viernes, 16 de octubre de 2015

EL INFIERNO DE MARISCAL



El diseñador Xavier Mariscal (Valencia, 1950) ha pasado del cielo al infierno en el tiempo que se tarda en dibujar un boceto. Hace nada, al padre de Cobi, la mascota de los Juegos Olímpicos de Barcelona, le llovían las ofertas de todo el mundo, de Japón, Nueva York, París, y muchas las rechazaba "sencillamente porque no me interesaban". Hoy el teléfono ha dejado de sonar, el correo electrónico está vacío y su estudio creativo, en otro tiempo una factoría llena de artistas donde nunca faltaban bocadillos y cervezas, está en la más absoluta ruina. La crisis se llevó por delante el imperio Mariscal, como un vendaval imparable, y ahora el artista trata de reinventarse en otros proyectos como la película Chico y Rita que rodó con Fernando Trueba. "Me arruiné, no lo supe hacer, y al mismo tiempo tuve un desengaño amoroso y terminé en el psiquiatra tomando pastillas", asegura. Sin embargo, Mariscal dice sentirse ahora más libre que nunca para decir lo que piensa: "A este Gobierno tan franquista que tenemos no le gusta la cultura. Camps me decía: aquí está mi teléfono para lo que quieras, Rita sa cansó de invitarme al balcón del Ayuntamiento y de repetirme: aquí puedes hacer muchos negocios. Y yo le contestaba: Que no tía, que no, que no… Fue muy fuerte lo que pasó aquí ya desde Zaplana". Esta semana Mariscal pasó por la sala La Rambleta de Valencia, donde mantuvo un interesante cara a cara con la periodista Mariola Cubells. Allí contó cómo fueron sus primeros años en Valencia, su aventura en la Barcelona olímpica por la que sigue conduciendo "a toda virolla" en su vieja Vespa, que es lo único suyo que le queda ya y que ha puesto a nombre de su hija para que no se la quite Hacienda. "¿Que si vivo dejando pasar la vida? Qué remedio, estoy contemplativo porque no tengo trabajo, nadie nos llama ya". Al día siguiente de su charla en la Rambleta, nos concedió unos minutos a los de Revista Gurb. Fue una entrevista 'road movie' que le hicimos en varios momentos del día, en el bar de un hotel de Valencia, metidos en un taxi y en la cafetería de la Estación del AVE Joaquín Sorolla, mientras el diseñador esperaba su tren para Barcelona. Delante de un café que pagó él,  entrevistado y entrevistador se hablaron de tú a tú, sin corazas, a pecho descubierto. "Estoy sin blanca, soy un mantero", confesó el padre de Cobi. Al día siguiente, la entrevista fue portada en todos los periódicos, televisiones y radios de España. Hasta Sálvame de Luxe se hizo eco de la penosa situación del artista. Algunos se lanzaron sobre él como cuervos tratando de buscar carnaza rápida, el titular fácil, morboso, sensacionalista. Nadie se explicaba cómo un icono de la cultura española de los ochenta, un creador que lo había tenido todo, había podido acabar en tan triste final por culpa de la maldita crisis. El teléfono de Revista Gurb no paró de sonar en una semana. Muchos fueron quienes se interesaron por Xavier y por su penosa situación personal y laboral y empezaron a lloverle interesantes ofertas de trabajo. El lápiz de Xavier, del que antaño habían salido fabulosos personajes y magníficas genialidades, volvió al tajo de nuevo. Y Mariscal volvió a ser Mariscal.

Entrevista completa en Revista Gurb

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