viernes, 21 de noviembre de 2014

LA IZQUIERDA REAL




(Publicado en Revista Gurb el 21 de noviembre de 2014)

Gaspar Llamazares (1957) es licenciado en Medicina por la Universidad de Oviedo y máster en salud pública. A los 24 inició su actividad política en el Partido Comunista de Asturias y siete años más tarde se convirtió en el coordinador general de Izquierda Unida en esa comunidad autónoma. En 1991 fue elegido diputado en la Junta General del Principado de Asturias, ejerciendo como portavoz del grupo parlamentario de IU, y a finales de 2000 fue elevado al cargo de coordinador general de esta formación, un puesto que ostentó hasta 2008. En la actualidad es el presidente de la Comisión Mixta para el estudio del problema de las drogas y portavoz de su grupo en las comisiones de Justicia, Sanidad y Servicios Sociales. Llamazares, que alterna su labor política con una intensa actividad como tertuliano en programas de televisión, acumula ya una dilatada trayectoria pública y es referente indiscutible de la izquierda española de los últimos años. Como diputado ha vivido en primera línea los grandes acontecimientos históricos que se han producido en España desde los inicios de la década de los 90. "En estos momentos la estructura de la justicia española, con la situación presupuestaria que tiene, no cuenta con capacidad para afrontar un problema tan grave como es la corrupción", asegura. Llamazares cree que es un error que el Gobierno de Rajoy se parapete en el Tribunal Constitucional y en la Fiscalía para resolver el problema de Cataluña y sobre Felipe VI afirma que no está a la altura política de su padre: "Es un Rey de medio pelo".

Foto: David Busto Méndez

Entrevista completa en Revista Gurb

sábado, 15 de noviembre de 2014

REINA DE LAS ALTURAS

 (Publicado en Revista Gurb el 15 de noviembre de 2014)

Ruth Beitia (Santander, 1979) fue medalla de oro en salto de altura durante los pasados Campeonatos de Europa de Atletismo celebrados en Zurich, completando así una trayectoria deportiva envidiable al alcance de muy pocos. Desde 1998, cuando batió su primer récord de España saltando 1,89, ha estado en la elite con las mejores saltadoras del mundo, acariciando la medalla en los Juegos de Londres, donde fue cuarta a un paso del bronce (tres nulos en 2,03 la privaron de su primer trofeo olímpico). Charlar con Ruth es charlar con una leyenda del deporte, ya que es la única mujer española de la Historia que ha superado la barrera de los dos metros de altura. Algunos consideran que esta cántabra que compagina su pasión por el salto con una intensa actividad política como diputada regional es ya la mejor atleta de nuestro país de todos los tiempos, una etiqueta que ella rechaza, aunque se siente halagada. "No me considero mejor que nadie", asegura, "solo una privilegiada por hacer lo que me gusta". En la entrevista que concede a la Revista Gurb revela que uno de los secretos confesables de su éxito es "tomar una cerveza artesanal al día", además de muchas horas de entrenamiento, sacrificio y esfuerzo. Concienciada con los problemas de sus paisanos de Cantabria, de la mujer y de los discapacitados, por los que trabaja en el Parlamento autonómico, afirma que daría todas sus medallas si con eso "se consiguiera terminar con el paro en España".

Entrevista completa en Revista Gurb

jueves, 13 de noviembre de 2014

LOS CAQUIS DE COTINO


El ex presidente de las Cortes Valencianas, el inefable y opusino Juan Cotino, había dejado ya la política para dedicarse a cultivar dóciles caquis, allá en su pueblo, como un granjero de Minnesota. Ha sido allí, plantando esa fruta mediterránea, donde se ha llevado el disgusto de su vida al enterarse de que el juez lo acusa de beneficiar a los mafiosos de la Gurtel que hicieron negocio con la visita del Papa Ratzinger a Valencia. Ahora entendemos que Cotino se había inventado lo del caqui para alejarse del mundanal ruido, del fragor de los tribunales, de la alargada sombra de la Justicia. Él debió pensar que refugiándose a tiempo en sus caquis, apartándose de la política y poniéndose el honrado disfraz de agricultor, como cuando Mortadelo se colocaba el disfraz de palmera, el juez terminaría olvidándose de él. Pero caquis de la China, rien de rien, vamos que no ha colado. Cotino creyó que si se refugiaba en sus inocentes caquis, si se aplicaba escolásticamente a sus amigos los frutales, en cuerpo y alma como un monje cartujo, la Justicia lo dejaría en paz y podría salir limpio del vendaval de mierda que azota Valencia como las nueve plagas de Egipto. Debió pensar el hombre que alejándose de todo en su último refugio agropecuario, haciendo voto de silencio y cultivando el caqui, sin meterse ya con Mónica Oltra ni con los rojos ni con nadie, podría pasar desapercibido, librarse, escaquearse de la Audiencia Nacional. No ha sido así. El juez le ha echado el guante y ahora solo le queda comerse el marrón, o sea los caquis, que son astringentes y van bien contra la cagalera el día del banquillo judicial. Pretendía apartarse de todo el diputado del Cristo y la Biblia, pero los pecados del pasado rebrotan siempre en el futuro, como los caquis rebrotan por primavera. Me imagino yo al hortelano Cotino absorto en su huertecillo, injertando un caqui aquí y otro allá, como cuando injertaba contratos a dedo en la administración valenciana. Pienso yo en ese Cotino examinando la mordida que sus dientes dejan en el jugoso caqui, que es como la otra mordida, la clandestina, solo que más pura y natural, menos sucia. El conseller, haciendo valer la máxima de Shakespeare de que siempre es mejor ser rey de tu silencio que esclavo de tus palabras, quería seguir callado, mutis por el foro, cremallera total, él a su podadora y a sus caquis, a ver si colaba y no se daba cuenta la Guardia Civil, pero al final el juez se ha enterado y quiere que Cotino hable de sus casos, de sus contratos, de la pasta, de sus empresas, de Canal 9, de tantos y tantos chanchullos. Un ángel exterminador con puñetas y toga negra se le ha aparecido en el huerto, entre árboles y caquis, como una Anunciación de Fra Angelico, para decirle que por muy del Opus que sea ya no es virginal, ni puro, ni inconsútil, sino que está preñado de turbiedades, de mentiras, de cosas. Está tan ocupado el conseller en su huerto de silencios que mucho nos tememos que pondrá como excusa que no puede ir a declarar al juzgado porque tiene que levantarse temprano para trabajar sus caquis, que luego se secan, se pierde la cosecha y es una pena. A veces, el silencio es la peor mentira, decía don Miguel de Unamuno, y Cotino tiene que dejar de callar, de mentir, que luego se enteran los de la UDEF y te dejan en pelotas, como esos desencuerados de Adán y Eva que andan todo el día enseñando la angula y el parrús en la televisión. Cotino que se deje ya de caquis y que vaya al juzgado a explicar quién sacó tajada del viaje del Santo Padre. Que ya le llevarán los caquis a Alcalá Meco.

Imagen: Efe  

miércoles, 12 de noviembre de 2014

EL LIGUE DE MONAGO



Al presidente extremeño, José Antonio Monago, le han pillado la friolera de 32 viajes a Canarias, supuestamente a costa del bolsillo del pueblo, para visitar a una amiga venezolana entrañable, que ahora se llama así a la enamorada, querida, entretenida o ligue fugaz. Él se ha apresurado a decir que devolverá hasta el último céntimo pero ya no se trata de restituir el dinero, se trata de dignidad, de decencia, de responsabilidad política. Todo eso que han perdido también los que le jalean al grito de presidente, presidente. Uno cree que este amorío caribeño, esta aventura tropical al filo de lo imposible, solo se limpia ya con una higiénica y honrosa dimisión. Lo demás son monsergas, vanas excusas, pijadas. Entendemos que al señor Monago le ha perdido una locurilla otoñal amorosa, el delito más inocente y cándido que alguien pueda cometer cuando entra en el crepúsculo de su vida personal y profesional. No se trata aquí de quemar en la hoguera al señor Monago por liarse la manta a la cabeza, tomar un avión alevoso y nocturno con rumbo a la frontera del amor prohibido, que es el que da morbo, y echar una canita cimarrona al aire (o muchas). Allá cada cual con su bragueta y su pichica. De lo que se trata aquí es de que el pueblo español mísero, anémico, carente, no está para costear las amantes de él ni de nadie. Los vicios que se los pague cada uno con su bolsillo y con sus culpas. Pero parece que este Gobierno calabrés, siciliano, estaba muy mal acostumbrado. El pelotazo llevaba a la mordida, la mordida a la mariscada, la mariscada a Suiza y Suiza al burdel de alto standing con tarjeta black, fiesta del pijama y raya de coca. Era el procedimiento legislativo que se seguía habitualmente, una cosa llevaba a la otra. Monago, que se sepa, no estaba en esa cadena sucia, no ha pisado el fango hediondo de sexo, drogas y rock and roll en el que andaba metido el partido. Él era el Barón Rojo del PP que surcaba los cielos de la lujuria y las mataba callando, con elegancia. Un caballero maduro que ponía piso y avión, un señor solvente para relación seria y estable con señorita, como los de antes, porque a él le iba más la vena romántica que el putiferio, la escapada africana con Trivago, el paseo de tortolitos por la bahía de Tenerife, la cena íntima a la brisa del mar, el joyón sorpresa entre mariachis y el magreo Julio Iglesias a la luz de las velas. No hacía daño a nadie con su pequeño secreto, salvo a las arcas del Senado, que son nuestras arcas, eso sí. Allí, en Tenerife, bien lejos de los problemas de Estado, de los jueces y las traiciones, el gran hombre se entregaba al sueño falso de la amante/confidente, la única que le comprende a uno y se le puede contar con toda confianza que fulano está imputado, fijate tú, que mengano ahora va y sale en la Púnica, quién lo iba a decir, que a Zutano no le llega la fianza para salir del trullo, qué escandalazo. En un beso sabrás todo lo que he callado, decía Neruda. Pues Monago necesitaba irse a las Canarias para besar y callar, para dejar atrás la pura y cruda realidad, relaxing cup con mojo picón, quitarse el estrés a polvos, huir siquiera por un momento de la ruina del partido, de la crisis, de los jueces pesados de la Audiencia Nacional que no le dejan en paz a uno, de las escuchas telefónicas, de las redadas de los picoletos, de las aburridas reuniones de Génova, de las ocurrencias de Rajoy, de las mentiras de Blesa El Dandi y del Pequeño Nicolás, que siempre anda metiendo las narices en todo y está hasta en la sopa el nene. Un beso legal nunca vale tanto como un beso robado, decía Guy de Maupassant. Pues eso: lo ilícito, lo clandestino, lo pecaminoso es la puerta a la fugaz felicidad y eso es lo que hacía Monago. Pasárselo pirata. Solo que a costa de nuestro parné. El muy canalla.

Ilustración: Alejandro Zerené Homs        

CATALUÑA Y EL PEQUEÑO NICOLÁS

(Publicado en la Revista Gurb el 7 de noviembre de 2014)

Ahora resulta que el Pequeño Nicolás, ese inocente querubín que se movía como un pececillo en el agua por las cañerías sucias del PP, también mantenía oscuras relaciones con el enfangado Oriol Pujol. Cuenta la press que la criatura llegó a ofrecerle al quinto hijo del clan ferrusoliano un trato de favor en el juzgado a cambio de que le pasara información comprometida sobre Esquerra Republicana de Cataluña. Qué chiquillo éste tan travieso. Te despistabas un momento y te robaba un selfie o te venía con un contrato en Filipinas o te arreglaba Cataluña en un pestañeo. Siempre estaba en la pomada el nene. No ha habido acontecimiento histórico en la España de los últimos años que no haya pasado por su pequeña Nikon y sus manos adolescentes y muñidoras.
La historia de las turbulentas relaciones seculares entre España y Cataluña, desde los Reyes Católicos y aquello, iban necesitando ya de un hombre así: decidido, ágil, intrépido. Alguien como el Pequeño Nicolás. Desde los Austrias a los Borbones, pasando por dictadores y demócratas, nadie ha sabido o querido resolver el problema catalán, la cuestión, el conflicto, como dicen los soberanistas. Hasta que ha llegado él con su nuevo estilo de neopijo remilgado y redicho de colegio mayor. Lo de la independencia de Cataluña es una minucia para el Pequeño Nicolás, eso lo arregla él en un minuto con cuatro dosieres secretos y unos tejemanejes en la sombra. Solo el Pequeño Nicolás puede impedir que España se rompa en estos momentos de ébolas nacionalistas, solo un lumbreras como él, parido cada quinientos años, puede evitar lo inevitable, el destino trágico y fatal de esta España agónica y bostezante. El Pequeño Nicolás es la perla ultimísima de la inmunda cantera política española, lo más de lo más, el puto amo. El Pequeño Nicolás le ofrece a Artur Mas un ministerio en Guinea Ecuatorial y problema secesionista resuelto. Ni Mariano, ni Pedro Sánchez, ni Pablo Iglesias, ni federalismos, ni terceras vías, ni hostias. Si el chico se pone, se pone, y arregla Cataluña con cuatro telefonazos bien dados. Angelito de candidez diabólica, monaguillo ensotanado de Hugo Boss, James Bond de las FAES, tú sí que has sabido montártelo, trabajártelo, trepar por las alcantarillas del partido. No perdamos más el tiempo con ministros incapaces de calvas frailunas. Mandemos de inmediato a Barcelona al atrevido y descarado Pequeño Nicolás para negociar con Artur Mas, con Oriol Junqueras, con la vieja bruja Ferrusola, si es necesario. Pasemos ya del nulo, improductivo y anticuado Rajoy, siempre sesteando en su concha monclovita, siempre aferrado a su estéril constitucionalismo centralista, rancio, barato. En esta España de Far West, de alcaldes cuatreros y folclóricas bandoleras, hace tiempo que ya no necesitamos leyes, ni decretos, ni estatuts de autonomía. Nos sobra y nos basta con las maniobras orquestales en la oscuridad de este renacuajo envarado del lodazal hispánico que ha movido medio país con su tonto smartphone. Ay el Pequeño Nicolás, crupier del tarjeteo black, chico de los recados de la Cosa Nostra madrilota. Él sí que controla todo el tema, corta más bacalao que la Cospe, más que Soraya, más que Felipe VI, que no se entera cuando el chaval se cuela en la Zarzuela y anda zascandileando por ahí, por los salones de palacio, como Pedro por su casa, y cualquier día se sienta a la mesa a jugarse un parchís con Leonorcita. Lo digo aquí y ahora, qué pasa, y lo pongo por escrito si hace falta: tras quinientos años de guerras secesionistas, el Pequeño Nicolás es nuestro hombre, el factor humano perfecto para arreglar España y sus agrios nacionalismos. Porque además el muchacho es un patriota, a ver si no, y siempre mira por el interés de España al 3 por ciento. Primero la patria y luego la mordida en reservados discotequeros; primero la rojigualda y luego el pelotazo entre Pinto y Valdemoro; primero el país y luego el descanso del guerrero, a ser posible con La Pechotes, faltaría plus.
Él, el Pequeño Nicolás, mugrosillo cachorro de la camada gurteliana, lo hace todo por el bien de España, y si lo mandamos a Barcelona como agente doble con maletines llenos de billetes, pactos fiscales, transferencias y dosieres seguro que hace de Artur Mas un converso españista. Jesucristo eligió doce apóstoles y uno le salió rana, pero es que a Espe Aguirre la ha salido un estanque entero, por mucho que ella diga. Hombres granados de vicio y alcaldes puteros por doquier. Y encima el Pequeño Nicolás, que va por ahí arreglando España. O dando por saco, el niño.

Ilustración: Adrián Palmas

SOLO PARA PERIODISTAS


 (Publicado en la Revista Gurb el 24 de octubre de 2014)

Hoy no me andaré por las ramas, voy a decirle a esa panda de desalmados que dirigen algunos medios de comunicación lo que significa ser un periodista de verdad, por si se les ha olvidado, que parece que sí. O mejor dicho, para empezar, primero les diré lo que de ninguna manera puede hacer un periodista: un periodista no puede convertirse en un fatuo millonario que se levante cien mil euracos del ala al año sin hacer otra cosa que calentar la poltrona de piel de su despacho olímpico; un periodista no puede ser el amiguito del alma de ese empresario de turno o político apesebrado o banquero influyente que deja caer por la redacción, como quien no quiere la cosa, una prebenda o un regalo por Navidad; un periodista que se precie no puede codearse de ninguna de las maneras con toda esa recua estéril que se dedica a pastar por los campos de golf y a abrevarse servilmente en restaurantes de cinco tenedores; un periodista de verdad, no un fantasma con cadenas, no un pelele, no una caricatura de sí mismo, no puede desayunar, ni almorzar, ni cenar con ninguno de esos tipos que no tienen más función en este mundo que amasar pasta crudamente y joderle la vida a los demás; un periodista no debe, bajo ningún concepto, cambiar un titular a última hora solo porque puede hacerle pupa a un pez gordo, sea de sangre roja o sangre azul; un periodista no puede ir de tertulia en tertulia, de plató en plató, como puta por rastrojo, para sacarse unas perrillas como un mal comisionista de la información, como un tratante de bulos sin fuste; un periodista no puede despedir a otro periodista que no hace más que ganarse el pan de sus hijos cumpliendo con su obligación de informar veraz y honradamente; y sobre todo, y por encima de todo, un periodista no puede arruinarle la vida a otro periodista para salvar su culo cobarde, inmundo, mezquino.
Y ahora, dicho lo cual, diré en qué consiste el oficio más bello del mundo. Un periodista debe vivir cada segundo en la calle, con pasión por la noticia, como si fuera el último instante de su vida; un periodista nunca debe irse a la cama hasta haberle echado el cepo a una buena noticia; un periodista debe sufrir con el que sufre, padecer con quien padece, denunciar junto a quien denuncia; un periodista debe buscar por encima de todo la verdad y la justicia, dejando a un lado cualquier otra consideración, como sus intereses salariales o laborales, sus posibilidades de ascenso o su fama o prestigio; un periodista debe saber que puede terminar herido o caer abatido en la lucha desigual contra el poder ominoso; tiene que ser como un ángel exterminador al que no le tiemble el pulso a la hora de fumigar a un corrupto; un periodista no puede ser ni cobarde, ni vanidoso, ni pagado de sí mismo, ni egoísta por la noticia, ni egocéntrico, ni sumiso, ni pelota, ni ambicioso por el poder; un periodista es como un monje franciscano austero y digno que cuando cumple con su sagrada vocación y su misión de darle al ciudadano su derecho a la verdad debe retirarse sin hacer ruido. Puede que todos estos requisitos resulten de imposible cumplimiento para muchos que se dicen a sí mismos periodistas. Nadie dijo que dedicarse a este negocio fuera fácil. Por eso hay tan pocos buenos reporteros.

Ilustración: Adrián Palmas

viernes, 7 de noviembre de 2014

EL FILÓSOFO DE LA MORAL

 
(Publicado en Revista Gurb el 7 de noviembre de 2014)

Fernando Savater (San Sebastián, 1947) echa la vista atrás y recuerda los años más duros de su vida, cuando salir a la calle era exponerse a que ETA le metiera una bala en la nuca. "He sido feliz en el pasado y mantengo una razonable alegría, pero la felicidad me parece una cosa difícil de alcanzar". Tras publicar más de cincuenta obras, entre ensayo, ficción y tratado filosófico, así como narraciones y obras de teatro, además de cientos de artículos en la prensa española y extranjera, sigue aferrándose a la filosofía como una forma de mantener los ojos abiertos, que diría Descartes. Premio Planeta 2008 por La hermandad de la buena suerte, algunos de sus libros han sido traducidos a más de veinte lenguas. Sus críticas al nacionalismo vasco le situaron en el punto de mira de la banda terrorista ETA durante décadas. Fue amenazado de muerte y vivió protegido por un escolta durante más de diez años, hasta finales de 2011. Considera que la crisis que arrastra España no es moral sino institucional y política. "No creo en la crisis moral, eso es cosa de curas". Sobre la independencia de Cataluña opina que lo primero que se debe hacer es "aplicar la ley" y afirma que el nacionalismo ya no es solo un problema de nuestro país, sino que se extiende por toda Europa. "He sufrido el fanatismo etarra como otros muchos españoles, pero yo he sido un privilegiado porque podía hacer otras cosas como ir a dar conferencias a Italia. Quienes lo han pasado mal han sido los que tenían que vivir en su pueblo rodeados de cafres con la hoz y el cuchillo".

Entrevista completa en Revista Gurb