(Publicado en Revista Gurb el 19 de junio de 2015)
Parece que el Gobierno, aterrado por el
descalabro electoral que se le viene encima en las próximas generales,
ha iniciado una frenética caza de brujas contra el rojo ateo y masón.
Primero fueron los tuits ciertamente racistas del delegado de Cultura
Guillermo Zapata y ahora la han tomado con la joven Rita Maestre, la
portavoz de Manuela Carmena, esa hada madrina que se ha aparecido a los
desarrapados de Lavapiés para traerles techo y comida. Lo de los chistes
antijudíos y contra las víctimas del terrorismo del tuitero Zapata, que
ha provocado una guerra civil entre las dos Españas en las redes
sociales (hoy las guerras civiles se hacen por ordenador, que es más
limpio y civilizado) ya está solucionado, listo y finiquitado. Tenía que
pedir perdón por su grave error, como así lo hizo, y poner su cargo a
disposición de Carmena, cosa que le honra, no solo porque ha demostrado
una honestidad intachable, sino porque le ha dado una lección de ética
política a los señores de la derechona, aunque ellos no sepan muy bien
qué es eso de la ética. Y no lo saben porque sin duda debieron saltarse
ese curso tan necesario, que iba entre la clase de evasión de capitales y
la de falsificación de documentos, allá en el Liceo suizo/francés, el
colegio al que van los niños biuti. Ha sido lamentable que Zapata, que
por cierto se da cierto aire a Stanley Kubrick, no actuara con la
inteligencia y racionalidad del gran cineasta americano. Pero así es la
política, una selva salvaje donde solo sobrevive el más astuto.
Otra cosa muy distinta es lo de Rita
Maestre, la activista que participó en una acción juvenil hace cuatro
años. La joven tomó la capilla de la Complutense junto a otras
compañeras jacobinas, que decidieron airearse el tetamen como forma de
protestar contra el hecho de que un templo católico siguiera abierto en
una institución pública como es la Universidad. Una causa tan justa como
lógica y racional. El Gobierno de Rajoy ha querido vendernos esta
acción de protesta como un nuevo episodio de la quema de conventos del
36. Solo que las chicas no eran peligrosas anarquistas, ni quemaron
nada, ni violaron a ningún cura (ya quisieran ellos) ni prendieron la
mecha de la revolución bolchevique. Se limitaron a efectuar una protesta
pacífica, a enseñar un poco de carne, eso sí, con el consiguiente
escándalo de los beatos y beatas que allí se encontraban, y a soltar
unos cuantos eslóganes como: "El Papa no nos deja comernos las almejas",
o "arderéis como en el treinta y seis". Ese fue todo el crimen contra
la humanidad que las alegres activistas cometieron aquella mañana tan
terrible. Y por esa chiquillada la Justicia pide para Rita Maestre la
friolera de un año de prisión, una pena que no pagarán muchos sobornados
y comisionistas pringados por el clan Gurtel. Más daño que un
delincuente hace un mal juez, decía Quevedo, y la Justicia últimamente
no deja de montar estropicios. Hasta el arzobispo de Madrid, monseñor
Osoro, hombre comedido y cabal, ha defendido los pecadillos y locurillas
de juventud de una niña que solo quería contribuir a hacer un mundo más
justo y solidario. ¿Quién no ha pasado por esa fase de rebeldía púber,
esa fase adolescente en la que decimos que no a papá por sistema, leemos
a Sartre, fumamos en el desván y nos negamos a comer las dichosas
lentejas? ¿Quién no ha caído en la engañosa e imposible utopía de querer
hacer de este un mundo mejor? Aquel que no ha sentido la rebeldía
lujuriosa hirviendo por sus venas al menos una vez en su vida es que
siempre ha estado muerto. Pues bien: resulta irrisorio y grotesco que el
Gobierno Rajoy quiera tapar sus vergüenzas políticas, fracasos
electorales y corruptelas varias desviando la atención de la opinión
pública hacia las cosas pintorescas e inocentes de la izquierda. Tratar
de hacer pasar a la dulce Rita Maestre por una extremista peligrosa
dispuesta a colocar el coctel molotov en cualquier momento es un insulto
a la inteligencia, una maniobra tan pueril como ridícula, y muestra el
bajo nivel intelectual en el que se mueven los gobernantes del PP.
Carmena está manejando a la perfección
la primera crisis de gobierno que le han generado sus agrios y enconados
enemigos, lo cual demuestra algo que ya sabíamos: que será una gran
alcaldesa de Madrid. Y la ha manejado con tiento no solo por aceptar la
dimisión de Zapata (mantener en su gabinete a un chistoso que va
soltando burradas de los judíos por ahí no era la mejor carta de
presentación para pasear el buen nombre de Madrid por el mundo) sino por
reafirmar en su puesto a Rita Maestre. Una de cal y otra de arena. Dos
decisiones acertadas. Mano izquierda, nunca mejor dicho. Habilidad,
sensibilidad y tacto políticos. Apenas lleva cuatro días en el poder
municipal y ya actúa con la experiencia y el saber estar de alguien que
lleva veinte años de mandato, para envidia de Espe, la condesa de Bornos
que sigue comiéndose las uñas rabiosas en alguna estancia rencorosa y
apartada de su palacio condal. La rabieta de los populares por la
pérdida de la España municipal les está haciendo perder el juicio
también, pero Carmena, como buena jueza que es, está sabiendo impartir
justicia, que a fin de cuentas es en lo que consiste la política.
Podemos y las plataformas ciudadanas son movimientos cívicos legítimos
que nacen al calor de la indignación de millones de personas. No son
sangrientos terroristas, ni peligrosos bolivarianos, ni rojos
extremistas. Es el pueblo mismo, el hambre del pueblo que se revuelve y
se defiende, la democracia encarnada en montuosidades ciudadanas que
claman por la justicia social en la calle. Y merecen un respeto. Eso no
lo entienden ni podrán entenderlo nunca los señoritos de Suiza. Ahora
bien, mucho nos tememos que ese movimiento ciudadano contestatario ha
tenido que gestarse de forma demasiado apresurada, urgente, acelerada.
Fue una reacción metabólica precipitada ante el abuso y atropello contra
el pueblo y no hubo tiempo de buscar buenos mimbres, políticos formados
y cuajados. Lo cual es un riesgo. Porque en cualquier momento, otro
Zapata puede cagarla de nuevo.
Viñeta: El Koko Parrilla
Viñeta: El Koko Parrilla
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