Indecencias. ¿Qué esperaba Rajoy, que Pedro Sánchez le pusiera una alfombra roja en
el debate cara a cara? Que un presidente califique de ciudadano ejemplar
a un defraudador como Carlos Fabra es indecente; que escriba un SMS de
apoyo a un evasor de capitales como Bárcenas es indecente; que mire para
otro lado y deje hacer mientras barones de su partido se llevan
mordidas de púnicos y gurtelianos es indecente. Sí, señor Rajoy, si no
le gusta escucharlo tápese sus oídos gallegos o vuelva a meterse en el
plasma, pero su forma de hacer política es indecente.
España aborregada. Da miedo pensar que el PP, el partido de la corrupción y los escándalos,
pueda lograr un 29 por ciento de los votos, siendo la primera fuerza
política como auguran muchas encuestas. Pero más miedo aún produce
pensar a dónde podrían llegar los populares si no estuviera Ciudadanos
para comerle parte de la tostada. ¿Al 40 por ciento de los sufragios? ¿A
la mayoría superabsoluta? Es evidente que en España la corrupción no
pasa factura. El bipartidismo se ha roto, claro que se ha roto. Solo que
ahora rige un unipartidismo corrupto que cada vez se parece más a aquel
movimiento nacional de infausto recuerdo que pensionaba y mantenía a
unos cuantos millones de estómagos agradecidos y faltos de toda ética.
Salvemos la Tierra. Los
titulares de hoy venden la idea engañosa de que la Tierra está salvada
por el acuerdo climático de París que reduce las emisiones
contaminantes. Pero no es la Tierra la que se salva en realidad, la
Tierra tiene miles de millones de años por delante para depurar toda la
basura que dejemos, para regenerarse y volver a ser el planeta limpio y
azul que fue antes de que llegáramos los humanos. El protocolo de París
no salva a la Tierra de nada, la Tierra seguirá ahí en un futuro
muy lejano, cuando nosotros nos hayamos extinguido y no seamos más que
fósiles impresos en piedra, como los dinosaurios. Entonces llegarán
nuevas especies que poblarán la Tierra, como ha sucedido en otras épocas
geológicas, porque la vida es pertinaz, siempre se abre camino. En todo
caso, el acuerdo de París, si salva a alguien, es al propio homo
sapiens y a las demás especies animales y vegetales del planeta que han
tenido el infortunio de coincidir en el tiempo con ese bípedo estúpido y
violento.
Viñeta: Iñaki y Frenchy
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