(Publicado en Revista Gurb el 16 de diciembre de 2016)
La investigación que por fraude fiscal
lleva a cabo el Ministerio de Hacienda contra los jugadores Leo Messi y
Cristiano Ronaldo, así como otras estrellas de nuestro fútbol, es sin
duda una buena noticia para todos. Los dosieres que cada día filtra el
portal especializado Football Leaks demuestran que no todo es
juego limpio en nuestro deporte y que ya iba siendo hora de desempolvar
las alfombras centenarias de nuestros clubes futbolísticos, demasiado
protegidos durante demasiados años. Cracks mediáticos de la talla de
Messi y Ronaldo, sin olvidarnos de Neymar y otros muchos, no pueden
verse salpicados por escándalos tan descomunales sin que sus autores
paguen por las presuntas irregularidades que han cometido. Ellos dos,
como estandartes del deporte mundial, deberían ser los primeros en dar
ejemplo de valores cívicos y de cumplimiento de las obligaciones
fiscales como buenos ciudadanos. Está muy bien organizar partidos
benéficos contra la droga por navidad y visitar a los niños enfermos en
los hospitales para hacerse la foto con ellos y demostrar lo solidarios y
comprometidos que son. Pero estaría mucho mejor que regularizaran sus
cuentas con el fisco, para que de esta manera el Estado pudiera invertir
más y mejor en educación pública, en el deporte base y en investigación
de enfermedades raras infantiles, por poner solo tres casos donde el
dinero público resulta fundamental para el desarrollo físico e
intelectual de miles de niños. Cada año por estas fechas tenemos que
asistir a la típica imagen de televisión de la estrella del momento
regalando un peluche a los niños aquejados de graves dolencias, lo cual
está muy bien. Pero los problemas no se solucionan solo con puestas en
escena y falsas hipocresías que finalmente solo contribuyen a aumentar
la fama y la popularidad de la celebrity de turno. Los problemas se
resuelven pagando impuestos para que el Gobierno pueda destinar esos
fondos a aquellos que más lo necesitan.
Nos consta que tanto Messi como Ronaldo
son solidarios y que ambos han contribuido con fuertes sumas de dinero a
financiar diversas causas sociales y oenegés. Pero ese compromiso queda
oscurecido por las noticias que van surgiendo sobre evasiones de
capitales a paraísos fiscales y fraudes a Hacienda. El pasado mes de
junio, la Audiencia Provincial de Barcelona condenaba a Lionel Messi y a
su padre, Jorge Horacio, a 21 meses de prisión por tres delitos
fiscales. El futbolista del FC Barcelona y su padre fueron juzgados por
defraudar 4,1 millones de euros a Hacienda durante los ejercicios 2007,
2008 y 2009, consecuencia de no haber tributado en España los ingresos
de 10,1 millones percibidos por los derechos de imagen del delantero
rosarino durante ese periodo. Por su parte, la gran estrella del Real
Madrid, Cristiano Ronaldo, está siendo investigado por el desvío a un
paraíso fiscal de al menos 150 millones de euros para ocultar ingresos
por derechos de imagen, según ha publicado el portal Football Leaks.
Los periodistas de esta publicación aseguran que desde principios de
2009, meses antes de su llegada al club blanco, Ronaldo puso a buen
recaudo sus ingresos por derechos de imagen a través de empresas que
operaban en las Islas Vírgenes Británicas, un paraíso fiscal en medio
del Caribe. Las pesquisas de los inspectores fiscales podrían concluir
en un proceso judicial. A ambos escándalos se unen otros del mismo
calibre que han perseguido a jugadores mediáticos como Neymar Jr., para
quien la Fiscalía ha pedido 2 años de cárcel y 10 millones de euros de
multa por delitos de corrupción y estafa en el fichaje del delantero
brasileño (un caso que también ha salpicado al entonces presidente del
club blaugrana, Sandro Rosell, que se enfrenta a una pena de cinco
años). Pero la lista es mucho más larga. Sergio Ramos, Iker Casillas,
Xabi Alonso, David Villa, Piqué, Mascherano o Samuel Eto’o son solo
algunos de los muchos nombres flamantes que se han unido a los
investigados por Hacienda. Y no solo futbolistas, ya que entre los
supuestos morosos y evasores también hay estrellas de otras disciplinas
deportivas, estandartes de nuestro deporte que cuando llega la hora de
la alta competición se envuelven en la bandera nacional y hacen gala de
un patriotismo desaforado pero cuando llega el momento de cumplir con
las arcas públicas, como todo buen ciudadano, fijan su residencia en
algún paraíso fiscal extranjero o abren una sociedad opaca o simplemente
esconden el dinero en alguna cuenta en Suiza o Panamá. En estas
prácticas suelen caer, no solo los deportistas, sino también nuestros
mejores artistas, actores de cine, intelectuales o cantantes.
El Estado debe terminar con estas
prácticas delictivas que causan un grave daño al erario público. Un país
avanzado es aquel donde quién más tiene más paga. La Justicia social,
la cohesión, la redistribución de la riqueza y el principio de igualdad
se quiebran cuando una estrellita del balompié, del motor o del tenis de
mesa escamotea el dinero que por ley y por derecho le corresponde al
Estado para hacer frente a sus gastos públicos con la sociedad. Así que
menos sacar pecho de patriota y más pagar impuestos; menos alardes de
ridículas gestas deportivas y más cumplir con Hacienda. Montoro, un
ministro al que en otras ocasiones hemos criticado duramente en estas
mismas páginas por su excesiva tibieza en la persecución del fraude
fiscal, está actuando como debe en el caso de los figurines que nos
engatusan con sus filigranas en la cancha mientras nos hacen el dribling
en la declaración de renta. "No hay ningún nombre ni equipo que pueda
quedar fuera de una investigación", ha asegurado Montoro, para quien el
caso Ronaldo es un "asunto complejo".
A menudo escuchamos por la calle
comentarios radicales como que los inmigrantes cazados en algún delito
deberían ser expulsados de España. ¿Qué deberíamos hacer entonces con
estos inmigrantes de lujo que se ponen las botas con el dinero de todos?
La Justicia debe actuar con total contundencia contra los ases del
balompié, que por lo visto también son ases del despiste fiscal. Por eso
no se entiende que algunos jueces estén presionando para que Football Leaks
deje de filtrar datos económicos privados de las grandes estrellas del
deporte. La libertad de prensa y el derecho a la información deben
prevalecer una vez más. Nada se consigue con proteger o tapar la
reputación de unos futbolistas que juegan a ser nobles competidores en
el terreno de juego y tramposos fuera de él. Con la publicación de casos
como los revelados por Football Leaks se consigue algo bien
positivo: crear una sensibilidad social ante el hecho de que nadie, por
muy famoso y genial que pueda ser en su actividad profesional, por mucho
dinero que haya amasado en fichajes y pelotazos publicitarios, está por
encima de la ley en un Estado de Derecho.
La Justicia debe actuar con contundencia
y rechazo ante los casos de fraude, independientemente de si el autor
del delito es un megacrack del fútbol o el concejal corrupto de turno,
ya que quien defrauda a Hacienda nos está robando a todos. No resulta
nada edificante para una sociedad que sus grandes referentes deportivos
terminen escamoteando impuestos como vulgares rateros. Si ellos han de
ser el ejemplo de las nuevas generaciones de niños y jóvenes que los
admiran como auténticos mitos y héroes deberían comportarse como tales
en todos los aspectos de la vida. La sociedad no puede seguir
permitiendo que un falso mesías y un cristiano que va de piadoso por el
mundo nos sigan engañando con los impuestos. Ya nos engañan bastante
cobrando las millonadas que cobran por darle patadas a una simple pelota
(y a veces por patear las piernas de otros). Los futbolistas no son
genios del arte, ni grandes intelectuales, ni héroes, ni médicos que
salvan vidas operando a corazón abierto. Son solo unos jóvenes en
calzoncillos, guaperas con el pelo engominado, piel de tatuaje y mucha
pasta en el banco. Muchachos que nos animan las tediosas tardes
domingueras. Muchachos con mucho músculo, poco cerebro y demasiada
codicia.
Viñeta: Igepzio
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