstición está grabada a sangre y fuego en el cobarde inconsciente colectivo del español. La célebre entrevista televisiva en la que anunció su vuelta gloriosa a los ruedos políticos la vieron millones de personas, lo cual demuestra que hay mucho interés en el personal por saber si será él el patriarca bíblico elegido que nos sacará por fin del desierto de la crisis y nos conducirá a la tierra prometida. Lo inquietante no es que Ansar anuncie su próxima candidatura sino la sensación desesperante de que quizás podría ganar otra vez las elecciones.
Cuando las cosas se tuercen en este país siempre se aparece (como un fantasma con cadenas, de ahí la superstición) la figura del gran paterfamilias, el muerto que se revuelve y da un brinco de su tumba, el mito que se materializa para sacar a la tribu del fango de la decadencia. Como diría Jesulín de Ubrique, ese gran filósofo, Ansar es como un gran toro, y no lo digo por los cuernos, que eso sería el chiste fácil, sino por lo que tiene de cavernario, mítico y simbólico ese animal fantástico. El cornúpeto ibérico es el gran salvapatrias que, como en un ciclo de eterno retorno, se aparece al país de vez en cuando para poner las cosas en su sitio y de paso cornear al clan cavernario del rojo masón, no sea que se nos desmande y esté pensando en cambiar de brujo o chamán. 
Ha habido incontables Ansar en la Historia de España (Fernando VII, Primo de Rivera, Franco, más algún que otro Borbón menor que se coló por ahí) y todos, impepinablemente todos, renacen de sus cenizas para dar por retambufa al país y asustarlo un poco con su ruido chirriante de cadenas. Después de cuarenta años de franquismo, cuando la democracia ya estaba consolidada en la Transición, muchos españoles aún tenían miedo de hablar de política en el bar, no fuera que llegaran de improviso los de la Brigada Político Social del tío Paco. El español es un ser supersticioso por naturaleza, un súbdito fiel siempre dispuesto a someterse, por costumbre, al señor feudal de turno con tal de que le devuelva la esperanza, la ilusión y un poco del pan que le han robado mientras sesteaba cómodamente. Eso es lo que de verdad da miedo. Ansar, Conde Vlad Draculea de nuestros días (su carcajada dentuda y desbigotada sigue siendo todavía terrorífica) es consciente de este síndrome de Estocolmo que anida en lo más profundo del español y por eso baja de su castillaco de la Moraleja para decirle al pueblo del arruinado cárpato hispano: aquí estoy yo, os voy a sacar del rincón de la Historia y os voy a chupar la sangre hasta que os quedéis más encogidos que Belén Esteban después de una liposucción. No se engañen, señoras y señores lectores de este humilde blog. Aznarín no reaparece para meter en cintura al mustio de Rajoy, ni para refundar los principios fundamentales de esta derecha degenerada y desnortada, ni para terminar con el paro, ni para encontrar las armas de destrucción masiva (él sí que es un arma de destrucción masiva buena) ni para relanzar su nuevo libro coñazo o la carrera política de su mujercita que no hay por donde cogerla a la pobre. Ni siquiera lo hace para preparar su defensa ante los millones de Bárcenas que, desde la boda de Anita/Agag, van y vienen descocados por los bolsillos gurtelianos de Génova 13. Ansar se aparece ahora porque puede y porque quiere, porque sabe que España es su grey, su rebaño, su cortijo patrimonial. Ansar es mucho más que un caudillo, un césar o un emperador. Es un fantasma plasta del que el pueblo no sabe o no quiere librarse porque le falta cultura democrática, valor, revolución suficiente para matar al padre castrador. Solo faltaría que Felipe González regresara con su deje sevillí para completar este infernal círculo vicioso en el que nos encontramos. Ya estoy escuchando aquello de váyase, seor González. Pero del espíritu totémico de Felipe ya hablaremos otro día.   

Imagen: Vizcarra   

martes, 21 de mayo de 2013

EL BODORRIO GITANO


Ahora la Audiencia Nacional ha aireado que la trama corrupta Correa/Gurtel se gastó 32.000 eurazos del ala en los focos frívolos para la boda Anita/Agag. Toma moreno, toma castaña. Por lo visto, en aquella boda había más delincuentes por metro cuadrado que en Alcalá Meco. Resulta que estos chicos del clan Aznar iban por el mundo gratis total, por la patilla, por la face, y no se pagaban ni los focos de las bodas, pa qué, si ya apoquinaba el padrino de la mesa del rincón, ése con melenita Al Pacino, tirantes, habano en ristre y aviesas intenciones. Si entonces nadie con dos sílabas en su apellido quiso perderse aquella boda, hoy muchos tiemblan y se arrepienten de haberse visto en el video y en el álbum de recuerdos de los novios, un álbum que a este paso va camino de convertirse en un negro y gran fichero policial: "Mira esta foto Alejandro, ¿te acuerdas del padrino Fulanito? Se le veía tan bien de la bilirrubina. Lástima que hoy esté en el módulo de peligrosos". "Mira Anita, en esta otra estás tan típica en el lago, junto al padrino Menganito. Por cierto, ¿cuando sale con el tercer grado?". 
Algunos periodistas de Madrid ya hablan de La Maldición de El Escorial, porque de aquella boda no salieron otras bodas sino juicios penales y muchos contratos irregulares para aprovechados, mangantes, remangaos y burleros. De aquellos polvos con boda estos lodos de la crisis, podría decirse. Qué engañados nos tenían, qué estafa al pueblo estuprado, ultrajado y vilipendiado. Se les veía a todos los invitados tan dignos, tan de etiqueta y esmoquín (ellos) y de pamela y traje corto (ellas), haciendo el paseíllo nupcial hasta la iglesia, que no podíamos ni imaginarnos lo que había detrás de aquel bodorrio, detrás de aquella tramoya, detrás de aquel andamio de la mentira. Y lo que había eran unos electricistas malos del fraude, Generadores Paulino, mayormente, unos montajistas baratos que se lo montaban a tuti plane, unos tramoyistas del chanchullo que movían el pesetamen del PP, con faldas y a lo loco. 
Capone tenía a sus contables de la ley seca; Nixon a sus fontaneros del Watergate; pues el PP tenía a sus electricistas por doquier para los tiempos del ladrillo rampante y el pelotazo tonto. Que a Bárcenas le hacía falta oxigenarse con una semanita de esquí, pues llegaban los electricistas de Correa y le montaban unos Alpes suizos de flipar, con sus vacas pintas, sus tiroleses afeminados y sus bancos bunkerizados con alfombra roja para chorizos con carné; que Anita Mato necesitaba unos superpayasos con honorarios de Cristiano Ronaldo para el cumple de la nena, no problem, iban los electricistas de El Bigotes (hoy el Barbas, que ya se ha hecho un hombre) y lo preparaban todo para el fiestón; y si se casaba la niña de Aznar, rápidamente aterrizaba un camión lleno de electricistas con bombillas hasta en los dientes y ponían el Monasterio del Escorial con más chorros de luz que la Feria de Abril. Y así fue como los electricistas con pocas luces pero con mucha mano pícara fueron medrando alrededor del aznarismo, así fue como se hicieron un hueco en la política del país. Eso sí, favor con favor se paga, y el drama es que después de los electricistas nos ha ido llegando la factura de la luz, factura que no ha pagado ni el PP, ni Anita Aznar, ni la Botella. La factura, como siempre, la estamos pagando los honrados contribuyentes, que de tan honrados somos tontos. 
Solo el que sabe lo que cuesta casar a una hija hoy en día puede indignarse con aquella boda fastuosa (muchos españolitos tienen que pasar por vicaría discretamente y el banquete da para cuatro cacaos con birras, un par de pasodobles en discomóvil y hala, desfilando). Aquella boda no fue cualquier cosa, fue Anita en el país de las maravillas bancarias, una boda gitana que duró no varios días, sino varios años (y aún la estamos pagando) la boda de unos gitanos muy cucos que llegaron para quedarse a esta romería perpetua de sobresueldos y dinero negro (hasta Pío se lo llevaba muerto, pío, pío, de ti no me fío).   
Este Gobierno del PP es un filón. Nos acostamos con un escándalo mayúsculo y al día siguiente ya se ha quedado viejo porque estalla una historia aún más excitante. Antes de irme a dormir me entero de que José María Aznar está sopesando volver. ¿Será que le queda otra hija por casar?     


Imagen: elmundo.es  

viernes, 17 de mayo de 2013

LA IGLESIA Y LA ESCUELA


De modo que entre los obispazos y Wert le han ganado el pulso al Estado laico y nos han vuelto a colar la asignatura de Religión por donde más nos duele. No solo eso, sino que le otorgan el mismo rango que a las matemáticas y se cargan Educación para la Ciudadanía. Por si no querías caldo, toma dos tazas. No solo es el triunfo de un modelo político educativo con tics retrofranquistas, sino el triunfo de la superchería sobre la razón, el triunfo de la Edad Media sobre la Ilustración, que es aún más grave. Pero no nos quejemos ahora, que la contrarreforma ultra se veía venir desde aquellas manifas domingueras fomentadas por la Iglesia en las que se cantaba Zapatero terrorista, Zapatero maricón. Quién sabe cuál será el siguiente paso de este ministro de la mala educación, de este ministro iluminado, fatuo y fanatizado que se quedó en los tiempos de Felipe II. ¿Españolizar por fin Cataluña, Gibraltar y la Venezuela chavista quizás? ¿Llevar a la escuela pública el espíritu nacional, la gimnasia aria en el Valle de los Caídos, los ejercicios de brazo en alto y cara al sol con dos cojones? ¿Suprimir la teoría de la evolución? 
Por lo que se va viendo, el Gobierno Rajoy se asienta sobre tres pilares principales: Iglesia, recorte al obreraje y manipulación informativa. Ya dan grima y asco los telediarios. Acabo de pillar a Marcos López, el presentador de la 1, cantando loas al superávit comercial de España y pasando de puntillas sobre las consecuencias de la nefasta reforma educativa. El otro día, en la 2, una monjita muy universitaria ella nos daba lecciones sobre la integración de la mujer. Y hace apenas un minuto, también en la 2 (ay, qué pena de la 2) una señora emperifollada (del opus, seguro) nos invitaba a leer la Biblia como terapia contra el desempleo. ¡Puag! Uno prefiere comerse los insectos proteínicos que nos recomienda la ONU antes que ver los informativos de la televisión pública, informativos tóxicos teledirigidos para devolvernos al nacionalcatolicismo, a la juerga del Rocío llena de rocieros analfabetos y borrachos, a los sanisidros con toreros que rezan a la Virgen, mano en el paquete. Qué tristeza de país, qué desolación. Ya no se trata de los seis millones de parados, ya no es la pobreza rampante que lo arrasa todo, ya no es la demolición total del Estado de Bienestar con todos sus nobles principios ni la devaluación de nuestra paupérrima democracia. Es la vuelta al clero todopoderoso del 36, al señor párroco mojando el churro entre olivares con el pobre chapero atontado (el churrero de Churra, lo ha bautizado la tele), es la vuelta al sorbito de extranjis al vinorro del cáliz, al sacristán chusquero repartiendo hostias en el recreo del internado, al canónigo modorrón que suelta latinajos en la misa, al beso al anillo de oro de su eminencia, al hijo secreto del cura, qué escándalo nena. Es la misma Iglesia que ha gobernado el cielo y la tierra por los siglos de los siglos, la que dice que es un crimen investigar con células madre para curar el cáncer (como si las células tuvieran alma y pensamiento propios). Nuestros jóvenes científicos exiliados en Estados Unidos por falta de becas y ellos aquí, aleccionando a los niños en la ciencia del catecismo, la letra con sangre entra, el reglazo en la palma de la mano y el padre nuestro al entrar al colegio. Este es el modelo productivo del futuro que quiere el Gobierno: que inventen otros, que aquí manda el crucifijo omnímodo encima de la pizarra y a cantar la lista de los reyes godos. En unos años tendremos grandes teólogos debatiendo sobre el sexo de los ángeles pero ningún Stephen Hawking, ése es el plan de estudios. ¡Cómo se equivocó Azaña cuando dijo aquello de que España ha dejado de ser católica! España no es sino el reducto espiritual de la Iglesia mundial, España no es más que un crisol de religión y sueños delirantes, España es una tribu medieval temerosa de Dios y una procesión de curas ensotanados levantando el santo bajo un sol católico. No salimos de la patrística, la escolástica y el cilicio en el muslo. No tenemos solución. País de meapilas atávicos, primitivos, cromañones. País de merde. Amén.              




miércoles, 15 de mayo de 2013

LOS MÉDICOS

El Gobierno ha despedido a más de 400 médicos de cinco hospitales públicos sin darles siquiera los buenos días. Así de crudo, chas, chas, mañana no vengas, a la puta calle, ea. La mayoría de ellos eran veteranos con décadas de buena y sabia medicina a sus espaldas y ahora el Gobierno los deja en la rue alegando jubilación forzosa por causas económicas. Otro bonito eufemismo de este régimen manipulador y burlero, suma y sigue. Los despedidos eran médicos comprometidos con la salud de sus pacientes, médicos profesionales que se habían dejado la vida para salvar las vidas de otros, médicos generosos que trabajaban por el más noble ideal: aliviar el sufrimiento de sus semejantes. Así es como este Gobierno cruel y mentecato entiende la gobernación de un país, así es como este Gobierno trata a sus mejores cerebros, a sus mejores manos, a sus mejores corazones. Rajoy y los suyos van a pasar a la Historia como una ruda banda de salteadores de caminos capaces de desvalijarlo todo, de saquearlo todo por un puñado de dólares alemanes.

Hoy es un día negro para este país. Hoy miles de enfermos entrarán en la consulta de su médico de siempre, el que les conoce, el que les comprende, el que sabe de sus alegrías y sus miserias, el que sabe cuál es su melecina (a los ancianos ya les da igual la melecina que les den, solo buscan el consuelo de su amigo de la bata blanca de toda la vida) y se encontrarán a un becario nervioso que aún no sabe distinguir un hígado de un riñón. ¡Pero qué más da, señor Rajoy! Qué más da que a uno le traten un reuma como una gripe, qué más da que le den aceite de ricino para curar el cáncer. Lo único importante es el déficit, la prima de riesgo y todas esas patochadas estúpidas que se han inventado los piratas de Wall Street para estafarnos y engañarnos y así seguir dándose a la buena vida. Hoy, miles de enfermos entrarán en su consulta amiga esperando encontrarse con su médico paciente y honesto y se darán de bruces con un extraño travestido de médico, con un supuesto médico joven que lo despachará en cinco putos minutos, el tiempo de hacerse una paja, como decía Paco Umbral, un médico que puede ser Hannibal Lecter dispuesto a trepanarle los sesos por error o a recetarles un remedio adulterado para sacarse unas perrillas extra con la multinacional farmacéutica de turno. Europa le pide a Rajoy una vuelta más de tuerca al mercado laboral, otra más, mientras el pueblo está ya que no puede, mientras el pueblo está ya en el potro de tortura y una vuelta más de tuerca y le saltan los miembros descuartizados. El Gobierno cederá a la Merkel, de eso no nos cabe la menor duda, y aceptará el despido libre, y el esclavismo y el contrato único, lo llaman único porque solo tiene un único objetivo: joderle la vida al trabajador. A mí el diario Levante-Emv, el diario de la progresía valenciana, me echó el mismo día de Nochebuena después de 20 años de honrado periodismo y no tuvieron ni la delicadeza de darme el finiquito después de Navidad, que es que estos tiburones de la prensa ya no respetan ni al Niño Jesús, joder. Pero es que a estos pobres médicos jubilatas los echan por carta negra, una carta ominosa, la carta anónima de la mismísima mafia, que eso es lo que es este gobierno trilero y mentiroso: los Soprano pero con mucho menos estilo. Esos 400 médicos despedidos injustamente, cruelmente, esas 400 batas blancas pulcras de humanidad y valor, se van con la cabeza bien alta y la conciencia tranquila, con el juramento hipocrático intachable. Pero ellos, nuestros gobernantes pepistas, el clan Bárcenas El Escalador, el gang gurtel, se irán con un único juramento cumplido: el juramente del dinero que nunca duerme. A ellos no les importa el desmantelamiento de la sanidad pública, qué va. Ellos, cuando ya no puedan más de neurosis neoliberal, cuando ya no les quede ni una atrocidad ultracapitalista más que cometer, se tumbarán exhaustos en el diván (privado, claro) de un psicoanalista cien pavos la hora y escupirán sus bonitos pecados por la boca. Ése sí será un gran día.       

Imagen: Forges

jueves, 9 de mayo de 2013

LOS DONANTES


Los informes de la Policía van confirmando, como no podía ser de otra manera, que Bárcenas y los demás chicos del PP tenían muchos y variados donantes gurtelianos. O sea, que aquí había un filesa de donantes y donatarios, qué calladito se lo tenían. Eso es lo que ha pasado en España durante todos estos años licenciosos de burbuja loca y champán francés. Lo que pasaba era que había demasiados paganinis en nómina, un overbooking de donantes. Aquí todo el mundo donaba pastizara a alguien. Donantes por aquí, donantes por allá, un buen folladero de donantes. A Bárcenas El Escalador le donaban mucho parné los grandes constructores madrileños; a los barones del PP les llovían, como no, sus respectivas donaciones en sobres clandestinos; a Urdangarín le donaban Camps, Rita y Matas, mayormente; El Correa y El Bigotes (que son como el Esteso y Pajares de nuestros días) donaban calderilla fina a Camps, y a éste le donaban unos trajes caros los sastres exclusivos de la boutique Milano; Corina se dejaba querer y donar por el Rey, según se cuenta; y los del ERE andaluz (tampoco dejemos aparte a los sociatas, que todo es corrupción) se donaban a sí mismos los dineros de la UE y los reinvertían en hetairas y coca, me gusta tu mierda hermano. España era un inmenso y sucio banco de donantes, un servicio permanente de hemodonación dinerario que iba transfundiendo de un bolsillo a otro. Con tanta donación los gobernantes peperos eran yonquis que se metían por vena la dosis mensual, el chute negro de los donantes. Todos eran drogadictos de una especie de Trainspotting a la española dirigido por un casting de donantes anónimos. El motor de la economía no era el PIB, ni el Banco de España ni el BCE. El motor de la economía era un listado de donantes siniestros que inyectaban un sidazo de corrupción tras otro con sus infectadas donaciones. Andaba por el país un gran camelleo enfermizo de sidosos del soborno, chulazos, trapisondistas y mercachifles que iban donando un pellizquito aquí otro allá a todo quisqui, desde el último conserje pringado del más recóndito ayuntamiento hasta el yerno yernísimo del Rey. Vivíamos no en una democracia real, sino en una aristocracia corrupta de aprovechados y pispantes que donaban religiosamente su buena pasta en B al tesorero Bárcenas. Y así, donación a donación, sobrecito a sobrecito, se lo han llevado todo crudito, han vendido España por fanegas, mientras lo único importante para los señores del PP era que llegara la donación urgente del señor donante. Fue así como Suiza y Andorra se convirtieron en dos autonomías españolas más, con su financiación propia a base de donaciones que iban y venían, los marianitos de don Mariano a buen recaudo en las cajas fuerte y el pueblo, como decía Machado, buscando a Dios entre la mierda. De españoles por el mundo pasamos a corruptos por el mundo. 
Ahora vemos que el dinero de España estaba en manos de unos cuantos donantes desalmados. Ahora vemos que con tanta donación descontrolada el país se ha quedado desangrado, los desahuciados tirándose por el balcón, los estudiantes peleando en la calle la reforma Wert ("si somos el futuro ¿por qué nos dais por culo?") y los inmigrantes muriéndose de asco y olvido (el olvido es la peor de las enfermedades) porque no tienen para pagar la dolorosa del hospital. El dinero del Estado se lo han llevado, céntimo a céntimo, entre donante y donante, entre Bankia y Bankia y tiro porque me toca, y ahora, como no hay un duro, quieren privatizarlo todo, las prótesis de los enfermos, los lápices de las escuelas y hasta las bragas de las enfermeras.     
Aquí no había democracia, qué va, y esto no es una crisis, sino los efectos colaterales de un gang de donantes (¡qué engañados nos tenían!) que se donaban endogámicamente, los unos a los otros, y que se lo montaban en plan dolce far niente, la refinada holgazanería, también don Carlos Fabra (un beso, chato), que ahora va y sale con que Bárcenas es un sinvergüenza. Le dijo la sartén al cazo. Al Capone dándonos lecciones de ética y moral política. Lo que nos faltaba por ver. Qué país.    

Imagen: eljueves                       

miércoles, 8 de mayo de 2013

EL ABORTO


Una diputada popular de Segovia o por ahí acaba de soltar por su boquita de piñón, en el Congreso, que las mujeres que abortan en España son las que tienen menos formación académica. Olé su madre, arsa, casi ná. La señora se llama Beatriz Escudero y aparece muy casual y lozana, con su perrito, en el tuiter (hoy todas las del PP tienen que salir en las fotos abrazando al perro, será para parecer algo más progres y enrolladas). A su señoría le ha faltado poco para decir que solo a las sucias, putonas y desgraciadas mujeres proletas les gusta pasar por el quirófano para rajarse la sagrada maternidad. Cuán desafortunada habrá sido la intervención parlamentaria de Escudero que hasta Celia Villalobos ha decidido salirse del hemiciclo espantada ante el desvarío de su compañera de filas. Eso no se había visto en treinta años de parlamentarismo. No sabemos si la astracanada de Escudero es la opinión general y oficial del PP sobre el espinoso asunto del aborto, pero tampoco nos sorprendería mucho. Barbaridades peores nos han llegado en los últimos tiempos desde la bancada popular. La derecha hispánica (tanto ellas como ellos) es muy macha y brava y parece que no le hace falta para nada eso del aborto, porque sigue practicando el coito sabatino como Dios y la Santa Madre Iglesia mandan (siempre orientado al bien de la prole, of course) y mientras tanto sus mujeres pariendo como conejas bíblica y eternamente. Sin embargo, esto es una falacia más, porque a la hora de la verdad se descubren los gurteles, los bárcenasgates, los paraísos fiscales, la coca y las putas. Se ponen muy exquisitos para defender el derecho a la vida del neonato pero el engaño, el robo, el desfalco, la mentira, el soborno y otros pecadillos menudos no importan, claro.

El aborto es uno de esos problemas endémicos que los españoles no hemos sabido resolver aún, como la reforma agraria, la españolidad del Peñón de Gibraltar y la independencia de Cataluña. Llama la atención este déjà vu histórico que estamos viviendo en los últimos días: los jornaleros andaluces, puño en alto, ocupando los cortijos de los señoritos cayetanos; la Reina Madre amenazando con un referéndum gibraltareño; y el Constitucional tratando de poner diques a la marea catalana. Como en el 36, vaya, pero con "Hombres y mujeres y viceversa", que hoy le he echado un ojo al programita de marras y he aprendido un nuevo palabro: chochoplastia. Hay que estar al loro en el argot de la calle para enriquecer el estilo y no quedarse out, y ese programa de poligoneras tatuadas y cachitas hormonados es un buen reflejo de la sociedad de silicona en la que vivimos. No sabemos si la señora Escudero está a favor de la chochoplastia estética y veraniega, pero uno cree que en este asunto del aborto hay demasiada Iglesia estéril y demasiado Opus Dei intrigando en la sombra, malmetiendo, haciendo su cruzada medieval contra un hecho biológico y natural que debería ser competencia exclusiva de la mujer, de la mujer y todo lo más de su ginecólogo de guardia. 
Es evidente que detrás de Gallardón, o delante, o al lado, me da igual, como diría Rajoy, está Rouco, y la reforma que nos prepara el Gobierno es una concesión al Vaticano, al nacionalcatolicismo que impregna al Partido Popular y al cuarentañismo franquista todavía vigente en este país. Pero me temo que esta enésima reforma no resolverá nada porque de sexualidad y psicología femenina ni Gallardón ni Rouco saben ná de ná y me atrevería a decir que hasta el rudo Rouco sabe más de mujeres que el pichafloja del ministro. Experiencia no le debe faltar, a fin de cuentas no hace tanto que los curas imponían los centímetros de pierna y brazo que podían enseñar las damas. 
Hay miles de mujeres en nuestro país (cientos de ellas muy jóvenes) que ahora mismo viven la tragedia de una maternidad errónea, imposible, dramática. Hay miles de mujeres que en estos momentos están tendidas en una camilla llorando niños amados pero imposibles, llorando ilusiones rotas, llorando amargos secretos que el Estado quiere violentar con una ley cruel y talibán. Por eso no es cuestión de que una diputadita repija a la que solo conocen en Segovia se ponga a hacer alegres y baratas interpretaciones sociológicas y después salga del Congreso tan tranquila para irse a la peluquería. ¡Un poco de sensibilidad, señora Escudero!                   


Imagen: galiciae.com

lunes, 6 de mayo de 2013

EL CUARTO PODER


Acaba de cumplirse el Día Mundial de la Libertad de Prensa y como estábamos ocupados escribiendo sobre las andanzas de Rajoy no pudimos hacer el comentario oportuno. Ahora lo hacemos. 

La prensa nació como contrapoder, es decir, poder contra poder, y desde ese punto de vista el periodismo ha perdido todo su significado semántico e histórico. Queremos decir que los periódicos, al igual que el resto de medios de comunicación social que formaban el tradicional cuarto poder, ya no tienen la influencia que ejercían antes y no hay más que ver que no ha dimitido ni un solo cargo político tras airear El País los asuntillos de Bárcenas El Alpinista. ¿Por qué? Pues porque al político trincón se la trae al fresco salir en los papeles, porque nunca pasa nada y hasta le gusta, que la foto entrando en el juzgado quedará muy típica dentro de unos años en el álbum de recuerdos de los nietos. Yo mismo, como periodista, estuve nueve años denunciando los supuestos fraudes y pelotazos de Carlos Fabra Carreras y no sirvió de nada, salvo para que me mandaran a la cola del paro. Hoy Don Carlos sigue viviendo a cuerpo de rey en su lujosa mansión de Platgetes y yo tengo que hacer encaje de bolillos para pagar la comida del perro. Sirva este ejemplo trágico y personal para ilustrar nuestra tesis: que un periódico en España ya no es ningún poder influyente, que ha declinado en otra cosa, en una pantomima al servicio del sistema, en un residuo del pasado, como los sindicatos, las películas en blanco y negro o el Real Madrid. Un periódico hoy ya no sirve ni para envolver bocadillos (el papel es malo de cojones) y se ha quedado en un mercadillo ambulante que vende botellas de vino o vajillas chinas por entregas en la edición de fin de semana, vamos nena que se acaba. Hoy, los cajones de las redacciones están llenas de grandes reportajes que nunca verán la luz porque perjudican al político de turno, al banco de la esquina o lo que es aún peor, al centro comercial que se deja un pico en publicidad y que goza del estatus de intocable y sagrado. Eso es lo que nos queda después de dos siglos gloriosos de periodismo, eso y una sangría de diez mil despidos improcedentes de buenos profesionales que han sucumbido al poder financiero, que es el único poder, no nos engañemos.
Los periódicos perdieron su función social y su sentido romántico/idealista en el momento en que quedaron atrapados por los grandes grupos financieros y mediáticos. Entonces todos los valores de una profesión digna y honesta se fueron al carajo. Cuando los contables entraron a saco en los periódicos los periodistas saltaron por la ventana y ya solo quedan en las redacciones cuatro becarios asustadizos, adocenados y funcionariales que saben decir "sí buana" y que rellenan páginas como churros a cambio de un salario de miseria que no da ni para pagar el alquiler. ¡Qué diferentes estas nuevas generaciones de periodistas de aquellos maquis de la información, aquellos lobos esteparios de la Transición que morían por una buena historia y mataban por defender la libertad! Ahora vienen bien titulados, bien bebidos y bien follados de la Universidad pero la mayoría no sabe escribir una hache intercalada y cree que Franco vivió en el Edad Media. (A estos ágrafos con esperanza de rehabilitación se les recomienda Deadline, la maravillosa película de Richard Brooks; se aprende más con ella que en cinco años de tediosa carrera).         
El que quiera hacer una prueba de cómo está el periodismo español no tiene más que darse una vuelta por la redacción de algún periódico (regional, si es posible, son más cutres) y podrá comprobar que no hay ningún periodista en la calle, la calle que siempre fue el hábitat natural de todo reportero. Todos están sentados frente al ordenador, con caras de lelos, de robots alienados, esperando que llueva una noticia de teletipos o que le asciendan o que le den el finiquito redentor para irse a casa de una vez, qué más da. Quevedo hizo el mejor periodismo de la Historia, un periodismo valiente, audaz, bronco, incorruptible. Fue el flagelo del poder corrupto en el Siglo de Oro. Hoy también tenemos nuestro siglo de oro, de oro para unos pocos chorizos aprovechados, mientras el pueblo agoniza y ni siquiera le queda ya el arma de una prensa fuerte, independiente y libre para defenderse. Hoy esos valores se han perdido, o mejor, se los ha usurpado al periodismo un contable analfabeto y mafioso con puro y tirantes que sabe mucho de cifras y poco de letras. Porca miseria.           


jueves, 2 de mayo de 2013

ROOSEVELT VERSUS RAJOY

Después del clamor de la calle contra Rajoy que se ha vivido durante el Primero de Mayo cabe hacerse una pregunta fundamental: ¿Y ahora qué? Queda claro que estamos ante un presidente paralizado, noqueado, grogui. El manda gallego sigue recurriendo al tópico de que sus políticas van por buen camino, o sea, austeridad, austeridad y más austeridad. Y de ahí no lo sacamos, qué manía con la austeridad. Pero habría que recordarle a su señoría que su ideología conservadora nos ha llevado a donde estamos, a los seis millones de parados, a las calles llenas de mendigos con cartela y a la ruina del Estado de Bienestar. Nosotros, como no somos economistas ni nos interesa ponernos en plan coñazo, no somos quién para indicarle cuál es el camino, allá él, que para eso le pagamos, pero uno está leyendo una biografía sobre Roosevelt y se le ocurre que esta crisis que padecemos es un revival del crac del 29. Cuando el gran presidente americano llegó al poder se encontró con unos Estados Unidos sumidos en la miseria, el miedo y la falta de futuro. Treinta y seis familias controlaban casi la mitad de la riqueza, la tasa de paro ascendía a más del 25 por ciento y 21 millones de familias no tenían ahorros de ningún tipo. Miles de inversores se habían lanzado a la especulación bursátil y los bancos vivían en una burbuja financiera similar a nuestra belle époque del ladrillo. ¿Cómo logró Roosevelt sacar al país de la recesión? Pues verá, señor Rajoy: ¿Le suena de algo el New Deal? Asistencia social, recuperación, reformas. No veo yo mucha asistencia social en la política del PP, sino más bien al contrario, y en cuanto a la recuperación y las reformas, ná de ná. La primera medida que tomó Roosevelt fue dictar leyes de remodelación de los bancos, programas de asistencia social inmediata, ayudas para fomentar el empleo y proyectos agrícolas. Tras ganar las elecciones, tardó solo cien días en dictar normas urgentes para atajar la recesión. Aquí llevamos años de desgobierno esperando un pacto social contra la crisis. Y lo que te rondaré morena. En su célebre discurso de investidura de 1933, el señor Roosevelt dijo: "Lo único que debemos temer es al propio temor". Olé, eso es hablar con osadía y no trabucándose o con ambigüedades como Cospedal. Al día siguiente adoptó su primera medida: el cierre excepcional de todos los bancos del país. Más tarde permitió abrir únicamente a aquellos que hubieran pasado un riguroso examen de solvencia (solo unos cuantos aprobaron el test, aquí suspenderían todos por butroneros y aprovechados). Mil millones de dólares en moneda y oro retornaron a las entidades más saneadas y el dinero empezó a circular de nuevo por los estados federales. Además, Roosevelt obligó a todo el que tuviera depósitos en oro a cambiarlos por dólares, medida que, como no podía ser de otra manera, enervó a los conservadores, que hablaron de ataque al derecho de propiedad y a la constitución, siempre la manida frase del ataque a la constitución para defender los privilegios de una casta minoritaria. Hoy, los defraudadores viven a cuerpo de rey en paraísos fiscales sin que el Gobierno popular mueva un dedo para cazarlos, por mucha tralla retórica que emplee Montoro.  
Durante su mandato, el presidente de USA impulsó las prestaciones por desempleo, mantuvo las jubilaciones a mayores de 65 años y la asistencia a minusválidos. Rajoy nos habla de recortes en los subsidios, de trabajar hasta la ancianidad y de jubilaciones cada vez más raquíticas. Por no hablar de los desahuciados de sus casas. Por si fuera poco, Roosevelt obligó a las empresas a firmar un código de buenas prácticas de competencia para redinamizar la red industrial y evitar así actividades destructivas. Igualito que aquí, donde los empresarios del clan Gurtel y los amiguitos del alma del poder se han pasado las buenas prácticas por el forro. 
Los planes de obra pública y contra el desempleo del New Deal dieron trabajo a un cuarto de millón de jóvenes y en poco tiempo dos millones de parados estaban trabajando. Sirva como ejemplo que se creó un cuerpo civil de protección medioambiental para la repoblación forestal, la lucha contra la contaminación, la erosión y las inundaciones. 
En otra frase mágica para la Historia, el presidente americano dijo que "las prácticas de los hombres sin escrúpulos serán juzgadas por la opinión pública". En España, a los políticos trincones Rajoy los encumbra como ciudadanos ejemplares (véase Carlos Fabra) y a los trileros como Bárcenas los premiamos con indemnizaciones millonarias o los mandamos de vacaciones a esquiar montes de fraude en Suiza. 
Es cierto que las políticas del New Deal dispararon el déficit público (3,5 millones de dólares en 1936) pero lo que importa es que el Estado de Bienestar sobrevivió al crac, mientras que el nuestro va camino de un Estado del Malestar. Roosevelt se fijó en las personas y no en los números, ésa fue la clave de su éxito. Por eso él pasará a la Historia gloriosa y Rajoy se diluirá como un azucarillo amargo.   


Imagen: Almuerzo en lo alto de un rascacielos de Charles C. Ebbets

miércoles, 1 de mayo de 2013

DÉJELO, DIMITA, VÁYASE


Señor Rajoy: este Uno de Mayo se lo están diciendo los seis millones de parados, se lo están diciendo los miles de desahuciados de sus casas, se lo está diciendo la sociedad en pleno, la calle, el pueblo. Déjelo, dimita, váyase. No es necesario que siga salvándonos de la crisis con sus recortes que más bien son hachazos, con sus ajustes despiadados y sus recetillas ultraconservadoras. Deje ya de jodernos la vida, oiga. Usted va a pasar a la historia como el presidente que pisoteó los derechos de los trabajadores, como el hombre que firmó la defunción del Estado de Bienestar, como el mayordomo dócil de una alemana insaciable que hacía topless juvenil y que cada vez le pide más y más. No sé si ha caído usted en la cuenta, señor Rajoy, pero la gente es que se muere de hambre en España, ya no aguanta este austericidio neoliberal que nos impone a hierro y sangre mientras los alemanes tienen fly, tienen party, tienen una sabrosura, como dice ese anuncio hortera de la TV. Déjelo, dimita, váyase. No siga por ese camino. Está muy bien que nos pida paciencia, pero la paciencia tiene un límite y no podremos aguantar tanta miseria y tanto paro hasta el horizonte de 2020, como reclama La Razón en esa infame portada. Las manifestaciones obreras de hoy deberían servir para que cambiara sus políticas de rumbo, señoría, aunque mucho nos tememos que seguirá ERE que ERE hasta que acabe con todo.    

Usted se ha convertido ya en un presidente invisible que, como una aparición mariana, se comunica con el país a través de un televisor de plasma. Ha quedado como un premier ectoplasmático, fantasmagórico, etéreo. Corre como un hurón por los pasillos del Congreso para no toparse con los impertinentes periodistas, se escabulle de las propuestas de pactos nacionales de la oposición y los sindicatos, se ha puesto feo de mentiroso, enfermo de corruptelas, sospechoso de pilletes, butroneros, apandadores y sobrecogedores. Ni siquiera ha sido capaz de dar un puñetazo en la mesa y poner a Bárcenas El Alpinista en su sitio. Será quizás porque el tesorero mojarra lo tiene bien cogido por los cataplines. No sabemos cómo lo ve usted, señor presidente, pero un jefe del Gobierno que se dice limpio, honesto e íntegro no puede seguir jugando al póquer con los jókers de la corrupción. Tenga en cuenta que el metódico juez Ruz sigue el rastro de esos sobrecillos mudos que iban y venían de Génova y que ha llamado a declarar ya, como imputados, a los donantes que hacían las transfusiones a sus filesas y sus gúrteles. Que no es por nada, señor Rajoy, que es por dignidad, por apresto, por compostura, porque aquí sobran sobres y falta honradez y atino. El tiempo se le acaba, tiene que decir algo, pronunciarse de una vez por todas sobre el gang de constructores que le estaban pagando las vacaciones por la cara a usted y a su equipo de ministros calvorotas. Lo de su partido ha sido un "suizidio" colectivo en toda regla, porque toda la cúpula pepera se había dado al paraíso suizo, al fumadero montañoso del negocio fácil, sin pensar que el dinero negro, como el chapapote, siempre deja una mancha indeleble. Pero es que ya nos da igual si los sobresueldos iban a Suiza, a Sebastopol o si se los llevaba Bárcenas a sus paseíllos por el Everest. Solo queremos que se vaya, coño, que nos deje tranquilos, porque se le sospechan demasiados gúrteles y lo mejor es que tome los cuatro sobres de mierda que llegaban al partido y que corra, como Woody Allen. 
El país se nos va al garete y a usted solo se le ocurre meter las narices en Informe Semanal para que emita reportajes bochornosos sobre el escrache ciudadano. Ya se le empiezan a notar los tics autoritarios, las maneras de antes, la censura franquista y el No-Do que todo gobernante del PP, como una niña del exorcista, parece llevar dentro de sí mismo. Cualquier día nos coloca a Urdaci al frente de los informativos para que vuelva a soltar por su boquita que lo de Atocha lo hizo ETA. Y que toda la culpa del paro la tienen los pérfidos sociatas. Of course.