Hoy es un día negro para este país. Hoy miles de enfermos entrarán en la consulta de su médico de siempre, el que les conoce, el que les comprende, el que sabe de sus alegrías y sus miserias, el que sabe cuál es su melecina (a los ancianos ya les da igual la melecina que les den, solo buscan el consuelo de su amigo de la bata blanca de toda la vida) y se encontrarán a un becario nervioso que aún no sabe distinguir un hígado de un riñón. ¡Pero qué más da, señor Rajoy! Qué más da que a uno le traten un reuma como una gripe, qué más da que le den aceite de ricino para curar el cáncer. Lo único importante es el déficit, la prima de riesgo y todas esas patochadas estúpidas que se han inventado los piratas de Wall Street para estafarnos y engañarnos y así seguir dándose a la buena vida. Hoy, miles de enfermos entrarán en su consulta amiga esperando encontrarse con su médico paciente y honesto y se darán de bruces con un extraño travestido de médico, con un supuesto médico joven que lo despachará en cinco putos minutos, el tiempo de hacerse una paja, como decía Paco Umbral, un médico que puede ser Hannibal Lecter dispuesto a trepanarle los sesos por error o a recetarles un remedio adulterado para sacarse unas perrillas extra con la multinacional farmacéutica de turno. Europa le pide a Rajoy una vuelta más de tuerca al mercado laboral, otra más, mientras el pueblo está ya que no puede, mientras el pueblo está ya en el potro de tortura y una vuelta más de tuerca y le saltan los miembros descuartizados. El Gobierno cederá a la Merkel, de eso no nos cabe la menor duda, y aceptará el despido libre, y el esclavismo y el contrato único, lo llaman único porque solo tiene un único objetivo: joderle la vida al trabajador. A mí el diario Levante-Emv, el diario de la progresía valenciana, me echó el mismo día de Nochebuena después de 20 años de honrado periodismo y no tuvieron ni la delicadeza de darme el finiquito después de Navidad, que es que estos tiburones de la prensa ya no respetan ni al Niño Jesús, joder. Pero es que a estos pobres médicos jubilatas los echan por carta negra, una carta ominosa, la carta anónima de la mismísima mafia, que eso es lo que es este gobierno trilero y mentiroso: los Soprano pero con mucho menos estilo. Esos 400 médicos despedidos injustamente, cruelmente, esas 400 batas blancas pulcras de humanidad y valor, se van con la cabeza bien alta y la conciencia tranquila, con el juramento hipocrático intachable. Pero ellos, nuestros gobernantes pepistas, el clan Bárcenas El Escalador, el gang gurtel, se irán con un único juramento cumplido: el juramente del dinero que nunca duerme. A ellos no les importa el desmantelamiento de la sanidad pública, qué va. Ellos, cuando ya no puedan más de neurosis neoliberal, cuando ya no les quede ni una atrocidad ultracapitalista más que cometer, se tumbarán exhaustos en el diván (privado, claro) de un psicoanalista cien pavos la hora y escupirán sus bonitos pecados por la boca. Ése sí será un gran día.
Imagen: Forges
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