(Publicado en Revista Gurb el 9 de marzo de 2018 y en Newsweek en Español)
Antonio Resines (Torrelavega, 1954) lleva el cine en las venas. Desde sus inicios, allá por los setenta, cuando se dedicaba a rodar cortos a destajo y a poner bocadillos de mortadela al personal del plató, hasta hoy, ha participado en más de cien películas. "No quiero decir que sea Laurence Olivier pero he hecho cosas que están bastante bien, otras que están bien y otras pues que no, o son simplemente lamentables", asegura. El que fue el gran actor de comedia de los años ochenta en España, guarda un grato recuerdo de La buena estrella, la película que lo consagró para siempre con un papel dramático, demostrando así que dominaba todos los registros. "Probablemente si no el mejor uno de mis mejores papeles, así es. Me costó mucho hacerlo, porque no sabía muy bien por dónde tirar, pero tuve la gran ayuda de Ricardo Franco", afirma. Hoy, superado un cáncer de colon, acaba de escribir su biografía, Pa’habernos matao. Memorias de un calvo, donde narra sus peripecias con otros genios del mundo del séptimo arte y de paso analiza la España de aquellos años. “Lo de calvo fue un vacile, como en España hay tantos calvos pensé que así a lo mejor compraban el libro”, bromea. Pese a la enfermedad, Resines sigue siendo cien por cien Resines, está en plena forma, con su vis cómica intacta y la misma forma taquicárdica de expresarse que desencadenaba las sonrisas en los cines. "En este país hemos pasado de lo dantesco a lo absurdo y estúpido", se lamenta. Por cierto, el fiasco de La reina de España, la última película de Fernando Trueba que el actor ha rodado junto a Penélope Cruz, lo sigue atribuyendo sin duda a un oscuro boicot, una persecución orquestada desde los sectores más rancios y revanchistas del país.
Entrevista completa en Revista Gurb
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