viernes, 9 de diciembre de 2016

EL CAUDILLO DEL CINE

 (Publicado en Revista Gurb el 2 de diciembre de 2016)

Juan Diego (Bormujos, Sevilla, 1942) ha llegado a ese momento de la vida en que degusta su trabajo como quien paladea una buena copa de vino. Con pasión pero también dejándose llevar. Tras una brillante y dilatada carrera cinematográfica en la que ha conseguido múltiples galardones y reconocimientos (entre ellos tres Premios Goya) Diego se ha vuelto a subir al lugar que le vio nacer como artista, el entarimado del teatro, que es como un cielo crujiente lleno de trampas y focos de colores, para interpretar Una gata sobre un tejado de zinc caliente, la mítica obra de Tennessee Williams reversionada por Amelia Ochandiano, que acaba de estrenarse en el Centro Niemeyer de Avilés. Diego interpreta el papel del millonario padre de Brick, aquel Paul Newman que andaba todo el rato en pijama azul de raso, agarrado a una muleta y a una botella de whisky, haciéndole ascos a la Taylor. "A mí esta gente me cae muy mal. Cuando me meto en ese papel, en esa lamentable situación en la que deciden vivir estas personas y en la que obligan a vivir a los demás, los odio con todas mis fuerzas". Hombre de izquierdas (desde la clandestinidad del PCE impulsó la primera huelga de actores de España), el destino caprichoso quiso que uno de sus papeles memorables fuera para el ser que más despreciaba. "¿Franco? Me preguntaba qué tenía yo contra ese individuo. Estaba ahí todos los días, era como de la familia, cantabas el Cara al Sol en el recreo con el frío que hacía, y me dio por pensar que tenía que fijarme en cómo había sido ese de niño". Y ya desde aquella película, y para siempre, cada vez que pensamos en el pequeño dictador vemos a Juan Diego susurrando, como una vieja, aquello de "arriba España".

Entrevista completa en Revista Gurb

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